Hoy, en la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro de Buenos Aires, el prolífico Arturo Pérez-Reverte estará presentando su novela Eva (Alfaguara, Penguin Random House, $ 550), la segunda de la serie protagonizada por Lorenzo Falcó.

Para los que no lo conozcan, Falcó es un agente al servicio de la Inteligencia franquista en los días en que la España republicana está dando pelea para conservar el control del país mientras soporta el ataque del “bando nacional”, una combinación de falangistas, carlistas y fuerzas de seguridad sublevadas. Falcó es una síntesis perfecta, inmejorable, de todos los clichés asociados a las figuras de agentes y mercenarios de todos los tiempos. Es arrojado pero frío, temerario aunque prudente, guapo, elegante, mundano, mujeriego, astuto y letal, y su posición frente a la guerra que desangra su país es la de un cínico hombre de negocios especializado en matar.

En la novela anterior a Eva (llamada sencillamente Falcó y publicada en 2016) nuestro héroe había tenido que planear y luego estropear el rescate de José Antonio Primo de Rivera, retenido por el gobierno republicano en la cárcel de Alicante. Salvado por los pelos y a costa de sacrificar a sus propios camaradas, el encantador mercenario se despide de los lectores con una quijotada más bien romántica que lo redime, al menos lo suficiente como para esperar con ganas el segundo episodio.

Eva lo encuentra en Portugal, alojado, como siempre, en un hotel de lujo, y gastando sin escrúpulos el dinero que el Servicio Nacional de Información y Operaciones paga por sus habilidades. Falcó espera instrucciones mientras deja que se enfríe la cólera de los altos mandos humillados por su desplante caballeresco. La nueva aventura lo llevará a Tánger, con la misión de robar el oro que un carguero fletado por los republicanos debe llevar a la Unión Soviética.

De lo que debe haber en una novela de aventuras, no falta nada. Las escenas de sexo se intercalan prolijamente con las de camaradería masculina, los ambientes exóticos no tienen nada que envidiarle a la saga de Tintín, y las marcas de ropa, perfumes, armas y vehículos aseguran la comprensión del mundo estereotipado y brillante en el que Falcó despliega su eficacia.

No es raro que Pérez-Reverte, que ejerció como corresponsal de guerra y hoy actúa como columnista polémico, sea uno de los autores españoles más vendidos. Su fórmula es vieja pero infalible, y, por si eso no alcanzara, las portadas son lindísimas y la edición es excelente.