Deporte
A ritmo de autitos chocadores y entre chispas, Defensor Sporting y Danubio hamacaron una soñada tardecita sabatina a orillas de la Ramírez e igualaron a uno. La importancia del partido fue la madre de la intensidad y la abuela de la imprecisión en los últimos metros que pautó el segundo tiempo, que al final dejó una decena de calambres y de miradas al piso. El esfuerzo no alcanzó para ganar. El empate le cayó mejor a Danubio, que abrió la cuenta con un gol dudoso, bancó un rato con diez jugadores y alcanzó la punta al menos hasta el clásico de ayer, en el que le ofrendó su mejor oración a la suerte de Nacional.