“Jaime supo tener la mirada larga y vencer en la mañana siguiente”. Esa frase, pronunciada muchos años atrás por el general Liber Seregni, se replicó ayer en las palabras que eligió Enrique, alias Quique, para homenajear a su padre, el histórico dirigente comunista Jaime Pérez. A 90 años de su nacimiento, la Junta Departamental de Montevideo conmemoró su trayectoria como obrero peletero, edil, diputado, senador y referente histórico del país.

“Él puso literalmente el pellejo detrás de sus ideas y pagó un precio altísimo por eso”, comentó la presidenta de la junta, Graciela Villar, sobre el derrotero político del ex secretario general del Partido Comunista del Uruguay. Villar lo recordó por hacer frente, en abril de 1972, al “mayor crimen político del siglo XX”: el asesinato de ocho obreros comunistas en la seccional 20 del partido. Su investigación como legislador fue determinante para demostrar que los trabajadores estaban desarmados y que militares y policías los acribillaron a balazos. “Quizás esto, más toda su historia, puedan servir de explicación, si es que la puede tener, del horror al que fue sometido cuando estuvo preso”, añadió.

En octubre de 1974 Pérez cayó preso, siguió relatando Villar, y “fue arrinconado en los tenebrosos laberintos de la locura”, pero “salió vencedor, como otras tantas veces, porque en el Penal de Libertad fue rodeado por otros presos, que forjaron una invencible trenza de solidaridad” y lo ayudaron a “restaurar sus heridas y salir de ese laberinto donde la dictadura lo quiso confinar”, señaló. El edil Luis Fogiani dijo que los militares pensaron que “atacando y masacrando a Jaime Pérez iban a erradicar el comunismo y a quebrar el andamiaje montado, pero no lo pudieron lograr. Él resistió los peores momentos de su vida y logró marchar hacia adelante”.

Luego de ser liberado, en agosto de 1984, Pérez logró recuperarse y retomó su cargo como secretario general. Al tiempo, añadió Villar, en 1992, protagonizó un debate en el que puso en cuestión los aspectos medulares de su propia ideología: rechazó todo tipo de dictadura. “Esa capacidad de poner en cuestión sus convicciones ideológicas fue una muestra más de que estaba dispuesto a poner el pellejo detrás de sus ideas”, concluyó Villar.

Su hijo relató que “le tocó jugar con las cosas más bravas, esas que realmente duelen, que quitan el aliento”, pero como “él decía: ‘Es difícil ser comunista y no ser optimista’”. El rechazo de Pérez a la dictadura del proletariado, comentó, “no solamente fue un acto de sensibilidad por su propia experiencia en la cárcel”, sino también una “revisión profunda de sí mismo” y de sus “convicciones”. Agregó: “Enfrentó la crisis y en el medio del derrumbe y los escombros de los sueños, con confianza, optimismo y valentía intelectual, supo levantar su mirada. Jaime nunca dejó de soñar”.