Al inicio del documental, Charlie Sheen aclara que al momento de estrenarse hará siete años que está sobrio, “a menos que la situación salga mal”, y esa es la esencia del niño terrible de Hollywood. Hijo del actor Martin Sheen (Apocalypse Now) y hermano de Emilio Estévez (Misión imposible), es conocido tanto por su enorme talento como por sus escándalos en su vida personal y ha sabido sostener, con altibajos, una carrera de más de 40 años.
Debutó en enormes películas como Platoon (1986) y Wall Street (1987), ambas de Oliver Stone, para luego transformarse en un referente de la comedia de los años 90 (Loca academia de pilotos, 1991) y llegar a ser uno de los actores mejor pagados de la televisión con la popular serie Two and a Half Men (2003-2011), de la que fue despedido por problemas con drogas, alcohol y conflictos con el creador de la serie, Chuck Lorre.
A pesar de todos sus excesos, oscuridades y adversidades (en 2015 reveló públicamente que es VIH positivo), Sheen es un personaje único que merecía su propia crónica: Nombre artístico: Charlie Sheen, un documental de dos partes dirigido por Andrew Renzi (Pepsi, ¿dónde está mi avión?) en el que el actor relata una especie de exorcismo narrado en primera persona y expone las adicciones que marcaron su vida, sus éxitos y fracasos, la fascinación del público por los personajes autodestructivos y cómo la prensa supo adorarlo y, por momentos, enterrarlo.
Sentado en una cafetería (“el lugar de mayor verdad, donde no hay sorpresas”), Charlie se abre a la cámara para contar que lleva años sobrio. Desde esa nueva lucidez repasa con honestidad su carrera, identificando los momentos más duros de su adicción y sus constantes conflictos con los límites, que nunca supo respetar y que nunca supo ponerse a sí mismo.
En este relato a corazón abierto aparecen voces fundamentales en su vida –Jon Cryer, su entrañable compañero en Two and a Half Men, amigos cercanos como Sean Penn y Chris Tucker, su hermano Emilio Estévez y sus exesposas Denise Richards y Brooke Allen–, que aportan una intensa perspectiva desde el cariño que le tienen pero también desde la verdad. Hay algo recurrente en el documental, que tiene que ver con el morbo relacionado con el éxito y el descarte luego del fracaso: “Te enseñan a superar el fracaso, pero nadie te enseña a lidiar con el éxito”. De este modo se da a entender que sus grandes recaídas y sus peores momentos de adicción ocurrieron, paradójicamente, en sus momentos de mayor éxito y exposición.
Con una ágil y cálida verborragia, Sheen construye y desmenuza su propia historia con una sinceridad abrumadora: habla de todo, enfrenta cualquier pregunta y no evita admitir que se ha cansado de equivocarse. Se avergüenza, autorreflexiona, es sarcástico, narra una infancia sencilla y una adolescencia llena de libertad y arte (Sean Penn ya era su mejor amigo y grababan junto con su hermano Emilio videos con una Super-8) y con admiración a su padre, Martin.
Sus inicios, luego de protagonizar la exitosa Pelotón con sólo 21 años, marcaron el comienzo de los desbordes: fama repentina, dinero, fiestas, drogas a demanda, el oscuro lado B del estrellato y la influencia en su vida de Nicolas Cage y Clint Eastwood. La honestidad sin filtros con la que Sheen aborda esta caótica etapa de su vida resulta hipnótica; no busca justificarse ni edulcorar su relato, simplemente enfrenta su historia con una claridad que parece posible después de haber tocado fondo y haber sobrevivido para contarlo.
Nombre artístico: Charlie Sheen es un retrato de los miedos y excesos de uno de los actores más talentosos de Hollywood, adorable y vulnerable, que luchó contra sus fantasmas y, en un punto, les ganó. Es también una mirada crítica a una parte de la sociedad que encuentra entretenimiento y regocijo en la exposición de figuras rotas, consumidas por sus propias caídas.
El documental no sólo ahonda en la frágil idea de éxito y fracaso y en cómo la industria obtiene lo que quiere de estas estrellas y luego las descarta; nos confronta con una verdad incómoda: la forma en que convertimos el dolor ajeno en un espectáculo y cómo las miserias humanas son parte del showbiz. Tan magnética y caótica como su protagonista, la docuserie, bien narrada y con una contundente frontalidad, se sumerge en décadas de escándalos públicos y tormentas privadas para mostrar a un Sheen honesto y con un humor inesperado.
Nombre artístico: Charlie Sheen, documental en dos partes, de 93 y 88 minutos, en Netflix.