La experiencia dejó un sabor agridulce. Aunque no sirvió para reemplazar al Frente Amplio (FA) de la Intendencia de Montevideo, el Partido de la Concertación sí permitió que el Partido Nacional (PN) gane las alcaldías en los Municipios CH y E. En los colorados, en cambio, el saldo bordeó la catástrofe. Formalmente, el partido con sede en la calle Martínez Trueba no obtuvo ediles, y si ahora tienen representantes en la Junta Departamental es porque algunos de los que accedieron al legislativo capitalino de la mano del empresario Edgardo Novick decidieron, por su propia cuenta, volver al partido.

Para octubre de 2013 ya se sabía que la alianza blanquicolorada que pelearía en Montevideo por la Intendencia ante el FA se llamaría Partido de la Concertación. A principios de 2014 la ingeniería electoral ya estaba preparada, incluyendo la presentación de las 1.300 firmas ante la Corte Electoral, de autoridades provisorias y de un documento constitutivo con la especificación de los fundamentos ideológicos del partido. Luego, los partidos tenían que hacer lo suyo: sus convenciones departamentales debían abstenerse en las convenciones departamentales para así poder dar lugar a la coalición. Además, los dirigentes que participaban en las elecciones internas no podían estar luego en listas de la Concertación, una pequeña cláusula que pareció fácil de sortear, pero que en 2015 complicó a blancos y colorados: quienes habían previsto ser candidatos desde la interna terminaron afuera de la competencia, voluntariamente en el caso de Luis Alberto Ney Castillo, o involuntariamente como el diputado nacionalista Jorge Gandini, cuya postulación fue vetada por Luis Lacalle Pou.

Ahora, a seis meses de las elecciones internas, la idea de reeditar la Concertación para recuperar el gobierno de Montevideo no está ni siquiera instalada entre los partidos tradicionales. Ni siquiera las preguntas que deberían responder; por ejemplo, si incluir al Partido de la Gente de Novick. Incluso, para poder concretar el acuerdo, blancos y colorados deberían volver a reservar los nombres de sus candidatos en lo departamental –es decir, asegurarse de que no participen en la elección interna– y, a la vez, garantizar que el Partido de la Concertación obtenga en esa instancia al menos 500 votos, que son los mínimos establecidos para seguir adelante en la contienda electoral. Asimismo, tendrían que abstenerse de competir en la contienda capitalina de 2020.

En el PN el tema será discutido después del verano; a diferencia de lo ocurrido hace cinco años, la mayoría de los dirigentes no están preocupados por el tema. La negativa al acuerdo ya no es exclusividad del diputado Pablo Iturralde; incluso algunos artífices del anterior proceso, como Gandini, empezaron a cuestionar la herramienta recientemente. El senador Álvaro Delgado, uno de los principales allegados a Lacalle Pou, dijo a la diaria que no existe una definición y estimó que probablemente sea una “discusión de este verano” que se resolverá en los primeros meses del año que viene. Del sector de Lacalle Pou, el único defensor de la herramienta es el senador Javier García.

En filas wilsonistas esto no genera entusiasmo. El diputado de Alianza Nacional Pablo Abdala confesó que el tema está “absolutamente parado”. El problema, explicó, está relacionado con que la militancia está “concentrada y obsesionada” en la elección nacional, porque “podemos y debemos ganar”. “Todo nuestro esfuerzo y expectativa está ahí”, confesó.

Abdala prevé que si el tema no se discute en breve, la Concertación terminará de disolverse: “Todo parece indicar que si no pasa algo, y hasta ahora nada ha pasado, el propio paso del tiempo va a enterrar al Partido de la Concertación”.

Los bailes se hacen de a dos

Entre los colorados la cosa está todavía más inmadura. El tema no se ha mencionado en las últimas sesiones del Comité Ejecutivo Nacional, y tampoco en la última Convención Nacional del año, el sábado pasado. “La cosa no es sencilla”, admite el precandidato José Amorín Batlle, ya que “no hay ambiente todavía”. Adrián Peña, diputado y ex secretario general del Partido Colorado (PC), describió la situación, en diálogo con la diaria: “Del tema ni se ha hablado. Esto tiene dos socios, pero estar al tanto de que en el PN la cuestión está complicada no ayudó a que el tema se resolviera acá. Si hubiera una certeza del PN, quizás podríamos haberlo planteado, pero al no mostrar interés, tampoco está claro [qué pasará] todavía”.

Peña reconoce que en el PC hay un “problema evidente”: explicó que un acuerdo como el de 2013 necesitaría el aval de dos tercios de la convención (400 en 600 convencionales), y con la actual integración de ese cuerpo sería muy difícil conseguir esa mayoría. La única alternativa: esperar a que se conforme la nueva convención tras las elecciones internas. Pero esa posibilidad tiene un problema aun mayor que la hace inviable, reconoció Peña: echa por la borda el proceso de la propia creación de la Concertación, que implicaría, por ejemplo, la presentación de una lista del Partido de la Concertación en las internas –que además requeriría un mínimo de 500 votos–, además del anuncio de la abstención del PC en las elecciones departamentales de Montevideo. Todo se trata de un proceso que debe realizarse antes de la contienda electoral de junio.

¿Cuál es la diferencia con lo que ocurrió hace cinco años en el PC? “La convención que votó afirmativamente el lema común con los blancos era en un 75% de Vamos Uruguay, y había acuerdos con los demás sectores. Ahora es más difícil ordenar una votación y trasladar a las bases la voluntad de los líderes, porque estos están en construcción”, explicó Peña. El momento efervescente del partido, los nuevos liderazgos y la fragmentación de la fuerza política complican la negociación. Además, el ex secretario general del PC admite que “la experiencia pasada jugó en contra”. “Lo de incluir a Novick se consideró un error y mucha gente lo ve como un temor. La experiencia no fue buena. Algunos entendemos que la herramienta es buena pero fue mal utilizada; pero otros creen directamente que no es positiva”.