Cuando todavía quedan coletazos de la Semana Negra, el festival de novela policial y afines, otro evento centrado en literatura de género se instala, durante este fin de semana, en el Museo Zorrilla (Rambla Gandhi 125). Erótica Oriental convoca a escritores y críticos, obviamente, pero también a fotógrafos, artistas visuales, dramaturgos y performers, entre otros creadores, desde las 16.00 hasta las 21.00, tanto hoy como mañana.

¿Por qué un festival de literatura erótica? “Es un tema que me atrapa. Vengo de una cultura basada en las imágenes, de una cultura del porno. La erótica de los 80 marcó mis gustos desde temprano y creo que no sólo los míos, sino los de toda una generación que se formó viendo el cine berreta erótico de Canal 4”, dice Nicolás der Agopián, el coordinador del área literaria del museo.

Sustrato material hay. Der Agopián apunta, para empezar, a la existencia de varias antologías recientes sobre el tema. Está Erótica, que editó el sello Estuario en 2015 como parte de la serie en que reunía a una oncena de escritores con otra de ilustradores. Está El papel y el placer: relatos eróticos de mujeres, publicado por Irrupciones en 2013. Está Mujeres de mucha monta, para la que el sello Arca reunió “relatos de sexo duro ” de 21 escritoras. Está Cuentos de nunca acabar, para la que la extinta editorial Trilce recopiló narraciones de figuras como Mario Benedetti, Alfredo Zitarrosa, Sylvia Lago, Juan Capagorry, Víctor Cunha, Elvio Gandolfo, Elena Rojas, Juan Carlos Mondragón. Y la misma editorial publicó, en 2010, una Muestra de cuentos lesbianos, a cargo de Virginia Lucas. “Son bastantes para Uruguay”, comenta Nicolás.

Además, ha habido un cambio, no sólo en la recepción del género sino de la cultura en general, opina. “Es un buen momento para hacer algo así, porque cambiaron algunas reglas. La pornografía, por ejemplo, dejó de ser un ámbito prohibido, en el sentido de que ahora es mucho más accesible. Me interesa averiguar qué lugar tiene la erótica en un mundo en el que es tan sencillo acceder a una página porno. Cómo han cambiado nuestras costumbres a partir de esas irrupciones. Y, al mismo tiempo, eso significa que hay toda una forma de vivir, de padecer la sexualidad, que ahora es inexistente”. Dato accesorio: en 2009, la editorial Hum publicó Porno y posporno, una serie de ensayos compilados por el escritor e investigador Roberto Echaverren, que teorizaba sobre el tema junto a los escritores Amir Hamed y Ercole Lissardi.

En los jardines y salones del museo tendrán lugar actividades heterogéneas. Para empezar, todo el tiempo habrá colgada una muestra de la obra de artistas visuales como Yudi Yudoyoko, Gustavo Tabares, Pablo Bielli, Mariana Méndez, Juan Burgos, Matías Bergara, Maco, Sofía Saunier y Fermín Hontou, que tiene un poco que ver con el hecho de que la biblioteca de historietas del museo se llame Ombú. Hoy a las 17.00 habrá una charla a tres bandas entre Hugo Achugar, Alicia Torres y Echavarren, quien volverá a estar el domingo entrevistado por Francisco Álvez Francese. Un rato después, Alejandro Ferreiro conversará con Lissardi, tal vez el escritor más automáticamente asociado a la novela erótica criolla. Habrá una mesa de escritores y antologuistas, con varios de los compiladores mencionados más arriba. Ya de noche, se lanzará el concurso de narrativa erótica convocado por el museo y nuestra revista Lento.

Mañana temprano habrá una mesa teatrera, con Gabriel Calderón, Marianella Morena y Alberto Restuccia, quien tres horas después performará Mujer Moliniere. Momentos después, el colectivo Ovejas Negras montará Tango Queer. En el medio, otra mesa de creadores, con Lissardi, José Arenas, Elena Solís y Silvio Gallizi. No es todo lo que habrá (el cronograma está en www.museozorrilla.gub.uy), pero es mucho y muy variado. “Me interesaba poner a dialogar a gente de distintas generaciones y de distintos ámbitos”, explica Der Agopián.

Las dos jornadas, el sábado a las 21.00 y el domingo a las 20.00, se cierran con un slam de poesía: “Todo se complementa bien con ese ciclo que organiza Pablo Pedrazzi, y con el ciclo que hizo José Arenas en Tractatus. Me gustan mucho los slams, son casi el único ciclo literario en el que participa otra gente además de la habitual de las letras. Poco sobretodo, poca boina”.

De algo está seguro Der Agopián: el tema erótico no aburre. “Pasa cuando se la lee, porque pueden no ser buenos cuentos pero la trama es atrayente, y pasa hasta cuando nos lo cuentan, porque a todos nos divierte escuchar a un amigo hablando del tema. Es intenso y recorre la historia de todos”, cree.