En la izquierda uruguaya y entre los frenteamplistas se instaló una discusión sobre el adjetivo a utilizar por parte de nuestro gobierno sobre la masacre que viene llevando a cabo el Estado de Israel sobre el pueblo palestino.

Es un encare equivocado del tema. No creo que haya ningún compañero frenteamplista, ni dentro del gobierno ni fuera de él, que comparta lo que hace el Estado de Israel con el pueblo palestino. Ni antes del 7 de octubre de 2023, ni luego de esa fecha.

Es equivocado y de un infantil perfilismo siquiera sugerir que haya complicidad con los genocidas por el timorato posicionamiento de nuestro gobierno ante la tamaña atrocidad que cometen Israel y sus aliados. Es una barbarie que la humanidad no olvidará, como no olvida el holocausto hacia un pueblo que hace 80 años fue víctima y desde 1948 participa en una escalada victimaria. Los métodos son distintos, la crueldad es la misma. Estos 70.000 muertos (niños, mujeres y hombres) no son terroristas, tampoco las primeras víctimas de Israel.

Pero tan equivocada como esa acusación al gobierno es el posicionamiento pseudo diplomático que ha adoptado ante un problema eminentemente ético y político. Claro que está bien ofrecerse como elemento negociador en la búsqueda de la paz, pero ¿realmente alguien con este panorama internacional y luego de muerto José Mujica pensó que Uruguay podría ser parte activa de una solución a la búsqueda de la paz o tan sólo de un pequeño alto el fuego?

Nunca es tarde para corregir. Es más, aunque lo fuera, hay que hacerlo. Se necesita un viraje desde lo pseudo diplomático hacia lo político, ético y humano. Abrevar del pueblo, recostarse en los aliados del continente y el mundo.

Las expresiones del canciller Mario Lubetkin de que Uruguay “hablará de genocidio cuando Naciones Unidas hable de genocidio” o de la funcionaria de la cartera (de cuyo nombre no quiero acordarme, como decía Cervantes) de que “técnicamente no es un genocidio porque no estaban dadas las condiciones para catalogarlo como genocidio” irradian desconocimiento de lo que viene pasando en Gaza o una ingenuidad política que un gobierno de izquierda no se puede permitir. Ni lo uno, ni lo otro.

El gobierno no es la fuerza política y eso es comprensible. Lo que no resulta comprensible es el distanciamiento entre el gobierno y la gente de la fuerza política que lo ungió, como tampoco el desmarque del resto de la izquierda latinoamericana, como los presidentes Lula (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Gabriel Boric (Chile), entre otros.

Nunca es tarde para corregir. Es más, aunque lo fuera, hay que hacerlo. Se necesita un viraje desde lo pseudo diplomático hacia lo político, ético y humano. Abrevar del pueblo, recostarse en los aliados del continente y el mundo. Desde allí Uruguay será más útil para militar en el contexto internacional por el alto el fuego, la paz y la existencia del Estado palestino.

Javier Cousillas es integrante del MAS-959, Frente Amplio.