La noticia de que un bombardeo ruso había impactado en la central nuclear de Zaporiyia, una de las cuatro que hay en Ucrania y la más grande de Europa, llevó ayer a que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) convocara a una reunión de emergencia y a que la atención en Europa se concentrara en un posible riesgo nuclear. Parte de la alarma se debió al incendio que se registró en el lugar, pero las autoridades informaron que no afectó a la propia planta. Ocurrió en un edificio externo dedicado a la capacitación de personal.

Durante la sesión del Consejo de Seguridad, la jefa de Asuntos Políticos de la ONU, Rosemary DiCarlo, dijo que “las operaciones militares alrededor de instalaciones nucleares y otras infraestructuras civiles no son sólo inaceptables, sino altamente irresponsables”. A su vez, la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, afirmó que “el mundo evitó por poco una catástrofe nuclear”. La funcionaria calificó el ataque ruso de “increíblemente imprudente y peligroso” y dijo que “amenazó la seguridad de los civiles en Rusia, Ucrania y Europa”. La embajadora agregó: “Las instalaciones nucleares no pueden ser parte de este conflicto”. Por su parte, la embajada de Estados Unidos en Ucrania calificó de “crimen de guerra atacar una planta de energía nuclear”.

El gobierno de Rusia manifestó ante el Consejo de Seguridad que sus tropas no atacaron la central nuclear de Zaporiyia. “Esto es todo parte de una campaña de mentiras y desinformación sin precedentes contra Rusia”, dijo el embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, y afirmó que las tropas rusas ya controlaban la instalación y sus alrededores desde el 28 de febrero y que durante la noche del jueves al viernes fue atacada por un “grupo de sabotaje ucraniano”. Las llamas se debieron a que los integrantes de ese grupo incendiaron el edificio antes de huir, agregó.

“Les pido que piensen: ¿por qué íbamos a hacer eso? Nosotros somos los más interesados en mantener la seguridad nuclear y en general en Ucrania. Somos los vecinos de Ucrania y junto a los bielorrusos y ucranianos vivimos la tragedia de Chernóbil”, agregó Nebenzia.

En lo que coinciden los distintos miembros del consejo es en que el control de la estación ya no está en manos ucranianas. Según informó el regulador nuclear del Estado de Ucrania, pese a que las tropas militares rusas tomaron el control de la planta, el personal especializado continuaba trabajando para garantizar su funcionamiento, informó la agencia Efe.

Por su parte, la Organización Internacional de la Energía Atómica aseguró que según los reportes de control ucranianos no hubo cambios en los niveles de radiación en la central tras el ataque. “Los sistemas de seguridad de los seis reactores de la central no se han visto afectados y no ha habido emisión de material radiactivo”, detalló la organización en su cuenta de Twitter.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, emitió un mensaje en video tras el ataque: “Esos tanques [rusos] están equipados con cámaras térmicas, saben dónde disparan. Se habían preparado para esto. Hago un llamamiento a cualquiera que conozca la palabra ‘Chernóbil’. Rusia quiere repetir Chernóbil, pero multiplicado por seis”.

Zelenski recordó que Ucrania tiene 15 reactores nucleares y reiteró que la amenaza de Rusia de iniciar un enfrentamiento nuclear es cada vez menos un discurso y más una posibilidad. “No es una amenaza, ahora es real”, afirmó.

Sanciones sobre Rusia

A lo largo de esta semana Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Canadá y Australia, entre otros países, han aplicado sanciones cada vez más duras a la economía rusa y en particular a personas vinculadas con el gobierno. Las más recientes fueron las medidas que dispuso Washington el jueves contra activos y transacciones de empresarios cercanos al presidente ruso. “Seguimos imponiendo sanciones muy duras a [Vladimir] Putin y aquellos que lo rodean”, dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Entre los afectados se encuentran varios oligarcas rusos, empresarios que se han enriquecido con negocios que operan en una órbita cercana al gobierno, en muchos casos a partir de las privatizaciones de la era postsoviética, y que están involucrados en la política de su país. Washington afirma que son responsables de financiar la guerra, al tiempo que apuesta a que le den la espalda a Putin.

Uno de los sancionados es Nicolay Tokarev, director ejecutivo de la empresa de petróleo y gas Transneft. Otros son Igor Sechin, director ejecutivo de la petrolera Rosneft, Serguéi Chémezov, director de la exportadora de armas Rostec, Yevgeny Prigozhin, empresario del sector gastronómico, y Alisher Usmánov, a quien las autoridades europeas –que ya aplicaron sanciones similares– identifican como un supuesto testaferro de Putin.

En el marco de estas medidas, Alemania le incautó a Usmánov un yate de 600 millones de dólares y Estados Unidos impidió que se utilice un avión privado de unos 500 millones, según informaron las autoridades. De acuerdo con la revista Forbes, la fortuna de Usmánov, que se dedica a la industria del metal y las telecomunicaciones, supera los 14.000 millones de dólares.

Washington no sólo sancionó a esos empresarios, sino también a sus familias y a las empresas de sus hijos, para evitar que eludan las restricciones. “Uno de los criterios principales es su proximidad con Putin. Queremos que las personas de su alrededor sientan esa presión”, dijo la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, y agregó que en los próximos días se sumarán más nombres a la lista, que incluye también al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Además, el Departamento del Tesoro bloqueó los activos de siete organizaciones rusas y 26 personas a las que Washington acusa de promover la desinformación sobre la guerra en Ucrania.

“Sus activos en Estados Unidos serán congelados y sus propiedades no podrán ser utilizadas”, dijo Biden. Por su parte, la ministra de Relaciones Exteriores británica, Liz Truss, se refirió a las sanciones que también su país dispuso contra Usmánov y otros oligarcas rusos y afirmó: “Nuestro objetivo es paralizar la economía rusa y hacer morir de hambre a la máquina de guerra de Putin”.

Impacto en la economía

El lunes Estados Unidos prohibió las operaciones con el Banco Central ruso y congeló los activos en dólares de esa institución. Pero la principal sanción de este tipo fue excluir a algunos bancos rusos de la Society for World Interbank Financial Telecommunication (SWIFT), un sistema que permite la transferencia internacional directa de dinero de un banco a otro.

Un primer impacto de esta medida recae sobre el comercio exterior de Rusia y en particular dificulta el pago de las exportaciones de ese país. Por ese motivo no se aplicó a todos los bancos rusos, porque varios países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte siguen comprando hidrocarburos a Rusia y decidieron mantener abierta una vía de pago.

Después de aplicadas estas nuevas sanciones, la moneda rusa, el rublo, cayó 30% frente al dólar y el euro, mientras que las autoridades dispusieron que la Bolsa de Valores de Moscú no abriera para evitar un desplome en sus principales acciones. A su vez, mediante un decreto, el gobierno prohibió transferir divisas al extranjero y dispuso que las empresas que comercien en el exterior con no residentes deberán convertir 80% de sus ingresos a rublos. Otro decreto prohibió sacar del país más de 10.000 dólares en efectivo o su equivalente en otras monedas.

El impacto de las sanciones contra Rusia todavía se desconoce. Moscú puede intentar reducirlo sustituyendo el sistema SWIFT con su equivalente ruso, el SPFS, pero este no cuenta con suficientes adherentes en el exterior: tiene 38, de nueve países, informó la agencia Efe. El SWIFT, por su parte, tiene unos 9.000 miembros de todo el mundo. Otra opción sería sumarse a un sistema similar creado por China, el CIPS, pero tampoco está tan desarrollado como el SWIFT.

“Son sanciones severas, son problemáticas, pero Rusia tiene el potencial necesario para compensar el daño que están causando”, dijo el portavoz Peskov.

Para los ciudadanos rusos estas medidas también tuvieron efectos en la vida diaria. Según corresponsales de medios como BBC y el diario español El País, el impacto de las sanciones se traduce en suba de precios, falta de efectivo en algunos cajeros y ciertas tarjetas de crédito y débito que dejaron de funcionar.

Un conflicto “lejos de terminar”

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó ayer que “este conflicto está lejos de terminar”, y agregó: “Seguimos dispuestos a adoptar más medidas si Putin no se detiene y revierte la invasión”. Junto a Von der Leyen, en una conferencia de prensa conjunta, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que se han tomado decisiones que habrían parecido “imposibles hace sólo unas semanas”.

A su vez, Von der Leyen destacó los efectos de esas medidas: “El Banco Central no puede utilizar una parte importante de sus reservas para defender el rublo, ahora en caída libre”, y “ha tenido que subir los tipos de interés a 20%, avivando la inflación”, dijo, y agregó que “importantes bancos comerciales están aislados de los mercados mundiales” y del sistema “SWIFT, lo que limita su capacidad para financiar la economía”. Además, agregó, la bolsa de Moscú “permanece cerrada desde principios de semana”.

Sin embargo, Von der Leyen lamentó que pese a las presiones adoptadas por distintos países, “el ejército de Putin sigue adelante”. Hasta ayer, en el noveno día de la invasión, los combates dejaron 1,2 millones de personas desplazadas de sus hogares.

De todos modos, siguen abiertas las puertas a las negociaciones, que, según el asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podolyak, podrían tener una tercera ronda hoy o mañana.

Bloqueo a Twitter y Facebook

Roskomnadzor, el ente regulador de las comunicaciones de Rusia, anunció que bloqueará Facebook y Twitter en el país. Según las autoridades, la medida es una respuesta a la decisión de esas redes de aplicar restricciones a las cuentas de medios estatales rusos.