Volvió McEwan

Foto del artículo 'La cucaracha, de Ian McEwan, y San Paulo, de Richard Dutra'

“Aquella mañana, al despertar de un intranquilo sueño, Jim Sams, inteligente pero de ningún modo profundo, se vio convertido en una criatura gigante”. Así comienza la breve última novela del británico Ian McEwan (La cucaracha, Anagrama, $ 550) y si a alguien le recordó otro comienzo célebre, no es por casualidad. Invirtiendo la escena del despertar de Gregorio Samsa convertido en un insecto gigante, McEwan dispara una delirante fábula protagonizada por una cucaracha que un mal día despierta transformada en un hombre blanco. No demoraremos mucho en descubrir que además se trata nada menos que del primer ministro británico, y que en las próximas horas deberá tomar decisiones que afectarán la vida de muchas personas, incluso más allá de las fronteras del reino.

Apoyado en el antecedente de la novela de Kafka y aprovechando también el profuso imaginario cultural que nos ha habituado a historias de body snatchers, McEwan da curso a un ejercicio de sátira política inspirado en el brexit y muy atento a la actual profusión de nacionalismos y manifestaciones xenófobas.


Bajo mundo

Foto del artículo 'La cucaracha, de Ian McEwan, y San Paulo, de Richard Dutra'

San Paulo, de Richard Dutra (Paysandú, 1974), es la nueva publicación la colección Lectores de Banda Oriental. Como en su anterior novela, La ernestíada, el universo es el del crimen, pero en este caso, el protagonista no es exactamente un delincuente, sino un patovica en apuros, encargado de la seguridad de un night club de mala muerte. “Siempre me he llevado mejor con las putas, con los locos, con los vagos, los borrachos y hasta con los delincuentes, que con las personas decentes. Tengo algo en la cara, no estoy seguro de qué, que no les cae bien a esos dignos señores. Y el sentimiento es mutuo en cualquier caso. Sé que andamos por sendas separadas pero no me queda claro quién evita a quién. Me deben ver como al paria del que más vale alejarse, y yo los veo como unos pacatos falsos y taimados, simplemente unos tipos que se desviven por fingir que son otra cosa, se quieren vender al mejor precio”, dice Paulo, que repasa su vida ágil y velozmente.