“Ah, pero se me vino toda florida”, dijo un militante de Espacio 40, mientras hacía flamear una bandera amarilla, típica de ese sector, en 18 de Julio y Tristán Narvaja, cuando vio llegar a Valeria Ripoll, la candidata a la vicepresidencia por el Partido Nacional (PN). “Quiero que venga el verano”, le contestó ella. Allí, donde nace la tradicional feria de Tristán Narvaja, pero sobre todo en la vereda de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, se notaba que falta menos de un mes para la elección de octubre, porque florecieron los gazebos de cada sector partidario –la mayoría, del PN–, con sus respectivos repartidores compulsivos de listas.
Luego de hacer todos los saludos de rigor a los militantes, Ripoll se dispuso a recorrer la feria, pero antes la paró un joven que le preguntó por su pase a la política partidaria. “Tiene que ver con las personas, primero, y después, obviamente, con lo que se hizo. La vida no es ideología, la vida es la realidad, es lo que le falta a la gente, lo que la gente necesita, lo que no hay en los barrios, a lo que la gente con discapacidad no accede, por eso uno milita para mejorar la vida de la gente”, le comentó Ripoll.
Como suele ser la regla desde que existen los smartphones, gran parte del tiempo del recorrido de un político se consume en las fotos que se saca con todas las personas que se lo piden, y el caso de Ripoll no fue la excepción. Un feriante, que miraba la escena con cara de escéptico, lanzó “todo para la foto”. Pasadas las diez de la mañana, la calle Tristán Narvaja estaba llena de gente y los comentarios también iban y venían. “Sos una hermosa sirena”, le dijo Ripoll a una niña que la saludó junto con su madre, y a los pocos metros una señora le comentó: “Estás haciendo un campañón”. “Bienvenido”, le dijo Ripoll a un hombre que le pidió una foto y declaró ser “exfrenteamplista”.
Bien pegadito a un puesto de quesos, un señor entusiasta se le acercó a Ripoll para hablar de la seguridad y le mostró una reluciente foto de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, que la sacó de la nada, cual mago. “Si él lo pudo hacer, ¿por qué no lo hacen ustedes?”, le preguntó el señor. Sorprendida, Ripoll le contestó: “Bueno… no es lo mismo que Uruguay”. “¿Sabés lo que pasa?, la delincuencia mueve la economía”, le retrucó el señor, y agregó que si Álvaro Delgado, el candidato del PN, “arregla el tema seguridad, vuelven a ganar los blancos, el Frente [Amplio, FA] no gana más”.
“Lo seguro es que nosotros no vamos a liberar presos como plantea el FA”, le dijo Ripoll, y el señor, acelerando por la curva del entusiasmo, le dijo: “¡No, hay que tenerlos más en cana! Matan a una persona y les dan tres años de cárcel, ¿te parece?”. “Bueno, pero esa es la ley, nosotros podemos cambiar algunas cosas. Ya aumentamos las penas, pero vamos a seguir trabajando”, le contestó Ripoll, y siguió su camino.
Tequeños y el regreso del entusiasta de Bukele
“Es lo que más me gusta, amo los tequeños. ¡Gracias por venir a Uruguay y traerlos!”, le dijo Ripoll a unos feriantes venezolanos que tienen un puesto con esa típica comida de su país. “¡Gracias a ustedes por recibirnos”, le contestó la muchacha. Además de estar acompañada por varios militantes, a Ripoll la seguía una cámara del equipo de comunicación nacionalista, y una mujer, al ver tal despliegue, se tapó la cara. “No te vamos a sacar foto… Hay gente a la que no le gustan las cámaras”, comentó Ripoll.
Antes de volver al punto de salida, la candidata a vicepresidenta y su equipo doblaron por la calle Paysandú, menos concurrida que la principal, en donde un señor que estaba cómodamente sentado dibujó una inequívoca expresión en su rostro que mezclaba sorpresa y extrañeza, y acto seguido le dijo a quien tenía al lado: “¿Esta es la Ripoll? ¿Y esto?”. Más adelante, Ripoll comentó que en las recorridas poca gente se refiere a ella por su nombre de pila, sino como “la Ripoll”, y que eso ya es parte de su “identidad”.
Terminando el recorrido, otra vez por la calle Tristán Narvaja y en el mismo lugar que minutos antes, seguía el entusiasta de Bukele, que la abordó de vuelta a Ripoll, sin preámbulos, comentando sobre la “tanta corrupción” que hay en la Policía. “Si adentro de la Policía hay corrupción, hay que denunciarlo. No la vamos a limpiar si no la denunciamos”, le contestó Ripoll. El señor le dijo que “la pasta base es lo que está haciendo daño”. “El allanamiento nocturno va a ayudar”, le contestó ella. “Ah, espectacular...”, comentó el señor, y cada uno siguió en lo suyo.
“Dale, campeona, ¡el pase del año tenemos contigo!”, le dijo un señor a Ripoll mientras la saludaba, en el final del recorrido. Antes de irse, la candidata a vicepresidenta del PN le comentó a la diaria que la mayoría de los reclamos que recibe es de señoras que la llaman por sus hijos con discapacidad, y ella tiene claro que “hay mucha gente que necesita ayuda, que golpea puertas y todavía no se abren”. Y agregó que, más allá del señor que le “insistió mucho con Bukele”, también le suelen plantear el tema de la seguridad. “En las recorridas por los barrios, en realidad, mucha cosa tiene que ver con la Intendencia [de Montevideo] y los servicios municipales: mucha basura y calles rotas”, dijo.
Por último, sobre la campaña en sí, Ripoll dijo que para ella “todo es nuevo”, y que recién ahora empezó a sentir “un poquito más” el clima de campaña, ya que hace algunas semanas en Tristán Narvaja no se veía ningún gazebo armado. “Igualmente, es una campaña muy tranquila, de perfil muy bajo. Creo que tiene que ver con que no hay un clima de cambio en el país, no se está militando el cambio. Yo fui una espectadora en la elección pasada, no estaba en política, y se vibraba mucho más. La gente siente la estabilidad del país y que estamos mejorando, que hoy es un mejor país que en 2019, y por eso no se milita el cambio”, finalizó.