El titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Danilo Astori, recibió a la diaria en su despacho. El principal diseñador de la política económica de los gobiernos del Frente Amplio (FA) respondió a las críticas de la oposición, habló de los lineamientos que se deben mantener para continuar creciendo y lamentó que el FA haya perdido tanto tiempo en la concreción de sublemas en vez de dedicarse de lleno a la campaña.

Esta semana se hizo una emisión y recompra de bonos de deuda pública en dólares. ¿Cuál ha sido el resultado?

Estamos muy contentos con los resultados. Esta operación ha mantenido los criterios básicos de administración y manejo de la deuda pública que hemos venido practicando desde que el Frente Amplio [FA] está presente en este ministerio, desde 2005, y refieren en primer lugar a un criterio precautorio. Uruguay tiene que estar siempre financiado, de modo de cubrir todas las necesidades que le planteen sus compromisos internacionales, sea por amortización de deuda, sea por pago de intereses, pero siempre financiado y con holgura, como lo está ahora. En segundo lugar, [debe haber] una desdolarización de la deuda. Cuando llegamos al ministerio, 100% de la deuda pública estaba en moneda extranjera. Hoy esa proporción es de aproximadamente la mitad, lo que quiere decir que hoy prácticamente la mitad de la deuda está expresada en moneda nacional.

Hemos diversificado monedas en nuestras salidas al mercado, hemos salido en moneda extranjera, como esta semana en dólares, hemos salido en yenes en Japón, más de una vez, y también en unidades indexadas. Hemos salido de una manera única en toda la historia del país, con una emisión global en moneda nacional nominal, en pesos nominales, lo cual nos dejó muy satisfechos porque fue una demostración de confianza en el país muy importante.

Otro criterio ha sido el de alargar la duración de la deuda, la duración media. Hoy estamos en promedio de 14 años, refiriéndonos a la deuda en su conjunto, lo cual permite tener suficiente campo y tranquilidad para administrarla de la mejor manera posible. Así que, teniendo en cuenta todos estos criterios, se ha hecho una operación de unos 1.000 millones de dólares, pero tuvimos demanda por el doble, o sea, los inversores pretendían no mil sino 2.000 millones de operación.

Una parte, aproximadamente la mitad de esa emisión, ha estado destinada a aumentar la liquidez que tiene hoy el país para responder a sus compromisos futuros, por aquel criterio precautorio que mencionamos anteriormente. Otros 500 millones fueron destinados a recomprar deuda a plazos más cortos para alargar la duración de la deuda. Recompramos bonos de 2022, 2024 y 2027, y los canjeamos por estos dos nuevos bonos que emitimos a 2031 y 2055. Debo destacar como un rasgo de enorme confianza en el país que por la deuda 2031 estamos pagando un interés de aproximadamente 3%, y por la deuda 2055 –pongo énfasis porque el plazo es muy largo–, el interés pagado fue de aproximadamente 4%. Hay muy pocos países en el mundo que paguen por deuda esas tasas de interés a esos plazos. Por todo esto estamos muy contentos. Además, confirma que los criterios que hemos venido utilizando de 2005 en adelante han dado sus frutos.

“Mucha gente cree que competir es tener tipo de cambio alto y salario bajo, y eso en un gobierno del FA no va a ocurrir nunca”.

Esto quiere decir que el gobierno que asuma el próximo período no tendrá que afrontar compromisos de deuda.

No va a tener ningún problema. Por eso me ha dado mucha rabia, entre comillas, escuchar a algún candidato presidencial decir que si volvía a ganar el FA íbamos a estar recurriendo al Fondo Monetario Internacional en poco tiempo. Me indignó bastante eso, porque Uruguay está muy sólido financieramente, como nunca lo había estado antes.

En la conformación del equipo de asesores en economía del candidato del FA, Daniel Martínez, hay varios integrantes vinculados al MEF. ¿Eso es una señal de que se va a seguir con las políticas que delineó usted con su equipo en los últimos 15 años?

Vamos a ver qué quiere decir “seguir”. De 2005 en adelante hemos tenido un rumbo, una orientación, que ahora puedo definir en términos precisos. Si continuar con la misma línea significa mantener el rumbo y mantener la orientación, contesto que sí. Ahora, dentro de esa orientación es fundamental seguir avanzando, seguir cambiando, y no hay una contradicción entre las dos cosas. El rumbo tiene tres lineamientos estratégicos fundamentales. Primero, lo que hemos llamado el crecimiento inclusivo. Uruguay tuvo un crecimiento excepcional: es muy difícil encontrar 16 años consecutivos en la historia del país. Pero también es cierto que hace meses que ese crecimiento se ha desacelerado y han aumentado los problemas de empleo. Entonces, vamos a mantener el rumbo de recuperar crecimiento y recuperar crecimiento con inclusión, porque la verdad es que el crecimiento solo no derrama. Se necesitan políticas públicas para que haya realmente inclusión. Mirando hacia el futuro, mantener el rumbo significa recuperar crecimiento e incluir, pero hacer cosas nuevas para que ese crecimiento se retome, para que la inclusión funcione cada vez mejor, porque si bien hemos progresado mucho –en la disminución de la pobreza, en el ensanchamiento de la agenda de derechos–, todavía hay que seguir trabajando.

Foto: Alessandro Maradei.

Foto: Alessandro Maradei.

Un segundo lineamiento es la apertura al mundo. Por ejemplo, esa agenda se ha incrementado con el acuerdo con la Unión Europea, el acuerdo con EFTA [Asociación Europea de Libre Comercio, por sus siglas en inglés, que nuclea a Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza], en estas horas una delegación nuestra está negociando en Corea [del Sur] un acuerdo con ese país, y estamos con Canadá y Singapur también en proceso. La apertura es la línea, pero hay que hacer cosas nuevas y reforzar, en el marco de esa línea, las medidas que toma el país.

Y la tercera línea, que es fundamental para un país como Uruguay –que ha demostrado que puede– y que es una orientación imprescindible para un país pequeño físicamente como el nuestro, que nunca va a trabajar en término de cantidades, es la apuesta a la calidad del esfuerzo. Si recorremos lo que hemos hecho hasta ahora se percibe esa orientación, desde el Plan Ceibal hasta el cable submarino, que en materia de telecomunicaciones hace que este país tenga una excepcional disponibilidad de información muy rica sobre su apertura al mundo. Eso nos demuestra el potencial que tenemos. Pero por si eso fuera poco, si con los avances que colocan a Uruguay, por ejemplo, al tope de América Latina en materia de telecomunicaciones no alcanzara, Uruguay está en un lugar envidiable en la gobernanza de la sociedad digital. Hoy Uruguay preside el Grupo de los Nueve, el D9, que es el grupo de nueve países del mundo más avanzados en términos de sociedad digital [Corea del Sur, Estonia, Israel, Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá, México, Portugal y Uruguay]. Así que diría rumbo y orientación, sí, pero cosas nuevas, también.

“Uruguay está muy sólido financieramente, como nunca lo había estado antes”.

Y en esa definición, ¿cuál sería su participación?

Yo voy a ser candidato al Senado; espero que la ciudadanía me acompañe y esté trabajando en el Senado, donde trabajé muchos años. Esa es la intención. Me voy a presentar a solicitar el voto para llegar al Senado, y después se verá si se puede contribuir con algo más.

Siguiendo con los lineamientos, la oposición afirma que en tiempos de bonanza, que los hubo no solamente por las acciones del gobierno sino porque hubo un “viento de cola” a nivel internacional, la política distributiva de los gobiernos del FA fue equivocada, porque en lugar de utilizar recursos para aprovechar a bajar el déficit fiscal o incrementar las reservas, o guardar, se despilfarró en gasto social, y que por eso, según algunos actores opositores, se está en una situación igual o peor que en 2002.

He leído frecuentemente ese razonamiento y está hecho como si la bonanza hubiera caído del cielo sola y por la sola acción de factores positivos del exterior. Se desconoce absolutamente el esfuerzo que hizo Uruguay para tener los resultados que tuvo y, sobre todo, empezando por el crecimiento, tener la expansión de la actividad que tuvo. Los 16 años de crecimiento consecutivos, excepcionales en toda la historia del país, no cayeron del cielo. Obviamente algunos precios de productos y servicios que exporta Uruguay ayudaron, sin duda, pero este gobierno no estuvo mirando cómo evolucionaban los precios. Actuó desde el principio, con medidas estructurales muy importantes relacionadas con aspectos económicos, como un nuevo sistema tributario, por ejemplo, hasta aspectos relacionados con los avances en herramientas que Uruguay no había tenido nunca en materia de estabilidad financiera. Recuerdo los tiempos en que llegó a faltar alguna página del libro de actas del directorio del Banco Central del Uruguay en plena crisis. Menciono esta pequeña anécdota terrible para el país –nadie sabe quién lo hizo ni por qué– para comparar esos tiempos, en 2002, con la actualidad, con la red de estabilidad financiera que construyó el país. Se construyó un nuevo sistema concursal para ayudar a las empresas en dificultades, el país tiene un proceso de transformación en muchas de sus unidades ejecutoras referentes a los lineamientos que hoy comentamos: crecimiento inclusivo, apertura y apuesta a la calidad. Todo eso se hizo utilizando los recursos que el país generaba como consecuencia del aumento de la actividad. Cayó la pobreza de casi 40% a 9%, la indigencia prácticamente desapareció. Aumentamos los recursos para salud, para educación, para seguridad. Esos fueron los destinos de los recursos. Un gobierno puede ser calificado ideológicamente, incluso, por dos cosas simultáneas: de dónde obtiene los recursos y a dónde los destina. Entonces a mí también me indigna que se hable de despilfarro de los recursos, cuando los destinos de esos recursos fueron los que resultaron en la práctica. Y por eso el gasto público uruguayo tiene hoy aproximadamente 80% de destinos de este tipo. Por lo tanto, yo rechazo indignado lo del despilfarro porque, en mi modesta opinión, fueron los mejores destinos que pudo elegir el país para gastar. El gasto público es la principal herramienta para hacer justicia en la vida desde el punto de vista económico. No son los ingresos. Por más que tengamos el mejor sistema tributario, el más justo de todos, nada puede igualar la fuerza del gasto público, el gasto público entendido como herramienta fundamental de la construcción de equidad y justicia. Y un gobierno del FA, un gobierno de izquierda, debe tener muy claro que esa es la herramienta fundamental. ¿Significa esto que tenemos que descuidar el resultado fiscal? No, en absoluto. Lo que pasa es que tuvimos una desaceleración importante de la actividad. Los 16 años de crecimiento consecutivo cayeron en su ritmo. Y cayeron en su ritmo, también, y de esto oigo hablar poco, por un mundo que está absolutamente cuestionado, contradictorio, con una guerra comercial entre Estados Unidos y China, que perjudica a países como Uruguay, y un vecindario que está complicadísimo. Además de Argentina, que muestra una volatilidad inmensa, y eso pega en Uruguay, sobre todo en materia de venta de servicios turísticos, Brasil hace diez años que no crece. Y esos son los vecinos que tenemos. Así como cuando nos dicen que nos fue bien por las condiciones favorables del exterior, ¿por qué no nos dicen que las complicaciones actuales tienen que ver con las condiciones malas del exterior? Hay una contradicción en ese razonamiento de la oposición.

“No hay contradicción entre mantener el rumbo y seguir avanzando”.

Otras críticas provienen de los exportadores, que cuestionan la política cambiaria y exigen un dólar más caro para tener más competitividad.

Considerando toda la historia que hay en la materia, o sea en el uso de ese instrumento, Uruguay tiene la mejor política cambiaria que yo recuerde desde que me dedico a estos temas. Te recuerdo que antes teníamos una política de tipo de cambio fijo: el tipo de cambio lo fijaba el gobierno. Te acodarás de que en algunos casos había tablita, se comunicaba por medio de una tabla cuánto iba a valer el dólar en determinada fecha; en otros casos se fijaba sin tablita pero siempre lo fijaba el gobierno. Y se cometieron errores garrafales que llevaron a crisis o contribuyeron a llegar a crisis muy profundas, como la de 2001-2002. Precisamente en aquella crisis y antes de que asumiera el FA sus funciones, aquí en esta casa [el MEF] se dejó sin efecto esa política cambiaria y se adoptó una muy parecida a la que tenemos hoy, que es un tipo de cambio flotante, que acompaña las tendencias globales, fundamentalmente las de bienes de quienes definen la orientación fundamental del valor de la moneda norteamericana, la Reserva Federal de Estados Unidos, y nos reservamos la posibilidad de intervenir en el mercado, comprando y vendiendo divisas, para evitar las oscilaciones bruscas, que es lo peor que le puede pasar a una economía con su política cambiaria. Que es lo que le pasa a Argentina, que haya una disparada del dólar de un día para otro por razones especulativas o que haya una caída abrupta, que también tendría consecuencias negativas. Entonces, Uruguay acompaña las tendencias globales y la verdad es que no nos ha ido mal, porque en definitiva no ha habido ningún perjuicio, ninguna consecuencia negativa sobre la economía de parte de esta política. Y en cuanto a las quejas por razones de competitividad, que plantea, por ejemplo, la Unión de Exportadores del Uruguay, yo contesto que la competitividad no debería estar asociada o depender exclusivamente del tipo de cambio. Creo que el sector privado de la producción uruguaya debería estar más proclive a incorporar tecnología, innovación, a buscar niveles de productividad, de competitividad mejores; ir por esa vía en vez de simplemente por la vía de un tipo de cambio alto y salarios bajos. Porque hay mucha gente en este país que cree que competir es tener tipo de cambio alto y salario bajo, y eso en un gobierno del FA no va a ocurrir nunca, porque precisamente estamos en contra de una trayectoria de ese tipo.

Otra de las propuestas que están en juego en la campaña es la liberalización de la importación de combustibles, tema que es atado por la oposición con la gestión de ANCAP en el anterior período de gobierno, con la que usted también ha sido crítico...

Sí, he sido crítico. He tratado de aportar los conocimiento que acumulamos en el ministerio acerca de ANCAP. Cuando ANCAP empezó a tener problemas, contribuimos mucho desde el ministerio a ayudar a solucionarlos, entonces acumulamos un volumen de información importante como para, sobre esa base, opinar al respecto. Incluso fui citado en una oportunidad por la comisión que estaba dedicada a investigar los temas de ANCAP y presenté una declaración de precisamente todos los aspectos sobre los cuales habíamos acumulado información, mientras colaborábamos para que ANCAP saliera del pozo en que había caído, incluyendo una capitalización. La capitalización de ANCAP la hizo el MEF, dejando de lado una deuda importante de ANCAP con el Estado. Por otro lado, está planteado el tema de la importación de combustible, sobre la pérdida de importancia de la refinación de combustible en Uruguay o la eliminación lisa y llana, porque también lo he escuchado, y considero, en base a la información acumulada, que sería un grave error. Porque aquellos que crean que importar combustibles refinados sería más conveniente que lo que tenemos hoy en ANCAP están equivocados, ya que no hacen un planteo global del tema.

“Vamos a mantener el rumbo de recuperar crecimiento y recuperar crecimiento con inclusión, porque la verdad es que el crecimiento solo no derrama”.

El precio del combustible antes de llegar al usuario –sea un productor o sea un consumidor común y corriente– está incluyendo costos que no se evitan por una importación de combustible refinado. Y que son muy importantes. Todo el proceso de distribución de combustible de ANCAP pesa mucho en el precio. Claro, ustedes me pueden preguntar “¿y por qué no se trabaja sobre eso?”. Se está trabajando para aliviar esos costos de distribución. La presidenta de ANCAP, Marta Jara, ha sido muy clara al respecto. Primero, ha demostrado con precisión lo que yo acabo de decir: se equivocan quienes creen que abaratan el combustible importándolo. Segundo: ha presentado información sobre resultados de ANCAP que suponen una mejora muy importante respecto del pasado.

Usted ha hablado de la apertura de mercados...

Perdón, no es apertura de mercados, es apertura del país. La orientación es política, cultural y, por supuesto, comercial y de inversiones, pero es apertura del país al mundo en su conjunto.

Se ha logrado diversificar los destinos de las exportaciones, y entre ellos aparece el principal socio comercial de Uruguay en la actualidad, China. ¿Qué piensa de ese socio?

Que ha sido fundamental para Uruguay, absolutamente esencial, porque el proceso complicado en el vecindario del que yo hablé no lo hubiéramos podido encarar tan bien como lo encaramos desde el punto de vista comercial si no hubiéramos tenido la relación con China, que operó para Uruguay y para otros países como un factor de regulación de los problemas que tiene el mundo, precisamente por este motivo. China pasa a ser el primer socio comercial en bienes –subrayo en bienes, porque en servicios no ocurre eso–, y le permite a Uruguay contar con ese país para una diversificación de mercados, que es fundamental para desacoplarse de una región complicada. Ahí caen significativamente los mercados de Brasil y de Argentina, sobre todo Argentina, y sigo hablando de bienes, no de servicios. Y le permite a Uruguay, sobre esa plataforma, empezar a diversificar, ahora sí, los mercados del mundo en materia de bienes. Y es en estos años de gobiernos frenteamplistas que Uruguay llega a exportar en promedio a entre 140 y 160 países del mundo, cosa que no ocurría antes.

El hecho de que China haya pasado a ser el primer socio comercial de Uruguay en bienes jugó su papel para que Uruguay diversificara hacia otros mercados, otras regiones del mundo, por ejemplo el sureste asiático, que es una zona de buenos mercados para Uruguay, y por lo tanto le permite lograr los resultados que tuvo.

Y al estar en esta guerra comercial con Estados Unidos, ¿perjudica al país en algún nivel?

No, Estados Unidos, que está aproximadamente en el cuarto lugar en bienes y en el primer lugar en algunos de los servicios más importantes de Uruguay, también es fundamental. ¿En dónde está en primer lugar Estados Unidos? En la compra de los llamados servicios globales, que son los más sofisticados, los que más están creciendo en el país, y señalo un ejemplo: la tecnología de la información. El principal mercado de la producción de software de Uruguay es Estados Unidos, y está pagando precios extraordinariamente importantes por esa importación. Uruguay es el mayor exportador de tecnología de la información per cápita de América Latina; segundo está Costa Rica, pero muy despegado de Uruguay. El país tiene un comportamiento excelente en esos servicios.

“Recuerdo los tiempos en que llegó a faltar alguna página del libro de actas del directorio del Banco Central del Uruguay, en plena crisis. Menciono esta pequeña anécdota terrible para el país –nadie sabe quién lo hizo ni por qué– para comparar estos tiempos con esos de 2002”.

Rumbo a octubre

Durante la campaña para las internas, el ex precandidato del partido Colorado Julio María Sanguinetti insistió en meterse en la interna frenteamplista al plantear que si Astori y los sectores que lo apoyan no tienen una buena votación, eso crea desequilibrio dentro de la fuerza política. ¿Usted está de acuerdo?

No estoy para nada de acuerdo. Sanguinetti no tiene condiciones como para hacer una campaña intentando absorber votación del FA, porque en definitiva, detrás de la propuesta de Sanguinetti hay toda una concepción ideológica y política, una visión del país totalmente distinta a la del FA. Entonces, fue una jugada de mala calidad de Sanguinetti, intentando absorber votos de áreas de opinión del FA como la que ocupamos nosotros. Cuando digo áreas de opinión me refiero a que nuestra opción es esencialmente frenteamplista y seregnista antes que cualquier otra cosa, e intentamos, desde la fundación de Asamblea Uruguay [AU] hace 25 años, ser una contribución al equilibrio que debe existir entre una característica esencial del FA, sin la cual el Frente no existe, que es la diversidad de opiniones. Porque por eso es “frente amplio”: tiene la capacidad para lograr convertir esa diversidad en una diversidad creativa que conduce a acuerdos que puedan resolver problemas y avanzar. A mí me parece que en 15 años de trayectoria en un área como la económica –que puede generar permanentemente más de una opinión– demostramos, entre otras cosas, más allá de los resultados, que se podía sustentar ese factor de equilibrio y respetar la diversidad de opiniones del FA y, al mismo tiempo, llegar a acuerdos que nos permitieran obtener los resultados que obtuvimos. Eso se practicó y no motivó nunca, en ningún aspecto fundamental, una oposición radical desde dentro del FA a lo que discutíamos acá. Es la demostración más clara en un área que no es fácil. Porque aquí lo más fácil es tener más de un opinión. Sin embargo, fue posible tener ese rumbo, que respetara la diversidad de opiniones del FA y al mismo tiempo pudiera aplicarse en la práctica y obtener los resultados que obtuvo. Pongo un ejemplo, uno de los más antiguos. Nosotros asumimos en 2005, al año siguiente estamos cancelando la deuda con el Fondo Monetario Internacional [FMI], y eso el FA lo acompañó sin ninguna observación o crítica –al menos relevante–. Por supuesto que la decisión tomada tenía un aspecto muy positivo: dejábamos de depender del FMI por primera vez desde 1959, que fue cuando se firmó la primera carta intención con el fondo. Pero era una medida que podía haber generado discusión importante en una fuerza de izquierda como el FA. Sin embargo, el FA supo ver ese aspecto positivo y apoyó totalmente esa decisión, a través de todos sus sectores y sus autoridades. Podría poner muchos otros ejemplos de decisiones de este tipo que fueron apoyadas por todo el FA. Así que el razonamiento de Sanguinetti –si es razonamiento– cae por su propio peso.

Hubo un titular en la diaria que decía que el Frente Liber Seregni (FLS) había dejado de existir...

Sí, me enojé mucho, pero fue un enojo constructivo. “Enojo” es un poco exagerado: me sentí mal. Más que enojarme, me entristeció. Porque veníamos de sostener un largo y complicado y no compartible proceso de negociación para mantener el acuerdo político original con Alianza Progresista [AP] y Nuevo Espacio [NE] que por diversas razones, que no viene al caso analizar, no fue posible cristalizar. Y yo me resistí a aceptar que eso significaba el fin del FLS, porque era como aceptar que el FLS era simplemente un sublema técnico, como se suele llamar ahora, o táctico, como lo llamó algún compañero. [El FLS] era algo más; es algo más. Es una idea, un concepto de ese señor que está ahí acompañándonos [señala una foto de Liber Seregni que tiene en el despacho] y que siempre procuró equilibrar los principios con la responsabilidad política. Esa idea para mí sigue viva, y hoy en AU somos los modestos depositarios únicos del FLS, pero, más allá de la elección, yo me comprometo personalmente, junto con mis compañeros, a volver a trabajar para fortalecer al FLS; no simplemente como una presentación electoral, sino como una fuerza política de todos los días.

No quiere hablar de por qué piensa que no se lograron los acuerdos.

No sería bueno, a esta altura de la campaña, traer a colación aspectos que para nada son compatibles, pero en todo caso me limitaría a decir que no prosperó el verdadero concepto de lo que es el FLS. Quienes tomaron algunas decisiones en AP y NE no tuvieron en cuenta el verdadero carácter del FLS, que es el que yo acabo de sintetizar modestamente en pocas palabras. Predominó más el trabajo por asegurarse el cargo que el trabajo por asegurar una experiencia política y no solamente electoral.

“Mucha gente cree que competir es tener tipo de cambio alto y salario bajo, y eso en un gobierno del FA no va a ocurrir nunca”.

Es fuerte lo que está diciendo. En relación al caso, la elección de la candidata a vicepresidenta fue un proceso complejo y difícil. En un momento usted manifestó que no estuvo muy de acuerdo con cómo se resolvió. ¿Sigue pensando lo mismo?

Otro tema sobre el que pasa exactamente lo mismo que me acaba de pasar con el anterior. Sí, yo no estuve de acuerdo –no lo voy a negar ahora– con la forma y la definición final, pero no quisiera ahora, y a pocos días de la elección, señalar algo que ya señalé en su momento. Me parece que tendría un efecto inconveniente. Me obliga a mí a practicar aquello que propongo: pensar en que por encima de todos nuestros sentimientos está Uruguay, y luego está el FA en su conjunto, que sigue siendo el mejor proyecto político para Uruguay. Cualquier comentario que yo haga ahora al respecto no sería positivo y estaría negando esas prioridades.

Sobre esto que decía anteriormente del FLS, ¿la idea es incorporar sectores al bloque?

Empezar a hacer política con compañeros y compañeras. Vuelvo a repetir, no con fines electorales, porque esto sería después de la elección. Empezar a hacer política en lo que ojalá sea un cuarto gobierno del FA, desde los lugares que podamos ocupar. En mi caso, si puedo llegar al Senado estaré allí. En el caso de otros compañeros, estarán en otros ámbitos de gobierno, de responsabilidad política. Pero se trata de eso, de empezar a hacer política, acumular fuerza para para definir objetivos, estrategias, utilizar instrumentos, ganar poder para resolver problemas y, sobre todo, hacer algo sobre lo que yo personalmente debo hacer autocrítica, porque debí haber puesto más fuerza en lo que entiendo que hay que hacer, que es darle más vida orgánica a esa experiencia política. Porque la vida orgánica te permite ir creando ámbitos, espacios de trabajo que fortalecen la potencia del resultado. Lo que hicimos antes de esa circunstancia que vivimos hoy fue muy pobre, muy insuficiente, y ahora hay que superar eso y, repito, empiezo por hacer autocrítica personal.

¿Quién debería estar al frente del Ministerio de Economía de un eventual cuarto gobierno?

Eso lo va a decir Daniel Martinez, pero gente hay.

Foto: Alessandro Maradei.

Foto: Alessandro Maradei.

Se está viviendo un proceso en el FA en el que aparecen figuras nuevas de otras generaciones. ¿Lo siente como una de las figuras que no están postergadas, pero jugando otro rol?

Me parece fundamental e imprescindible. Tiene que haber renovación generacional, sin duda; lo interesante sería saber encontrar la manera de complementar esa renovación generacional con el aporte de experiencia, que siempre es importante tanto en política como en cualquier actividad de la vida la vida humana, pero yo creo que eso va a funcionar correctamente.

Pero cree que se podría mejorar, que la gente nueva cuente más con los líderes.

Creo que la gente que está siendo protagonista de la renovación generacional también es consciente de esto, de la necesidad de no desaprovechar la experiencia acumulada, que, como en toda actividad humana, sobre todo en la que están en juego tantos aspectos internos, internacionales, complicados, es importante tener en cuenta. Incluso hasta en el conocimiento personal. En economía, por ejemplo, en la relación con instituciones y personas del exterior y del interior, es muy importante conocer la relación personal, tenerla en cuenta y manejarla cuando se trata de, por ejemplo, continuar con algún proceso que no puede interrumpirse o reforzar alguno de los que ya están en curso. Para eso, a veces, tener renovación, pero al mismo tiempo tener a quien conoce bien cómo vienen las cosas atrás, puede aportar yo suyo.

AU ya tiene su lista definida.

AU va con una formulación al Senado que encabezo yo y en el segundo lugar va Susana Hernández, cuya postulación electoral departamental en Maldonado vamos a apoyar. Luego está la lista a Diputados por Montevideo, que va estar encabezada por el actual diputado Carlos Varela, que es una buena síntesis de renovación y experiencia. Luego tenemos acuerdos de diferente tipo en el interior, partiendo de la base de que la primera figura va a ser José Carlos Mahía, y también mi primer suplente en el Senado y en los otros 17 departamentos; un mosaico muy importante de acuerdos de diferente tipo, porque hacen alusión o se deben a las realidades departamentales, que son todas distintas. Entonces, el hecho de tener en cuenta a los compañeros, a las visiones en cada departamento generadas a lo largo del tiempo, es muy importante.

¿Van a buscar retener las bancas en Río Negro y Artigas?

Vamos a buscar obtener el mayor número posible de bancas en el interior; en algunas estamos más cerca de lograrlo y en otros no tanto.

¿Usted cree que el FA puede volver a ganar?

Sí, claro, y trabajaré para ello, pero también creo que es la elección más difícil desde que estamos en el gobierno.

¿Eso por qué sería?

Lo digo porque esto nos tiene que motivar para trabajar intensamente. Esta fragmentación excesiva que hemos tenido –no se van ver ni las listas en la mesa de votación– va a estar difícil: nos ha llevado a dedicar demasiado tiempo a discutir acuerdos de sublemas llamados técnicos que nunca tuvieron relevancia más que para asegurarse la distribución de votos que pueden tener algunos sectores. Estuvimos meses discutiendo sublemas y ese tiempo se lo sacamos a lo que yo creo que deberíamos haber hecho desde antes, que es ir al encuentro de la gente a llevar nuestra propuesta. Por eso me preocupa que en el escaso tiempo que nos queda dediquemos todo lo que podamos hacer a lo que no hicimos hasta ahora.

No es la primera vez que pasa. El FA siempre arranca las campañas tardíamente. Esta semana Ignacio Zuasnábar dijo que el FA es buen rematador de campañas.

O como dijo [Agustín] Canzani, es un elefante, pero cuando se mueve hay que bancarlo.

Más cerca

Música: “La principal frustración de mi vida. Me hubiera gustado ser músico, pero por razones que la vida me trajo no pude serlo”. Astori escucha todo tipo de música y la divide en “buena y mala”; “no elijo por géneros, elijo por la calidad musical”, explica. La calidad la vincula a los sentimientos. “He llorado en sala escuchando la sinfonía número 2 de [Serguéi] Rajmáninov y también puedo llorar cantando “Adios juventud” [de Jaime Roos].

Fútbol: “Nacional es parte esencial de mi vida. No existo si no existe Nacional”.

Hobbies: leer y hacer deporte. “He jugado durante décadas al tenis en el club Malvín. Las complicaciones de la política me han sacado de las canchas con más frecuencia de lo que hubiera deseado”. Entre sus lecturas abundan los textos de Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. Lo “enloquecen” las obras del mexicano Carlos Fuentes.

Mascotas: No tiene ni le gustan. “Una vez sufrí mucho porque mis hijos más chicos querían un perro, les compré un perrito y llegué a sufrir con él”.

Cine y Netflix: Se declara cinéfilo, aunque también “muy interrumpido” por las labores y las tecnologías. Disfruta de las series de Netflix y está viendo la española Vis a vis.

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