El exsubsecretario de Salud Pública Leonel Briozzo consideró que durante la actual administración “se ha naturalizado la inequidad” en materia de salud porque los más vulnerables no han estado “en el foco de atención” de este gobierno, lo que representa “un gravísimo problema desde el punto de vista de la cultura social que hay que revertir lo más rápido posible”.

En entrevista con la diaria, el especialista señaló que será fundamental aplicar una Estrategia Nacional de Recursos Humanos que permita una distribución equitativa de profesionales en todo el territorio, además de equilibrar los precios de intercambio de las prestaciones y descentralizar la estructura jerárquica para que los directores departamentales de salud funcionen como ministros en cada localidad. Aludió también a la situación del sistema mutual y advirtió que “hay que controlar y actuar preventivamente antes de que ocurran desastres como el de Casa de Galicia”.

¿Cómo evaluás la gestión actual en materia de salud?

La salud en Uruguay enfrenta serios desafíos, con altos índices de obesidad, diabetes y problemas psicológicos. No es casual que estemos primeros en la lista de consumo de sustancias psicoactivas legales, como el alcohol, y también de psicofármacos, como la benzodiazepina.

Con el aumento de la pobreza, se creó un ciclo muy perverso: situación de calle, problemas de salud mental, consumo problemático de sustancias, violencia, cárcel y exclusión social. Además, se ha naturalizado la inequidad. Es un gravísimo problema desde el punto de vista de la cultura social que hay que revertir lo más rápido posible.

El Sistema Nacional Integrado de Salud se ha desestructurado, desintegrado y es muy inequitativo. Los indicadores público-privados de atención son claramente distintos, la performance de salud de las personas que se atienden también, y eso indica una situación de inequidad que se manifiesta desde lo económico y territorial.

Mencionabas el tema de las inequidades. ¿Creés entonces que el gobierno les ha soltado la mano a los sectores más vulnerables en el acceso a la salud?

Sí. Yo creo que no ha estado en el foco de atención el grave impacto de la crisis social y económica que provocó la covid-19. No estuvo en el foco de la atención tratar de ayudar a la gente que se desmoronó porque quedó sin un recurso económico, sin redes de apoyo, sin acceso adecuado a los servicios sociales. El gobierno tuvo desidia y poco apego.

¿En qué temas aumentó la inequidad?

En los tiempos de espera, la medicación, que es costosa, en el mutualismo con tickets que muchas veces son excesivos. Se quiso inventar la pólvora con un sistema de compra presentado como el gran descubrimiento y fracasó con total éxito. No se aprovecharon los mecanismos que había. Los tiempos de espera para los actos quirúrgicos también han aumentado mucho y eso es un problema real para miles de compatriotas.

Estos tiempos de espera y este acceso a la medicación dependen de si la persona integra la franja que accede a los seguros privados, que comprende a unos 140.000 ciudadanos, si es parte de los que se atienden en las mutualistas, aproximadamente el 55% de la población, o si se atiende en ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado], que es el 35-40% de la población. Es muy distinto el tiempo de espera, el acceso a los medicamentos, a los actos quirúrgicos en cada uno de estos sectores, y esto implica una inequidad manifiesta.

Con respecto al acceso de los medicamentos, ¿qué está fallando?

Los medicamentos faltan fundamentalmente en ASSE, el diseño de la compra fue mal hecho y se desarmó el sistema que había anteriormente. A esto se le suma que hay una concentración casi oligopólica de la industria de los medicamentos y que eso en una visión de la salud mercantil puede no ser un problema, pero en una mirada de la salud como un derecho sí lo es.

Existen grandes desigualdades en el acceso a la salud entre Montevideo y el resto del país. Muchos expertos denuncian diagnósticos tardíos, falta de recursos y de capacidad médicas que incluso generan fallecimientos y agravamiento de enfermedades. ¿Qué piensa sobre esto?

La situación de la distribución de los recursos humanos en Uruguay es muy inequitativa y a medida que uno se aleja de Montevideo, sobre todo pasando el río Negro, aumenta la dispersión de los recursos humanos, con una excepción, que es el eje Salto-Paysandú, porque allí se forman recursos. Es un problema central y por eso uno de los planteos que tenemos es generar la primera Estrategia Nacional de Recursos Humanos para tener una distribución equitativa en todo el territorio.

¿Qué otras acciones cree que son claves?

Creemos que es fundamental una estrategia de complementación de los servicios a nivel público y privado. Hay que equilibrar los precios de intercambio de las prestaciones que se den en cada departamento. No puede ser que las camas de CTI cuesten de una manera anárquica en cada uno de los lugares porque muchas veces hay una especulación.

También tiene que haber una descentralización en términos de la estructura jerárquica; apostamos muchísimo a que los directores departamentales de salud tengan un rol de ministros en cada departamento. Para hablar bien claro, no puede ser que hoy un prematuro que nace en Salto y no tiene acceso a un CTI en el sector público tenga que venir al Pereira Rossell y no sea resuelto en el propio lugar a nivel de la mutualista que sí tiene CTI. Eso no puede pasar más.

También hemos planteado la necesidad de aumentar la cantidad y la calidad de los equipos que están en el primer nivel de atención, partiendo de la base de que la inmensa mayoría de las consultas se pueden resolver en el territorio.

¿Cómo se concibe el trabajo de la Junta Nacional de Salud en este esquema?

Hay un tema central que es el diseño del sistema, creemos que hay que darle más poder a la Junta Nacional de Salud. También se debería rediseñar la participación de los usuarios como gestores de sus propias soluciones de salud.

La pandemia dejó una gran lección aprendida, que es mejorar e institucionalizar el vínculo entre ciencia, tecnología, investigación y salud. Tenemos que tener una figura que dé cabida a esta institucionalidad para lograr un círculo virtuoso de inversiones, desarrollo, mejorar las prestaciones e independizar a nuestro país frente a la posibilidad de futuras emergencias sanitarias que posiblemente lleguen.

¿Qué desafíos enfrenta Uruguay en términos de financiamiento del sistema de salud?

En materia de financiamiento del sistema se ha hablado mucho del tema de las cápitas, que hoy son por edad y sexo. Hay que perfeccionarlas teniendo en cuenta el tema territorial, las enfermedades que se tienen, la situación económica de las personas. La idea es tener cápitas diferenciales.

Por otro lado, muchas personas todavía mantienen múltiples sistemas de atención público y privado, algo que tiene que terminar. También queremos modificar los costos de los tickets, que se podría hacer de una manera diferencial de acuerdo al ingreso de las personas.

¿Qué acciones cree que tiene que llevar adelante el próximo gobierno ante la situación del sistema mutual?

La situación del sistema mutual hay que ponerla en su justo término. En primer lugar, lo que invierte Uruguay para salud, que es un 10% más o menos del PIB, es una cifra que tiene que dar porque es un monto importante. Lo que hay que ver es cómo se maneja el gasto.

Hay que controlar también y actuar preventivamente antes de que ocurran desastres como el de Casa de Galicia, que no se mide sólo en la gente que se quedó sin trabajo, la angustia de cientos de familias, sino en que hubo muchas personas que se quedaron sin continuidad asistencial. Eso no puede volver a pasar. Y lo que hay que hacer es acompañar con un sistema inteligente de gestores sanitarios que sepan de la materia. No se puede improvisar.

¿Cree que se debería impulsar una segunda reforma del sistema de salud?

En el programa se plantea la idea de un segundo impulso. Lo que debemos hacer es asumir la responsabilidad del sistema e implementar los ajustes necesarios para alcanzar la equidad en salud, basándonos en los derechos de todas las personas. Debemos defender esta visión con firmeza, especialmente en un mundo globalizado donde la salud, con demasiada frecuencia, se trata como una mercancía, mientras nosotros la pensamos como un derecho humano.

O sea que la propuesta es mayor equidad, ver a la salud como un derecho humano y apostar a la descentralización, teniendo un foco en el interior del país.

Básicamente eso, no tanto en el interior, sino en los interiores. Yo creo que ese término que escuché decir a Marcos Carámbula está muy bueno, porque en realidad Uruguay es extremadamente diverso. Considerar el interior como una unidad es propio de burócratas de Montevideo, y, de acuerdo a mi experiencia, creo que la unidad propia del país es el departamento.

En materia sexual y reproductiva de las mujeres, ¿cómo observa la situación y qué medidas cree que tendría que impulsar el próximo gobierno?

Hay una gran injusticia en términos de salud sexual y reproductiva y primera infancia, con peores indicadores en el sector público para los quintiles de menores ingresos. Han aumentado los partos prematuros, la restricción del crecimiento fetal, la regulación de la natalidad por parte de las adolescentes, las muertes maternas e infantiles, y las enfermedades de transmisión sexual, mientras que el sector privado muestra mejores resultados.

Es fundamental impulsar una iniciativa por la justicia reproductiva y la primera infancia como prioridad en el próximo gobierno, vinculando la salud sexual con el entorno familiar. Creemos que la educación integral en sexualidad tiene un rol determinante que cumplir para la prevención de la violencia basada en género. Hay que dejar de plantear la educación sexual como una amenaza para lo que los padres quieren transmitir a los hijos. Realmente es una cosa que parecería del siglo XV. Obviamente que los padres tienen todo el derecho de transmitir sus valores a sus hijos, pero el Estado tiene, de manera insoslayable, la obligación de generar pautas educativas basadas en evidencias y que promuevan la laicidad y prevengan la violencia.

Además, hay que buscar diseños institucionales para mejorar la humanización del parto, el acceso a la analgesia regional para todas las mujeres que lo precisen. No puede ser que dependa del poder adquisitivo o de los días de la semana.

Uno de los temas que se ha puesto en la agenda de la campaña electoral es la salud mental. Uruguay tiene una tasa de 21,3 suicidios por cada 100.000 habitantes, cifra que más que duplica la tasa regional. ¿Qué acciones urgentes deben implementarse ante esta situación?

Es un tema clave. El suicidio acontece cuando la persona no puede ver una salida a la situación que está viviendo. Es una respuesta de total soledad y un fallo de la sociedad. El consumo problemático de sustancias también es un tema grave en Uruguay. Ha aumentado mucho por este círculo que se ha dado: situación de calle, salud mental, violencia, pobreza, cárcel. Cuando se hace el análisis, el común denominador de las personas que están en situación de calle es que sufrieron violencia en su infancia.

Tenemos una ley de salud mental que en la actual gestión no ha operado. Creemos que hay que implementar un plan de salud mental 2025-2030 con la más amplia participación de todos los actores involucrados. No es solamente un tema de los psiquiatras, es de todo el equipo de salud mental, desde la enfermera, el médico de familia, los psicólogos. No hay que patologizar el tema. Creo que hay que recurrir a una fuerza que está dormida en nuestro pueblo, que es el voluntariado. Hay mucha gente que, si pudiera, estaría dispuesta a poner el hombro sin necesidad de una remuneración.

La ley de salud mental no tuvo nunca un presupuesto asignado y hay un plan que tampoco se aplicó. ¿Qué es lo que hace falta, más allá de que se establezcan planes y leyes, para que se cumpla?

Yo creo que en el tema económico siempre se manejan cifras mágicas y es importante tenerlas porque el presupuesto es lo que manifiesta la prioridad de una política. Pero el diseño institucional que se tenga es fundamental. Me parece que primero hay que tener el diseño y después, con los recursos que estén asignados, ver cómo se estructura.