Hacer humor es una fina tarea de alquimia. Para generar la tan deseada risa hay que combinar muchos elementos y, tal como pasa con la poesía, la comedia depende en buena parte del ritmo (pausas, timing), de la palabra precisa. Lo saben bien el productor y guionista Chuck Lorre, creador de grandes series de humor (Two and a Half Men, The Big Bang Theory y Dharma & Greg), y la comediante de stand up Leanne Morgan (I’m Every Woman; se puede ver en Netflix).

Este año, Morgan incursionó en la actuación con su protagónico en You’re Cordially Invited, junto con Reese Witherspoon y Will Ferrell, y ahora debuta como personaje central de una comedia de Lorre que lleva su nombre, Leanne, en la que ella también es productora y coguionista. Y aunque no es una serie autobiográfica, el personaje principal se construye con la impronta sencilla y de alegre autocrítica de su creadora.

Nuestra heroína, Leanne Murphy, es una mujer del sur de Estados Unidos que está en plena menopausia, ya tiene nietos y cree que es demasiado grande para empezar de cero, pero se ve empujada a hacerlo cuando su esposo desde hace 33 años, Bill (Ryan Stiles, Young Sheldon), la deja por otra mujer. Sin que lo haya buscado, su vida da un giro radical, y para salir adelante se apoya en su hermana menor y mejor amiga, Carol (Kristen Johnston, 3rd Rock from the Sun), quien siempre fue algo rebelde y tiene dos divorcios encima. Entre citas desastrosas, líos familiares y vecinas chismosas de su barrio residencial (Mary, interpretada por Jayma Mays, es de lo mejor), estas dos mujeres se lanzan de nuevo al hostil universo del amor (con más dudas que certezas) y lo que empieza como un caos total se va convirtiendo en un vivir lleno de momentos rarísimos, experimentos sociales inesperados propios del clásico estilo de sitcom, pero con un claro recordatorio: nunca es tarde para empezar de nuevo.

La comedia relata, con gracia, ritmo y un gag tras otro, la reinvención de una esposa devota y madre de dos hijos ya adultos, a la que se le derrumban los cimientos de 30 años de vida familiar y tiene que navegar en un nuevo mundo vincular del que entiende muy poco. Leanne atraviesa la furia, el desconsuelo y el desconcierto; está rota, y su hermana se convierte en su hombro y sostén y, a medida que Leanne se amiga con la soltería, en su coach sentimental. Morgan y Johnston forman un equipo cómico instantáneo y su química es el verdadero corazón de la historia; son irónicas, divertidas, ágiles y se complementan perfecto: Carol tiene una actitud más seca, directa y cosmopolita (nos recuerda seguido que vivió en Chicago) que equilibra la actitud más suave, inocente y campestre de Leanne.

Ambas se ríen de sí mismas, se regodean en su madurez y ridiculizan lo efímero de las relaciones actuales desde su autopercepción de losers. Leanne pasa rápidamente de ser víctima a protagonista de su propia vida, juega con las nuevas reglas, entiende que quedarse acorazada no es el camino y trata su incertidumbre sobre la nueva etapa con dignidad y compasión; se da espacio para estar triste, enojada y confusa. Hay una justa reivindicación de las mujeres de mediana edad; el abandono produce en Leanne una profunda revisión y una oportunidad para reconectar con sus deseos. En clave de humor, se transmite la transformación de su identidad. Leanne se amiga con su cuerpo desde un lugar más amoroso usando la risa como aliada, abraza sus defectos y ofrece una mirada más cálida del caos.

La serie marca el regreso de la sitcom clásica, con formato noventoso multicámara, risas pregrabadas y un tono cálido que recuerda a otras buenas comedias como Grace and Frankie, Roseanne y Mom. De menos a más, logra encontrar su tono, mezclar con acierto sus personajes y hacer brillar a una dupla protagónica increíblemente graciosa. De forma honesta y divertida, navega por lugares en general poco representados, como la menopausia, el divorcio tardío, la maternidad avanzada y la reinvención personal.

Leanne. 16 episodios de aproximadamente 20 minutos. En Netflix.