Desde mediados de este año, la convivencia política de la oposición y el oficialismo se ha complicado en forma creciente, con una escalada de hostilidades muy prematura que dificulta el diálogo, entorpece la búsqueda de acuerdos y afecta el prestigio de todo el sistema partidario.

El Poder Ejecutivo conoció el estado de las cuentas públicas que heredó recién después de asumir. En junio le solicitó al Parlamento un aumento del tope de endeudamiento para hacerle frente a la situación, y los partidos Nacional (PN), Colorado (PC) e Independiente se negaron a aprobarlo.

Durante el mismo mes y hasta comienzos de julio, los mismos partidos postergaron la votación del proyecto de salvataje de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios, y finalmente condicionaron su apoyo a que aumentara el desembolso estatal.

A mediados de julio se instaló el diálogo sobre protección social que el Frente Amplio (FA) había prometido en su campaña electoral. Los tres partidos antedichos anunciaron que no participarían, alegando entre otras cosas, con soberbia, que no correspondía tratar los temas jubilatorios, porque quedaron resueltos mediante la ley que aprobaron cuando gobernaban.

Este mes, los cambios de orientación en las políticas de colonización y de obras para asegurar el suministro de agua potable recibieron como respuesta sendos llamados a sala, a los ministros Alfredo Fratti y Edgardo Ortuño, que terminaron mal para los intereses opositores. El primero se interrumpió porque el interpelante Sebastián da Silva llamó “puto de mierda” al frenteamplista Nicolás Viera, quien lo había acusado de “ser parte de la estafa de Conexión Ganadera”, pero si se hubieran votado mociones habría prevalecido la mayoría oficialista del Senado. En el segundo, colorados, nacionalistas e independientes necesitaban sumar sólo tres votos para declarar insatisfactorias las explicaciones y reivindicar el cancelado proyecto Neptuno, pero no los lograron.

Pareció que las aguas volvían a su cauce cuando Da Silva y Viera se pidieron disculpas mutuamente, pero el FA planteó formalmente la posibilidad de una sanción del Senado a Da Silva. Luego el PC y el PN reaccionaron con un planteamiento simétrico contra Viera y se retiraron de la coordinación de bancadas.

Cada vez que el clima político empeora, las posibilidades de un debate fructífero disminuyen, y esto tiene especial gravedad en vísperas de la presentación del proyecto de Presupuesto Nacional para los próximos cinco años. Es un consuelo que, mientras crece la confrontación entre algunos actores, otros perseveren sin alharacas en el intercambio respetuoso y la construcción de soluciones, dándoles prioridad a las urgencias del país y su gente.

Si alguien piensa que le convienen la polarización y los bloqueos, comete un gran error. Cuando crecen los sentimientos de ajenidad y fastidio en la ciudadanía ante el funcionamiento de las instituciones democráticas, todos perdemos.