Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (Alfaguara Penguin Random House, $ 460) es, en rigor, la primera novela publicada por el chileno Roberto Bolaño (1953- 2003), aunque la escribió a medias con Antoni Porta a comienzos de los 80. Fue reeditada en 2006, tras el aluvión editorial que siguió a la muerte de Bolaño, y ahora lo es nuevamente, con un agregado de Porta que explica, con nueva luz, la génesis de la obra conjunta.

Inicialmente un policial vertiginoso contado desde el punto de vista de los criminales, la novela dialoga con la fascinación por la delincuencia juvenil de aquella época que tuvieron Carlos Saura en Deprisa, deprisa (1981) o Javier Cercas en Las leyes de la frontera (2012). Las primeras frases son pura velocidad: “La muy puta conducía a toda velocidad. Habíamos tenido mucha suerte y no era necesario ir tan aprisa. La policía estaba atenta a los movimientos de los atracadores del Banco Hispano Americano y quizás aún no sabía nada del asesinato de la vieja”. Debajo de la historia criminal, como suele suceder, está el nudo afectivo, que en esta novela agrega locaciones parisinas y condimento literario, como promete el título.

La publicación incluye, como es costumbre en las últimas reediciones y exhumaciones de Bolaño, facsímiles de las libretas en las que anotaba los esquemas argumentales de sus obras.