El gobierno de Luis Lacalle Pou busca la cooperación de Estados Unidos para encarar el creciente problema del narcotráfico. Con tal propósito, el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, reactivó la cooperación con la Drug Enforcement Administration (DEA). La DEA aparece como el brazo ejecutor –pero no el único– de la estrategia de Estados Unidos de “guerra a las drogas”. Larrañaga estima que “si no libramos esta guerra con toda decisión, con todos los costos que pueda tener, vamos a tener numerosos dramas en la vida nacional”.1

La “guerra a las drogas”, iniciada por el presidente Richard Nixon en 1971, se desarrolló simultáneamente con la guerra de Vietnam (1955-1975). Actualmente, coexiste con la “guerra contra el terrorismo”, lanzada por el presidente George Bush el 11 de setiembre de 2001, tras el atentado a las Torres Gemelas. Asimismo, Estados Unidos lleva a cabo una “guerra comercial” con China, desde 2018.

Todas estas acciones de alcance estratégico tienen un marco doctrinario, espiritual, conceptual y ético que les da fundamento y significado, como explicó el representante del gobierno de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos:2 “Esto de atacar al chavismo es sencillamente para nosotros una guerra de sobrevivencia [...] porque de otro modo estaremos admitiendo y dando campo para que se nos destruya. Imagínense [...] que nosotros dejáramos gobernar a los chavistas sin ponerles trabas, sin hacerles la guerra, permitiéndoles hacer sus proyectos sociales sin tomar en cuenta nuestras empresas y socios… que les sigamos permitiendo tener toda clase de relaciones extrañas con todo ese mundo adverso a Estados Unidos, llenando a su pueblo de conceptos e ideas que van todos contra nuestros valores. [...] Esto conduciría a la debacle y a la perdición de la democracia en el hemisferio occidental. He ahí la razón primordial por la cual ese tipo de régimen constituye una amenaza para la seguridad nacional de nuestro país [...] En esencia, de eso se trata la lucha que estamos librando contra este tipo de regímenes que pondrían en peligro nuestro propio destino, la paz mundial. [...] ¿Ustedes pueden imaginarse lo que representa construir tres millones de viviendas sin la participación de la empresa privada? ¿Cuál sería el destino de nuestro modelo si no intervenimos allí en los proyectos de salud o educación, en la formación de sus militares y en la adquisición de los elementos para su defensa?”.

El expresidente Barack Obama, en las antípodas partidarias del republicano Elliott, estima3 que Estados Unidos “en ocasiones tuerce el brazo a los países cuando no hacen lo que queremos [...] Pienso que si no tuviéramos el punto de vista realista de que hay gente mala alrededor nuestro que está tratando de hacernos daño [...], si no tuviéramos esa dosis de realismo no alcanzaríamos nuestros objetivos [...] Tenemos el Ejército más fuerte del mundo y en ocasiones tenemos que torcer el brazo a los países si no quieren hacer lo que queremos a través de métodos económicos, diplomáticos y a veces militares”.

Sanciones/castigo

En su estrategia de “guerra a las drogas”, Estados Unidos ha creado en forma unilateral una normativa internacional, ajena a la ONU, en virtud de la cual sanciona y castiga a algunos gobiernos y empresas que no la acatan:

1) Noriega: de aliado a enemigo
El 20 de diciembre de 1989, tropas estadounidenses invadieron Panamá, apresaron a Manuel Antonio Noriega, su presidente de facto extraditado a Estados Unidos. Noriega fue acusado y sentenciado por narcotráfico. Había trabajado a sueldo para la CIA, denunciando a las guerrillas rebeldes de Nicaragua y El Salvador. Previo a la invasión, Noriega había expresado su intención de cerrar la Escuela de las Américas, que Estados Unidos mantenía en Panamá para formar a militares latinoamericanos, muchos de los cuales tuvieron papeles protagónicos en golpes de Estado en sus respectivos países. Asimismo, había anunciado planes no sólo para recuperar la soberanía panameña sobre el canal, sino para aumentar su control técnico comercial.

Estados Unidos, por otra parte, impuso el “bloqueo” a Cuba, en octubre de 1960, por la expropiación de las empresas estadounidenses. Condenado por la absoluta mayoría de los miembros de la ONU, en decenas de asambleas generales, el “bloqueo” no sólo se ha mantenido, sino que se ha endurecido con nuevas sanciones, por motivos incluidos en la “guerra a las drogas”. Venezuela y Nicaragua han sufrido sanciones por el mismo motivo.

En febrero de 2021, el diario El País de Madrid4 dio cuenta de la misión en Venezuela de la relatora especial de Naciones Unidas, Alena Douhan, que en conferencia de prensa afirmó que las sanciones de Estados Unidos al gobierno de Venezuela desde hace unos años han agravado las privaciones y las calamidades del país: “La relatora de la ONU, Alena Douhan, ha hecho un llamado a los Gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea a que levanten las sanciones contra Venezuela, porque estas han exacerbado una crisis humanitaria”.

Por otra parte, apelando a esta extraterritorialidad jurídica, Estados Unidos ha aplicado multimillonarias sanciones a empresas y bancos europeos que hacen negocios con los países sancionados.5

2) El “enemigo interno”
John Daniel Ehrlichman, asesor de política interior de Nixon, declaró:6 “La campaña de Nixon en 1968, y la administración de Nixon después de eso, tenía dos enemigos: la izquierda que estaba contra la guerra y los negros. Sabíamos que no podíamos hacer ilegal el estar contra la guerra o los negros, pero al lograr que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína, y luego criminalizar ambas cosas con fuerza, podríamos separar esas comunidades. Podríamos arrestar a sus líderes, hacer redadas en sus hogares, desmantelar sus reuniones, y antagonizarlos noche tras noche en las noticias. ¿Que si sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Claro que sí”.

Un estudio del Comité Internacional de la Cruz Roja7 señala que al 31 de diciembre de 2014, 6% de hombres negros de entre 30 y 39 años estaban en prisión, contra 2% de hispanos y 1% de hombres blancos, en esa misma franja etaria.

Un estudio del profesor Tolani Britton, de la Universidad de Berkeley, California8 señala que entre 1980 y 1985 el ingreso de jóvenes negros de entre 18 y 24 años a la universidad creció levemente más rápido que el de sus pares blancos. Sin embargo, esta tendencia empezó a revertirse claramente para los jóvenes negros tras la aprobación de la Anti-Drug Abuse Act de 1986.

A comienzos de 2017, en las prisiones federales había unos 189.000 detenidos, de los cuales 34,5% eran afroamericanos, 34,8% hispanos, 27,1% caucásicos y 3,6% de otras etnias. Había 93,2% de hombres y 6,8% de mujeres. Por otro lado, 47% de las declaraciones de inocencia por errores judiciales se refería a condenados negros.9

En su estrategia de “guerra a las drogas”, Estados Unidos ha creado en forma unilateral una normativa internacional, ajena a la ONU, en virtud de la cual sanciona y castiga a algunos gobiernos y empresas que no la acatan.

3) Censura
Para reforzar su estrategia de “guerra a las drogas”, el gobierno de Estados Unidos10 ha impedido la publicación de investigaciones científicas acerca de las consecuencias del consumo de sustancias adictivas: en 1995 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Interregional de las Naciones Unidas para la Investigación de la Delincuencia y la Justicia anunciaron la publicación de los resultados del estudio global más grande sobre el consumo de sustancias adictivas. Sin embargo, una decisión de la Asamblea Mundial de la Salud prohibió la publicación del estudio. El representante estadounidense amenazó que “si las actividades de la OMS relacionadas con las drogas no logran reforzar los métodos de control de droga probados, deberán retirarse los fondos para los programas pertinentes”. Esto llevó a la decisión de interrumpir la publicación.

Prohibicionismo o guerra a las drogas

Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) Estados Unidos, ante los desbordes en el consumo de alcohol de la población civil, se propuso su erradicación, inspirado en su moral protestante fundamentalista. En 1920 estableció la absoluta prohibición del alcohol (el “prohibicionismo”). Sin embargo, su implementación cotidiana de enero de 1920 a diciembre de 1933 se reveló desastrosa.

Proliferaron el contrabando, las violentas bandas de gánsteres, la corrupción policial y política, las crecientes y a menudo mortales intoxicaciones por alcohol falsificado. Todas estas transgresiones morales, penales e institucionales crearon tal rechazo público, que la “prohibición” fue abolida con un alto apoyo ciudadano.

Por su parte, en 1971 el presidente Richard Nixon apeló a los mismos preceptos morales para decretar la “guerra a las drogas” (war on drugs). Pero esta se sigue implementando hasta ahora.

La “prohibición” constituyó un proceso de ensayo y error, que no cumplió sus propósitos de salud pública ni de paz ciudadana. Por eso se suspendió. Con mayores efectos negativos, la “guerra a las drogas” –ahora a escala internacional– mantiene, multiplica y diversifica sus acciones, pero no sólo no disminuye el narcotráfico, sino que lo incrementa.

En lo que hace a reducir el consumo, la comercialización y los efectos perniciosos de las drogas ilícitas, no sólo no se ha logrado, sino que muchos indicadores señalan un aumento sustancial

No pueden porque no quieren

Tras 50 años de “guerra a las drogas”, la situación en cuanto a producción, tráfico, consumo, gansterismo y sobredosis se mantiene, en lo esencial, invariada.

Para impedir la llegada de droga al territorio estadounidense actúan tres agencias civiles (la DEA, la CIA y la ATF) y el Pentágono (27 bases militares propiamente e innumerables “semibases”, que no tienen acuerdo formal con aprobación legislativa). La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) mantiene una decena de bases, principalmente en el Caribe.

Sin embargo, la CIA describe a Estados Unidos11 como el “mayor consumidor mundial de cocaína (enviada desde Colombia a través de México y el Caribe), heroína colombiana, y heroína y marihuana mexicana; el mayor consumidor de éxtasis y metanfetamina mexicana; menor consumidor de heroína de alta calidad del sudeste asiático; productor ilícito de cannabis, marihuana, depresores, estimulantes, alucinógenos y metanfetamina; centro del lavado de dinero”.

El ingreso de drogas ilícitas a Estados Unidos vulnera su propia normativa, con la que Estados Unidos aplica sanciones a algunos países y empresas. El hecho de que no se apliquen en su caso evidencia que su origen y propósitos no se relacionan con el narcotráfico.

Asimismo, resulta por lo menos llamativo que la conjunción de la DEA, la CIA, la RTF, las bases del Pentágono y la OTAN no logre detener personas, embarcaciones o aviones que hacen ingresar las drogas ilícitas a Estados Unidos exitosamente, en gran medida.

El reconocimiento oficial de esta insuficiencia inducida lo refleja un documento oficial:12 “Si bien la proporción de drogas ilícitas que ingresan al país y que son incautadas en la frontera es desconocida, la cantidad de drogas ilícitas incautadas sí lo es. Es esta instantánea de los datos de incautaciones la que ha servido como punto de referencia para los debates políticos actuales en torno a la seguridad fronteriza y los flujos de drogas hacia el país”.

En fin, esta situación torna pensable que el contrabando de drogas ilícitas no sólo es conocido, sino modulado por el aparato de seguridad estadounidense, fortalecido a escala global, después de los atentados de las Torres Gemelas. O sea, permite inferir que el ingreso de drogas ilícitas a Estados Unidos es un instrumento de esa estrategia.

Ya se vio cómo en lo que hace a la situación dentro de Estados Unidos, ese contrabando alimenta las políticas represivas de la población negra y les da a las fuerzas del orden un papel importante en la vida social.

Narcofinanzas aceitan el sistema

Antonio Maria Costa,13 exdirector de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirma que “algunos créditos interbancarios han sido financiado recientemente por dinero proveniente del tráfico de drogas y otras actividades ilegales”. Estima los ingresos mundiales del comercio de la droga en alrededor de 400.000 millones de euros anuales. “Según nuestras investigaciones, la mayoría de esa plata ha sido absorbida en el sistema económico legal y ha servido de palanca fundamental contra la crisis [...] los créditos interbancarios han sido financiados por los ingresos de la venta de droga y de otras actividades ilegales”, opina.

Por su parte, la ONU14 estima que el lavado de dinero, sumando todos los métodos para realizarlo, representa 800.000 millones de dólares y dos billones de dólares por año.

Las gigantescas sumas de dinero que mueve el narcotráfico han llegado a ser indispensables para el sistema capitalista global. Muchas instituciones financieras fundidas por sus propios excesos han sobrevivido gracias a esos fondos. El narcotráfico ha alcanzado la condición de componente esencial del sistema capitalista.

La crisis de los opiáceos legales

En Estados Unidos, en una década se han multiplicado por siete las muertes debido a sobredosis de opiáceos legales, verdadera catástrofe sanitaria que involucra a blancos de capas medias y altas, así como a las industrias del medicamento y a los médicos, una de las profesiones más respetadas en la sociedad actual.

Un estudio15 de la Commission Globale de Politique en Matière de Drogues16 señala que la crisis actual de los opiáceos “tiene sus orígenes en los esfuerzos realizados para responder al problema legítimo del dolor. Ahora bien, esos esfuerzos han sido rápidamente explotados por las compañías farmacéuticas, que han visto en ella una oportunidad para ampliar su mercado. La laxa regulación del marketing farmacéutico y la venta directa a los médicos por los visitadores médicos han acentuado los daños asociados a los medicamentos. Tanto en el sistema de cuidados de salud universal canadiense como en el sistema de mercado de Estados Unidos, son legales numerosas prácticas que incitan a prescribir más medicamentos. Algunos ejemplos: uso de las bases de datos por los visitadores médicos, para seleccionar a algunos facultativos con el propósito de empujarlos a que receten más; primas por los avisos comerciales que contribuyen a aumentar las recetas; primas a médicos por intervenciones en conferencias; presentación inexacta de los riesgos y (en Estados Unidos) insistencia en las medidas de satisfacción de los pacientes”.

En Estados Unidos, el círculo de la dependencia de las drogas se cierra uniendo a las clases altas y las bajas, a los WASP17 y los afroamericanos, hispanos, etcétera. La mayoría de los presos son negros. La mayoría de los muertos por sobredosis son blancos.

Estados Unidos, como tantas potencias imperiales a lo largo de la historia, ha buscado imponer su modo de hacer negocios y su forma de pensar. Y en ese empeño, tal como les ha sucedido a las demás potencias que tuvieron similar propósito, no sólo no han tenido éxito, sino que perdieron el equilibrio y la paz internos.

Cicerón decía “la historia, maestra de la vida”, y para Cervantes era “madre de la verdad”.

Claudio Iturra es profesor de Historia.