El subsecretario de Economía y Finanzas, Pablo Ferreri, considera que los planes económicos de la oposición generan “una gran incertidumbre”, opina que la visión generalizada en ese bloque sobre el rol del Estado es “absolutamente reduccionista” y advierte que está en marcha una “línea de desmontaje” de los Consejos de Salarios.

Ferreri reconoce que la crisis del Frente Liber Seregni (FLS) genera un escenario complejo y vaticina que Danilo Astori seguiría jugando un rol clave en un eventual cuarto gobierno frenteamplista. “Me considero seregnista y astorista, que básicamente quiere decir lo mismo. Para mí ser astorista es ser seregnista en el siglo XXI”, afirma.

La mayoría de los partidos de la oposición incluyen una regla fiscal en sus programas de gobierno. ¿Por qué el Frente Amplio [FA] no la ha aplicado y qué desventajas creés que podría tener?

Nosotros tenemos, de alguna manera, una regla, que tiene que ver con el tope de endeudamiento. Y creemos en la disciplina fiscal. Uruguay tiene una situación fiscal tensionada, que debe manejar y que es manejable. La evidencia empírica muestra que cuando los países que tienen reglas fiscales tienen problemas, esas reglas dejan de cumplirse. Sí tiene que haber un orden y un rumbo estratégico. No lo pondría en términos de “regla sí o regla no”, sino en la necesidad de tener una conducta fiscal austera y con mucho trabajo al respecto. De hecho, el FA propone trabajar mucho en una lógica presupuestal por proyectos, transversal, que es una lógica un poco diferente a la que se sigue actualmente. Esa transversalidad, que revisa las líneas bases de los presupuestos de los diferentes organismos, creemos que puede generar mejoras, mayor eficiencia y ahorros de costos.

Cuando se habla de reducción del déficit fiscal, la referencia a la seguridad social es inmediata. ¿Cuáles son los planes al respecto?

La seguridad social requiere hoy una asistencia por parte de Rentas Generales, luego de lo que aportan trabajadores y empresarios, de entre seis y siete puntos del Producto Interno Bruto [PIB]. Por lo tanto, ahí tenemos una tensión a largo plazo importante, que va a requerir un amplio consenso, no sólo político sino también social, para volverla sostenible en el tiempo.

Esto tiene que ver con dos cuestiones. Una vinculada a una buena noticia, que es que la esperanza de vida de los uruguayos ha aumentado. Y otra relacionada con las nuevas formas laborales de la economía digital; vamos a tener que prever mecanismos que permitan aportar a personas que van a tener trabajos que antes no existían, o que incluso hoy todavía no existan.

Este tema y la creación de empleo son los problemas macroeconómicos más importantes que tiene Uruguay. Para ambos estamos convencidos de que lo fundamental es la agenda del crecimiento. Uruguay tiene que retomar niveles de crecimiento más potentes que permitan, mediante un aumento de la actividad, generar más recursos para mitigar el déficit fiscal y generar más oportunidades de empleo. Hay algunos brotes verdes en la economía uruguaya que nos permiten ser optimistas: en primer lugar, la baja de las tasas de los bonos del Tesoro norteamericano, que hace que muchos capitales vuelvan a mirar hacia los países emergentes, buscando oportunidades de mayor rentabilidad.

Otro elemento positivo es que Uuguay está por concretar la inversión privada más importante de su historia. Para ponerlo en cifras: es una inversión de 3.000 millones de dólares, que cuando esté operativa implicará un salto de dos puntos del PIB en la economía y una recaudación de impuestos y tributos de aproximadamente 120 millones de dólares anuales. Esto tiene un derrame muy importante en la economía.

Asimismo, la inversión pública jugará un rol central en los próximos años, a través de los proyectos de Participación Público Privada [PPP]. Entre 2020 y 2022 se van a estar ejecutando PPP en materia vial, educativa y ferroviaria por unos 2.000 millones de dólares. O sea que vamos a tener 5.000 millones de dólares de inversión entre esos años. Es una cifra muy importante para un país de las dimensiones de Uruguay. Además, en los últimos dos meses Uruguay celebró dos acuerdos comerciales importantes. El de la la Unión Europea [UE], que abre un mercado de 800 millones de personas, que representan 25% del PIB mundial. Hoy Uruguay paga 106 millones de dólares de aranceles por ingresar nuestros productos a la UE; 80% de eso es solamente carne bovina y la mayoría de esos aranceles dejarán de pagarse en el corto plazo. También se firmó el acuerdo con el EFTA (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), que es importante para Uruguay porque se abren cuotas no sólo para la carne, sino también para el arroz y la miel.

Varios dirigentes de la oposición citan un informe del Banco Internacional de Desarrollo que concluye que el exceso de gasto en Uruguay es de 3,5 puntos del PIB, entre gastos duplicados, superfluos e ineficiencias. ¿No es un cifra significativa que debería atacarse?

Hay dos cuestiones relacionadas a la reducción del gasto. Lo que hay detrás de aspectos puntuales como ese es una visión reduccionista de cuál es el papel del Estado. Lo dijo la propia [asesora de Ernesto Talvi, Ana Inés] Zerbino, que el mejor asignador de recursos es el mercado. Nosotros creemos que el mercado tiene un rol a jugar, pero de ninguna manera puede actuar solo, porque cuando actúa solo, los más desprotegidos y los más humildes son los más afectados.

¿Qué solución le habría dado el mercado a las 90.000 personas que fueron operadas gratuitamente en el Hospital de Ojos o a los niños que tienen Ceibalitas? La visión de la oposición sobre el rol del Estado es absolutamente reduccionista. La oposición habla de reducir 900 millones de dólares el gasto del Estado; realmente no me dan las cuentas de cómo hacerlo sin sacar funcionarios en salud, educación y seguridad, incluyendo el sistema de justicia. Los números no dan; o hay un profundo desconocimiento de cómo funciona y está compuesto el Estado, o simplemente es una visión reduccionista de recorte salvaje del Estado, que de ninguna manera compartimos. Otra contradicción: se dice que el gobierno va a dejar una herencia maldita, pero al mismo tiempo sostienen, en particular Talvi y Zerbino, que hay que hacer las cosas gradualmente.

Si hay una herencia maldita y todo es un desastre, ¿cómo hay tiempo para corregir las cosas? Es un discurso absolutamente inconsistente. La oposición genera una gran incertidumbre; al estar tan atomizada uno nunca termina de saber cuál es la verdadera visión de las cosas. ¿La visión es la de shock y recorte salvaje que propone Luis Lacalle Pou? ¿O la visión es la neoliberal de Talvi, que no considera los sistemas solidarios en materia de jubilaciones? ¿Será la xenófoba de [Edgardo] Novick o la de [Guido] Manini, que cada tanto presenta un neonazi nuevo? Imaginarnos en una mesa sentados a Lacalle Pou, [Juan] Sartori, Talvi, Novick y Manini provoca, siendo delicados, una gran incertidumbre. Nosotros ofrecemos un proyecto de certezas, un proyecto que mantiene el mismo rumbo y que suma ideas nuevas.

Hablabas de los roles que le asignan el gobierno y la oposición al Estado. Sin embargo, también se podría decir que durante el ciclo del FA se privatizó Pluna o que durante el gobierno de Jorge Batlle el Estado empezó a participar en el Banco Comercial. ¿Dónde ubicarías concretamente las diferencias entre ambos bloques?

Primero que nada, en la necesidad de provisión de bienes y servicios públicos de calidad, que mejorar la equidad y la igualdad de oportunidades. No es lo mismo concebir un Estado que le destina 3% del PIB a la educación, que era lo que sucedía en 2004, que un gobierno que ha hecho una apuesta constante por mejorar el presupuesto educativo. No es lo mismo un gobierno que tiene una desinversión en el sistema de salud pública, que un gobierno que pone la política económica al servicio de apuntalar reformas estructurales como la de la salud, que habilitó la incorporación de decenas de miles de compatriotas al sistema. No es lo mismo tener a la mitad de los egresados de la universidad pública como la primera generación de egresados universitarios de su familia; eso no ocurre porque sí. Y no deberíamos naturalizar esas cosas, que básicamente ocurren porque hay una política pública detrás. Los Consejos de Salarios no nacen de un repollo, son producto de una política pública y una concepción del rol del Estado. Ese escudo de los más débiles, ese Estado que provee servicios de calidad para que puedan ser aprovechados por todos e igualar el punto de partida, no es una concepción que compartan el FA y los partidos de la oposición. Con esto, debo decir que dentro de nuestra concepción hay también mucho para mejorar en términos de eficiencia y calidad respecto de los bienes y servicios públicos que se proveen.

¿En qué áreas pensás cuando decís eso?

Pienso en la transversalidad del Estado, en cómo podemos ir eliminando ciertos compartimientos estancos, ir generando políticas que no estén asignadas a un ministerio en particular, sino que tengan esa mirada más transversal, que involucre distintas áreas. Apuntar a los lugares en los que pueda haber duplicación de gastos, o lugares a los que no están llegando las políticas como se debe. Para todas esas cosas, Daniel [Martínez] tiene un sesgo y una capacidad de conformar equipos de trabajo que puede ayudar mucho a mejorar eso.

Talvi planteó esta semana, en una mesa redonda del programa En Perspectiva, que si a este gobierno del FA le quedaran dos años más “terminaría yendo al Fondo Monetario Internacional [FMI] porque se quedaría sin crédito”.

Creo que esa va a hacer una más de las previsiones fallidas de Talvi, que tiene cierto expertise en hacer pronósticos equivocados. Uruguay se caracteriza por su solidez financiera, por su acceso a los mercados financieros, pagando tasas de interés bajas. Tiene un ratio de deuda neta sobre PIB absolutamente manejable. Y acá no se trata de la opinión de Talvi o la opinión nuestra, basta ver el riesgo país, el grado inversor de las principales calificadoras del mundo, como para darse cuenta de la enorme solidez y el prestigio que tiene Uruguay. Esto da tiempo para trabajar en la agenda del crecimiento y para manejar los aspectos fiscales, sobre todo los estructurales de largo plazo. Y esto es interesante, porque el proyecto más importante en cuanto a la reducción del déficit fiscal de este período de gobierno fue la reforma de la Caja Militar, que no fue votado por nadie en la oposición. Tampoco la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que incluía una reducción de cargos que se consideraban innecesarios. Hay que tener coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Foto: Mariana Greif.

Foto: Mariana Greif.

¿Descartás entonces que en un eventual gobierno de Martínez haya que pedirle un crédito al FMI?

No, no es que lo descarte. Lo que digo es que hoy Uruguay tiene solidez financiera, tiempo para manejar sus cuentas públicas, retomar la agenda de crecimiento. Por lo tanto no es una apreciación que me merezca demasiada consideración.

¿Qué te parece la idea de que los Consejos de Salarios sean por empresa o por departamento, como propone Lacalle Pou, y no por rama?

Los consejos de salarios tienen que atender el mundo en el que nos desarrollamos, pero la flexibilidad no debe ser tomada como un camino hacia la desprotección de los trabajadores. Lo que sí veo en las propuestas de la oposición –que no creyeron en los Consejos de Salarios porque por algo los eliminaron– es un camino no de flexibilidad, sino de desprotección de los trabajadores.

Pero hoy nadie plantea la eliminación de los Consejos de Salarios. ¿Dónde están esas diferencias con la oposición?

Cuando uno ve las propuestas de la oposición, francamente se hace difícil pensar que los van a mantener. Si uno ve una pared y dice: “Me gusta, pero le vamos a sacar la mitad de los ladrillos”. ¿La querés o no la querés? Va todo en una línea de desmontaje de los Consejos de Salarios que no compartimos. Uno de los asesores de Talvi decía en la exposición de En Perspectiva que debían ser sólo para fijar salarios mínimos. Estamos hablando de una concepción de la herramienta muy diferente.

¿Te parece que las propuestas de Talvi en su programa tienen más que ver con el espíritu de la queja de los empresarios ante la Organización Internacional del Trabajo?

Sí. Tiene un libreto bien elaborado. [Francisco] Vernazza es uno de los mejores estrategas de campaña del Uruguay. Logró poner dos trajes a sus candidatos. En 2009, a José Mujica logró ponerle traje y a Talvi ahora logró ponerle un traje de progresista, pero el traje le queda grande. Cuando uno va hacia las propuestas concretas, vemos que queda poco de progresista y de batllista en lo que se plantea, y en cambio es una agenda bastante más neoliberal que no contempla el beneficio de todos los uruguayos en su conjunto.

¿Lo ves más claro en las relaciones laborales?

Sí. Cuando vemos expresiones como que todo debe quedar asignado al mercado. Cuando vemos que se dice que los trabajadores deben tener una cuota individual y no se habla de solidaridad [en la seguridad social] o cuando vemos lo que se plantea con los Consejos de Salarios, claramente estamos hablando de una agenda que de progresista tiene poco.

¿Te parece válido que la campaña que recolectaba firmas contra la Ley de Inclusión Financiera haya interpretado que pueden presentar las adhesiones antes de las departamentales?

Sobre los argumentos jurídicos con respecto de los plazos no se llegó al plazo que estaba establecido. Si hay una interpretación de que pueden seguir juntándolas, se verá. Lo que no comparto de ninguna manera son los argumentos por los cuales se convoca a derogar la Ley de Inclusión Financiera, que fundamentalmente es una ley de derechos. Otorga derechos a los trabajadores a mejorar su acceso a los servicios financieros. Eso también hace a la equidad. Preguntémosle a los cientos de miles de trabajadores que antes no tenían cuentas bancarias y hoy por tenerlas y tener formalizado su salario a través de una cuenta bancaria que es gratuita pueden acceder, por ejemplo, a servicios financieros que antes no accedían. Pueden acceder a créditos mucho más baratos de los que accedían cuando tenían que morir en otros mecanismos para obtener préstamos. Además, francamente, en estas cuestiones la revolución tecnológica va a ocurrir de todas maneras. Cuando viene la ola, la cosa va a ocurrir, y uno puede tomar dos posturas: o una postura pasiva y que la ola lo pase por arriba, o tener una actitud proactiva y liderar esa ola. Y esto es lo que han hecho estos gobiernos: liderar la ola para que los cambios ocurran, no perjudicando a aquellos que menos tienen, sino abriendo la cancha y permitiendo el acceso a más servicios y más acceso a derechos a cientos de miles de uruguayos.

¿Por qué hay tantas dificultades para hacer un sublema común seregnista?

En los últimos días hemos visto expresiones de distintos sectores del FLS mostrando apertura y afinidad para lograr una convergencia en un bloque mayor. Esperemos que esas conversaciones puedan avanzar y llegar a buen puerto porque nos parece razonable que quienes tienen sensibilidad política similar, seregnista, puedan tener una expresión al menos electoral en un sublema común.

Hubo salidas de Alianza Progresista [AP] y de Liliam Kechichián cuestionando al Nuevo Espacio.

La política nunca es fácil, y menos la política electoral, pero esperemos que todas estas cosas puedan converger a un sublema común.

¿No preocupa que los sectores que justamente puedan disputar el espacio político a Talvi tengan estos problemas a 60 días de las elecciones?

Claramente no es el mejor escenario, pero se está trabajando para tratar de terminar esa etapa de armado, sectorial, o de listas, para ir a la cancha y estar desplegados en el contacto con la ciudadanía, con la gente, ir puerta a puerta, cuadra a cuadra, a caminar, a recorrer, a conversar y a convencer a los que tengan dudas, a los desencantados o a los que no tienen definido su voto, es parte de lo que vamos a estar haciendo, con Danilo Astori a la cabeza, en los próximos 60 días.

¿Qué te pareció la actitud de AP de romper con el FLS?

Son compañeros muy queridos por mí. Hemos compartido ruta por más de diez años, por lo cual prefiero no hacer muchos comentarios. Realmente hay mucho cariño en el medio y no quiero dañar eso.

¿Qué pasa con el Nuevo Espacio que hace una alianza con Darío Pérez, quien entre otras cosas firmó contra la Ley de Inclusión Financiera?

Eso entra dentro de lo que tiene que ver con alianzas electorales. Yo me he mantenido, en lo personal, por fuera de todos esos aspectos. En mi caso tengo un cargo de gobierno y eso nos absorbe tiempo. Además, he estado trabajando en la coordinación del grupo de economía de Daniel Martínez. Mi actividad política ha ido por estos carriles, pero veremos cómo estas cosas se van decantando y solucionando. Primero que nada soy frenteamplista, y dentro del FA me considero seregnista y astorista, que básicamente quiere decir lo mismo. Para mi ser astorista es ser seregnista en el siglo XXI. Por lo tanto, mi sensibilidad está en ese lado.

¿Qué te parecieron las críticas de dirigentes como Juan Castillo sobre que no había una expresión plural de la totalidad del FA en el equipo económico de Martínez?

Es un grupo de más de 15 personas. A esta altura somos casi 20. Tienen un gran nivel técnico y son gente con experiencia de gobierno, formados en las mejores universidad del mundo, pero que además están interrelacionados con un montón de colegas y compañeros, por lo tanto la relación con muchos otros actores es fluida y siempre hay intercambio. La idea es no tener ninguna de las visiones arriba de la mesa, sino todo lo contrario: ir sumando e intercambiando aportes, que hemos recibido, de gente muy variada.

¿Estarías dispuesto a debatir con Azucena Arbeleche?

En mi caso hay un tema de rol institucional. La diferencia del FA con la oposición, que ha mostrado a un referente económico en cada caso y a nadie más, es que el FA ha mostrado a un equipo muy potente. Por lo tanto, tanto en mi caso como en el de los otros compañeros cualquiera podría debatir perfectamente con Arbeleche o con quien sea. Iremos viendo cómo se desarrollan esas cuestiones en la campaña. Nosotros tenemos que ser muy cuidadosos de los roles institucionales.

Si gana Martínez, ¿te visualizás en el Ministerio de Economía?

La vida dirá. Son decisiones colectivas y no personales. El estar coordinando el equipo no implica ningún compromiso de un cargo de ministro, pero son decisiones que habrá que tomar dentro del FA. Daniel es un excelente formador de equipos y él sabrá qué es lo que se necesita para llevar adelante su mejor gobierno. Veremos cómo se van desarrollando las cosas.

¿Vas a integrar alguna lista? ¿Te interesa la actividad parlamentaria?

No. En principio no es una actividad que me despierte el mayor interés. Me considero una persona que tiene más para aportar desde la gestión, pero son decisiones colectivas e iremos viendo cómo se termina de cerrar todo lo que tiene que ver con el FLS y sus listas, y ahí vemos.

¿Qué rol puede jugar Astori en el próximo gobierno?

Un rol fundamental, como ha jugado en estos 15 años de gobierno. Danilo ha sido el padre de la economía, pero la economía concebida no en un rol reduccionista, sino en un rol político, orientador de un rumbo estratégico absolutamente clave, y eso como un líder sectorial y uno de los líderes históricos del FA creo que tiene mucho para aportar todavía.

¿Y desde dónde?

Desde donde quiera, porque ha demostrado una capacidad política y técnica gigantesca, y una enorme solvencia tanto en cargos legislativos como de gobierno. Danilo es un lujo para cualquier elenco gubernamental.

¿Has hablado con él sobre cómo quedó integrado el equipo de asesores? ¿Participó en el armado?

Danilo no sólo es mi jefe en el ministerio sino el líder político al cual respondo. Me definí como astorista un par de preguntas antes, por lo cual se podrán imaginar que la interrelación y el pedido de consejo de mi parte a Danilo es permanente. Danilo los conoce a todos. Hemos conversado y también con Daniel Martínez, que es quien lidera los equipos. En mi caso la referencia personal y política con Danilo es fortísima. Es la principal.

¿Te interesa ser candidato a intendente?

La vida dirá. En el caso de mayo, primero está octubre y noviembre. Hay que ir viendo cómo se dan los resultados electorales y ver cómo Daniel arma sus equipos y qué precisa. Nosotros estamos al servicio de un proyecto político. Pero que te pregunten si podrías ser ministro de Economía o intendente ya es un orgullo. Estamos hablando de altísimas responsabilidades, cualquiera de las dos. Que se piense de uno como alguien que puede desempeñar esos cargos ya es un motivo de enorme orgullo.

Quedan 60 días y la campaña de Martínez ha tenido su marcha y contramarcha. ¿Crees que hay chance de revertir lo que dicen las encuestas?

Integré el comando de campaña de Tabaré Vázquez en la campaña pasada, y en este mismo momento de la campaña pasada todas las encuestas daban perdedor al FA, y ganó con mayoría parlamentaria. Estamos con mucha fe, mucha fuerza, y sobre todo el que está con mucha fuerza es Daniel. Todos ayudamos pero el mascarón de proa, quien empuja es Daniel. Estamos en la cancha jugando el partido, con fe para el segundo tiempo.