En la Madrid actual, Canción del primer deseo narra la relación de Camelia, criada en una familia del franquismo, con sus hijos mellizos. La llegada de un joven uruguayo despierta recuerdos que unen a dos generaciones –la del 68 y la actual– en un legado de violencia y secretos.
Lo primero que llama la atención de este cruce es que el dramaturgo es el australiano Andrew Bovell, conocido sobre todo por Cuando deje de llover, ese exquisito cuadro vincular que la Comedia Nacional, con dirección de Fernando Toja, estrenó en la temporada 2021. Más tarde llegó a la cartelera montevideana Las cosas que sé que son verdad, con dirección de Félix Correa y protagónico de Graciela Rodríguez.
En cualquier caso, Bovell quedó presentado como alguien que trabaja sobre “las herencias que nos dejan nuestros antepasados, que desconocemos y que cargamos, que se pasan de generación en generación, esa teoría de que el dolor, las alegrías, todo se va guardando en la genética. Hay una profundidad de ese trabajo en todas sus obras”, observa Leonel Schmidt, que asume el montaje de Canción del primer deseo, el estreno de esta noche en el teatro Circular, que de algún modo cierra la trilogía.
Schmidt, que viene de hacer Las cosas que perdimos en el fuego, sobre cuentos de Mariana Enriquez, y Ana María la linda, de Yasmina Reza, tomó contacto con esta obra por intermedio de su traductor al español, el dramaturgo Jorge Muriel.
“Me interesó muchísimo, porque ese autor me fascina y me llamó la atención que fuera sobre España, sobre Lorca”, dice Schmidt. Cuenta que Bovell conoció España a partir de una invitación, “un proyecto de residencia en el Teatro de la Abadía, cuando pasó investigando sobre el franquismo y sobre el resultado del franquismo en las olas migratorias en América Latina”. Escribió este texto en un proceso de laboratorio con el elenco, y la obra fue un éxito en el teatro Lope de Vega y a principios de año se estrenó en Australia.
El título del espectáculo refiere al poema de Federico García Lorca “Cancioncilla del primer deseo”: “Es un poema hermosísimo, un hilo muy importante y conector de las generaciones. Hay momentos en los que las canciones tradicionales españolas que Lorca recopiló y después musicalizó están presentes como suspiros, pero son en realidad la representación de esas heridas franquistas, como un aire que sobrevuela. Después hay mucha cosa de la escritura de Lorca, de su trilogía rural: Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Hay un clima pesado, hay mucho de las tres, ese clima árido, ese calor que es insoportable. Sin duda, es muy lorquiano en muchas cosas”.
El personaje del uruguayo que llega a España en el texto original es colombiano. Schmidt explica que hizo el cambio para reforzar la conexión del espectador y porque hacer “de colombiano” lo sentía como una caracterización.
Admite, de todos modos, que la historia está atravesada por dos o tres sensibilidades: la anglosajona, la española y la latinoamericana. “Están presentes porque nosotros le estamos dando nuestra mirada desde lo latinoamericano”, reconoce Schmidt. “[Lo abordamos] desde esa realidad, desde cómo repercutieron esas cosas, porque nosotros vivimos ese proceso, esa ola migratoria, como resultado de la guerra civil y el posterior franquismo, esta dictadura de más de 40 años que tuvieron. Nosotros también tuvimos más de una dictadura en Uruguay, por eso quisimos darle esa impronta y hablar de esa oscuridad humana desde una visión latinoamericana. Me parece que está bueno ese aporte, porque el texto nos toca, habla de alguna forma de nosotros”.
Canción del primer deseo, en el teatro Circular (Rondeau 1388) los sábados a las 21.00 y los domingos a las 19.30. Entradas a $ 600 en Redtickets.
Alguien que no está en el Solís
Ciertos objetos se desplazan solos por la escena, como provocados por el visitante, que remueve la energía concentrada del pasado. En Alguien que no está, Carolina Adamovsky (Argentina) y Domingo Milesi (Uruguay) construyen una historia de suspenso criollo que se sostiene en la rememoración de un baile, de un triciclo, de un abuso. Pedro vuelve al pueblo, a la casa de su infancia, y allí se encuentra con la fiesta de los muertos.
Milesi (Ayer pensé en decirte adiós, Bette Davis, ¿estás ahí?), que regresa con este unipersonal a la actuación, encarna lo tierno y lo ominoso en diferentes tiempos, con fluidez para transitar el árbol familiar y devolverse a un presente con futuro.
Alguien que no está, en la sala Zavala Muniz del teatro Solís. Sábado a las 20.30 y domingo a las 19.30. Entradas a $ 600 en Tickantel.