La vicepresidenta Lucía Topolansky cree que los balotajes son siempre “durísimos”, pero obligan a “romperse el alma”. En el camino a la segunda vuelta, entiende que no hay que “conveniar con los dirigentes”, sino dirigirse a los electorados, porque en todos los partidos, incluido el Frente Amplio (FA), son “variopintos”. Si bien reconoce que uno de los problemas que tuvo la fórmula presidencial fue la llegada al interior, evalúa que allí el voto blanco o colorado no es “tan matemático”.
No duda de que la futura coalición opositora deje de existir al poco tiempo de funcionar, y está convencida de que el candidato nacionalista es consciente de esto. Para Topolansky, el objetivo del nacionalista es sostener la unión durante el primer año de gestión: “La ilusión es mantener la coalición para esa ley de urgencia, por eso quiere hacer una ley ómnibus, porque saca esa ley y capaz que no saca más nada”. Luego de aprobada esa ley se vota el Presupuesto, y para Topolansky “él quiere asegurar los votos”. “Lo que se come Lacalle es la calle, porque si tú pones una norma, por ejemplo, de desmonopolización del gasoil, ¿qué va a hacer FANCAP?”.
Se ha comparado la elección del domingo pasado con la de 1999. ¿Qué diferencias ves entre un proceso y otro?
Hay una diferencia sustancial: el contexto. En 1999 sólo blancos y colorados sumados tenían más que el FA. El Nuevo Espacio estaba notoriamente más cerca del FA, y fueron los votos que captó nuestro partido. En la suma te daba lo que salió, 45% a 55%, no había otros partidos chiquitos. El FA no había gobernado nunca y además era el primer balotaje, que se había puesto para frenar al FA porque en la elección anterior había habido un triple empate. El cálculo de blancos y colorados era que el FA podía subir, como subió… Soy de las pocas que piensan que valió la pena el balotaje. Es un balotaje durísimo el de Uruguay, obliga a romperse el alma, y eso es relativamente bueno en política. Y este balotaje, que podría ser equivalente, tiene a la oposición con los colorados y Cabildo Abierto [CA], que es la novedad, y después una serie de partidos que son votitos, pero que si los sumás es una parcela interesante.
Entonces sería una ventaja para el FA que el bloque opositor esté más disperso.
No sé si es una ventaja o no, pero esa es la diferencia. Creo que la ventaja que tiene el FA está por otro lado. Los dos balotajes los ganamos contra el Partido Nacional [PN] y contra un Lacalle: Lacalle padre y Lacalle hijo. Son las figuras del herrerismo, y muchos colorados no quieren que el herrerismo los lleve de la nariz, porque cada uno tiene su historia, su tradición, su cultura política. También dentro de las filas del PN existen sectores blancos más orejanos, menos conservadores, que también se resisten, y son los que explican las diferencias que tuvo el FA en esos balotajes. Por otro lado, tenemos un gran signo de pregunta: el electorado de CA. Hoy [por el jueves] leía un análisis interesante de Ignacio Zuasnabar en Búsqueda. Él dice que Un Solo Uruguay no se vio contemplado programáticamente ni en el PN, ni en el Partido Colorado [PC] ni en el FA, y vio algunas propuestas en CA. Yo no sé si eso será así, pero por lo menos es algo que me deja pensando.
Si fuera así, ¿piensa que en Un Solo Uruguay hay fuerzas sociales similares a las que impulsaron la Concertación para el Desarrollo en 2002? ¿O eso fue otra cosa?
La Concertación era una cosa bien distinta, porque incluía a sectores sindicales, sociales, partidos políticos. Pero esta observación de Zuasnabar, si es así, lo que me dejó reflexionando es que en el interior no es tan matemático lo de blanco y colorado; hubo gente que no sé si votará a Lacalle. Entonces el desafío del FA no es conveniar con los dirigentes, porque los dirigentes ya estaban conveniados antes del balotaje aparentemente, sino dirigirse a los electorados, porque los electorados de todos los partidos, incluido el nuestro, son variopintos. Hay gente que es más del carozo de un partido, hay gente que es más periférica y hay gente que es más eventual. Creo que va a jugar mucho otra cosa, porque el Parlamento ya está definido y no se puede cambiar: estamos definiendo quién va a llevar el timón del país. Toda la campaña del bloque opositor estuvo centrada en que había que gestionar bien: eficiencia, gestión, gestión. Daniel Martínez es un excelente gestor; no será un excelente orador, que no lo es, pero como gestor no tiene punto de comparación con Lacalle, porque viene del mundo de la industria, estuvo en la conducción pública, en la conducción privada, es del mundo de la tecnología, que es el mundo de hoy, del siglo XXI, y calza en esa perspectiva de transformación del mundo del trabajo, lo que es crucial para Uruguay. En cambio Lacalle es un abogado, y se acabó la época de M’hijo el dotor. Creo que no tiene nada de gestión; ha sido legislador, en su currículum figurará eso... Entonces ahí hay una diferencia al momento de decidir quién lleva el timón del país, y yo creo que a eso tenemos que comunicárselo a la gente. El FA plantea la necesidad imperiosa de crecimiento, no sólo para la estabilidad de la economía, sino para la generación de empleo, que es la política social de fondo. Todo lo demás es adicional; si no tenés empleo, que es lo que distribuye más, y crecimiento, que es lo que te permite desarrollar las políticas públicas, lo demás no importa, podés hablar en checoslovaco y es lo mismo. En cambio, la coalición que aparentemente se está formando recién está armando el programa. Vamos a ver qué puntos pone y qué puntos no pone de lo que eran las propuestas de esa cantidad de partidos. Pero además hay uno de los partidos, el Partido de la Gente [PG], cuyo único representante parlamentario, Daniel Peña, ha dicho que [Edgardo] Novick no lo representa, y que van a citar una convención para ver lo que hace.
Y se reivindica como wilsonista, además. ¿Puede ser un aliado?
Sí, porque él viene del PN, estuvo muy enfrentado con Lacalle, entonces uno se hace muchas preguntas. ¿Qué puede conversar Novick con Lacalle?
“Si el salario real queda planchado las jubilaciones quedan planchadas, y eso es lo que nosotros les vamos a salir a decir a los activos y a los jubilados. Cuando te dicen que sólo van a negociar salario mínimo te están diciendo que el resto va a quedar planchado”.
¿Olfatea que el diputado Peña no votaría a Luis Lacalle Pou?
Sé que no lo lleva, porque él tuvo peleas en Canelones. De ahí a lo que vaya a hacer no sé, pero como en Búsqueda salió eso, me confirma la percepción que tenía. Y después hay por aquí y por allá, y sobre todo a nivel de los departamentos del interior, una cantidad de ediles, concejales, caudillos locales que no son “ordeno y cúmplase”. Eso ya lo vimos en los otros dos balotajes. Nosotros vamos a trabajar sobre todo ese escenario. Es muy importante ver qué dicen en este programa común sobre los Consejos de Salarios, que es el otro tema grueso de esta campaña. ¿Por qué? En los 20 años de la salida de la dictadura, tres gobiernos colorados y uno blanco, se generaron 100.000 puestos de trabajo y se perdieron 90.000, casi todos en el período de Lacalle Herrera, que ahora Lacalle Pou está reivindicado, porque no lo había nombrado pero al final de la campaña lo empezó a nombrar. Lo peor de la destrucción de esos 90.000 puestos de trabajo es que la mayoría fueron industriales; casi todas las textiles cayeron en ese momento, las del calzado, FUNSA, Onda, Espinillar, los bancos. La lista es larguísima. Y a esto es bueno tenerlo presente. En los 15 años de gobiernos del FA se generaron 320.000 puestos de trabajo y se perdieron 55.000 en el último tramo, de los cuales la mitad son en la construcción. Y ahora, en estos cuatro meses finales del período, empiezan emprendimientos: el Ferrocarril Central, UPM, la instalación de Google, la ampliación de Pepsi, porque hay empresas que disparan de Chile. Y hay otras cosas interesantes que van a ir apareciendo en este tiempo, así como propuestas para salir a la búsqueda de algunos capitales nacionales que se fueron para el exterior. Entonces ahí hay una diferencia en un punto eje. ¿Y por qué lo asocio con los Consejos de Salarios? Porque el salario real estaba sumergido en la dictadura. En el primer gobierno de [Julio María] Sanguinetti subió 11%; Sanguinetti convocó a los Consejos de Salarios, una ley de 1943, creada por el segundo batllismo. Después vino el gobierno de Lacalle, con Ana Lía Piñeyrúa, [Fernando] Pérez Tabó, que sigue ahora en los equipos, y el salario real bajó. Después subió otro poquito en el segundo mandato de Sanguinetti, y se derrumbó en el mandato de [Jorge] Batlle. A lo largo de los 15 años de gobierno del FA el salario real subió 54%, gracias a la negociación colectiva. Y hay que recordar que desde 1989 las jubilaciones van enganchadas al salario real, o sea que si el salario real no sube las jubilaciones tampoco. Si el salario real queda planchado las jubilaciones quedan planchadas, y eso es lo que nosotros les vamos a salir a decir a los activos y a los jubilados. Cuando te dicen que sólo van a negociar salario mínimo te están diciendo que el resto va a quedar planchado. Y hay tres millones y medio de uruguayos que viven de los salarios y las jubilaciones, porque rentistas son poquitos. Ojo al gol con planchar eso, que es lo que mueve toda la economía doméstica. El primero que se da cuenta cuando eso desaparece es el almacenero, porque ya no vende la yerba por kilo, empieza a vender de a cebaduras...
Fernando Pereira dijo hace unos días que a la izquierda le faltó sintonizar con mucha gente; decía que “faltó incorporar a la ola a algunos que ni siquiera pusieron la tabla en el agua”, que había un mensaje homogéneo, que se le estaba hablando más a la clase media, pero no todos están pudiendo llegar a fin de mes.
Es probable que sí, que en el mensaje central de la fórmula haya estado eso. Pero después están todos los mensajes que dimos los sectores, y eso es lo que refleja el resultado. Del programa nosotros tomamos como eje el crecimiento, la generación de empleo, el empleo como mayor distribución de la riqueza. También el tema de la vivienda, con un marco de dignidad: no módulos evolutivos, sí Plan Juntos, con viviendas acordes al tamaño de la familia, y sabemos los costos que eso tiene, por eso el programa duplica los recursos. También enfatizamos salud y educación, porque acercar la educación universitaria y terciaria al joven que vive en el interior del país es un mérito de los gobiernos del FA, y si no salió la Universidad de la Educación fue porque se precisaba mayoría especial para crearla, como cualquier ente autónomo, y nadie en la oposición la votó. Esto es una cosa muy fuerte como señal. Estuve en la instalación del Regional Noreste que puso la Universidad de la República en Rivera, en un campus con la Universidad Tecnológica [Utec], la terciaria de UTU y Formación Docente. Tiene 2.000 alumnos. ¿Era pensable en el Uruguay de hace 15 años ese campus? No. El que me diga que sí, que me muestre la foto. Yo la puedo mostrar.
Sin embargo, el FA en el interior no votó bien.
Mi fuerza política perdió un diputado en Salto pero ganó dos, uno en Artigas y otro en Maldonado.
Pero el FA en general cayó, ¿piensa que la fórmula quedó con un perfil demasiado urbano?
Sí, es probable, y nosotros lo habíamos dicho, habíamos visto esa falencia. Porque si tú mandas a un militante a hacer campaña al interior y va a San José, tiene que saber de lechería, y si va a un departamento ganadero o forestal tiene que saber de esos temas, porque lo que sucede en las áreas agrícolas pega en las ciudades. Es esa sinergia que logró Un Solo Uruguay, que el de las herramientas agrícolas iba a esa movilización porque le pega lo otro. Nosotros antes de la interna hicimos 307 actividades, y en la segunda parte de la campaña llegamos a casi 700 actividades. Y ahí lo que pesa es el boca a boca, la radio bemba.
¿Eso fue lo que faltó en el interior por parte de la fórmula?
Claro, exactamente, porque no alcanza con ir a las capitales. Nosotros hicimos actividades sectoriales en Florida, pero también en Sarandí Grande, en Mal Abrigo, en 25 de Agosto, en Pintado, en La Cruz, donde los habitantes no llegan a ser 2.000, pero es emblemático porque ahí nació Julio Castro. Esta campaña apareció por primera vez un comité del FA, que se llama Julio Castro, con toda la razón del mundo. El 13 de noviembre los compañeros, con plata de su bolsillo, hicieron un monolito, una marca de la memoria, a la entrada del pueblo. A la actividad que fui vino cantidad de gente que no sé ni de qué pelo son, a escuchar. En 2004 Tabaré [Vázquez] instaló el concepto de “pueblo a pueblo”, que es más que un banderazo, porque el banderazo te da sólo un tipo de mensaje. ¿Cómo puedo graficar en una sola imagen cuál es un modelo y cuál es el otro? Pienso en la vieja cárcel de San José, un edificio siniestro, de 100 años de antigüedad, en el centro de la ciudad, que fue cerrado cuando llegó el FA. Ahí están haciendo una Utec; ahora en febrero estará terminada, y será lo más avanzado en informática que va a tener el país. De otra antigua cárcel, en Punta Carretas, nació un negocio privado, un shopping. ¿Qué es mejor? ¿Que de un edificio público nazca una universidad de punta o un boliche avanzado? Esas cosas la gente las entiende.
¿Y hay tiempo para comunicar esas cosas antes del 24? Porque una crítica que se le ha hecho a este gobierno es que le faltó iniciativa política.
Hay que matarse. Cuando tú subes a un avión, te dicen que pongas el celular en modo avión. Bueno, yo desde el principio estoy en modo ganar, y sigo en modo ganar. No empiezo a especular si pasó esto o lo otro, porque ahí ya empiezo a perder. Cuando vos estás en modo ganar dejás el resto y te matás. Y yo este mes me voy a matar y mis compañeros también, y es lo que queremos transmitir al comando. El comando de Daniel ha sido muy receptivo. Les tenemos que pedir a todos que se rompan el alma, desde el militante más periférico hasta el vecino que nos votó pero nunca militó, porque está la suerte del país en juego, no es poca cosa.
¿Es por eso que Yamandú Orsi asume como jefe de campaña?
Eso salió de Daniel, es viejo. Él le había pedido que fuera la cabeza del comando, pero como la campaña era más larga y lo iba a absorber totalmente le impedía seguir con su función de intendente. Y él no renunció porque se va a candidatear en Canelones, y tampoco podía ausentarse de la campaña del sector. Él fue al comando político con Pacha Sánchez, pero no estuvieron en ese otro plan. Esta campaña, que es muy cortita, con diez días de licencia la puede asumir.
¿Puede cumplir ese rol de conectar más con el interior?
Sí, él va a jugar un rol porque es un hombre muy bien visto. Conoce a todo el ámbito del Congreso de Intendentes, pero además es muy bien visto en el interior, porque Canelones resume a Uruguay: tiene ganadería, lechería, agricultura, granja, industria, parques tecnológicos (la 102 y la 101 son rutas que han tenido un cambio brutal), tiene ciudades importantes, como Las Piedras, tiene pequeñas localidades, tiene todo. Pero además tenemos que estar todos: si tengo un compañero experto en educación lo tengo que poner el día que la fórmula vaya, no para limitarlos ni a Daniel ni a Graciela [Villar], sino para potenciarlos.
¿Evaluaron los riesgos de la jugada? Porque Orsi puede ser un nombre para 2024 y está la posibilidad de que arranque con una derrota.
En la vida militante y en la política siempre corrés riesgos, basta que vos pongas una uñita en la política para que corras riesgos. Si alguien no está dispuesto a vivir riesgos, que no se meta. Si querés vivir tranquilo pero no incidir y pasar por la vida como si fueras una lechuga, sin aportarle algo a la historia de tu país, es una opción personal. Nosotros no la compartimos.
Se dice que en esta etapa compiten más personas que partidos. ¿El FA debería focalizar la campaña en las debilidades de Lacalle Pou o en las fortalezas de Daniel Martínez?
En las dos cosas. Daniel Martínez tiene esa característica. Es un hombre de la gestión, de la tecnología y del siglo XXI, y ese fue el eje de discusión en el tiempo que pasó. Lacalle viene desde el mundo del derecho, no ha ejercido en forma particular, entonces ahí hay un diferencial muy grande. Y si vamos al otro escalón, las vicepresidencias, Graciela condujo la Junta Departamental; si bien es un organismo más pequeño que el Legislativo nacional, tiene experiencia de conducción y de negociación, porque lo hizo, hay pruebas de eso, y además tiene eso de todos los que vienen del mundo sindical, que es la expertise en la negociación. Uno a eso lo ve. En cambio, Beatriz Argimón estuvo en un momento en la gestión del INAU [Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay]; casi nadie se acuerda, la huella no habrá sido demasiado fuerte. Yo coincidí con ella durante el gobierno de Batlle; ella era diputada también, pero los que negociaban eran otros, y después quedó en el directorio, entrando a veces de suplente. Entonces, creo que hay un diferencial.
Ella también estuvo en la bancada bicameral femenina, tejiendo acuerdos...
Sí, pero esos acuerdos nunca llegaron a nada, porque cuando se discute una ley importante, como la de Interrupción Voluntaria del Embarazo, vota en contra, porque después todos somos hombres y mujeres de partido. Servirán para conversar un poco y tener una idea, pero no pasan de eso; decime qué ley salió de ahí. Yo fui un par de veces; no voy a la bancada bicameral porque creo que no sirve para nada, voy a las comisiones porque es ahí donde se corta el bacalao. Tenés que negociar donde se corta el bacalao, no al costado.
Muchos dirigentes del FA repiten que este Lacalle Pou no es el mismo que hace cinco años y dicen que está más preparado, que hizo bien su trabajo. ¿Eso no puede jugar en contra? ¿No es dejarlo en la puerta de la presidencia?
No. Cualquiera que tenga más años de antigüedad en una tarea adquiere experiencia. Tenés que ser muy zapato para no adquirir experiencia. Cuando yo ingresé en el Parlamento, porque lamentablemente se nos murió el compañero [Jorge] Quartino y yo era su primera suplente, tuve que hacer dos cursos de presupuesto, porque iba a estar en esa comisión. No era economista, no era contadora, no era nada. Hoy, después de 20 años en el Parlamento, el presupuesto de la administración central lo arrugo, y no te lo digo de pedante, te digo porque de tanto que va el cántaro a la fuente, se aprende. Todos maduramos en nuestra vida y los porrazos también nos hacen madurar. En mi vida política perdí muchísimas veces y las derrotas, si las encarás bien, te permiten crecer. Cuando algunos frenteamplistas dicen eso capaz que tendrían que desarrollar más el concepto, pero tampoco podés mirar para el costado de la realidad. Es como con el resultado de la reforma constitucional. Si casi una mitad del país creyó que el camino de constitucionalizar algunas normas le iba a solucionar, poco menos que en un mes, determinados problemas, es una lástima, pero no tuvimos la capacidad de convencerlos. Tenemos que seguir hablando de ese tema y tener en cuenta a esa gente, que además alguna es nuestra.
¿En ese resultado no hay un mensaje para el FA también?
En el FA hubo un trabajo honesto (en seguridad), y, como todo trabajo honesto, puede haber tenido aciertos y errores. Hubo un trabajo duro, de dedicación, con buenos asesoramientos, de Estados Unidos, Inglaterra y demás, pero en algunos puntos tenemos algunas discrepancias, y eso trabó algunas soluciones.
¿Se le puede dar una señal a quienes pusieron la papeleta del sí a la reforma de acá al 24 de noviembre?
Sí. Hay que hacer una lectura gruesa y una fina del plebiscito. La gruesa es que el plebiscito no salió, y yo me alegro por eso. La lectura fina es preguntarnos por qué los que lo votaron creyeron que en un corto plazo esas medidas solucionaban sus problemas. Nosotros tenemos 12 medidas y ahí tenemos un punto de partida para dar respuestas y lo tenemos que hacer, porque reconocemos que hay problemas de inseguridad, por supuesto, pero en el país de los ciegos el tuerto es rey, y Uruguay comparado con lo que pasa en el mundo obviamente es un paraíso. Estás en la casa de la vicepresidenta y el ex presidente y hay un par de policías en la puerta. Eso es Uruguay, pero el mundo está más violento.
“Bergara es un nombre ministerial completamente. Ya fue ministro. Astori ni que hablar, es uno de los pesos pesados”.
Es probable que se anuncien ministros en estos días. ¿Tendrían que tener un perfil más político o técnico?
Los técnicos son imprescindibles para ayudarte a diseñar cosas, pero nunca pueden estar por arriba de los políticos. Cuando tomás una decisión política, te basás en un informe técnico. Por ejemplo, UTE es un organismo que, en los 15 años del FA, entre inversión propia y préstamos, invirtió 7.000 millones de dólares, y por eso generó el cambio de la matriz energética, la electrificación rural, la optimización de generación, etcétera. Así y todo, como la población uruguaya está concentrada en el sur, la mala distribución y la poca demografía son dos problemas de fondo que tenemos que resolver. UTE del río Negro hacia el sur es completamente rentable, pero hacia el norte lo tenés que subsidiar, y no le tengo miedo a esa palabra. A mí no me importa que de la ganancia del sur se subsidie parte del norte. Ahora bien, si se hubieran privatizado las empresas públicas un empresario, con toda la lógica de una empresa, me puede decir que le interesa el sur y que me arregle como pueda con el norte, y no tenés cómo financiarlo. ¿Qué hacés? ¿Prendés una velita? No podés dejar solos a los técnicos jamás. A la mirada política la preciso como al pan. Con el tornado en Dolores tuvimos que sacar partidas de todos lados. Al final invertí 100 millones de dólares, porque no puedo dejar a esa gente tirada, entonces tomo una decisión política. Si a la gobernanza no le ponemos política, estamos fritos. No es lo mismo gestionar una empresa, donde el objetivo es la productividad y el lucro, que gobernar un país.
Entonces en este período se tiene que mostrar un posible gabinete de figuras políticas. ¿Se imagina algo así?
No sé cómo lo van a armar. A esta hora me está faltando información, pero creo que mostrar el equipo que va a gobernar con el timonel es muy importante en segunda vuelta.
Se ha manejado a Mario Bergara y a Danilo Astori como posibles figuras del gabinete.
Bergara es un nombre ministerial completamente. Ya fue ministro. Astori ni que hablar, es uno de los pesos pesados.
¿Qué otras figuras podrían ser?
No me he puesto a pensar cómo armaría un gabinete. Lo único que te puedo contar es una cosa del pasado, que capaz que te sirve para algo. Cuando Tabaré nombró este gabinete fui la única de la izquierda que lo criticó. Después me mandaban SMS, pero nadie se animó a salir en la prensa. Yo dije que hubiera puesto a Astori en el Ministerio de Relaciones Exteriores; a [Rodolfo] Nin Novoa en el Ministerio de Ganadería, porque es un hombre que viene de ahí y conoce el paño; a María Julia [Muñoz] en Salud Pública, porque el Fonasa [Fondo Nacional de Salud] todavía precisaba madurar más y ella fue la creadora del sistema; en el Ministerio de Educación y Cultura a alguien tipo Rodrigo Arocena. Eso dije en ese momento y no me dieron bola, pero como yo sé ganar y perder en la vida, para mí las mayorías y minorías cuentan.
Pasando a los votantes de los otros partidos, ¿considera que los votantes de Juan Sartori son 100% lacallistas o que el FA podría llegar a ellos?
Los lacallistas son los de la 404, la 40 y la 71. Ellos son el tronco. Después la gente de Alianza Nacional y de Sartori es diferente. Es como la diferencia entre los sectores del FA. No son lo mismo los jorgistas de [Ernesto] Talvi con los otros batllistas o con [Gustavo] Zubía.
Esos votos de Larrañaga y Sartori valen doble en esta etapa, como se dice.
Cualquier voto que traiga del PN, del PC, de CA vale doble, porque esos líderes se pronunciaron. Si traigo votos del Partido Independiente, aunque su líder se haya pronunciado, del PG o del PERI (Partido Ecologista Radical Intransigente), que dijo que no se pronunciaba por ninguno de los dos, vale doble. ¿Por qué? Porque resta a la otra opción y vos sumás uno. La otra opción es volverlo neutral, que vote en blanco, entonces bajan las proporciones. Yo peleo con ese horizonte.
“¿Cómo explico la alta votación de la 609? Una sola palabra: militamos. Estuvimos en la calle”.
¿Esa es la estrategia?
Claro. Mirá, si me pedís que te explique la alta votación que tuvo la 609 te digo una sola palabra: militamos. Estuvimos en la calle.
Cuando habla con gente de su generación, ¿cómo ve que está procesando la posibilidad de una derrota después de 15 años de gobierno?
Siempre que llovió, paró, así que si va a llover cinco años, va a parar, pero como considero que la única lucha que perdés es la que abandonás, a esto te lo puedo contestar después del 24 de noviembre.
¿Le da miedo que se empiecen a cobrar muchas facturas?
No me da miedo. En la vida, desgraciadamente, tuve que vivir situaciones más extremas. Viví la dictadura y circunstancias que me pusieron al borde de decisiones difíciles. Lo que trato es que todos los militantes, la ciudadanía y los vecinos comprendan que no se acaba el mundo, que sencillamente tenemos que mirar qué nos faltó en la lucha y cómo seguimos, porque además el gobierno es una parte de la historia. Las realidades históricas se tejen desde muchos ángulos más, se tejen desde la sociedad civil organizada. A mí me preguntaban qué van a hacer los compañeros que no salieron electos: tienen un campo fértil de militancia gigantesco y casi que te diría más importante. La política se construye de los dos lados. Si no somos capaces de construir política desde los barrios, sindicatos, colectivos, entonces jubilate, porque estás afuera de la realidad. No me achica la realidad, no es que vos tuviste una contingencia y te vas a quedar de brazos cruzados. ¡No! Todo lo contrario. Hoy le comentaba a Pepe que la primera vez que caí presa era muy joven y me puse furiosa. Me dio bronca caer presa. ¿Sabés a qué me ayudó eso? A resistir. La bronca bien encauzada sirve. No hablo de la bronca asociada a la violencia, hablo de la bronca asociada a la fortaleza para seguir construyendo. La caña nunca se va a quebrar; el viento la dobla, pero vuelve al lugar. Esa es la fuerza militante. Si nos pasa esa circunstancia tenemos que juntarnos y desparramarnos en la realidad.
Si la coalición de la oposición gana, ¿piensa que se mantiene unida los cinco años?
Lo que hemos visto hasta ahora nunca aguantó cinco años, porque cuando se acerca el período electoral todos quieren marcar perfiles. La de Batlle, en 2002, se desparramó y sálvese quien pueda. Creo que la ilusión que tiene Lacalle es mantener esta coalición para esa ley de urgencia, por eso quiere hacer una ley ómnibus, porque saca esa ley y capaz que no saca más nada. Si le preguntás ahora no te va a decir esto, pero creo que en el fuero íntimo lo piensa, además está el Presupuesto. Eso es el primer año, y él se quiere asegurar los votos para eso. Lo que se come Lacalle es la calle, porque si tú pones una norma, por ejemplo, de desmonopolización del gasoil, ¿qué va a hacer FANCAP?
¿Visualiza un aumento de la conflictividad general?
No sé cómo va a estar expresado. Lo que visualizo es que cuando tú quieres meter una ley de 500 artículos y esa ley tiene 90 días, terminaría su consideración más o menos el 15 de junio y el 30 de junio entra el Presupuesto. Eso son 90 días más. No soy ningún genio, simplemente tengo experiencia y la coloco sobre la realidad.
En ese escenario, ¿quién piensa que sería el primero en bajarse de la coalición?
No sé si alguno se llega a subir totalmente. Hay algo que no te lo van a decir nunca, pero en los corrillos, en el mano a mano con los legisladores de otros partidos, yo sé lo que les costó a los colorados en el gobierno de Batlle cada voto, cada artículo de los blancos. Hay que recordar que el que le dio gobernabilidad dos veces a Batlle fue el FA. La primera vez fue en el Presupuesto. Faltaba media hora para que terminara el plazo límite. Estaba hablando un senador del FA y había otros anotados. Si hubieran hablado todos –que es lo que hubieran hecho algunos de esta legislatura, que sólo querían la guerra y no pensaban en el país– seguíamos hablando y Batlle se quedaba sin presupuesto. Nosotros decidimos darle el presupuesto y votar la famosa hoja de ruta de [Alejandro] Atchugarry, 400 artículos que estaban terminando de redactar. Segunda cosa: en 2002 era fácil incendiar la pradera, y decidimos no hacerlo porque el que pagaba el pato era nuestro país, nuestro pueblo y el más pobre. Hay que recordar toda la negociación de Juanjo Ramos por la central obrera. Ahí no estuvieron ni los blancos, ni los Talvi, ni los Manini Ríos. Estuvo el FA. Eso también hay que recordárselo a la gente, porque realmente cuando las castañas estaban en el fuego el FA no ayudó a Batlle, ayudó al país.