Ayer, en la peatonal Sarandí, se descubrió una baldosa con un sol gigante y un nombre: el de la luchadora por los derechos humanos Belela Herrera. La Junta Departamental de Montevideo decidió homenajearla por su dedicación, perseverancia, lucha y defensa de los derechos humanos.
La presidenta de la Junta Departamental, la edila Gimena Urta, hizo referencia a su “lucha” y a su “compromiso” por los derechos humanos a lo largo de toda su vida. Destacó la “coherencia” entre lo que piensa y lo que hace, y el “valor” de esta mujer que logró salvar la vida de miles de personas y familias que huían de las dictaduras de América Latina. El homenaje, añadió Urta, también es un mensaje hacia el futuro: “Este sol, que recuerda la lucha y el compromiso de esta mujer a lo largo de su vida, es una marca contra el olvido, es poner en valor esa lucha y reivindicarla como el camino hacia una mejor sociedad. Es también un mensaje hacia el futuro. Un futuro en el que seguiremos dando pelea por esas banderas y en el que tendremos la referencia de Belela”.
La historia de la edila Graciela Villar, una de las oradoras del homenaje, fue una de esas tantas que se entrecruzaron con la de Belela. La edila comenzó su discurso pidiéndole disculpas: “Sé que ella no quería este homenaje, porque entiende que lo que hace es lo que tiene que hacer y, por tanto, no amerita distinción”. Sin embargo, para Villar, esa mujer madre de cinco hijos, abuela de 12 nietos, que en su Fiat 600 recorrió las calles de Chile buscando un lugar para aquellos que “disparaban del horror, de la miseria, del asesinato en masa”, merece un sol en uno de los lugares más concurridos de Montevideo: “Belela representa muchas cosas, pero fundamentalmente representa la humanidad que queremos destacar, el compromiso con el otro sin esperar nada a cambio, ese deber ser que no se pone en el discurso, que se vive en los hechos”, rescató. Villar continuó relatando su propia experiencia: en 1982, estando clandestina en Argentina, con dos hijos, sin saber a dónde ir, fue “de la mano de Belela” que pudo retornar al país.
Villar recordó una frase que Belela dijo una vez y que, para ella, la define totalmente: “El grito de los desaparecidos, esa conciencia desgarrada de nuestro continente, es la que la convoca y nos convoca a esa lucha por la justicia y la paz”. “Este sol, en este lugar, donde van a transitar muchos jóvenes, es para tus nietos, Belela, para que sientan el enorme orgullo de haber tenido una abuela que es capaz de levantarse de su pequeñez para transformarse en una mujer gigante, abrazándonos a todos, defendiéndonos a todos y gritando en silencio y en voz baja, como lo hace ella, que vale la pena luchar para defender los derechos humanos”.
Con la timidez que la caracteriza, Herrera dijo que después de todas esas palabras le costaba mucho poder transmitir todo lo que sentía. Sin embargo, llevó unas palabras escritas en un papel porque entendió que “no podía vivir ese momento” sin dar algún “mensajito”. “Cuando pensaba en este reconocimiento, me preguntaba, parafraseando a Borges, ‘¿Qué justificación la mía en este zaguán?’. Yo contestaría: Ninguna; salvo la voluntad de reivindicar a las mujeres. Mujeres como la vieja y querida Luisa Cuesta. A pocas horas de cumplirse los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su ejemplo nos inspira a profundizar nuestro compromiso en la lucha por memoria, verdad y justicia”.
Mariana Mota, directora de la Institución de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, la definió como una “mujer dedicada a pensar en los demás por encima de sí misma, arriesgando en algunos momentos su propia vida”. En 1973, pasó a integrar el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y, como funcionaria, “ayudó a tanta gente a salir de la dictadura que hasta el día de hoy la gente la recuerda porque sobrevivió gracias a ella”, dijo a la diaria.
Herrera también participó en la Comisión Nacional Pro Referéndum y fue presidenta de la presidencia de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio. De 1995 a 2005, fue directora de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Intendencia de Montevideo, cargo que dejó para desempeñarse como vicecanciller entre 2005 y 2008. Mota destacó que, con 91 años, sigue “ayudando e interesada por las causas más diversas”; entre ellas nombró su preocupación por los ex presos de Guantánamo y su reivindicación por el voto en el exterior.
Miguel Fernández Galeano, asesor del presidente de Administración de los Servicios de Salud del Estado que se encontraba presente en el homenaje, dijo a la diaria que Herrera era el ejemplo vivo de la diferencia entre la “reputación” y la “notoriedad”: “Belela es toda reputación”. Para él, ella es la mayor representación de lo que es la “coherencia” en relación a los derechos humanos, y recordó el papel que jugó en Chile, “cuando se la jugó y articuló un montón de acciones para defender a los exiliados uruguayos en plena dictadura”. Pero Belela no se quedó sólo allí, acotó Fernández Galeano, y concluyó: “Estuvo trabajando con consecuencia y tenacidad e incluso, cuando le tocó asumir responsabilidades de gobierno, nunca perdió de vista el trabajar por los comunes”.