Mientras confiamos en el trabajo fuerte y protocolizado de colegas y otros actores para que el brote en Médica Uruguaya y otros centros asistenciales públicos y privados sea controlado, deberíamos aprender la lección que nos deja: el multiempleo en la salud es un enorme problema. Es multirriesgo para los usuarios, multivulnerabilidad para el sistema y su estabilidad, y minicalidad de vida para personal de salud todo. Si entendemos estas líneas conceptuales, entenderemos que la concentración del trabajo y la alta dedicación son todo lo contrario: la solución a muchos problemas.
El riesgo sanitario que supone que los trabajadores de la salud roten y vayan de un lado a otro, potenciado por el contexto actual, es extremadamente grande e implica un desafío para mejorar el sistema de salud. ¿Por qué? En el ámbito médico, porque las personas pierden seguimiento continuo y longitudinal en el tiempo con los propios colegas por baja disponibilidad horaria en una misma institución. No sólo se pierde tiempo en traslado, sino también de asistencia debido a que los trabajadores no están abocados a una única institución. Porque no hay tiempos para la discusión interdisciplinaria de casos complejos y porque no se fidelizan los trabajadores a las instituciones (y por ende a sus usuarios), y ello repercute en aspectos asistenciales y en su calidad, directa e indirectamente.
En estos días quedó demostrado que en una situación de emergencia sanitaria (aunque no sólo en ese caso) el multiempleo es nocivo para la propagación de un virus, y también para la continuidad asistencial de los servicios de cuidados médicos y la vida profesional y laboral de los médicos y el personal de enfermería. Se transformó así en un potencial búmeran que atenta contra la propia sostenibilidad de la asistencia.
En estos días quedó demostrado que el multiempleo en el ámbito médico es nocivo para la propagación de un virus y también para la continuidad asistencial. Una institución puede ver afectada su viabilidad si otra aísla, de manera preventiva, a los trabajadores que tienen en común.
El multiempleo en la emergencia sanitaria puede conducir a que una institución vea afectada su viabilidad si otras –que en muchos sentidos son competencia– aíslan de manera preventiva a los funcionarios y médicos que trabajan en varias instituciones. Al no acordar criterios basados en decisiones no centralizadas, esta situación puede llevar al colapso asistencial, de un día para el otro, a una de las instituciones más grandes del medio; una paradoja para gestores que se han resistido a la alta dedicación.
Desde hace años, el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) intenta avanzar en una reforma que implica la creación de los Cargos de Alta Dedicación. ¿Para qué? Entre múltiples argumentos, se propone mejorar la calidad asistencial y también evitar situaciones como esta. Es hora de avanzar en esta línea.
La situación dejó en claro cómo el multiempleo hace más vulnerables a los usuarios. Ir de una institución a otra hace posible que los médicos de la salud seamos factor de contagio viral (o de otro tipo de germen en otras ocasiones), aun con el respeto máximo de protocolos e higiene. A esto se suman las llegadas tarde, los tiempos de espera de los usuarios y los tiempos perdidos en traslado de los trabajadores, así como la ausencia de sentido de pertenencia institucional, que pesa a la hora de potenciar todas las actividades profesionales y de investigación que no están desarrolladas. La alta dedicación es una solución para abatir el multiempleo, para mejorar la calidad de asistencia de los usuarios, el desarrollo de nuevas perspectivas para las instituciones, condiciones laborales y calidad de vida de los trabajadores de la salud.
Un capítulo aparte merece un problema muy cercano a este, que es el de los residentes de todas las especialidades, no sólo porque recurren al multiempleo debido a su baja remuneración, sino porque son presente y futuro del mercado de trabajo. Ejercen su trabajo en régimen de alta concentración horaria durante su proceso de formación, y a pesar de que son colegas y destinan entre 40 y 48 horas semanales a asistencia y capacitación, son los médicos peores pagos del sistema de salud. Una prioridad debería ser no sólo aumentar sus remuneraciones durante la residencia, sino –sobre todo– que ingresen al mercado de trabajo como especialistas a través del laudo de alta dedicación para seguir transformando la calidad de asistencia de usuarios y calidad de vida de los profesionales de la salud.
Así como tenemos fortalezas en nuestro sistema, que nos ayudan a enfrentar el presente, es fundamental que todos quienes lo integramos nos exijamos ser mejores y avanzar para evitar problemas en el mañana, reconociendo y atacando debilidades como el multiempleo. ¿Estamos convencidos –médicos, empresas y gobierno– del proceso de reforma? ¿Realmente queremos mejorar la calidad de los procesos de atención sanitaria a la población y las condiciones laborales del personal sanitario? Si es así, ¿aprovecharemos la ocasión?
Federico Preve Cocco es integrante del Sindicato Médico del Uruguay.