El senador Jorge Larrañaga sigue con el mismo objetivo como norte: ser el candidato único del Partido Nacional. En su opinión, sólo es posible una interna blanca en la que compitan dos candidatos, ni uno más. Aunque prefiere no hablar de los matices con sus correligionarios, arriesga que las diferencias se terminan dirimiendo en las urnas. Adelanta que si se lo proponen, no aceptaría integrar una fórmula como vicepresidente.

En cuanto a la reforma constitucional que impulsa, asegura que es “la reforma de la gente” y una forma de “canalizar” el reclamo por inseguridad. Descarta que los “militares desembarquen frente al Palacio Legislativo con ametralladoras”, opina que las críticas que hizo el intendente de Maldonado, Enrique Antía, a la iniciativa “no son justas” y concluye en que “cuidar a la gente no es de izquierda ni de derecha”.

Luego de las últimas elecciones muchos pensaron que no volvería a candidatearse. Incluso usted dijo que era su última vez. ¿Qué lo impulsó a presentarse nuevamente?

Los valores básicos que absorbí de mi familia fueron el sacrificio y la lucha. Esa es mi historia. Siempre sostuve que no hay nada que valga la pena y no cueste mucho. No tengo herencias en el marco político, construí mi trayectoria sobre la base de un proyecto político y de mi esfuerzo. Tuve la audacia de ser intendente [de Paysandú] muy joven, con 32 años; después pasé a la palestra nacional, conformé un grupo, y eso me llevó a ser candidato único del Partido Nacional [PN] contra el mejor Frente Amplio [FA] y el mejor Tabaré Vázquez. Llegué al porcentaje más alto que obtuvo el PN desde la dictadura hasta acá. Después seguí en las dos campañas siguientes y el año pasado decidí volver a ser precandidato porque creo que tengo un buen proyecto político y una responsabilidad. No puedo ser espectador de un país que se cae por la pendiente sin que nadie haga nada. Tengo experiencia y una enorme fortaleza interior que me lleva hacia adelante incluso en situaciones complejas. Soy un combatiente.

¿Qué escenario imagina en las próximas internas?

Estoy convencido de que va a ser un escenario del candidato con la gente. Faltando tres meses para la interna de 2004, yo aparecía muy lejos en las encuestas pero terminé ganando. En las últimas elecciones aparecía como favorito y terminé perdiendo la elección. Todas las internas y elecciones son distintas. Los modelos que se repiten muchas veces terminan fracasando o perdiendo.

Hay algunos dirigentes que están a la espera de lanzar sus candidaturas, como la senadora Verónica Alonso o el grupo de los intendentes, ¿cómo piensa que se terminará resolviendo la interna?

Le voy a expresar algo que está totalmente constatado: nunca he visto una elección con tres o cuatro candidaturas. Todas las elecciones internas terminan polarizándose. No lo digo para disminuir a nadie, por favor, esa no es mi intención. Lo que sostengo es que en todas las elecciones de nuestra historia siempre fueron dos expresiones las que terminaron captando la mayor atención. Eso pasó en 1999, 2004, 2009 y 2014. Y va a pasar en 2019.

¿Y usted será una de esas dos expresiones?

Por supuesto que aspiro y estoy convencido de ser el próximo candidato único del PN. Soy de esas personas que cuando salen, llegan hasta el final. Me embarqué en esta precandidatura porque tengo un proyecto, un equipo, ideas, experiencia y un relato de vida de mucho esfuerzo y resiliencia. Creo que para enfrentar cualquier actividad de la vida hay que saber sufrir y superar los sufrimientos para salir adelante. También tengo pleno conocimiento del sistema político. Me equivoqué en la anterior elección cuando pronostiqué que ningún partido iba a tener mayorías parlamentarias, pero en esta elección no me voy a equivocar. Estoy convencido de que ningún partido político va a tener mayoría parlamentaria, por eso hablo de los liderazgos, porque van a ser necesarios si nuestro partido llega a la instancia del balotaje. En ese balotaje pretendo estar y estoy convencido de poder ganarlo.

¿Cuál va a ser su propuesta?

Nuestro proyecto de hoy es un proyecto de justicia, en el que la sociedad y sus integrantes tienen que advertir que hay derechos y obligaciones, y el Estado tiene que cumplir un rol, dar oportunidades y garantizarlas. Por eso no concebimos que no estemos haciendo la revolución más progresista que puede hacer una sociedad, que es la revolución de la educación. Esa es la reforma progresista que el país precisa y tiene que ser absolutamente prioritaria: no podemos tener futuro si fracasamos con nuestros niños. La educación pública tiene que ser el verdadero escudo de los pobres. Personalmente, me obsesiona que el Estado cumpla una función ética de igualar oportunidades, y hoy no hay igualdad de oportunidades. En nuestra concepción, el Estado debe cumplir dos objetivos fundamentales: garantizar la seguridad y crear igualdad de oportunidades. Esto es central. En el Uruguay de hoy hay necesidades redistributivas insatisfechas. La revolución es cambiar entonces la educación, la seguridad y modernizar las políticas sociales, que llegaron para quedarse; no las pensamos tocar, pero sí modernizar y adecuar. A nosotros nos dijeron en 2005 que las políticas sociales distributivas iban a tener un par de años y después iban a encontrar la ruta de salida de la pobreza, pero al final las políticas sociales terminaron siendo un reducto de asistencialismo, no de inclusión social y humana.

¿Pero tiene en mente medidas concretas para estos problemas que señala?

Si le revelara qué voy a plantear, le estaría dando la estrategia a seguir en la próxima campaña, y usted imaginará que las estrategias no se revelan. Habrá que buscar aquellos mecanismos, que por supuesto los tenemos, pero que hoy no estamos en condiciones ni queremos anunciar cuáles van a ser.

En el correr de un año fueron varios los dirigentes que decidieron abandonar su sector. ¿Le preocupan estas escisiones?

Siempre preocupa el posicionamiento diferente de quienes compartieron un proyecto durante muchos años. Estaría faltando a la verdad si le dijera una cosa diferente, pero tengo la necesidad de seguir adelante. Nuestro proyecto es un proyecto de país, de desarrollo, y yo tengo la obligación imperiosa de seguir luchando. No me funciona el espejo retrovisor, lo perdí. ¿Sabe por qué? Porque uno no puede avanzar mirando para atrás. Lo único que hace es enlentecer su paso, enlentecer su marcha. No miro para atrás ni me genera ningún tipo de expresión de resentimiento de ninguna naturaleza estas cosas, porque soy una persona optimista con una enorme e inquebrantable fuerza de voluntad, que me motiva en muchas cosas en la vida. Lo que a veces me genera sorpresa es que los dirigentes se van tantas veces como se anuncian en los medios de comunicación. ¡14 veces! ¡25 veces! ¡70 veces! Los que se fueron, se fueron. En el fútbol son los goles, en la política son los votos. Veremos. Tenemos diferencias y esas diferencias los blancos las zanjamos en las urnas. Por eso, si hay algo inevitable en el PN, absolutamente inevitable, es la elección interna.

“Cada vez que el lacallismo fue grande, tuvimos un partido chico”, dijo el año pasado en el programa Pisando fuerte. ¿Lo sigue pensando?

Lo dije una vez y forma parte de un pensamiento. Es evidente que con el doctor Lacalle Pou tenemos diferencias de raíces, de proyectos políticos y hasta de historias. La candidatura del PN la va a resolver la gente en las urnas y la convención seguramente va a ser la que determine la candidatura para la vicepresidencia, para la cual ya he expresado que no voy a ser candidato.

El grupo de los intendentes viene agarrando viento en la camiseta, ¿piensa que pueden proyectar a nivel nacional las ideas que tienen en lo local?

Los proyectos llevan tiempo. Yo fui constructor de un proyecto político a lo largo de los años. Puedo hablar de desarrollo local, descentralización y desigualdad en el interior porque tengo la experiencia de conocer cada rincón de la república. Todo depende de los referentes políticos, lo que puedan resaltar o trasladar a la opinión pública nacional. Todo depende de los liderazgos que se puedan ejercer, y de que la gente los pueda acompañar. Haciendo referencia a mi experiencia, y no a la de nadie más, no es lo mismo la política departamental que la nacional.

Si no despega el grupo de intendentes, ¿los volvería a cobijar bajo su sector?

Yo no entro en esas suposiciones, porque lo primero que van a decir es que “Larrañaga especula con la perspectiva de que los intendentes vuelvan a su proyecto político”. Y no es así. Las puertas obviamente están abiertas. Si hablamos de que tenemos que sumar voluntades afines al proyecto en el marco interpartidario, eso vale todavía más puertas adentro del partido. Los movimientos no son compartimentos estancos, tienen sus puertas abiertas.

¿Cuántas firmas llevan recolectadas para impulsar el referéndum?

Hemos lanzado algo así como 200.000 papeletas, que implican unas 600.000 firmas, pero estamos en una fase que es de retorno de esas papeletas, entonces no hemos hecho todavía una evaluación. Tenemos, sí, la impresión de que hay una importantísima adhesión a nivel de la población en general. Prueba de ello es que dirigentes de todos los sectores del PN han firmado, así como relevantes dirigentes políticos del Partido Colorado y alguna gente del FA.

Hace unos días, el intendente de Maldonado, Enrique Antía, dijo en el programa En perspectiva que su reforma constitucional “no conduce a nada”, más bien parece “una señal de ‘aprovechemos la calentura de la gente’” y una estrategia para reposicionarse en la política nuevamente. ¿Qué opina de esto?

Esa es una referencia que no es justa ni con mi trayectoria política ni con los valores que he procurado aplicar siempre en mi actividad política. Esta es la reforma de la gente. La gente está pidiendo firmar y esta reforma logra canalizar ese reclamo de seguridad pública. Es una reforma que les va a servir a los uruguayos dentro de 15 meses, cuando al otro día de la instancia electoral se pueda empezar a aplicar, porque le va a dar al próximo gobierno instrumentos contundentes.

¿Esta iniciativa lo vuelca más a la derecha?

Nosotros somos blancos. No somos ni de izquierda ni de derecha. Estoy con- vencido de que si agarra a especialistas e intentan ubicar en un pizarrón a los distintos referentes de la vida política nacional, probablemente se ubique a los del FA hacia la izquierda y a mí me colocarían en una visión de centro. Y que no se diga que por llevar un intento de reforma constitucional de estas características no somos centro, porque el cuidar a la gente no es de izquierda ni de derecha. En definitiva, hay quienes le terminan poniendo una etiqueta a nuestra reforma de derecha, demagógica y populista, pero es como que yo expresara que si cuidar a la gente es de derecha, no cuidarla es de izquierda. Y yo no puedo hacer un agravio de esas características.

También hubo críticas del intendente de Cerro Largo, Sergio Botana, que dijo a la diaria lo siguiente: “A Wilson [Ferreira Aldunate] de lo único que lo vi arrepentido en su vida fue de haber votado la Ley de Seguridad del Estado, que terminó siendo utilizada para sacar el Ejército a la calle. Y yo digo que esto va en esa misma línea [...]. No es bueno que los militares se mezclen con el delito ni que empiecen a tener manifestaciones de opinión”.

Mire... lo que querría principalmente Wilson Ferreira Aldunate es que se cuide a la gente. Estamos hablando de militares con funciones de Policía. Es lo mismo que hizo el gobierno de Tabaré Vázquez con el proyecto que ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados, en el que se les confiere a todas las Fuerzas Armadas funciones de Policía en los 20 kilómetros de la frontera. Estamos hablando de una guardia nacional que ha sido exitosa en otras partes del mundo, como España, Italia, Portugal, Holanda, Chile. No estamos previendo que los militares desembarquen frente al Palacio Legislativo con ametralladoras, estamos hablando de una segunda fuerza, con adiestramiento y preparación, que cumpla con funciones de Policía. A mí me parece central esto, tenemos que usar todos los recursos humanos para enfrentar una delincuencia que nos está desbordando. Los delincuentes van ganando la batalla y eso es inocultable, pese a los 32.000 policías que tenemos. Hay un fracaso en la política de seguridad. Con toda franqueza, no creo que esta sea una política equivocada; muy por el contrario, la gente me lo indica con la firma, y de última es elección de la ciudadanía. Es una reforma constitucional flexible porque no requeriría otra reforma constitucional para cambiar esta reforma. Para los detractores que dicen que es mala cosa poner en un texto rígido determinadas disposiciones, yo les digo que no. Si se llegara a la comprobación de que está mal, las mayorías parlamentarias pueden modificarlo.

En su momento no acompañó la campaña impulsada por el senador colorado Pedro Bordaberry para bajar la edad de imputabilidad e incluso cuestionó que se quisiera resolver el problema de seguridad con cláusulas rígidas. ¿Qué fue lo que cambió?

Es otro tema, otro tiempo, pasaron años. Esta reforma es mucho más integral. Refiere a muchos más temas y habla de toda la política de seguridad, en cuanto incorpora una segunda fuerza al Ministerio del Interior en la represión del delito, determina el cumplimiento efectivo de las penas, da la posibilidad del allanamiento nocturno y establece la pena de reclusión permanente revisable. Yo en ese momento dije que no firmaba, pero hubo libertad de acción y muchos firmaron y acompañaron. La gente laudó en las urnas.

Teniendo en cuenta las escisiones de su sector y el surgimiento de nuevas caras candidateables, ¿esta propuesta fortalece su candidatura en el partido?

Bajo ningún punto de vista yo entro en una especulación política con este tema. Yo no acudí a este instrumento para especular políticamente. ¡No, no, no! Yo llevo adelante este proyecto y recorro este camino porque creo que es lo que hay que hacer. Hay que cuidar a la gente, y el gobierno no lo está haciendo. Yo estoy haciendo algo. Usted me tendrá que reconocer que no es el camino más cómodo. En definitiva, salimos nuevamente a subir la cuesta, el repecho, el cerro.

¿Siente que le puede llegar a jugar en contra?

No digo que me puede jugar en contra o a favor. Lo que digo es que salimos con la convicción de que teníamos la obligación de hacerlo y con la idea de defender un nuevo modelo en materia de seguridad que el país precisa. Sin especulación de ninguna naturaleza. Lo anunciamos, lo resolvimos y lo hicimos. Muchos creyeron que no nos íbamos a animar.

Buenas migas

El líder de Alianza Nacional cuenta que el relacionamiento con José Mujica se fue erosionando cuando el entonces presidente comenzó a incumplir los acuerdos sellados con la oposición, por ejemplo, el Acuerdo Nacional en Educación. No obstante, sostiene que se ha juntado con el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, y han “tenido una relación de diálogo”. También hay otros referentes políticos del FA con los que ha dialogado: “He tenido vinculación con [Mario] Bergara, [Pablo] Ferreri y [Daniel] Martínez”. “El problema es que a veces estas relaciones terminan teniendo dificultades porque esos referentes, dentro del conglomerado del FA, muchas veces terminan perdiendo. Entonces, ¿por qué Vázquez en el primer gobierno priorizó la unidad interna del FA y voló los entendimientos con la oposición para su participación en las empresas públicas? ¿Y por qué tiene tremendas dificultades de suturar los desencuentros internos? Este segundo Vázquez termina flotando en el marco de un gobierno cuya fuerza política está radicada en el Plenario, que mandata en un sentido y el otro a sus legisladores. Esas son las dificultades”, acotó.