Estados Unidos celebró su participación en lo que el presidente Donald Trump llamó “la guerra de los 12 días”, los bombardeos cruzados entre Israel e Irán, iniciados el 13 de junio por el gobierno de Benjamin Netanyahu y terminados el martes, después de ataques estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes.

El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Dan Caine, dijo en conferencia de prensa que participaron “pilotos hombres y mujeres”, militares que “comían, respiraban y soñaban” con los preparativos de la ofensiva lanzada el fin de semana. En esa operación fueron atacadas tres plantas de enriquecimiento de uranio iraníes: Fordo, Isfahán y Natanz.

Dijo también que esa operación fue comparada por uno de los militares con el Super Bowl por sus grandes dimensiones, y que algunos participantes describieron la explosión en Fordo como lo “más brillante que han visto”.

Se trató de “la culminación de más de 15 años de desarrollo y pruebas” para atacar lugares como esa base, que se encuentra a varias decenas de metros bajo tierra, dijo.

Sin embargo, en un artículo publicado esta semana por The Washington Post, la participación de Estados Unidos aparece bajo otra luz, como parte de un plan israelí. El periódico informó que ya en 2024 Israel planeaba ir hacia una guerra con Irán, con asesinatos de científicos nucleares y líderes militares, como los que se cometieron en las últimas semanas.

También era parte del plan convencer a Estados Unidos de atacar el programa nuclear iraní. El gobierno de Netanyahu entendía que la participación estadounidense sería más efectiva que una acción unilateral.

Con ese objetivo, funcionarios israelíes trabajaron para influir en Washington, mientras la fuerzas militares se enfocaban en destruir las defensas aéreas de Líbano, Irak y Siria, y despejar así el espacio para futuros bombardeos, informó el diario.

El impacto en el programa nuclear iraní

Los distintos discursos también difieren en cuanto al balance de esta confrontación. Tanto Trump como Netanyahu y el líder máximo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, se presentan como victoriosos.

Sobre el impacto que los bombardeos estadounidenses causaron en el programa nuclear iraní, también hay desencuentros. Dos medios –CNN y The New York Times– informaron de una primera evaluación de la CIA según la cual los ataques sólo habían logrado retrasar unos meses los planes nucleares de Irán.

Pero el gobierno descalificó esa información, y el secretario de Defensa Pete Hegseth afirmó que se “destruyeron” las capacidades nucleares de ese país, al que le tomará años reconstruir ciertas instalaciones, según dijo. Además, Hegseth y Trump descartaron la posibilidad de que Irán haya retirado el uranio enriquecido de sus plantas antes de que fueran atacadas.

A su vez, Jamenei dijo que Trump “exageró” y que los ataques “no hicieron nada significativo”. Insistió en la ilegalidad de bombardear su país, y se refirió también a los llamados que hizo Trump días atrás a una rendición de Teherán. “Irán tiene una civilización antigua. Nuestra cultura y riqueza a nivel de civilización es cientos de veces superior a la de Estados Unidos y los de su clase”, dijo el ayatolá. “Que alguien espere que Irán se rinda ante otro país es una estupidez que será objeto de ridículo entre las personas sabias y con conocimiento”, agregó.

Legalidad internacional

Los llamados a respetar las normas internacionales se reactivaron con este enfrentamiento. El jueves, en el 80 aniversario de la firma de la carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el secretario general, António Guterres, lamentó que actualmente esa organización sufra “ataques contra sus objetivos y principios como nunca antes”. Según citó la agencia Efe, señaló que esto se manifiesta en la naturalización del uso de la fuerza contra naciones soberanas, los ataques contra civiles y contra infraestructura civil en los conflictos armados, las violaciones a los derechos humanos y el uso de los alimentos o el agua como armas.

Guterres pidió a los Estados que integran la organización que “estén a la altura” y les recordó que “la carta de la ONU no es opcional, no es como un menú a la carta”, sino que es el “fundamento de las relaciones internacionales” y “no podemos ni debemos normalizar las violaciones de sus principios más elementales”.

Ese mismo día, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, dijo a Radio France International que está “enormemente” preocupado por la resistencia de Irán a que se retomen las inspecciones a sus instalaciones nucleares después de los ataques. Señaló que la presencia del OIEA en Irán “no es una especie de gesto de generosidad” de parte de las autoridades iraníes, sino “una obligación legal” y una “responsabilidad internacional”.

Ante las distintas versiones sobre el impacto de los bombardeos estadounidenses, Grossi dijo que el programa nuclear iraní sufrió “enormes daños”. Sin embargo, explicó que las afirmaciones de Washington de que el programa nuclear fue “aniquilado” o retrasado años en sus capacidades, son términos más políticos que técnicos y que no se pueden constatar.

“Irán tenía material suficiente para producir quizá una decena, o un poco menos de bombas atómicas, y tenía tecnología y desarrollos relacionados. Pero lo digo y lo repito, Irán no tenía el arma nuclear”, aclaró el titular del OIEA.

Irán ha cuestionado el papel de este organismo de la ONU en este conflicto. El ministro de Relaciones Exteriores Abás Araqchí acusó a Grossi y al OIEA de no ser imparciales y de ser “plenamente responsables de esta sórdida situación”. Dijo además que la actual “insistencia de Grossi de visitar las instalaciones bombardeadas con el pretexto de la salvaguardia carece de sentido y posiblemente incluso tenga intenciones malignas”.

Así justificó la decisión del Parlamento de aprobar la suspensión de la colaboración con el OIEA y la expulsión del país de sus inspectores “hasta que se garantice la seguridad” de las actividades nucleares iraníes.

El 16 de junio, la cancillería informó que preparaba incluso un proyecto para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear, pese a que Irán “continúa opuesto al desarrollo de armas nucleares”.

El viernes el presidente iraní, Masud Pezeshkian, pidió que el “Consejo de Seguridad de la ONU y el OIEA” adopten “un enfoque más responsable hacia los agresores y los incitadores de guerras”, y lamentó que no se condenaran los ataques contra su país.

En un mensaje en video, Pezeshkian dijo que “fue el régimen israelí el que atacó a Irán, en contra de las leyes internacionales”. Agregó que “atacar instalaciones nucleares está prohibido incluso durante una guerra y está considerado un crimen contra la humanidad”. Estos ataques “suponen un golpe irreparable para el régimen de no proliferación nuclear por parte de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU”, dijo.

Beneficios para Netanyahu

Likud, el partido del primer ministro israelí, subió en aprobación después del enfrentamiento con Irán, según una encuesta publicada el miércoles por el canal de televisión público israelí Kan. Desde la medición anterior del canal, la intención de voto del partido pasó de equivaler a 24 bancas en el Parlamento a 31, una menos de las que tiene actualmente.

El estudio midió también que 52% de los israelíes dicen tenerle miedo a Irán, 40% cree que el cese del fuego no será duradero y 30% cree que las centrales nucleares de ese país no sufrieron un daño significativo.

Este crecimiento en la popularidad del partido de Netanyahu no implica un respaldo similar a su liderazgo, cuestionado por sus políticas y también por los varios casos de corrupción que enfrenta. Según la misma encuesta, 52% de los israelíes considera que una vez que termine su ofensiva en la Franja de Gaza (a la que se opone el 62% de los encuestados), Netanyhu debe retirarse de la política. Sólo 24% cree que debe seguir en el cargo, y otro 24% no toma partido.

De los juicios contra Netanyahu, el que lo amenaza actualmente comenzó en 2020, une tres causas de corrupción, y le valió, mientras ejercía el cargo de primer ministro, un procesamiento por los delitos de cohecho, de fraude y de abuso de confianza. Se le atribuye, entre otras acciones ilegales, haber utilizado su cargo para beneficiar al mayor accionista de una empresa de comunicaciones a cambio de que lo favorecieran en la cobertura periodística de un portal de noticias muy popular. El gobernante niega haberlo hecho.

Trump, que también ha enfrentado numerosas acusaciones en la Justicia, y las atribuyó a una “caza de brujas”, usó estas mismas palabras con respecto a los casos que involucran a Netanyahu y pidió la “cancelación inmediata” de este juicio.

En su red Truth Social publicó: “Él merece algo mucho mejor y el Estado de Israel también. El juicio de Bibi Netanyahu debería ser cancelado de inmediato o se le debería conceder un indulto a un gran héroe que tanto ha hecho por el Estado. Creo que no conozco a nadie que pudiera haber trabajado en mejor armonía con el presidente de Estados Unidos, YO, que Bibi Netanyahu”.

Trump afirmó que Estados Unidos “salvó a Israel” y ahora “será quien salve” a Netanyahu. Del mismo modo, dijo que fue él quien le salvó la vida al ayatolá Jamenei al no revelarle a Israel su paradero.

“Yo sabía exactamente dónde se refugiaba, y no permití que Israel ni las fuerzas armadas de Estados Unidos, por mucho las más grandes y poderosas del mundo, le quitaran la vida. Lo salvé de una muerte horrible e ignominiosa, y no tiene por qué decir '¡GRACIAS, PRESIDENTE TRUMP!'”, publicó en su red.

Manifestó que está dispuesto a volver a atacar a Irán si fuera necesario, aunque se declaró convencido de que ese país no va a desarrollar un programa nuclear a corto plazo. También dejó abierta la posibilidad de pedirle a Irán que entregue todas las reservas de uranio enriquecido que todavía pueda tener, aunque no por ahora.