La Unidad 6 de Punta de Rieles es considerada una “cárcel modelo” en Uruguay. Es una cárcel en la que no se registran homicidios, el nivel de conflictividad es bajo y se estima que la reincidencia de quienes pasan por el centro penitenciario es muy inferior a la del resto del sistema.
Su director, Luis Parodi, referente en materia carcelaria, cesó su gestión, que había comenzado en 2014. Parodi trabaja con personas en conflicto con la ley desde 1987. Tras un largo pasaje por el sistema penal adolescente, pasó en comisión en 2012 al Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). Ocupó la subdirección técnica de Punta de Rieles y dos años después pasó a la dirección.
Implementó un modelo que rompió con los esquemas del sistema penitenciario y generó resultados evidentes. El más visible: no hay letalidad.
En la cárcel hay casi 600 personas privadas de libertad que circulan por las 38 hectáreas que ocupa la cárcel. La mayoría de los funcionarios son civiles. Las personas privadas de libertad estudian o trabajan. En la cárcel funcionan 52 emprendimientos productivos. Hay un sistema de préstamos, los presos están incluidos financieramente, pueden agremiarse y pueden tener celular. Los conflictos se dirimen por medio de la palabra, y la presencia de armas blancas es causal de traslado.
En una entrevista con la diaria en setiembre de 2018, Parodi definía a Punta de Rieles como “un balcón en un sótano”. “Es estar de acuerdo con algunos valores ideológicos y ser consecuente con ellos. Es un lugar que se parece al afuera, donde se respetan los derechos. Hay una obsesión con el aprendizaje. Sostenemos dos principios básicos: no humillamos y no sometemos. Otro pilar es que el Estado tiene la responsabilidad ética de ofrecer a todos sus ciudadanos lo más posible. Lo que está en juego es la vida de esta gente, que son uruguayos que están jodidos. Tenemos que hacer que lo que hagan en la cárcel les sirva para algo. Ese algo tiene una intención: ‘que no jodan más’. Después ellos harán o no. Pero la institución tiene que saber lo que quiere con ellos; si yo no quiero que robes más, tengo que hacer algo para lograrlo”, decía, además de sostener que el eje principal es “salir de la lógica del castigo”.
En su carta de renuncia, explica que en “la situación actual de coronavirus, dada mi edad, no estoy en condiciones de cumplir con los compromisos institucionales que abarcan a las personas privadas de libertad, a sus familias, a los compañeros de trabajo (policías y operadores penitenciarios) y a las autoridades que me sostuvieron durante todos estos años”. Por esta situación, afirma, éticamente se siente “obligado” a presentar su renuncia. “Durante estos años hicimos todos los esfuerzos para poder llevar adelante un proyecto que tuviera como eje el respeto absoluto de los derechos humanos, intentando que estos sujetos puedan ejercer su ciudadanía de forma responsable”, explica. Y agrega que “esta propuesta se sostiene con los 52 emprendimientos productivos, los proyectos educativos y culturales, con la educación formal, con la participación de diversas facultades, iglesias y organizaciones de la sociedad civil”.
“Esta propuesta siempre estuvo abierta a recibir todas las formas de ver el mundo con la condición excluyente de que no humille ni someta. En este entendido pasaron en estos años por Punta de Rieles muchas personas que fueron dejando su huella”, expresa. Finalmente, dice que “esta propuesta fue sostenida en una fuerte presencia de la autoridad, tanto en ideas como en horas de trabajo de la dirección”, y por eso entiende que debe dar un paso al costado.
El ministro del Interior, Jorge Larrañaga, dijo que Parodi “va a quedar en alguna área de asesoramiento del INR en materia carcelaria”. “Vamos a seguir contando con su presencia, no en Punta de Rieles, pero sí trabajando en coordinación con la ejecución de toda la política del INR”, comentó en conferencia de prensa.
Por su parte, el comisionado parlamentario penitenciario, Juan Miguel Petit, dijo a la diaria que prefiere “esperar hasta que termine este proceso y quede claro si Parodi continúa o no en otro rol”. Sobre su trabajo, manifestó: “Es un símbolo inspirador y un educador absolutamente extraordinario, hay que respetar su reflexión y silencio hasta que esto se dilucide; más allá de eso, es un referente para todos los que imaginamos un sistema carcelario orientado a la rehabilitación y la educación, no hay duda alguna”.