Aspiramos a un mundo que sea:

  • Democrático, donde el pueblo tenga el poder de dar forma a sus instituciones y sociedades.
  • Descolonizado, donde todas las naciones determinen su destino colectivo libres de opresión.
  • Justo, que repare la desigualdad en nuestras sociedades y los legados de nuestra historia.
  • Igualitario, que sirva a los intereses de muchas y no sólo de pocas personas.
  • Liberado, donde todas las identidades disfruten los mismos derechos, el reconocimiento, y poder.
  • Solidario, donde la lucha de cada unx sea la lucha de todxs.
  • Sostenible, que respete los límites planetarios y proteja a las comunidades en primera línea.
  • Ecológico, que ponga a los seres humanos en armonía con su hábitat.
  • Pacífico, donde la violencia de la guerra sea sustituida con la diplomacia de los pueblos.
  • Poscapitalista, que recompense todas las formas laborales mientras se elimina el culto de trabajo.
  • Próspero, que invierta en un futuro dichoso de abundancia compartida.
  • Pluralista, donde la diferencia sea celebrada como una fortaleza.

La Internacional Progresista

Los abajo firmantes compartimos plenamente la necesidad de la formación de un frente común ante el avance del autoritarismo y poner énfasis en la defensa de la democracia, la solidaridad y la igualdad, así como en la protección de los derechos laborales y el imprescindible incentivo a la cooperación internacional y el multilateralismo efectivo.

Resulta muy interesante la apuesta al horizonte de un mundo poscapitalista de economía colaborativa. Se trata de un objetivo ambicioso y, es de presumir, de una construcción que debe hacerse entre todos y que se irá afinando con el intercambio de ideas. Con el ánimo de contribuir en estos primeros pasos de la Internacional Progresista, nos permitimos redactar algunas sugerencias que provienen del intercambio entre algunos ciudadanos de la República de Uruguay.

» La distribución del ingreso a nivel mundial ha conducido a una mayor concentración en los últimos 40 años. Desde 1980 el 1% con mayores ingresos recibió una porción dos veces más grande que el 50% más pobre. Este es un fenómeno que se puede comprobar en la mayoría de las regiones del mundo. La guerra comercial entre potencias, los acuerdos comerciales asimétricos entre países de diverso grado de desarrollo, la inestabilidad de los precios de las materias primas y los alimentos y algunas recaídas en serios problemas de deuda externa hacen extremadamente difícil encauzar la región por la senda del desarrollo y la inclusión. Es de suma importancia tener presente este incremento de la desigualdad de ingresos, así como las trabas persistentes que frenan el desarrollo de los “países de ingresos medios” y propugnar por un modelo de desarrollo que contribuya a superar esta situación en el marco de una economía colaborativa.

» Estimamos conveniente manifestar apoyo explícito a la democracia representativa, a los valores republicanos y a la efectiva separación de poderes. La democracia representativa, en varios países de la región latinoamericana, ha estado en ocasiones manipulada por grupos oligárquicos y, más recientemente, por actores político-delictivos (con ramificaciones en el narcotráfico) que se movilizan y hasta controlan áreas del territorio, sobre todo en los países abastecedores de estupefacientes. Perseverar en la defensa de las formas democráticas de gobierno es, en estas circunstancias, de máxima significación. El progresismo no puede sustentarse en prácticas autoritarias y excluyentes de parte de la población y alimentadoras permanentes de “grietas” malsanas que derivan, según la experiencia regional, en desórdenes del desarrollo que empobrecen a los países e impiden que generen hasta los alimentos que demanda su población. En este contexto de revalorización de la democracia es también oportuna una defensa explícita de la libertad de expresión y de comunicación escrita, verbal y televisiva, excluyendo toda forma de censura.

» En varios países de la región latinoamericana el azote de la corrupción, que en más de una ocasión proviene de funcionarios gubernamentales, de dirigencias de partidos políticos, de cúpulas empresariales (comerciales, industriales, financieras) y de cárteles de narcotráfico con ramificaciones en diversos ámbitos de la vida social y la actividad económica, ha sido casi constante en las últimas décadas –en algunos casos, con tendencia a acentuarse–. Esas prácticas han contaminado tanto a organizaciones políticas tradicionales (algunas de larga trayectoria) como a las formaciones nuevas que han crecido combatiendo desde el discurso la codicia de los “dueños del poder”, pero, al alcanzar el gobierno, han sucumbido a las mismas, o incluso más sofisticadas, formas de corrupción que antes denunciaban. Resulta de primera importancia, en el afán de defender una genuina democracia y un progresismo transparente, el rechazo tanto a los controles oligárquicos de los procesos electorales como a la evidencia histórica, tanto antigua como reciente, de experiencias autotituladas “progresistas” que devinieron regímenes autoritarios, corruptos, impulsores de prácticas electorales fraudulentas y asociados con graves violaciones a los derechos humanos.

» En cuanto al medio ambiente, cuyo deterioro es preocupación creciente de la humanidad y una de las amenazas más grandes para nuestro planeta, las metas que la comunidad de naciones se ha fijado para reducir el daño se han cumplido solo parcialmente. En este sentido, la actitud de los gobiernos de algunos países desarrollados (y muy especialmente Estados Unidos), así como la práctica depredadora de gobiernos e intereses espurios en países de gran territorio (sobre todo Brasil), contribuyen a que el deterioro ambiental se profundice con serias consecuencias para la humanidad. Hay aquí otro gran espacio de trabajo para la Internacional Progresista.

» Resultan indispensables menciones específicas a las agendas del feminismo. En algunos países de la región se han registrado avances en los derechos de la mujer y por tanto en su reconocimiento social y legal. Pero la desigualdad de género y la discriminación persisten. Falta, entonces, mucho por hacer y es imprescindible que la Internacional Progresista canalice hacia allí parte de su energía y su capacidad de movilización.

» Resulta también necesario poner atención en los derechos de la comunidad LGBT y en su reconocimiento social y legal, y, aun cuando también aquí se registran avances, la discriminación de la comunidad LGTB persiste y debe ser tema de preocupación del progresismo.

» Estimamos conveniente, asimismo, una mención destacada al respeto del principio de la no intervención y a la solución pacífica y de buena fe de las diferencias entre las partes. En América Latina existe una rica tradición antimperialista que siempre debe reivindicarse como una definición inclaudicable, sin que su invocación permita pretextos para la persistencia de regímenes con prácticas antidemocráticas y que afectan los derechos de sus pueblos.

Son estas apenas unas sugerencias que proponemos con el sano propósito de dialogar y cambiar impresiones con el afán de enriquecer las propuestas y los textos que las contengan.

La adhesión está abierta para todos y todas las que quieran sumarse.

María Julia Aguerre, Mariano Arana, Alicia Araújo, Nicolás Bico, Jorge Bolani, María Bonino, Daniel Braquet, Martín Buxedas, Gerardo Caetano, Julio Calzada, Edgardo Carvalho, Carlos Castaldi, Alberto Couriel, Pablo Daveziés, Álvaro Díaz Maynard, Silvia Dutrenit, Luis E Moras, Adolfo Elizaincín, Myriam Esquivel, Clara Fassler, Miguel Fernández Galeano, François Graña, Raúl Gadea, Carlos González, Susana Grunbaum, Rosario Hermano, Nicolás Iglesias, Elena Lagomarsino, Aldo Marchesi, Vania Markarian, Javier Miranda, Rubén Montedónico, Diego Olivera Couto, Martín Olivera, Antonio Pérez García, Martín Puchet, José Manuel Quijano, Gonzalo Rodríguez Gigena, Milton Romani, Pablo Ross, Marcelo Rossal, Ane Shaw, Daoiz Uriarte, Eduardo Vaz, Marcelo Viñar, Alberto Volonté, Marlene Yacobazzo.

Se reciben adhesiones en [email protected].