En Colonia, la agrupación 904 del Partido Nacional (PN) anunció su intención de impulsar la reelección de Carlos Moreira como intendente en las elecciones departamentales del 10 de mayo, y tiene en la Convención Departamental correspondiente los votos necesarios para concretar la proclamación. Esto pone en una situación muy difícil al Directorio del PN, responsable de autorizar la inclusión del nombre de Moreira en una o más listas partidarias.
Como se sabe, Moreira estuvo envuelto en un escándalo hace menos de tres meses. Circuló la grabación de pasajes de una conversación en la que una mujer le pedía, para otra persona, la renovación de una pasantía laboral en la Intendencia de Colonia, y él le decía, sin la menor sutileza, que estaba dispuesto a acceder a cambio de relaciones sexuales. Faltaba poco más de una semana para las elecciones nacionales de octubre, el PN estaba dispuesto a combatir el incendio con la expulsión del intendente, y Moreira decidió adelantarse: renunció al partido y a su postulación al Senado (pero no a su cargo).
Caben pocas dudas de que la difusión de las grabaciones tuvo que ver con pujas internas en el PN coloniense, y el problema no era, por supuesto, cómo hablaban entre sí dos personas adultas, que además habían tenido antes un vínculo de pareja. Lo que quedaba en evidencia era que el intendente podía decidir a su antojo la prolongación de las pasantías, con independencia de los desempeños en ellas y sin apelar a ningún otro criterio de justicia o de necesidades de la administración (varios casos fueron denunciados luego), y que mezclaba ese poder político con la satisfacción de deseos personales. Esa es la cochinada: la fiscalía estudia el caso para determinar responsabilidades, y también se pronunciará la Junta de Transparencia y Ética Pública, pero es evidente que hay una conducta indebida.
También sería legal que Moreira compitiera por su reelección en listas del PN, tras haber renunciado a integrarlo. Pero no sería bueno.
Los partidos tienen un amplio margen para presentar candidaturas, y ni siquiera se les exige que las personas a las que postulan estén afiliadas a ellos. Así es posible, por ejemplo, que se maneje la idea de utilizar el lema del PN en Rocha para cobijar a listas coloradas y de Cabildo Abierto, y por eso el lema Partido de la Concertación no tuvo inconvenientes para incluir, en 2015, listas nacionalistas, coloradas y de independientes que luego formaron el Partido de la Gente.
También sería legal que Moreira compitiera por su reelección en listas del PN, tras haber renunciado a integrarlo. Pero no sería bueno. La 904 es muy fuerte en Colonia, pese al escándalo, y lo demostró con su votación de octubre. Sin embargo, hay límites éticos que no deberían ser cruzados por interés electoral. Los blancos mantienen la costumbre de llamar al órgano superior del PN “Honorable Directorio”, aunque ese nombre no figura en la Carta Orgánica. La tradición se sostiene con conductas.
“No hay lugar en el PN para gente de este tipo. Por más que duela. No hay lugar”. Eso dijo sobre Moreira, el 18 de octubre, la escribana Beatriz Argimón, hoy vicepresidenta electa de la República. Llega la hora de demostrar si es así.