El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y la Asociación Latinoamericana de Sociología celebraron respectivamente sus 50 años y el cierre de su XXXI Congreso con dos charlas protagonizadas por reconocidas figuras de la izquierda latinoamericana, que debatieron sobre los logros y los desafíos que tienen por delante los gobiernos progresistas.

Las cabezas

El primer panel estuvo dominado por intelectuales: el argentino Nicolás Trotta, rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, el español Juan Carlos Monedero (cofundador de Podemos) y la uruguaya Constanza Moreira. Hubo coincidencias en diagnosticar el fin de una etapa inicial de los gobiernos de izquierda que logró grandes avances sociales, pero tiene todavía una serie de debes, especialmente en los terrenos de la economía y de la cultura de las sociedades latinoamericanas.

“Cuando se toma el Estado, hay que tomar control de todas las herramientas que garanticen los cambios”, consideró Trotta, después de repasar una serie de avances y pendientes de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina. Esta falta de cambios profundos permitió el refortalecimiento de los sectores conservadores, que en lugar de apoyarse en los militares lo hicieron “en los poderes judiciales y los medios de comunicación” de cada uno de sus países.

Por su parte, Monedero se detuvo en el neoliberalismo y advirtió que el progresismo no podrá vencerlo mientras no entienda que se ha impuesto como un “sentido común”. “Estamos luchando contra una ideología invisible, contra algo que, como sentido común, se ha convertido en el filtro con el que leemos nuestra realidad”, agregó. De esta forma, una concepción mercantilista del mundo se ha impuesto debido a un neoliberalismo que “capta los imaginarios de buena parte de nuestras sociedades” con una utopía: “si es tu sueño, tienes derecho a tenerlo, siempre y cuando lo mercantilices”.

Hay tres elementos que construyen el entramado básico de una sociedad neoliberal, señaló el español: la delegación de la política, retirándola de los partidos políticos, una “construcción interesada de la indiferencia”, y el miedo, que es “caldo de cultivo del conservadurismo”. Esto se traduce, entre otras cosas, en que “vivimos en burbujas culturales” y en que los intercambios sociales son exclusivamente “a través del dinero”.

Para enfrentar esta situación, son necesarios “la participación y el compromiso”, planteó Monedero y señaló que es preciso entender que vivimos “en un momento histórico en el que las certezas ya no están consolidadas, por lo cual tenemos la obligación de buscar soluciones dinámicas y contradictorias”, y que “en el momento en el que la dirección de los partidos políticos ocupa cargos institucionales, el partido se enajena de la sociedad”.

Cerrando la primera parte, Moreira se refirió a cuáles pueden ser los caminos que adopte la izquierda latinoamericana. En este sentido, consideró que el desafío es “conseguir la ecuación política” que permita impulsar las tres “nuevas palabras”: antipatriarcado –“porque la izquierda es feminista o no es”–, desmercantilización y descolonialización. A su vez, consideró que en los países donde la derecha ha llegado al poder “la magnitud de la reacción conservadora ha sido proporcional a la de los avances del progresismo”.

Ahora, opinó Moreira, la izquierda tiene por delante el deber de “recuperar el sistema de partidos y relegitimar la democracia”, para enfrentar a un “empresariado que vuelve a protagonizar la política, pero por sí mismo: un país gobernado por sus propios dueños”. Para ello, la izquierda “no precisa votos, precisa conquistar la imaginación y el corazón del mundo”, concluyó.

Las acciones

El segundo panel estuvo compuesto por dos ex presidentes, el uruguayo José Mujica y la brasileña Dilma Rousseff, el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Linera se refirió a los aprendizajes de la izquierda latinoamericana después de la primera etapa de gobiernos progresistas. Dijo que se han cometido aciertos, pero también errores, “de los que rápidamente hay que saber recuperarse”. Apuntó que una de las enseñanzas es que “cuando se es oposición lo más importante es la idea, la esperanza”, pero que “cuando se es gobierno, la esperanza sigue siendo un elemento importante, pero no es suficiente: la economía es una tarea que se coloca en el centro de mando”, y agregó que “si la economía falla, la política también lo hace”. Sin embargo, la clave para la durabilidad de un proyecto progresista “va a radicar en la capacidad de transformar las estructuras comunicacionales, morales, lógicas e instrumentales que están anidadas en los cerebros y en los comportamientos colectivos de las personas”.

Después llegó el momento de Carlotto, quien repasó la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo y reivindicó que fue colectiva: “Lo más importante es que aprendimos a unirnos y organizarnos, nunca hubiéramos encontrado ni a uno solo de nuestros nietos si nos quedábamos en nuestras casas o si los buscábamos en solitario”, subrayó. Carlotto lamentó que desde que comenzó el gobierno de Mauricio Macri “reaparecieron con fuerza en la escena pública algunos discursos negacionistas”, pero celebró que la sociedad “se levantó una vez más”, y aseguró: “Si mantenemos la esperanza, la perseverancia y nos unimos, volverán tiempos mejores”.

Por último, llegaron los turnos de Rousseff y de Mujica, los más ovacionados por los presentes. Ella señaló que la última fue una década “muy importante” durante la cual en varios países se construyó “una perspectiva diferente” que apostó por “el fortalecimiento del desarrollo de los mercados internos y un crecimiento económico que resultó en un proceso de redistribución de renta”. Este proceso también incluyó “la construcción de la importancia de la integración latinoamericana” y “tornó central el tema del combate a la desigualdad”. Apuntó que en su país hubo “un golpe parlamentario y jurídico” que terminó con ese proceso, que fue sólo “un acto inaugural” que derivó en una “deconstrucción de todo aquello que políticamente se había construido”, empezando con los derechos para las personas de menos recursos y de los trabajadores.

Rousseff celebró que, si bien el actual gobierno pensó que iba a salir fortalecido del proceso, en realidad fue debilitado: “se quedaron perseguidos por el golpe”, aseguró, “hoy son el partido de la corrupción y del golpe”, agregó, y además, “perdieron sus liderazgos” por las causas de corrupción. En cambio, “la producción del golpe fue el crecimiento de la extrema derecha”, personificada en el capitán retirado del Ejército Jair Bolsonaro, segundo en las encuestas por detrás de Luiz Inácio Lula da Silva. En paralelo, señaló Rousseff, tanto Lula como el Partido de los Trabajadores están mejorando en intención de voto. “Al contrario de lo que querían, no nos destruyeron”, celebró.

El cierre del evento estuvo de la mano de Mujica, quien expuso su visión sobre la izquierda latinoamericana. Además de hablar de la necesaria unidad de América Latina y de considerar que es necesario apostar contra la cultura capitalista, consideró que “la humanidad ha tenido una eterna y permanente lucha”, que hoy se traduce en “los términos izquierda y derecha”, pero marcó que “las expresiones políticas de la cara conservadora de la historia y de la cara solidaria son permanentes”, por eso, agregó: “Nunca estaremos derrotados, porque nunca triunfaremos definitivamente”.