Guido Manini Ríos, el más reciente candidato a presidente, hizo anoche su lanzamiento de campaña en el club Zorrilla de Artigas. Antes de su discurso se anunció la adhesión a Cabildo Abierto –el partido que postula a Manini Ríos– de Luis María dos Santos, hasta ahora suplente de Omar Lafluf en el directorio del Partido Nacional (PN), integrante del sector Todos, vicepresidente de la departamental nacionalista de Artigas y hermano de Alma dos Santos.
Araceli Desiderio, vicepresidenta de Cabildo Abierto y también ex militante del PN, explicó que eligieron hacer el lanzamiento en Artigas porque es “la tierra que lleva el nombre de nuestro prócer”, pero luego Irene Moreira, candidata a diputada del partido y esposa de Manini Ríos, dio más detalles. Moreira era, hasta hace unos meses, edila de Artigas por el PN, pero abandonó el sector Todos para sumarse a la campaña de su esposo. “Artigas lo ha adoptado”, dijo sobre Manini Ríos, con quien lleva 32 años de casada; “ha recorrido sus barrios, sus calles”, siguió, y contó que una noche, pese a la lluvia, “cruzó el [arroyo] Yacó a nado” para llegar a su trabajo en la mañana. “Yo que lo conozco tanto te puedo decir una cosa: confiá en el”, terminó su discurso.
Guido Manini, como se lo nombra en los carteles y a quien muchos de sus seguidores se refieren como “mi general” o “mi comandante”, también habló sobre la elección del lugar para lanzar su campaña. Dijo que se optó por “la capital más alejada de Montevideo” para “mostrar que la política y las propuestas de Cabildo Abierto son para todos los rincones del país”, y que no serán “decisiones que adoptan burócratas que están cómodamente sentados en sus sillas en la capital”. Después de recordar como un “gran dirigente” a Benito Nardone por haber “resucitado” los cabildos, aseguró que su partido “nace como un camino para dar respuestas a las inquietudes de la gente, gente que está cada vez más desesperada y con impotencia al ver que nadie da respuesta a sus reclamos”, y enfatizó que “para hacer política en serio se necesitan políticos en serio”.
El ex comandante del Ejército aseguró que le preocupa haberse acostumbrado “a ver la sistemática violación de los derechos humanos que se producen en este país como nunca en la historia. Ver a jóvenes, trabajadores, a simples uruguayos agredidos –cuando no asesinados– porque el Estado no es capaz de garantizar el principal derecho, el derecho a la vida. O ver a miles de uruguayos enrejados, con miedo a salir, porque el gobierno no garantiza el derecho a la libertad”. Lamentó que se haya perdido “la cultura del trabajo, del respeto a los mayores, a los padres, a los maestros, el respeto a la Policía, a la autoridad, a los símbolos nacionales”, y afirmó: “Nosotros vamos a cambiar eso sí o sí, y llamamos a los orientales a una verdadera rebelión democrática”.
Dedicó gran parte de su discurso a la inseguridad, con lo que cosechó más aplausos. “En este tema quiero ser bien claro: la propuesta va a ser contundente y va a ser para aplicar en el inicio del gobierno”, afirmó, y dijo algo en lo que luego insistió varias veces: “Vamos a ejercer la autoridad que nos otorga la Constitución y vamos a dar señales claras de que se terminó el recreo para los malandras”. Explicó que en caso de ser electo enviaría al Parlamento un proyecto de ley de urgente consideración en los primeros meses de su gobierno “para empezar a cambiar, para que se sienta un viento diferente y que el delincuente sienta que ahora sí va a pagar caro por su delito”. Mencionó que se reorganizará a la Policía para que esté “más cerca del ciudadano” y “pueda cumplir con su misión”, y que propondrá un nuevo Código del Proceso Penal, “porque el vigente es un fracaso”. Aseguró que las cárceles son una “vergüenza nacional”: “vamos a hacer que en las cárceles manden los guardias y no los presos”, y dijo que creará una cárcel de alta seguridad donde “pondremos a los peores delincuentes en situación de aislamiento, como corresponde”, y que harán trabajar “a todos los presos, para que le devuelvan al Estado lo que el Estado gasta en ellos y para que comiencen a rehabilitarse agarrando hábitos de trabajo”.
Manini aseguró que el país “no resiste cinco años más de lo mismo” y que para Uruguay hay “sólo dos opciones: o será una tierra donde sus hijos vivirán libremente y del fruto de su esfuerzo, o será un territorio fragmentado en mil pedazos, con una población alienada, sin esperanza, que vive de la limosna”.