Cada nueva audiencia pública del Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio, el 6 de enero de 2021, agrega nuevos testimonios que comprometen al expresidente estadounidense Donald Trump. La quinta, el jueves, se centró en las maniobras de Trump frente al Departamento de Justicia para que le diera por ganada la elección de noviembre de 2020. Las anteriores recogieron testimonios de cómo el exgobernante intentó presionar, entre otros, al exfiscal general William Barr. Este funcionario renunció al cargo en ese período debido a que se le exigía que declarara un falso fraude electoral.

Varios exresponsables del Departamento de Justicia dieron su testimonio el jueves, entre ellos el exvicefiscal general interino Richard Donoghue. De acuerdo con su relato, desde que Joe Biden ganó las elecciones, el 3 de noviembre de 2020, hasta su investidura, el 20 de enero de 2021, Trump les dijo a él y a otros jerarcas del Departamento de Justicia que se limitaran a “decir que los comicios habían sido corruptos” y agregó: “Y déjenme el resto a mí y a los congresistas republicanos”.

Por su parte, Jeffrey Rosen, fiscal general interino, que sustituyó a Barr, dijo que antes del asalto al Capitolio recibía llamadas del presidente casi todos los días para transmitirle su malestar con el Departamento de Justicia. También acusó a Rosen de no haber investigado lo suficiente sus denuncias de fraude electoral.

Según informó la agencia Efe, Trump le pidió a Rosen que se reuniera con su abogado personal, Rudy Giuliani, que lo visitara en la Casa Blanca, que se incautaran las máquinas de recuento de voto de algunos estados y que se presentara una denuncia ante la Corte Suprema. Cuando le dijeron que la fiscalía no tenía potestad para incautar esas máquinas y que no lo iba a hacer, Trump quedó “muy inquieto”, según Donoghue.

En la audiencia anterior del comité legislativo, el martes, se denunciaron presiones ejercidas por Trump sobre varios funcionarios de distintos estados para cambiar los resultados de la elección. Uno de los testimonios fue el del secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, a quien Trump le reclamó que “encontrara” los votos que le faltaban para darse por ganador en ese estado, donde, afirmaba el presidente, los demócratas habían cometido fraude electoral. Raffensperger dijo que se investigaron “todas las alegaciones” de fraude, pero su equipo concluyó que no lo hubo.

Un legislador demócrata integrante del comité, Adam Schiff, le preguntó a Raffensperger sobre la afirmación de Trump de que en ese estado hubo 5.000 votos de personas que habían muerto. El secretario de Estado le contestó que Trump llegó a decir que los votos de personas muertas eran más de 10.000, pero que sólo encontraron cuatro casos. “Nosotros hallamos dos fallecidos cuando escribí mi carta al Congreso, con fecha del 6 de enero, y acto seguido encontramos dos más: eso son uno, dos, tres, cuatro personas, no 4.000, sólo un total de cuatro, no son ni 5.000 ni 10.000”, manifestó.

También se revisó si había algo de cierto en que habían votado 66.000 menores de edad, como sostenían Trump y Giuliani. “Encontramos que hubo cero” de esos casos, afirmó Raffensperger.

Por no haber dado una respuesta satisfactoria a Trump, dijo, su esposa recibió amenazas sexuales, su teléfono y correo electrónico fueron publicados en internet, y él también fue amenazado.

Otro funcionario, Gabriel Sterling, el encargado de implementar el sistema de votación en Georgia para esas elecciones, dijo que empleados de la empresa Dominion Systems, que trabajó en la votación, también recibieron amenazas, en varios casos por parte de seguidores del movimiento QAnon. Según la agencia Efe, un mes después de las elecciones, Sterling dio una conferencia de prensa en la que advirtió que las acusaciones de Trump podían derivar en violencia.

Una trabajadora electoral de Georgia, Shaye Moss, que procesó los votos de un condado, dijo ante el comité que ella y su madre, Ruby Freeman, que también se dedica a esa tarea, fueron acusadas, amenazadas de muerte y recibieron intimidaciones racistas. “Muchas amenazas deseándome la muerte, diciéndome que acabaría en la cárcel con mi madre y diciendo cosas como ‘estate contenta de que es 2020 y no 1920’”, recordó. De acuerdo con AFP, el propio Trump reveló públicamente sus nombres, y las acusó de haber robado la elección con valijas llenas de votos para Biden.

En sus primeras sesiones el comité expuso sus conclusiones iniciales según las cuales Trump lideró una conspiración para anular el triunfo electoral de Biden y esto desembocó en el asalto al Capitolio. Según concluyó luego el comité, Trump sabía que su plan para impedir la elección de Biden era ilegal, pero aun así lo llevó adelante.