El subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Santiago Soto, consideró que hacia las elecciones de 2019 el Frente Amplio (FA) necesita “construir un relato sobre lo que ocurrió en Uruguay” en los últimos años, porque actualmente hay una visión “autoflagelante”. En el debate “Economía, justicia y desigualdad”, realizado anoche en la sede del FA, Soto planteó que para esa instancia será necesaria una reinvención del FA. “O nos renovamos nosotros o nos renueva la gente”, aseguró, antes de plantear que la promesa de continuar con las reformas no será suficiente para ganar las elecciones de 2019.

Para Soto, es necesario dar una “batalla cultural” para que el FA pueda transmitir “los valores que queremos sobre igualdad y justicia en Uruguay”. En este sentido, mencionó algunos resultados de la Encuesta Mundial de Valores, como el que indica que entre 2006 y 2011 aumentó de 18% a 27% el porcentaje de uruguayos que pensaba que gravar a los ricos para dar a los pobres no es una cuestión central para la democracia.

En tanto, Andrea Vigorito, docente de la Facultad de Economía de la Universidad de la República (Udelar), presentó un panorama más negativo. Aseguró que no todos los avances en términos de igualdad se produjeron gracias a las políticas implementadas por el FA, ya que hubo un contexto “de mucho crecimiento económico” que permitió que la desigualdad cayera “en muchos países de América Latina”, lo que habilitó un diseño de políticas exitosas cuya continuidad puede verse comprometida en un escenario económico menos favorable. La docente criticó que el gobierno del FA “se ha planteado planes cada vez menos ambiciosos en relación con la desigualdad” y se concentró cada vez más en “reducir ciertos focos de pobreza”. Actualmente, “parecería que la agenda de la desigualdad que estaba planteada está estancada”, por lo tanto, es necesario “pensar un nuevo programa de reducción de la desigualdad”, lo que implica “ponerse de acuerdo en torno a algunos mínimos de justicia y a partir de eso pensar qué sociedad queremos”.

En esa misma línea, el doctor en filosofía y docente de la Udelar Gustavo Pereira planteó que el FA necesita definir una concepción de justicia, por un lado, para que le sirva como guía rectora en el diseño y contralor de políticas públicas y, por otro, para evitar caer en una visión que definió como “utilitarista”, en la cual lo mejor es lo que más sirve y no lo más justo. Una concepción explícita de justicia “orienta la práctica política” y “oficia como una brújula para evitar algunas tentaciones”, además de permitir “contar con un criterio para evaluar avances y retrocesos en un programa de gobierno”. Además, dijo Pereira, promover una concepción de justicia permite “incidir sistemáticamente en el sentido de justicia compartido en toda la sociedad”.

Los cinco ponentes subrayaron la necesidad de, con miras a las elecciones de 2019, pensar y repensar las políticas promovidas por el FA, especialmente las referentes a la economía. En este sentido, la directora de la División Asesoría para la Igualdad de Género de la Intendencia de Montevideo, Patricia González, destacó los aportes que pueden hacerse desde la economía feminista, insistiendo en que es necesario que de lo personal se vaya a lo general a la hora de hacer política pública. En esta línea, González subrayó la importancia del Sistema Nacional Integrado de Cuidados y consideró que este debería ocupar un lugar central en la agenda del FA y del gobierno, ya que es una política que favorece a otra desigualdad que se mantiene en la sociedad uruguaya: la que existe entre hombres y mujeres. “Las mujeres están más empobrecidas que los hombres. Los asentamientos están llenos de mujeres empobrecidas, eso es reproducción de la pobreza”, sostuvo, después de ejemplificar con la diferencia entre el trabajo más masculinizado y el más feminizado: el de la construcción, donde se ganan unos 30.000 pesos, y el del trabajo doméstico, donde se obtienen unos 15.000.

Por su parte, el politólogo Gabriel Delacoste consideró necesario situar históricamente las discusiones sobre la izquierda y la justicia social, que “han cambiado mucho”. Opinó que el momento neoliberal de la historia está llegando a su fin y que eso lleva a que vuelva a plantearse “el problema de la izquierda y de la justicia”, un debate que recién volvió a abrirse y que llevará un tiempo dilucidar. “Esta situación nos fuerza a dejar de simular que no somos de izquierda para quedar bien con el capital […] quizás es un momento en el cual podamos relacionarnos con nuestro deseo de transformación de una manera menos culposa que antes”, concluyó.

Al referirse a la justicia social y la reducción de la desigualdad, Delacoste señaló que no sólo hace falta redistribuir la riqueza sino también el poder y los procesos de producción de la riqueza, para que los avances sean profundos y duraderos. En este sentido, subrayó la importancia de respaldar las formas laborales autogestivas, en particular las cooperativas, y de “no empoderar más al capital”.