El libro El camino de Tabaré fue escrito por el ex subsecretario de Relaciones Exteriores, Ariel Bergamino, quien repasa minuciosamente la carrera del ex mandatario durante los últimos 30 años y muestra paso a paso el proceso de consolidación de su liderazgo en la vida política del país. Si bien advierte que “no es un tratado de ciencias políticas ni una investigación histórica, ni siquiera es el análisis y balance del ciclo político del cual Tabaré Vázquez fue protagonista, no es su biografía, ni ‒menos aún— una autobiografía”, sí es un libro “oportuno para quienes deseen asomarse a ese período mediante el testimonio de un modesto actor y privilegiado observador de ciertos eventos”.
Es que Bergamino, una de las personas de confianza de Vázquez, lo acompañó como asesor en la Intendencia de Montevideo, luego como embajador uruguayo en Cuba y subsecretario de Relaciones Exteriores. El libro será publicado por editorial Planeta el 7 de setiembre y su presentación virtual será el 9.
El final abierto
La pandemia puso en pausa una autocrítica que, en circunstancias normales, ya tendría que haber culminado. La derrota del Frente Amplio (FA) en las elecciones de 2019 todavía no pasó por el proceso de balance. Bergamino no arriesga los motivos del fracaso electoral, pero identifica factores externos e internos del contexto previo. En cuanto a la oposición, destaca, entre otros factores, la trabajada candidatura de Luis Lacalle Pou, el retorno de Julio María Sanguinetti a la arena política, el “meteórico ingreso” del ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos y el surgimiento de grupos “supuestamente autoconvocados, pero en indisimulable sintonía con la oposición política”.
Otros aspectos son la “insatisfacción” de la población sobre el manejo de algunos temas clave por parte de la gestión del gobierno ‒“seguridad, empleo y educación, en ese orden y muy por delante de otros ítems” ‒, “el distanciamiento con la política y sus actores” y la “desconfianza en las instituciones”. Estos factores, señala Bergamino, no excusan “limitaciones, disfuncionalidades y errores del gobierno del FA, de su fórmula presidencial y de los equipos de campaña electoral que incidieron en el desarrollo de esta y, consecuentemente, en su desenlace”.
Los factores internos “evidentes”, según Bergamino, fueron el “agotamiento programático” y la “fatiga” tras 15 años de gobierno, “dificultades para leer e interpretar ciertos aspectos de la coyuntura política”, “anquilosamiento de la estructura militante de la coalición, dificultades en generación y relevo de liderazgos, renovación total de su fórmula presidencial y de muchas candidaturas sectoriales al Parlamento”.
“¿Por qué, si esos factores eran tan evidentes, no se intentó revertirlos? Se intentó y algunos se atenuaron o reencauzaron, pero los avances registrados en los plazos dados no fueron suficientes”, escribe Bergamino.
Los momentos “complejos”: la esencialidad
El autor hace un repaso de la última gestión y describe en detalle algunas iniciativas y políticas públicas desarrolladas en la última administración, como el desarrollo del Sistema Nacional de Cuidados, buque insignia de la campaña electoral; el Sistema Nacional de Transformación Productiva y Competitividad, llamado Transforma Uruguay, en el que se articularon las políticas de desarrollo productivo de los ministerios y organismos estatales; las políticas en materia de seguridad; el compromiso con los derechos humanos (se menciona, por ejemplo, la creación de la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad); la persistencia en la “reivindicación del derecho internacional, la soberanía de los pueblos, el diálogo y la negociación como mecanismos para superar conflictos”, entre otras.
Pero también nombra uno a uno los momentos que, a su entender, fueron los más “complejos” de la última gestión. El primero fue la declaración de la esencialidad de la educación. Tras analizar el conflicto, Bergamino concluye que, si bien mediante el diálogo entre las partes involucradas se logró una salida, quedaron a la vista “hendiduras entre el gobierno y la fuerza política, producto de indefiniciones y vacíos programáticos de vieja data, así como de nuevas dinámicas propias de cada uno. Lejanía, aislamiento, aturdimiento, falta de liderazgo, fueron algunos de los calificativos usados para describir la sustancia de la situación planteada”.
Con una mirada a mediano y largo plazo, Bergamino evalúa que “el resto del período de gobierno transcurrió sin mayores conflictos en la enseñanza pública, aunque también sin haber cerrado totalmente algunas heridas en el relacionamiento con las gremiales del sector. En qué medida esa suerte de tensa paz incidió en el desarrollo de las políticas educativas e incluso en el proceso electoral de 2019 no lo sabemos con precisión, pero no es descabellado suponer que sí lo hizo”.
El TISA y la marcha atrás
En 2014, la noticia llegó a través de la prensa internacional y despertó alarma en la arena política nacional: Uruguay quería estar sentado en la mesa de las negociaciones del TISA (Acuerdo de Liberalización del Comercio de Servicios). Los temas que abarcaba el tratado, los países que estaban en las charlas y el secretismo de la solicitud de nuestro país generaron incertidumbre en el FA, recuerda Bergamino.
Destaca que el rechazo fue explícito en algunos sectores académicos y en el movimiento social y sindical. “¿Cómo saldría Tabaré de semejante laberinto? Como siempre lo ha hecho (excepto en contados casos de asuntos de conciencia): de acuerdo al Programa del FA o, en su defecto, consultando a la fuerza política y acatando su decisión. Y así lo hizo: trasladó la consulta al FA”. El Plenario Nacional resolvió la salida de Uruguay de las negociaciones. Para Bergamino, Vázquez demostró las virtudes de un líder político “que conduce y es conducido a la vez”.
La renuncia del vicepresidente
Otro de los momentos críticos de la última gestión fue la renuncia del entonces vicepresidente, Raúl Sendic. Se trató del punto final de una seguidilla de episodios que tuvieron al líder de la lista 711 como protagonista: la denuncia penal por la gestión de Ancap, el déficit de 800 millones de dólares de la petrolera, el título falso de la Licenciatura en Genética Humana de la Universidad de La Habana y el mal uso de las tarjetas corporativas.
“La sucesión de episodios de los que fue foco resultó demoledora para Sendic. También impactó duramente en el FA y en el gobierno, que en la mitad del período de su mandato y por lo que restaba de este estaría expuesto a una creciente insatisfacción por parte de la opinión pública que, a partir de este caso, se proyectaba a otros planos de la gestión, y trascendiendo sus aciertos, errores, avances o retrasos propios derivaba en una sensación de ‘fin de ciclo’ que en lo interno la oposición exacerbaba con la apelación genérica al cambio. Esfuerzos se hicieron para amortiguar y superar aquel golpe, pero continúa doliendo”, reflexiona Bergamino en el libro.
La remoción del comandante en jefe del Ejército
“Nunca debió haber sido comandante en jefe del Ejército, pero llegó a ese cargo el 1° de febrero de 2015, aupado por el ministro Eleuterio Fernández Huidobro, en cuyo funeral pronunció un emocionado y elogioso obituario”, sentencia Bergamino sobre este punto. Lo define como el “primer caudillo militar” del Siglo XXI, lo que, a su entender, es un “rol equivocado” y “sobrante” en una democracia.
Reconoce que los cuatro años de Manini como comandante en jefe del Ejército fueron de “deliberada y permanente exposición mediática”, con comentarios políticos y críticas al gobierno, muchas veces, “al borde de los límites establecidos por la Constitución”. Si bien menciona que Manini tuvo sus respectivas sanciones, hubo varios momentos donde traspasó su función y, para Bergamino, quizás “tendría que haber sido cesado antes”.
¿Por qué entonces se lo mantuvo en el cargo? “Las razones para no destituirlo se vinculaban, en mi opinión, a las insuficiencias de una política militar aún pautada por la consonancia entre las posturas expresadas por el ministro Fernández Huidobro (fallecido en agosto de 2016) y la logia Tenientes de Artigas que integra Manini. Fueron demasiadas las dificultades para revertir tal sintonía, aun con el giro y el esfuerzo desplegados por el ministro Jorge Menéndez, con el apoyo del presidente de la República. Otra razón que incidió en la permanencia de Manini fue la decisión de evitar sanciones o medidas que lo victimizaran como militar y facilitaran sus intenciones políticas. Los resultados están a la vista”.
La proyección del liderazgo
En paralelo al resumen histórico desde que Vázquez se lanza como candidato a intendente de Montevideo en 1989, el libro muestra cómo fue tallando su liderazgo. Bergamino apunta que desde su gestión en la Intendencia, Vázquez ya se proyectaba para algo más. “El intendente de Montevideo desarrolló su relacionamiento con los demás gobiernos departamentales (y, a través de estos, con la población de todo el país) y una agenda internacional que trascendió lo estrictamente municipal”, cuenta Bergamino. Por ejemplo, menciona a los intendentes Rodolfo Nin Novoa (Cerro Largo), Mario Carminatti (Río Negro) e Irineu Riet Correa (Rocha), quienes “encontraron en su par montevideano un aliado confiable y firme en la reivindicación de la autonomía y descentralización municipal”, y destaca que mientras gestionaba los asuntos municipales, realizaba visitas de “neto contenido político” a Estados Unidos, Cuba, Francia, España, Italia e Israel.
También en el libro se destaca que Vázquez proponía políticas que trascendían lo departamental, muchas veces generando “escándalo” en la oposición, que creía que la “gestión municipal debía limitarse al ABC de ‘alumbrado, basura y cunetas’”, y puso como ejemplo las donaciones de leche a escuelas primarias y merenderos barriales.
Respecto de la interna del FA, Vázquez fue ganando peso y el libro muestra como un parteaguas las discusiones en torno a la reforma constitucional de 1996, que instauraba el balotaje, entre otras cosas. El anteproyecto fue presentado el 28 de diciembre de 1995 a las autoridades de los diferentes partidos. En ese entonces, el presidente de la coalición de izquierda, Liber Seregni, se comprometió a que el FA “se expidiera formalmente a más tardar el 15 de febrero de 1996”.
Sin embargo, el Plenario Nacional no se logró convocar ‒por razones políticas‒ antes de esa fecha, lo que llevó a Seregni a renunciar en el acto por el 25° aniversario de la fundación del FA. En el libro se citan diversas notas de la época en donde se deja entrever la disputa entre Vázquez con el líder histórico del FA.
En diciembre de 1996 se convocó al Congreso del FA, que finalmente eligió por unanimidad a Vázquez para conducir la coalición de izquierda. Su gestión al frente del FA fue breve: renunció a los nueve meses, luego de que se mandatara a la fuerza política a acompañar un proyecto para tercerizar los servicios del Hotel Casino Carrasco y Jorge Zabalza, por entonces edil del Movimiento de Participación Popular, no diera su voto.
En el libro se destaca este hecho como una de las marcas de un liderazgo “atípico”. “El mal debut [de la presidencia], la renuncia, el llamado a repensar el FA como proyecto estratégico y herramienta política, la posibilidad de transformar al Encuentro Progresista en el ‘centro del sistema solar de la izquierda uruguaya’ (como manifestó en Pando algunas semanas más tarde), si bien generaron un vendaval de cuestionamientos políticos y hasta acusaciones personales en su contra por ‘estilo de conducción antidemocrático’, ‘fraternal aplanadora’, ‘estalinismo’, ‘posfrentismo’ y ‘abandono del cargo’, desencadenaron ‒otra vez‒ un difícil pero ineludible proceso de definiciones en el FA”.
Y, en ese proceso, es donde el liderazgo de Vázquez se acentúa cada vez más hasta su consolidación tras la derrota de 1999.
La consolidación
Mientras varias figuras relevantes en el FA planteaban que el proceso de autocrítica debía hacerse a la brevedad, como Seregni, Vázquez marcó rápidamente su postura contraria y dijo que lo mejor era esperar a luego de las elecciones departamentales. Aunque el contexto era otro, las preguntas que surgieron en ese entonces son similares a las que hoy se plantea el FA. Bergamino menciona que, por ejemplo, existía la interrogante sobre cómo se posicionaría la fuerza política frente al gobierno, cómo sería como oposición, cuándo sería el mejor momento para hacer la autocrítica.
En el libro se destaca como un hito el rol de Vázquez en el Plenario Nacional del FA, en setiembre de 2000, en el que se evalúa el desempeño en las elecciones de 1999. “En dicha reunión Tabaré Vázquez, en su doble condición de presidente del FA y de ex candidato presidencial, presentó un informe que marcaría un punto de inflexión en el recorrido de 30 años al que refiere nuestro trabajo”. El informe proponía iniciar un proceso de “reflexión sobre la identidad del FA”, desarrollar “definiciones y acciones que tendieran a profundizar los valores y principios fundacionales y consolidar la propuesta programática”, así como identificaba áreas clave de desarrollo de una “propuesta progresista”.
Sobre el balance de la derrota, Vázquez dijo: “Demuestran contundentemente que las elecciones no se ganan o se pierden en función de tres o cuatro meses de campaña electoral, sino que los resultados electorales son la culminación de procesos políticos mucho más extensos y profundos que la campaña en sí”.
“¿Por qué no hablan con él?”
La historia es conocida, pero en el libro se detalla cómo fue que surgió el nombre del entonces médico Tabaré Vázquez para la intendencia de Montevideo. Tras la negativa de Mariano Arana a volver a candidatearse, Bergamino y Pedro Apezteguía, por ese entonces ambos delegados del Partido Socialista (PS) en la Mesa Política Departamental de Montevideo, se reunieron en la casa de Arana para intentar convencerlo de que aceptara “o por lo menos nos sugiriera otro candidato”. “Señalando una foto que había en un diario nos dijo: ‘¿Y por qué no este muchacho? Acá dice que seguramente será el próximo decano de la Facultad de Medicina, pero en fin... Médico, catedrático, dirigente de fútbol, fue secretario de finanzas en la Comisión Pro Voto Verde. Creo que es socialista. ¿Por qué no hablan con él?’”.
Con pocas “expectativas políticas” de que la propuesta se concretara en algo real, le transmitieron la sugerencia al secretario general del PS, Reinaldo Gargano, quien “nos convocó para informarnos que Tabaré había aceptado ser propuesto para la candidatura del FA a la Intendencia”.