La gestión de Celso Amorim al frente de la cancillería brasileña durante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, entre 2003 y 2010, fue “un momento emblemático” de la proyección internacional de Brasil, recuerda Camilo López, politólogo especialista en política exterior. Fue un Brasil que al mismo tiempo en que se constituía en un actor global de peso, articulando la alianza de las economías emergentes denominada “BRICS” (por las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), también se destacaba por su protagonismo al frente de los mecanismos de integración regional. No sólo en el caso del Mercosur, donde impulsó el combate a las asimetrías en el bloque mediante la creación del Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), sino a nivel sudamericano con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas en 2008 y a nivel latinoamericano con el impulso a la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en febrero de 2010.

Con la asunción de Michel Temer y posteriormente de Jair Bolsonaro en la presidencia, la presencia internacional de Brasil se debilitó. Bolsonaro no tejió buenas relaciones con actores globales de peso, como la Unión Europea, y resignó su liderazgo en las instancias regionales. “El gobierno de Bolsonaro desarticuló todas las presencias relevantes de Brasil, incluso quitándole intensidad al Mercosur. Por ejemplo, salió de la Unasur, que fue el gran proyecto político del Brasil de los últimos años, no solamente de Lula sino de los tiempos de Fernando Henrique [Cardoso], con la proyección sudamericana”, señala López.

Ante el triunfo de Lula en las elecciones del domingo 30 de octubre y las nuevas perspectivas que se abren en materia de política exterior, dos integrantes del primer gobierno de Tabaré Vázquez que fueron protagonistas de aquella relación bilateral, el exministro de Economía y Finanzas Danilo Astori y el exvicepresidente Rodolfo Nin Novoa, esperan que el vínculo bilateral con Uruguay cambie para mejor, aunque plantearon interrogantes sobre el nivel de proteccionismo que asumirá el gobierno que entrará en funciones a partir de enero de 2023.

Una relación “muy buena” y una “gran esperanza”

Tanto Nin como Astori, en diálogo con la diaria, coincidieron en destacar la buena relación bilateral que hubo en tiempos de los gobiernos de Lula en Brasil y del Frente Amplio (FA) en Uruguay. Esto a diferencia de lo que sucedía con Argentina, con el recordado conflicto por la pastera Botnia y los cortes de ruta en los puentes binacionales. “No hubo disputas políticas ni enfrentamiento político como por ejemplo tuvimos con Argentina. Jamás durante los gobiernos de Lula se hubiera generado un enfrentamiento tan grande como el que tuvimos en su momento con Argentina, con los cortes de puentes, y eso ya distingue una relación de la otra”, consideró Astori.

El politólogo Camilo López considera que pesa también en este vínculo la buena relación del Partido de los Trabajadores (PT) con el FA, una cercanía motivada por el “tipo de izquierda” que representan.

Astori aseguró que ve el triunfo de Lula como “una gran esperanza, una esperanza sobre Brasil en primer lugar, de que se incrementen las condiciones de equidad y de justicia en materia de bienestar y de desarrollo económico”. Destacó que “con nosotros los uruguayos Lula siempre tuvo una excelente relación y también Dilma [Rousseff]: tuvieron líneas muy parecidas respecto de sus relaciones con Uruguay, que fueron muy positivas en el sentido de intentar trabajar colectivamente por un fortalecimiento de esta región que integramos ambos”. “Yo tengo esperanzas de que el gobierno de Lula contribuya a fortalecer el espíritu subregional del Mercosur que además nos permita hacer que el Mercosur, con nuevas fortalezas que aporte el gobierno de Lula, tenga una posibilidad de avance en el mundo no sólo en cuanto a su funcionamiento interno, sino también en cuanto a las relaciones con el resto del mundo, que es una parte fundamental del esquema de integración que a mi juicio debe seguir Uruguay”, valoró Astori.

Nin Novoa remarcó que “sin lugar a dudas fue una relación muy buena”, y recordó que tanto él como Tabaré Vázquez y otros dirigentes del FA estuvieron presentes en la asunción de Lula, en enero de 2003. A quien fuera vicepresidente uruguayo en el primer gobierno del FA también le tocó ser uno de los firmantes del tratado constitutivo de la Unasur, en 2008, que representó el “cumplimiento de un sueño de integración latinoamericana”. “Había un sentimiento latinoamericanista e integracionista fuerte, y eso hoy me parece que está resurgiendo nuevamente después de la destrucción de la Unasur y de la sustitución por el Grupo de Lima o por el Prosur, que fue una revancha ideológica, sin ningún lugar a dudas, y que fracasó estrepitosamente”, sentenció Nin.

En este sentido, contó a la diaria que participa en un grupo de excancilleres y referentes políticos que mantienen encuentros por Zoom, en los que están presentes, entre otros, Celso Amorim y Tarso Genro, exgobernador de Rio Grande do Sul y figura destacada del PT. En esas reuniones se mostró “una disposición muy fuerte de Brasil a encarar” un proceso de reconstitución de la Unasur o de un mecanismo de integración “parecido”. “Ya se está conversando sobre la necesidad de llevar adelante un proceso de integración sudamericano en primer lugar, y después seguir fortaleciendo la Celac, obviamente”, contó Nin, y se mostró confiado en que estas intenciones puedan “cristalizarse”. “Yo creo que un proceso de integración latinoamericana que vuelva a renacer tiene que tener, sin ningún lugar a dudas, la presencia activa de Brasil. No diría el liderazgo, pero sí la presencia muy activa de Brasil. Sin Brasil no hay posibilidades de un proceso de integración profundo y duradero”, afirmó Nin.

El exvicepresidente, que además fue canciller en el segundo gobierno de Vázquez, cuestionó que los gobiernos de derecha hayan “destruido” la Unasur. “Se fueron de la Unasur porque creían que era una cuestión ideológica, y la verdad es que no lo era, como tampoco fue una cuestión ideológica hacer un tratado [del Mercosur] con la Unión Europea, donde terminamos negociando en conjunto con el gobierno de Bolsonaro, de [el expresidente argentino Mauricio] Macri. Los únicos progresistas que había éramos nosotros, y sin embargo logramos ponernos de acuerdo en cuestiones comerciales. Para desmitificar eso de que nosotros ideologizábamos las relaciones comerciales. Eso es mentira”, remarcó.

Acotó que hay una discusión jurídica respecto de la validez del retiro de los países de la Unasur, ya que algunos consideran que para un retiro efectivo del organismo de integración los gobiernos deberían haber solicitado autorización parlamentaria, ya que para ingresar sí hubo que ratificar la decisión por ley. “Hay toda una discusión allí desde el punto de vista jurídico fundacional sobre si existe o no la Unasur, pero me parece que eso se arregla con voluntad política. Que América del Sur precisa un proceso de integración, eso sin duda”, afirmó.

Por otra parte, Nin recordó que gracias al Focem –Brasil aportó 70% del dinero del fondo–, Uruguay pudo concretar diversas obras, entre ellas un tramo importante de la ruta 8 y la interconexión eléctrica San Carlos-Candiota, que permite vender energía a Brasil.

La preocupación por el proteccionismo

Uno de los temas de debate entre analistas económicos y políticos tras el triunfo de Lula fue si ese país adoptará o no una postura proteccionista en materia de comercio exterior.

En 2006, Brasil fue el principal obstáculo cuando Uruguay pretendió firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos. En enero de ese año, Amorim declaraba, en una conferencia de prensa, que “sería imposible que un socio del Mercosur negociara individualmente acuerdos comerciales, a menos que pretenda dejar el bloque, decisión sobre la cual no fuimos informados”. Pero al mismo tiempo hablaba de la necesidad de atender los reclamos de los países más pequeños del Mercosur, Paraguay y Uruguay, de combatir las asimetrías dentro del bloque.

En términos muy similares se expresó Amorim semanas atrás, consultado por la revista Nueva Sociedad: “Hay situaciones complejas, no necesariamente ideológicas. Está el caso de Uruguay: en tiempos de Tabaré Vázquez, de centroizquierda; el gobierno uruguayo o parte de él ya quería hacer un acuerdo con Washington por separado. Ahora, bajo el mandato de Luis Lacalle Pou, de derecha, Montevideo mira hacia China. Hay un malestar en Uruguay que es necesario comprender. Hay que tratar de demostrarle los beneficios que va a tener si el Mercosur se fortalece. Esa es tarea de los países más grandes, principalmente de Brasil”.

En cuanto a las trabas paraarancelarias a las exportaciones uruguayas, tanto Nin como Astori coincidieron en que no fueron significativas con Brasil, como en cambio lo fueron con Argentina. Nin sostuvo que “no había muchas trabas”, aunque recordó que “en momentos especiales”, por ejemplo durante la cosecha de arroz, se establecían algunas trabas de carácter fitosanitario que luego se sacaban cuando los brasileños levantaban su cosecha.

Por otra parte, en materia de la agenda externa del bloque, Lula ya anunció que tiene intenciones de revisar el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Si bien Nin y Astori coincidieron en que Brasil “ha sido siempre un país bastante proteccionista”, se mostraron esperanzados en que con la nueva coyuntura internacional el país tenga una vocación más “aperturista”.

Nin señaló que en la política exterior pesa mucho la opinión de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, que reúne a las principales empresas industriales brasileñas. De todos modos, consideró que “hay una revisión del tema del proteccionismo” y que “Brasil va a buscar una manera de ver cómo se reinserta su economía en una cuestión más aperturista, aunque también hablan de la necesidad de hacer todos estos procesos de integración económica dentro del Mercosur”.

Astori también se mostró expectante respecto de que Brasil pueda ayudar a Uruguay y al Mercosur “a integrarnos mejor, a tener acuerdos fuera de la región, a darle más personalidad y fortaleza al bloque, y al mismo tiempo, como dice el gobierno actual –y en eso estoy de acuerdo–, que también tenga flexibilidad el Mercosur, como para poder salir fuera de la región a hacer acuerdos con otros países y otros grupos de integración”. Reconoció que desde el punto de vista de la integración económica “Lula más bien representó una aproximación crítica a la posibilidad de tratados fuera de la región, muy presionado por la industria de San Pablo”, pero sostuvo que tiene la esperanza de que “esto cambie”, porque “estamos además en una región distinta, con gobiernos distintos, con un balance entre gobiernos progresistas y liberales que ha cambiado respecto del pasado”. “Todo eso seguramente va a tener una influencia, y yo tengo la esperanza de que sea para mejor”, concluyó Astori.

Camilo López coincidió en que si bien el programa actual del PT es “muy similar” en materia de política exterior al de sus primeros gobiernos en algunos aspectos, la estrategia de Brasil como “actor global pero que apostaba a la región” estaba pensada “para un mundo muy distinto del de hoy”. Entre otros puntos, señaló que los BRICS no son los de aquel momento: “Hay que pensar que China era una potencia emergente, Estados Unidos tenía un peso diferencial y estaba incentivando que China entrara en la lógica del orden liberal internacional. Y después Rusia también era un actor distinto”.

En cuanto al proteccionismo, López difirió con muchos análisis que se realizan en Uruguay que sostienen que el gobierno de Bolsonaro dio “luz verde” a la apertura en el Mercosur. Remarcó que esa no fue nunca la posición de la cancillería brasileña, que es el actor central en la definición de la política exterior. “En esta cosa del miedo a los cambios, yo lo que resaltaría es que no ha habido cambios. Si uno hace una lectura seria de lo que pasó en el bolsonarismo, el bolsonarismo no flexibilizó nada. Incluso negoció el arancel externo con Argentina y nos dejó afuera”, recordó, y acotó que “a veces los discursos se confunden con los hechos”.

Desde la cancillería dijeron a la diaria que no habrá declaraciones oficiales sobre este tema más allá de lo que ya manifestó el presidente Luis Lacalle Pou a su llegada de Japón, el domingo. En esa instancia, Lacalle Pou dijo que espera que el nuevo gobierno de Brasil “entienda que hay que modernizar el Mercosur y hay que abrirlo al mundo”. “Si eso pretende hacer el gobierno de Brasil, va a contar con nuestro apoyo, y viceversa”, expresó.