La última ganadora del Premio Alfaguara de Novela es la historia de una pareja. O, tal vez, de cierto tipo de pareja: el argentino Patricio Pron (Rosario, 1975) propone varios elementos abstractos o difusos, con los que deja ver una intención de hablar de manera generalizada sobre las relaciones afectivas en los tiempos actuales (por ejemplo, los protagonistas son Él y Ella, otros personajes se nombran con iniciales y la ciudad en que transcurre la historia, Madrid, apenas se menciona al pasar).
Organizada en diversos cortes temporales, Mañana tendremos otros nombres (Penguin Random House, $ 490) abre con el fin de la pareja, y aunque los protagonistas intentan darle sentido a la ruptura, la historia se mueve en otra direcciones, incluida la “prehistoria” de la relación. La indagatoria, en definitiva, no apunta únicamente a comprender las razones por las que terminó la pareja, sino más bien a esbozar qué era lo que la sostenía, o, quizás, a definir qué cosa es una pareja de ese tipo hoy. Descreídos del futuro, atrapados en un consumismo que saben nocivo, enfocados en disciplinas (arquitectura, literatura) a las que en el fondo consideran agotadas, egoístas por descarte, su mapa afectivo aparece borroneado y desteñido.
Patricio Pron, multipremiado y productivo, explora no sólo las facetas más llamativas de la interacción entre las relaciones y la tecnología –como las aplicaciones para buscar pareja o sexo–, sino también aquellas más discretas, pero igualmente impactantes, como los “foros espontáneos” en Whatsapp, en los que grupos de amigas o amigos discuten sobre los problemas de pareja de algún participante en apuros. Más que la erosión de un relación –o de una idea de amor–, aquí el asunto parece ser la llegada de la atención flotante al campo de los apegos.