La repentina declaración de ley marcial por parte de un presidente ya bastante impopular, el martes pasado en horas de la noche, centró la atención nacional y mundial en la política surcoreana. Durante los últimos dos años y medio, la oposición prodemocrática de Corea ha denunciado la “dictadura fiscal” del presidente Yoon Suk-yeol. El término describe el uso que hace de la fiscalía para frustrar a los políticos liberales y progresistas, a los medios de comunicación y a los sindicatos, acompañado por un renacimiento de la retórica anticomunista asociada a dictaduras pasadas.

En su discurso del Día de la Liberación de agosto de 2023, por ejemplo, Yoon declaró que “las fuerzas del totalitarismo comunista siempre se han disfrazado de activistas de la democracia, defensores de los derechos humanos o activistas progresistas, mientras se dedicaban a tácticas despreciables y poco éticas y a propaganda falsa”. Este tipo de calumnias hizo que muchos temieran que el régimen de Yoon condujera a una regresión de la democracia; para otros, sus diatribas simplemente sonaban como el manido mantra de los conservadores de la vieja escuela que repiten como loros el lenguaje de la época de la dictadura.

En setiembre de este año, un comunicado de prensa del legislador del Partido Demócrata Kim Min-seok alertó a la opinión pública de que Yoon estaba planeando algo. Kim señaló que Yoon había designado a muchos de sus compañeros de instituto y allegados para ocupar destacados puestos de seguridad en la administración estatal y el ejército. El Ministerio de Seguridad Pública, el Ministerio de Defensa Nacional y el Mando de Contrainteligencia de Defensa estaban ocupados por sus compinches. Kim advirtió que Yoon probablemente se estaba preparando para crear una situación en la que pudiera declarar fácilmente la ley marcial, utilizando el pretexto de una situación de seguridad pública creada por fuerzas “pronorcoreanas”.

Para muchos, este tipo de premonición sonaba estridente. Pero a primera hora del miércoles, incluso el periódico Choson Ilbo, profundamente conservador, declaró que “Kim Min-seok tenía razón”. Mientras se desarrollaban los acontecimientos el martes por la noche, incluso el presidente del gobernante Partido del Poder Popular, el conservador Han Dong-hoon, declaró que Yoon había actuado de forma ilegal. La rápida reivindicación por parte del Choson de la advertencia de Kim y la rápida resolución de la Asamblea Nacional para disolver la ley marcial demostraron que la medida de Yoon era el acto desesperado de un presidente impopular que luchaba por sobrevivir, algo que muy pocos esperaban.

Durante casi todo su mandato, Yoon se ha enfrentado a continuos escándalos e intrigas y ha sido acusado de incompetencia. Su administración se mostró incapaz en la gestión del desastre del atropello de Itaewon en 2022, en el que murieron 159 personas y otras 196 resultaron heridas. También obstruyó la investigación sobre la muerte del soldado de la Marina Chae Su-geun durante la respuesta a una inundación en 2023. La respuesta de Yoon a ambos incidentes consternó enormemente a la opinión pública. También lo hizo su uso de la Fiscalía para intimidar a los medios de comunicación, ajustar cuentas con el partido de la oposición y limitar el activismo laboral mediante demandas por daños y perjuicios y acusaciones penales.

Más directamente, la esposa de Yoon, Kim Keon-hee, atrajo rápidamente la atención por presuntos sobornos, tráfico de influencias, fraude académico y laboral y manipulación del precio de las acciones. Y, lo que es aún más significativo, la revelación de la intromisión de Kim, Yoon y su asesor espiritual Myung Tae-kyun en las encuestas del partido y los procedimientos de selección de candidatos para consolidar el control de Yoon sobre el partido el pasado setiembre contribuyó a aumentar las peticiones de destitución de Yoon.

Los observadores sostienen que Myung desempeñó el mismo papel de Rasputina que Choi Soon-sil, asesora espiritual de la destituida presidenta Park Geun-hye. Myung fue acusado el martes de violar las leyes de financiación política. Irónicamente, Yoon fue el mismo fiscal que juzgó a Park, Choi y sus cómplices por sus delitos y amenazas a la democracia. Park había llenado su administración con figuras de la administración de su padre, el dictador Park Chung-hee. El juego de poder de Yoon, a primera vista, parece algo que Park podría haber hecho.

El gobierno de Park fue derrocado por la Revolución de las Velas de 2016-2017. Tal vez porque Yoon había sido testigo de la fuerza de aquel acontecimiento decidió intentar atajar la resistencia recurriendo directamente a medidas de emergencia. Pero hubo otros factores agravantes que pueden haber llevado a la abrupta decisión de Yoon. En las últimas semanas han aumentado las protestas contra él, y decenas de miles de personas participaron el sábado en una protesta con velas para pedir su destitución.

Este acto fue precedido por una serie de declaraciones de estudiantes y profesores universitarios de todo el país en las últimas semanas, incluida la del alma máter de Yoon, la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl junto con una declaración similar de académicos norteamericanos. Otros destacados grupos cívicos, sindicatos y asociaciones de escritores publicaron declaraciones.

En este momento, sin embargo, sólo podemos especular sobre lo que llevó a Yoon a tomar esta extraña decisión de declarar el estado de guerra por primera vez en más de 45 años y enviar fuerzas especiales a la Asamblea Nacional. Así las cosas, los legisladores pudieron regresar a la Asamblea, atrincherarse frente a las tropas y anular la decisión de Yoon apenas tres horas después de que estallara la crisis nacional. A las cinco de la mañana, Yoon anunció en directo por televisión que ordenaría la retirada del ejército y celebraría una reunión con su gabinete para deshacer su declaración de ley marcial.

A medida que se acerca el amanecer del miércoles, es razonable esperar que Corea sea testigo de una de las mayores protestas desde la Revolución de las Velas. La Confederación Coreana de Sindicatos ha convocado una huelga general, y los partidos de la oposición han anunciado que preparan una moción de destitución. Pase lo que pase en los próximos días, lo cierto es que el golpe de tres horas de Yoon ha introducido una nueva y turbulenta fase que probablemente transformará la política coreana en el futuro. La forma que adopte es una cuestión que requiere atención urgente.

Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin.