De traje gris oscuro, camisa abierta y sin corbata, el empresario Edgardo Novick estaba emocionado. Era viernes 4 de noviembre de 2016 y su discurso auguraba un futuro venturoso para el Partido de la Gente (PG), que celebraba esa tarde, en el hotel Radisson, su reunión fundacional. “Ustedes y su gente lo pidieron. El país lo necesita. No nos podíamos quedar de brazos cruzados. Por eso los convoco para el lunes a la hora 12.00 en la plaza Independencia para asistir al nacimiento de un nuevo partido que marcará la historia y el futuro del Uruguay”, dijo entre aplausos. En respuesta a esa convocatoria, el lunes 7 de noviembre unas 400 personas acompañaron a Novick a inscribir la nueva agrupación en la Corte Electoral.

El nuevo dirigente político estaba a días de cumplir 60 años y era dueño de Nuevocentro Shopping y de La Cancha, entre otros emprendimientos. De origen humilde, feriante desde los 14 años, Novick fue presentado y autopresentado como un outsider (aunque estuvo vinculado a la campaña del colorado Jorge Batlle en 1999) y decía prescindir de ideologías y priorizar la gestión.

Entre quienes se acercaron a acompañar y saludar a Novick están el ex viceministro de Economía Javier de Haedo, el ex ministro del Interior Guillermo Stirling, el ex secretario de Presidencia Carlos Ramela, el ex presidente del Centro Militar Guillermo Cedrés, la artista plástica Ago Páez y los dos hijos del empresario, Marcel y Hernán, que por entonces eran jugadores de Peñarol.

Novick tenía por esos días el viento en la camiseta por haber sido exitoso en un experimento que no lo fue tanto: como candidato a la Intendencia de Montevideo por el Partido de la Concertación había logrado 210.000 votos, 24,22% del total, y había sido por mucho margen el postulante más votado dentro de ese lema creado por blancos y colorados para desbancar al Frente Amplio (FA) del gobierno de la capital. Ese objetivo no se cumplió, ya que esa organización sólo alcanzó 38% de los sufragios, pero personalmente Novick sólo fue superado por Daniel Martínez, que finalmente fue electo intendente. El empresario incluso le sacó 60.000 votos de ventaja a un peso pesado como Lucía Topolansky, la candidata frenteamplista que competía con el aval de José Mujica.

El PG también tenía desde el día cero algo muy apetecible: una bancada legislativa. Del Partido Colorado (PC) llegaron el diputado Guillermo Facello, otrora brazo derecho de Oscar Magurno, y el senador Daniel Bianchi, quien fuera electo representante por Colonia y asumiera su banca en la Cámara Alta por el fallecimiento de Martha Montaner. Del Partido Nacional (PN) vino el diputado por Canelones Daniel Peña, ex Alianza Nacional. Por supuesto, los tres parlamentarios del PG también acompañaron a Novick a inscribir el nuevo partido. Culminaba así un proceso iniciado por seis hombres que se reunían periódicamente para darle forma al nuevo lema: el ex prosecretario de Presidencia Walter Nessi, el ex director de Relaciones Públicas de Presidencia Andrés Merino, el dirigente maragato Francisco Zunino, Facello, Bianchi y Novick.

Tres años después, de ese grupo inicial sólo queda Novick, que finalmente es el candidato a la presidencia del PG, luego de las elecciones internas del 30 de junio, en las que obtuvo 6.567 de los 6.663 votos que recibió el partido. De esa bancada sólo queda Peña, que hoy es el compañero de fórmula del líder. El resto se fue o lo fueron, y a lo largo de 2019 se conocieron sucesivas malas noticias para el PG: la expulsión del senador Bianchi por chocar alcoholizado en Punta del Este, la destitución de Facello como vicepresidente del PG por un presunto coqueteo con regresar al PC, y la partido del ex fiscal Gustavo Zubía a las filas de Julio María Sanguinetti. Así, el PG perdía a una figura notoria, atraída durante los tiempos de vacas gordas, y que reforzaba la postura de combate a la inseguridad pública como principal línea directiva del lema. A la serie de noticias se sumó el surgimiento de Fernando Carotta como (débil) desafiante de Novick en la interna (tuvo 90 votos) y una extensa sangría de dirigentes de segundo, tercer o cuarto orden, atraídos en muchos casos por otro empresario devenido político (otro outsider, pero con menos años y una campaña más fuerte), el blanco Juan Sartori.

A principios de 2017 el PG tenía 9% de la intención de voto, según Factum. Estaba tercero y se encontraba por encima del PC, sumido por entonces en una crisis que no vislumbraba salida, con apenas 6%. Hoy las encuestas que más respaldo le dan al PG lo ubican en 2% (Opción y Factum). Otras (como Cifra, en el sondeo divulgado el lunes) ni siquiera lo destacan. En todo caso, pelea el quinto lugar con el Partido Independiente. ¿Qué fue lo que pasó?

Críticas y despedidas

Los extremos se tocaron en el fin de semana del 10 y el 11 de agosto. Por un lado, la Convención Nacional del PG proclamó al diputado Peña como el candidato a vicepresidente. Por el otro, el ex dirigente colorado Francisco Zunino, un enólogo que fue parte de ese grupo inicial, renunció públicamente al partido en una carta con duras críticas a Novick y una enumeración dolorosa de los últimos episodios.

Consultado por la diaria, Zunino enumeró los “diversos motivos” que lo llevaron a tomar esa decisión. Estos incluyeron tanto una “falta de liderazgo” de Novick como la “dualidad de criterios” en determinadas situaciones, así como la aparición de “gente nueva que vino con intereses personales y cambió el espíritu”.

“El partido nació con un espíritu de fraternidad y entusiasmo y los hechos se fueron dando… un montón de cosas se fueron desvirtuando... Fundamentalmente eso ocurrió en el último tramo de la campaña hacia las internas, cuando ciertamente hubo dirigentes que no sólo hicieron 'más de lo mismo' sino 'peor de lo mismo'. Lo que hicieron fue tratar de desarticular las agrupaciones que habían 'comprado' gente”, expresó el dirigente.

Zunino, que había intentado conformar un espacio político dentro del partido junto con el expulsado Daniel Bianchi, presentó su propia lista, la 17000, a principios de mayo, a menos de dos meses de las internas, en las que tuvo una magra votación. Y sus dardos apuntan, sin nombrarlo, a Daniel Peña, tanto en la misiva a Novick como en el diálogo con la diaria.

El voto de Peña que acompañó en la Cámara Baja la reforma propuesta por el gobierno a la Ley Orgánica Militar, en mayo, fue uno de los elementos cuestionados por el dirigente. “El legislador actuó en nombre del partido y el partido no había tocado el tema. Nunca se consultó al partido por la fórmula a la vicepresidencia. ¡Nunca había visto a un candidato que se autoproclame!”, agregó Zunino sin nombrar a Peña. El ex diputado blanco anunció que sería el compañero de fórmula de Novick en el programa Desayunos informales, de Canal 12, el 18 de julio.

En su carta dirigida a Novick, Zunino fue más directo: “Como empresario, le pregunto también –ya que usted ha dicho que quiere manejar al país como a una empresa– ¿usted promovería como gerente a un legislador nacional que no asiste a su lugar de trabajo (comisión) y falta en 53 jornadas a 30 de ellas?”.

Las críticas fueron repetidas a lo largo del año. En marzo, cuando su salida era un hecho, Facello habló de un “excesivo personalismo” de Novick y dijo que el partido era “una pálida imagen de lo que fue”.

“Vamos al suicidio político, tenés que tener la flexibilidad de recibir a la gente”, le dijo a Novick el ex fiscal Zubía, y se fue luego de que se barajara su nombre como postulante en la interna. Andrés Saibene, líder de la lista 1707, pasó en junio de Novick a Sartori, en el PN, cuando notó que su proyecto no tenía más lugar en el PG. Fernando Carotta sí se presentó como precandidato, pero perdió estrepitosamente y se fue, no sin antes decir en un comunicado sobre Novick: “Si el traje de líder político le queda demasiado holgado, ni imaginar el de presidente de la República”.

A la hora de explicar su ubicación en la fórmula, Peña destacó que su lista, la 3000000, logró 70% de los votos del PG, y que él es el único legislador con el que hoy cuenta el partido. Y a la hora de hablar de las bajas y las críticas fue contundente, también sin nombrar a nadie: “Por suerte hubo elecciones internas. Los que vinieron a buscar lo que no tenían en otro lado, sea cargos o dinero, está bien que se hayan ido. La mayoría de esos que vinieron pasaron por las urnas con magrísimo resultado. Pasa que muchos querían mejorar su vida y no la vida de la gente”, dijo a la diaria.

Luego de destacar las propuestas del partido en los dos temas que considera su fuerte, el combate a la inseguridad y la generación de empleo, y de señalar que la Convención Nacional del PG tuvo una alta participación, Peña minimizó los cuestionamientos al estilo de liderazgo de Novick, sobre el exceso de personalismo y la imposibilidad de crecer a su lado. “En política y en democracia no son los líderes los que dejan o no crecer, sino el apoyo popular. Quizá otros quieran crecer de otra forma... Los que tenemos apoyo popular no precisamos de nadie que nos haga crecer o decrecer”, cerró.

Otra competencia

El PG surgió con viento en la camiseta, bancada y una incógnita para los analistas: en un país de colectivos políticos fuertes y añosos, y donde el peso de las ideologías y las tradiciones es marcado, ¿qué éxito podía tener una agrupación nueva que decía prescindir de lo ideológico –lo que de por sí es una manifestación ideológica– y que giraba en torno a una persona? El tiempo parece haber dado la razón a los más escépticos.

Los expertos consultados por la diaria para este artículo –el director de Factum Eduardo Bottinelli, su colega de Cifra Mariana Pomiés y el politólogo Daniel Chasquetti– coinciden en que el liderazgo de Novick es percibido como extremadamente rígido (recordaron que Guillermo Stirling se tuvo que alejar de la agrupación en 2018, luego de firmar la propuesta de reforma constitucional del blanco Jorge Larrañaga, con la que el empresario está en desacuerdo). También se refirieron al surgimiento de otros contendientes desde 2016, pescadores que pescan en la misma pecera, que terminaron horadando su caudal electoral.

Hay una ecuación muy simple: el PG fue fuerte con un PC débil, con Pedro Bordaberry cantando la retirada y sin miras de asomar la nariz. Pero con un coloradismo que ahora pelea por entrar al balotaje, tras la victoria de Ernesto Talvi y la reaparición de Julio María Sanguinetti, la situación es distinta. Esto fue precedido por el surgimiento de Juan Sartori, con un perfil similar al de Novick pero con una billetera que lo opacaba. Y para terminar el cóctel, la candidatura del ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos, que le agregó un competidor de gran peso en un asunto que el líder del PG creía liderar: el combate a la inseguridad. Era justo que en ese ámbito Novick pensara que había formado un equipo imbatible, con Zubía y el ex oficial policial, psicólogo y licenciado en Seguridad Pública Robert Parrado, y con la promocionada asesoría del ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani.

“El PG se centró en un único tema y con el tiempo eso pasa facturas. La gente demanda otras cosas. Javier de Haedo lo asesora [a Novick] en economía y no está tan visible”, sostiene Bottinelli. Por su lado, Pomiés agrega: “La seguridad es una preocupación fuerte, pero no alcanza. Lo demostraron los resultados de Jorge Larrañaga [cara principalísima de Vivir sin Miedo] en la interna blanca y de Pedro Bordaberry [el gran impulsor de la baja de la edad de imputabilidad en 2014]. También hay preocupación por la economía y el trabajo”.

Si bien Novick reiteró su rechazo a los encasillamientos ideológicos, el electorado lo ubicó a la derecha del abanico político. Su perfil empresarial y su énfasis en el combate a la inseguridad alimentaron esa conclusión. Y su publicitado y difundido festejo en la frontera de Rivera con Santana do Livramento por el triunfo de Jair Bolsonaro en las elecciones brasileñas de 2018 despejó toda duda que pudiera quedar. En ese contexto, apunta Chasquetti, el surgimiento de Cabildo Abierto (CA) fue el tiro de gracia. Con mucho menos tiempo en la liza, CA ya tiene un potencial electorado igual o superior a los mejores momentos del PG.

Además, el modo de liderar de Novick, coinciden los analistas, lo vuelve en exceso permeable a los vaivenes de las encuestas. En política, la legitimidad se traduce en votos; las lealtades, también. “El origen de este partido está en el liderazgo personal. En la medida en que la gente ve más sólido a un partido, se acerca; cuando se debilita, se aleja. Hubo una cuestión muy utilitarista de acercarse o alejarse a él según cómo crecía o caía el PG”, indica Bottinelli, que precisa que “ninguno de los dirigentes (blancos y colorados) que se le acercaron eran a su vez grandes líderes en sus partidos”.

Si hay una renovación de figuras, interviene Pomiés, esta tendrá más fuerza en estructuras tradicionales. En un sistema político como el uruguayo, “en un partido nuevo no existen lealtades fuertes”, subraya Chasquetti. No abundan las historias de trayectorias exitosas de escindidos del FA, el PN o el PC. Pero la sucesión de malas noticias que este año sufrió el PG refleja que el camino de la salida está bien pavimentado. “Todas las adscripciones que consiguió Novick fueron interinas, momentáneas, sujetas a un buen desempeño. Pero cuando no lo hay, hay gente que no quiere hundirse con el barco”, concluye el politólogo.