“Ni todo está perdido cuando tenemos sueños que cumplir. No hemos perdido nuestra identidad, tenemos esperanzas. Hemos sido valientes en la lucha; ha sido ardua la tarea, pero con persistencia, gigantes las recompensas. Resistimos, insistimos, pasaremos de sobrevivir a vivir”. Así comenzaba el adelanto del corto documental Todo para ganar. Para estrenarlo, los integrantes del colectivo Ni Todo Está Perdido (Nitep) prepararon un encuentro con dos organizaciones: Radio Pedal, en cuyo local se presentó este documental el miércoles, y Colectivo Catalejo, junto con el que fue producido en el marco de un Espacio de Formación Integral (EFI) de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS).

Nitep surgió de los encuentros que las “personas de calle” –como se definen– tenían en la sala de informática de la FCS. Luego de varias charlas y de discusiones de las autoridades de la FCS, se dieron cuenta de que podían formar un colectivo; organizarse para luchar por vivienda, trabajo y derechos humanos y mostrarse presentes y unidos para que “dejen de hablar sobre” ellos y empiecen a hablar con ellos. Luego de un proceso asambleario propiciado por la propia facultad, en octubre nació el colectivo. La mayoría de sus integrantes viven en refugios y se encuentran en situación de calle.

“El carácter del ser humano no se define por sus bienes materiales y sí a través de sus realizaciones. Somos lo que hacemos”, continúa el audiovisual. Se prevé que las discusiones de este colectivo se enmarquen en el reclamo por trabajo y vivienda, pero durante el encuentro que mantuvieron en el sótano de Radio Pedal, antes y después de que se exhibiera el corto, hablaron sobre mucho más: tecnología, música, demografía, arte y política.

El encuentro comenzó con una ronda de presentación; hasta allí se acercaron docentes, estudiantes, integrantes de los colectivos y personas vinculadas con ellos, operadores sociales de la sala de informática de la FCS, y una pareja de investigadores provenientes de Venezuela que viajaron por América Latina durante un año y medio y se asentaron en Uruguay para escribir un libro sobre migración venezolana.

Encontrarse como herramienta y como fin

Sofía, una de las integrantes de Nitep, dijo que la idea de hacer este encuentro, que esperan que se enmarque en un ciclo, nace de las ganas de juntarse y mostrar lo que han hecho. Durante la ronda de presentaciones Marcos, también de Nitep, dijo que estos encuentros sirven para “sacar etiquetas” y demostrar que, más allá de las diferencias, pueden trabajar e intercambiar todos juntos.

Otro participante del encuentro, Jorge, dijo que Nitep es “un colectivo joven pero con mucha fuerza” y que sirve de “sostén e intercambio cultural”. Antes de que empezara el encuentro Jorge contó a la diaria que su vida “es igual a la de tantos”, que nació en Montevideo y que su familia se fue a vivir a Brasil durante la dictadura. Después él vivió en España, donde, dijo, aprendió mucho: “Me di cuenta de que la problemática social, económica y cultural en todas partes es igual, en todos lados existen las clases”. Luego pasó “por varias etapas”, entre ellas una en la que fue policía, a los 19 años. De eso “ya hace bastante tiempo”, dijo Jorge, que hoy tiene 55 y se dedica a estudiar psicología, sociología, psiquiatría y otras disciplinas. Se acercó al colectivo “de casualidad” porque frecuentaba la sala de informática de FCS y aceptó, junto con otros concurrentes, la propuesta de formar un colectivo que les hizo Walter Ferreira, operador social que trabaja con personas en situación de calle.

Para Jorge, la intención del colectivo es ir en busca de vivienda y trabajo, y luchar para “tener una condición de vida más humana”. Con esos objetivos se reúnen una o dos veces por semana en espacios públicos u otros centros. “Vemos lo que podemos hacer, dónde lo podemos hacer y cómo lo podemos hacer”, afirmó.

Los integrantes de Nitep son unas 20 personas, aunque algunas de ellas no van a las reuniones. Los encuentros son abiertos, por lo que muchas veces se suma gente que llega por primera vez. No es necesario vivir en un refugio ni estar en situación de calle para ir a los encuentros ni para pertenecer a Nitep.

Jorge ve al colectivo “como una oportunidad de militar sin estar dentro de un partido político”, como una organización “de personas que no tienen vínculo directo con la política, pero que están reivindicando sus derechos humanos”. Es también un espacio para salir “de toda la violencia”, por la cual él responsabiliza a un sistema en el que el progreso está “al alcance de unos pocos”.

Más adelante, durante el encuentro, otros integrantes de Nitep contaron que uno de los elementos que los unieron fue la necesidad de encontrar un espacio de esas características. Marcos, uno de ellos, dijo que los unen las “esperanzas de cambio”. Para Paula, la idea del colectivo es contar su situación y mostrar “sus experiencias de vida”. Dijo que para las mujeres fue más difícil comenzar a participar en el grupo, pero que con el tiempo esto cambió, y hoy todos intercambian de la misma manera.

La familia que se elige

Sergio, que había estado callado durante el comienzo del encuentro, tomó la palabra para reflexionar sobre el impacto que tuvieron en su propia vida el colectivo y, sobre todo, sus integrantes. Dijo que si bien “no vienen de lugares limpios ni lindos”, él cree que la gente que se juntó en Nitep quiere cambiar. “La vida me perdió o yo me quise perder en la vida”, dijo. Así fue hasta que llegó al primer refugio, cuando se dio cuenta de que quería vivir de otra manera. Allí conoció a muchas personas –varias de ellas presentes en el encuentro– y se empezó a juntar con ellas: “Estamos en la calle pero estamos todos juntos”. Hoy son “como una familia”, con un vínculo que comenzó al compartir un mate o un cigarrillo. “Traemos una vida oscura”, dijo, “pero juntarse acá lo hace más llevadero”.

Acerca de estos vínculos también habló Beto, que compartió refugio con Sergio por un tiempo. Dijo que a veces, cuando no tienen yerba para tomar un mate, juntan las monedas entre todos, compran una cebada y con eso “tiran” toda la mañana. “Nos hicimos amigos, nos cuidamos entre todos y nos llevamos bien”, afirmó. Cuando tenían ropa, hojillas o yerba las compartían, y así se fueron conociendo. Jorge lo describió como una familia.

Ahora, con el colectivo ya conformado, los une un nuevo propósito: contar con lo que Marcos llama “un cuartel para poder armar la batalla”. Nitep tiene un componente de activismo, reclamo y militancia y, a la vez, de contención y empatía. No se juntaron sólo porque comparten las mismas preocupaciones, también lo hicieron porque pasaron por las mismas experiencias. Existe otra razón, en la que hizo hincapié Sofía, que es pasar de ser objetos de estudio a sujetos de lucha: “Nos organizamos para que sepan con quién hablar cuando hablan de nosotras y nosotros, y con quién construir”.

Espacio creado

Leonel Rivero, docente de la FCS y coordinador del EFI “Abordajes profesionales a la construcción de seguridad” –que enmarcó el trabajo con las personas en situación de calle en la facultad– estaba presente en la reunión. Allí dijo a la diaria que los objetivos están “más que cumplidos”.

El año pasado, para dar respuesta a los crecientes reclamos de gestión de la convivencia entre estudiantes y usuarios de la sala de informática externos a la facultad, entre ellos las personas en situación de calle, la FCS armó un grupo de trabajo que generó un diagnóstico de la situación. Después de este diagnóstico, basado en un análisis de la problemática de las personas en situación de calle, propuso un plan de acción que incluía “diferentes aportes que podía hacer la FCS”. El docente dijo que este plan tuvo dos ejes: generar acciones socioeducativas en la sala de informática y coordinar con el centro cultural Urbano –un programa del Ministerio de Educación y Cultura– para generar un proceso de asamblea.

Mientras tanto, el EFI funcionó como un espacio curricular para aplicar las acciones socioeducativas y para que los estudiantes pudieran “dedicar su tiempo, su compromiso y sus ideas a participar en esas instancias con la orientación de los docentes”, dijo Rivero. En estas acciones participaron más de 40 estudiantes, y siete u ocho concurrieron a los encuentros con el colectivo Nitep que se organizaron durante el año. Estos estudiantes elaboraron trabajos escritos sobre esas instancias y trabajaron en coordinación con los dos colectivos que el EFI articuló en calidad de extensión educativa: Ajedrez para la Convivencia y Colectivo Catalejo. Para Leonel la experiencia con estos colectivos fue “muy enriquecedora”. Dijo que “se generaron acciones permanentes en el espacio del piso uno [donde se encuentra la sala de informática], acciones lúdico-recreativas que tienen que ver con la promoción de la convivencia, y también se generó el único registro audiovisual, que es sorprendente”.

“Las personas dejan de estar solas, empiezan a trabajar colectivamente, a generar procesos ciudadanos, a dialogar con las instituciones y a formular adecuadamente sus demandas”, explicó Leonel. Para él la experiencia del encuentro en Radio Pedal es a la vez culminación y comienzo; por un lado se cierra un proceso de registro documental de la experiencia socioeducativa en la FCS, y por otro comienza un ciclo de encuentro y unión de Nitep con otros colectivos. “Al contar con este audiovisual se documenta la experiencia, que es una acción que mira hacia al pasado, pero al mismo tiempo es una pieza para mostrar y sobre la cual discutir, por lo que es una acción hacia el futuro”, reflexionó.

Al finalizar el encuentro, una pareja de músicos que había presenciado toda la reunión se presentó y tocó una serie de canciones. La primera fue “Contra la marea”, que, si bien se trata de amor de pareja, puede relacionarse con todo de lo que se había hablado antes. Porque Nitep también habla de amor, de construir otra alternativa de relacionamiento y de luchar contra la marea por lo que consideran justo.

Distintos e iguales

Ni Todo Está Perdido participó en el Encuentro Latinoamericano de Organizaciones de la Sociedad Civil y Personas en Situación de Calle (Enlacalle), que se celebró en Santiago de Chile del 14 al 18 de marzo de este año. El encuentro reunió a más de 20 organizaciones provenientes de México, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, Uruguay, Argentina y Chile. Allí definieron como principal desafío “construir una panorámica global de este problema, que apunte a su erradicación, desde una perspectiva integral centrada en los derechos humanos”, según la página de Enlacalle. Más adelante, en mayo, se reunieron nuevamente en Montevideo.