No importaron las banderas ni los lemas partidarios. Diez días después de que Jorge Pacheco Areco implementara las medidas prontas de seguridad, el 23 de junio de 1968, el diputado democratacristiano Juan Pablo Terra hizo por radio y televisión una convocatoria a los sectores opositores para unir fuerzas bajo el paraguas de un programa común. A 50 años de ese día, que marcó el devenir del Frente Amplio (FA), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) realizó ayer un acto en la Huella de Seregni, con el objetivo de recordar ese momento histórico fermental para pensar el presente.

Jorge Rodríguez, integrante del PDC, abrió el acto haciendo hincapié en la importancia de la construcción de la unidad. La idea de juntar a cristianos y marxistas bajo un mismo paraguas fue “extraordinariamente audaz”, señaló, y agregó que consideraba “justo” que se reconociera ese llamado de Terra como un antecedente para la fundación del FA. Destacó que en estos 50 años, el FA creció exponencialmente, con 13 años de gobierno nacional y 28 de gobierno departamental, pero “todo crecimiento pasa por sus crisis; no es lo mismo el FA como oposición que el FA en el gobierno”. Por ese motivo, propuso hacer una “autocrítica”. “Hoy se nos dificulta nuestra forma de funcionamiento, la toma de decisiones, la unidad de acción; tenemos problemas políticos que nos atraviesan”, aseveró. Luego, esbozando una crítica a los problemas de unidad, Rodríguez se refirió a la discusión sobre el tratado de libre comercio con Chile y cuestionó esa idea de que existen “vencidos” y “vencedores”. Los fundadores del FA “jamás” concibieron en esos términos las discusiones políticas, aseguró, y recordó algo que Terra siempre les decía sobre su vínculo con Rodney Arismendi: “‘Teníamos un acuerdo básico: sabíamos hasta dónde podía llegar el otro’”. Rodríguez, por tanto, propuso “hacer un nuevo acuerdo político” que implique “aggiornar al Frente”, en relación a las nuevas realidades sociales, económicas y tecnológicas. “No se puede seguir con el mismo concepto 50 años después”, aseguró.

Luego tomó la palabra Laura Saravia, edila de Colonia, que aseguró que compartía esa mesa con enorme alegría porque “permite a esta generación que no conoció a Juan Pablo Terra conocerlo”. La joven señaló que su generación es hija de otros procesos políticos y eso los convoca a pensar el “Uruguay del presente y construir el del futuro”. En ese sentido, coincidió con Rodríguez en la idea de “hacer un nuevo acuerdo político”. También ahondó en los desafíos que tiene el FA por delante y en los puntos que se hace necesario revisar: “Pienso que Uruguay tiene que seguir trabajando contra la infantilización de la pobreza; también pienso en los problemas que tenemos con la vivienda, con el presupuesto para la educación y la salud”, afirmó, y remarcó que “el FA tiene que hacerse cargo y dar una respuesta”. Concluyó: “Dichos estos desafíos, pienso que ninguna de estas transformaciones se pueden hacer por fuera del FA”.

El historiador Gerardo Caetano repasó las consecuencias de ese llamamiento por parte de Terra. “Había que tener muchísimo coraje para que un cristiano convocara a marxistas, liberales, trostkistas, cristianos, blancos y colorados” a asociarse en una unidad progresista. Comentó que hacer esta propuesta en 1968 era “particularmente corajudo”, pero más aun era mantenerla en 1969 y 1970. Recordó que Pacheco se “había ganado el mote de ‘mudo’” y eso no es una buena aptitud para ser político. También hizo hincapié en que Pacheco “asumió un autorismo civil y desbordó la Constitución”; eso es “bueno recordararlo” en tiempos en los que se proponen las mismas medidas, en referencia a los comentarios de Guillermo Facello, dirigente del Partido de la Gente.

“Estos pioneros, esta generación de los orígenes, tenían una enorme grandeza política y demostraron algo fundamental: en el origen del FA la grandeza de las personas fue fundamental. Tan fundamental que ninguno podía personalizar al FA”, aseguró. El FA, señaló Caetano, logró la “unidad política” mediante un “pluralismo ideológico”. Concluyó: “50 años después, la fuerza de aquella generación pionera sigue siendo un espejo extraordinariamente exigente; el FA actual tiene que hacer muchísimas cosas por hacer para estar a la altura de sus fundadores”. Propuso tomar aquella convocatoria como “un espejo” para que el FA sepa “cambiar a tiempo y estar a la altura de aquellos extraordinarios fundadores”.

El presidente del FA, Javier Miranda, recordó que en aquel llamado Terra alertaba sobre “la crisis de la confianza”. Hoy, aseguró, la política se encuentra ante el mismo brete y señaló que prima “el juego de la antipolítica”. Aseguró que, “por supuesto”, todos los políticos “tenemos responsabilidad en eso”. “El desafío nuestro es el cambio permanente. Tenemos que ser capaces de escuchar mucho a la población y de tener el oído abierto para lograr la unidad”, dijo. Por eso, aseguró que el FA necesita cerrar filas y rescatar el valor de los padres fundacionales para “rescatar el valor de la generosidad y la humildad de dejar prendas en el camino para construir algo más grande”. Esos valores, aseguró, tienen que estar presentes en el FA: “Tenemos que crear historia, no sólo continuarla. Ese es nuestro desafío”.