En la noche del domingo los incidentes prosiguieron en varias ciudades francesas, en el marco de una serie de hechos que comenzaron siendo una protesta por el asesinato de Nahel, un adolescente argelino de 17 años que murió baleado por un policía, pero que luego devinieron en una larga serie de actos vandálicos, que volvieron a poner en una difícil posición al gobierno de Emmanuel Macron, pocas semanas después de la crisis generada por la reforma de las pensiones.
Alrededor de 50.000 efectivos policiales fueron desplegados para intentar contener los desórdenes que se produjeron en París, Lyon, Marsella y Estrasburgo, entre otras ciudades, pero particularmente en los suburbios de estas, donde se concentran los barrios poblados mayoritariamente por franceses descendientes de excolonias francesas. Este domingo la cadena televisiva local BFM difundió declaraciones de la abuela de Nahel, llamada Nadia, quien pidió que se deje de usar a su nieto fallecido como pretexto para sembrar la violencia.
“Quiero al policía que mató a mi nieto, es todo lo que quiero”, expresó la abuela de Nahel, quien también dijo que las personas que están causando los disturbios están usando la muerte de su nieto como “pretexto”.
A pesar del contexto, el presidente Macron descartó declarar el estado de emergencia, una de las medidas reclamadas por la oposición conservadora, que le daría carta blanca al gobierno para implementar medidas discrecionales. El último registro en la historia francesa de un estado de emergencia fue en 2015, luego de los atentados perpetrados por terroristas yihadistas en París.
Hasta ahora, de acuerdo a lo que informó el portal France24, la estrategia del gobierno se focalizó en apelar a la responsabilidad de padres y madres sobre los jóvenes menores de edad, que participan en las marchas, y en pedir la identificación de quienes comparten mensajes considerados violentos por el gobierno en las redes sociales. En medio de los disturbios, la prensa francesa anunció el domingo que Macron recibirá este lunes al presidente de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, y al del Senado, Gérard Larcher, para abordar la situación social que se está viviendo en el país. También se informó que el martes el mandatario se reunirá con 220 alcaldes de municipios en los que se produjeron incidentes en los últimos días. Por su parte la primera ministra Elisabeth Borne recibirá el lunes a los líderes de todos los grupos parlamentarios para intentar encontrar puntos en común que logren bajar las tensiones.
Los incidentes callejeros que empezaron en la madrugada del miércoles luego de conocerse el asesinato de Nahel en Nanterres, una localidad situada en las afueras de París, dejaron decenas de policías heridos, aunque no hay cifras oficiales respecto al número de víctimas civiles. Centenares de personas fueron detenidas durante las jornadas de protesta, en las que se contabilizaron numerosos incendios de vehículos privados, así como de ómnibus, destrucción de infraestructuras públicas, incendios de contenedores de basura y saqueos a locales comerciales. Además, si bien los incidentes empezaron siendo protagonizados por jóvenes, descendientes de inmigrantes y otros, grupos de extrema izquierda y de extrema derecha aprovecharon la situación para consumar algunas acciones.
Uno de los hechos que se están investigando se registró en la residencia de Vincent Jeanbrun, alcalde de la comuna L’Haÿ-les-Roses, al sur de París, y portavoz del partido político Los Republicanos, que fue vandalizada en la madrugada del domingo.
Según informaron medios franceses, un auto en llamas fue empujado hacia la residencia de Jeanbrun, en la que se encontraban su esposa y dos hijos menores del funcionario, que calificó este atentado como “una tentativa de homicidio” a través de su cuenta de Twitter.