La hija de María, de siete años, fue entregada ayer por su madre a los Mossos d' Esquadra, la Policía autonómica de Cataluña, para que sea trasladada a Vielha, el pueblo donde vive su padre biológico, que no acudió hoy a la delegación diplomática, como estaba previsto.

“No me quiero ir, no me quiero ir”, gritó la niña antes de despedirse de su madre, relata el medio local El Periódico. La entrega, relata este medio, se produjo en presencia de los abogados de ambas partes a la entrada del consulado uruguayo en Barcelona y fue supervisada por un psicólogo de la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia de la comunidad autónoma.

María debía entregar a su hija el pasado viernes al padre en el consulado de Uruguay, pero una vez que la madre arribó junto con la niña, el cónsul uruguayo interpretó que ese espacio no era competente para ejecutar sentencias de la Justicia española y se negó a cumplir con el mandato. La madre y la hija se instalaron durante la última semana allí.

El caso trascendió en 2017, cuando María denunció en España al hombre por abusar sexualmente de la niña y viajó a Uruguay junto con ella. Pese a los pedidos del padre y las determinaciones legales, la madre se negó a volver a España, argumentando que el hombre la había sometido a varios episodios de violencia de género durante “períodos prolongados” y que sospechaba que había abusado sexualmente de ella. La Justicia uruguaya analizó el caso e impuso al padre la prohibición de acercarse tanto a la niña como a la madre, quien quedó a cargo de la tenencia provisional de su hija. Los técnicos del Poder Judicial determinaron que había indicios de que la mujer había sufrido violencia doméstica y de que la niña había sido al menos testigo de estas situaciones, aunque concluyeron que no había elementos para comprobar o descartar el abuso sexual.

En junio de 2018, la Suprema Corte de Justicia uruguaya falló que la niña debía volver a España junto con su madre. Allí continuó el proceso judicial para definir quién debía quedarse con la tenencia. Durante los últimos 15 meses, la niña concurrió a nueve de las diez audiencias fijadas por los servicios sociales españoles para recomponer el vínculo con el padre.

El martes, la Intersocial Feminista y la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual presentaron una queja ante la relatora especial de Naciones Unidas sobre Violencia contra la Mujer, la croata Dubravka Simonovic. Denunciaron el trato “cruel, inhumano y degradante” hacia la niña, que no se tomaba en cuenta su opinión y que el proceso judicial en España estaba plagado de irregularidades. Ayer las organizaciones sociales que presentaron la queja aseguraron que Simonovic dio una respuesta y ya envió una carta a las autoridades españolas.

Ayer la Intersocial Feminista hizo un “pedido no formal” a las autoridades del Instituto Nacional del Niño y Adolescente del Uruguay para que envíe un equipo de técnicos a supervisar la situación de la niña y las condiciones de su entorno, confirmó a la diaria Andrea Tuana, representante de la articulación. Tuana aseguró que hubo “receptividad” por parte del organismo.

“La idea es que el equipo trabaje en conjunto con los servicios sociales y el consulado uruguayo en Barcelona para hacer el seguimiento de la niña, especialmente en estos primeros días, y dar apoyo a María, que está realmente muy mal”, aseguró la activista. Se realizará un pedido formal “en las próximas horas”.

La niña viajó desde el consulado de Barcelona hasta la casa de su padre acompañada de dos policías que no conocía. El viaje debía durar cuatro horas, pero se extendió más de lo previsto porque, en el camino, la niña cenó en una comisaría, consignó Subrayado. Allí fue recibida, además, por dos psicólogos, que hablaron con ella y luego la acompañaron a la casa del padre. Tuana dijo que la abuela de la niña confirmó que “llegó” a donde estaba su progenitor, pero agregó: “la realidad es que no sabemos cómo está”.