Este domingo 2 de abril se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil y para celebrarlo convocamos a tres creadores vinculados con las infancias para que nos recomienden libros: Álvaro Adib, realizador audiovisual, docente e integrante de La Casa del Árbol; Joaquina Guidobono, alma máter de la casa de cuentos El Árbol Lejano; y Luisa Sabatini, ilustradora y tallerista, autora, entre otros, de El libro infinito, con Silvia Soler, y de ¿Qué querés inventar?, con Lorena Hugo.

Álvaro Adib

» Me resultó muy, requetemuy difícil elegir sólo tres. Hay tantos libros lindos para niñas y niños. Pero hice el esfuerzo y lo logré. El primero, es el máximo hit de la biblioteca de mis hijos. Se llama El diario del Capitán Arsenio y su autor es Pablo Bernasconi. La inteligencia y el humor son dos cualidades que van de la mano muy a menudo y que a mí me cautivan. Este libro tiene de las dos. Bernasconi descubre un diario perdido, donde Arsenio describe al detalle algunas de sus delirantes invenciones para perseguir el sueño de volar. Cada invento está acompañado de una crónica en la que el personaje cuenta cómo puso a prueba cada una de sus ideas y cómo fracasaron. Y lo mejor es que Arsenio nunca se rinde. Y bueno, las ilustraciones, pufff.

Foto del artículo '¿Qué hay para leer en el Día del Libro Infantil y Juvenil?'

» Otro libro que me encanta se llama Las cinco cuadras. Lo escribió una amiga que se llama Gabriela Mirza, y lo dibujó una amiga de Gabriela que se llama Alicia Baladan. Pero no lo elegí por eso. Lo leí de vuelta para cumplir esta difícil tarea de elegir, y volvió a conmoverme. Por eso lo elegí. Es la historia sencilla y sensible de una niña que recorre las cinco cuadras que separan su casa del mar y de un papá amoroso que la espera en el atardecer. Dicho así parece simple, pero lo hermoso se esconde en lo cotidiano, y este libro descubre esa belleza y le da cuerpo en un objeto igual de lindo, donde cada palabra y cada imagen se acompañan en armonía.

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» Para el final dejé La saga de los confines. Hice trampa porque son tres libros, pero vale porque es una misma obra. Esta trilogía que escribió la genia de Liliana Bodoc cuenta la historia de la conquista de nuestro continente en clave de épica tolkiana. Las tierras fértiles y los personajes que la habitan se plantan con bravura y coraje ante el embate del Odio Eterno y sus huestes, para defender la vida de todas las criaturas de la creación. Una hermosa metáfora bien anclada en sucesos reales, totalmente recomendable para jóvenes lectores.

Joaquina Guidobono

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» Sentimientos encontrados, de Gustavo Puerta Leisse y Elena Odriozola (Ediciones Modernas del Embudo). Entre la gran cantidad de libros dirigidos a la infancia que se han publicado sobre las emociones, este se destaca por salir de los lugares comunes y abordar la complejidad de la sensibilidad humana con profundidad e ingenio. Las ilustraciones en viñetas siguen la historia de una familia en el interior de una casa y se detienen en las acciones y expresiones de los personajes mientras interactúan en un espacio por momentos misterioso, alegre o melancólico. Los textos son fragmentos de obras filosóficas cuidadosamente seleccionadas por Gustavo Puerta, el escritor del libro. Probablemente su mayor encanto es que habilita múltiples lecturas gracias a una encuadernación de rulo y a la división de la página en dos franjas. La estructura del libro permite al lector mover las franjas y jugar a relacionar los distintos sentimientos con las escenas que proponen las ilustraciones.

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» Hablo como el río, de Jordan Scott y Sydney Smith (Libros del Zorro Rojo). Esta dupla de creadores ha logrado armar uno de los mejores libros ilustrados que se han publicado en los últimos años. La experiencia de vida del escritor Jordan Scott sirve como disparador para crear una historia de enorme fuerza poética en la que un niño con tartamudez se enfrenta a la dificultad de expresarse y ser comprendido por sus pares. Las ilustraciones de Sydney Smith, además de inmensa belleza, tienen gran potencia narrativa y nos permiten fundirnos con el paisaje y los sentimientos del personaje. Una obra que logra conmover porque toca con hondura la necesidad tremendamente humana de comunicarnos en libertad y sentirnos aceptados por los demás.

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» Cuando fuiste nube, de María José Ferrada y Andrés López (Fondo de Cultura Económica). El título de este libro nos sitúa en una atmósfera poética incluso antes de sumergirnos en su lectura. La escritora chilena María José Ferrada nos tiene acostumbrados a obras delicadas y simples en su uso del lenguaje, pero que nos desafían continuamente a volver a mirar el mundo que nos rodea. Andrés López, ilustrador mexicano cuyo trabajo ha despegado en los últimos años, aporta imágenes que abren el significado de los poemas. Su trazo fresco podría haber sido hecho por el niño que alguna vez fuimos todos, y esa es una enorme cualidad de su sensibilidad como ilustrador. Estamos ante un poemario que propone universos e imágenes que quedan resonando en nosotros tiempo después de su lectura y a los cuales uno quiere volver porque allí dentro se siente muy a gusto.

Luisa Sabatini

Fue difícil pensar qué tres libros seleccionar y según qué criterio. Los que elegí tienen que ver con los libros: su aspecto, su contenido, cómo leerlos, cómo podemos vincularnos con ellos.

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» En Mi amigo libro, de Kirsten Hall y Dasha Tolstikova el protagonista es un libro que espera en una librería. Con el tiempo, una niña lo ve y él la ve a ella, y así se genera un vínculo muy lindo que se desarrolla a lo largo de la historia. El libro sufre un accidente y la niña se preocupa porque está manchado, tiene un aspecto que no es el del principio, y ella resuelve crearle con sus propias manos una nueva cobertura, que es la que se ve en la tapa. Entonces, el protagonista de la historia es el libro que tenemos en nuestras manos, y ahí es cuando sucede la magia. Cuando lo comparto con niñas y niños en el taller, y al final se dan cuenta de que en sus manos tienen el libro de la historia, es mágico, es la sorpresa de que ese libro es real.

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» El libro sin dibujos, de BJ Novak, siempre me llamó la atención. Llegué a él por su autor y me pareció una idea genial porque es un tema muy presente que los libros para niños y niñas tienen que estar llenos de ilustraciones, de colores, ser llamativos. Esto es todo lo opuesto. Es un libro sin imágenes pero lleno de palabras y que juega con eso de ¿cómo te puede gustar un libro sin imágenes? Siempre está desafiando, cuestionando, y las preguntas que plantea son un poco lo que está pensando el lector. Es divertido porque está lleno de onomatopeyas, de sonidos; hay palabras conocidas y otras no tanto, disparatadas, que hay que leer de acuerdo a como están escritas, porque juega mucho con la tipografía. Palabras que hay que leer como un robot, otras gritando, otras susurrando.

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» Una historia, de Mariana Coppo, lo utilizo mucho en el taller porque con frecuencia se plantea la cuestión de “¿qué historia voy a ilustrar?”. En este libro los personajes están esperando que aparezca la historia. Están quietos, aburridos, hasta que uno se aburre tanto que empieza a hacer algo, a dibujar sin que los demás se den cuenta, y es así como, sin querer, la historia estaba sucediendo. Cuando, al final, llega el cartero con una carta que contiene la historia, no se necesita porque ya sucedió. El libro habla del proceso creativo y del aburrimiento, esta cosa que sí veo mucho, de niñas y niños que están expresando aburrimiento frente a una propuesta y no se permiten aburrirse para poder continuar con otra cosa. Está muy bien aburrirse, y aburrirse para poder crear nuevas cosas y que, sin que nos demos cuenta, las cosas ya estén pasando.