La doctora Alejandra López Gómez y el doctor Nicolás Brunet, del Instituto de Psicología de la Salud de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Udelar) e integrantes del Observatorio Socioeconómico y Comportamental (OSEC) del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), explicaron a la diaria algunos de los datos extraídos del segundo informe de la Usina de Percepción Ciudadana. La Usina fue creada a fines de 2020 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la diaria datos y docentes del Instituto de Estadística de la Udelar.

Una cifra llamativa del informe es el aumento de la aceptación de medidas restrictivas de la movilidad. ¿A qué creen que se debe?

Nicolás Brunet: Preguntamos por un conjunto de medidas generales (no todas son las que se están aplicando). Decidimos preguntar por un pool de medidas generales no farmacológicas y hay algunas cuyos porcentajes [de aceptación] incrementan, por ejemplo: cerrar clubes y gimnasios (de 33% a 58%); cerrar escuelas y liceos (de 33% a 55%). Pero el orden general sigue siendo más o menos el mismo: el uso universal de tapabocas se considera la medida más eficaz. Cerrar todos los comercios se percibe como la menos eficaz, pero incrementa (de 22% a 41%).

Alejandra López Gómez: Hay que ubicar en qué contexto fueron recogidos estos datos; hay una variación muy importante en números de contagios, de severidad, ingresos a CTI y de muertes, y un cambio notable en la dinámica epidemiológica entre la primera toma de datos (en febrero) y la segunda (en marzo). Lo que no cambió fue el contexto, porque las medidas gubernamentales no cambiaron de manera significativa.

También resulta interesante que las personas de nivel socioeconómico bajo perciban mayor riesgo que las de nivel socioeconómico alto; se podría suponer que estas últimas pueden acceder a más información, y por eso estar más alarmadas.

Nicolás Brunet: La percepción de riesgo es un constructo psicológico complejo que tiene dimensiones cognitivas y emocionales. Hay una preocupación emocional y otros canales que son más cognitivos, estos tienen que ver con cómo la gente procesa la información, [por ejemplo] la probabilidad de contagiarse en los próximos seis meses o la severidad de la enfermedad. En cuanto a la posibilidad de contagiarse en los próximos seis meses, hubo un aumento de 33% a 44% en niveles económicos bajos, igual que en el caso de la posibilidad de que se contagien parientes o amigos, lo ven como muy probable. Sobre por qué sucede, habría que plantearse ciertas hipótesis.

No hay una relación lineal entre la percepción de riesgo y la información. Si una persona tiene más información y más capacidad de cuidarse, quizá eso pueda atenuar la percepción de riesgo; la hipótesis que tenemos es que en los niveles socioeconómicos bajos la necesidad de exponerse está menos controlada.

Alejandra López Gómez: No lo podemos afirmar, pero hay una serie de datos que no están en el estudio: un ejemplo es la movilidad. Quien usa el transporte público es la clase trabajadora, y por lo tanto son los que hoy están más expuestos a los contagios comunitarios; es probable que esa realidad cotidiana haga que su percepción sobre la probabilidad de contagiarse se incremente.

Hay acuerdo sobre que el gobierno apoye económicamente a las personas más vulnerables, que pasó de 67% en febrero a 77% en marzo.

Alejandra López Gómez: Subió la aceptación de esa medida, pero hay todo un campo de discusión que no preguntamos. Lo que sabemos es que un porcentaje muy importante está de acuerdo con que el Estado esté presente y que brinde los apoyos económicos a los sectores más vulnerables; lo que no podemos afirmar es qué tipo de medida de apoyo económico, pero sí hay un respaldo importante de la ciudadanía a medidas de protección.

Nicolás Brunet

Nicolás Brunet

Foto: Alessandro Maradei

Tampoco hay una definición de qué población es la vulnerada.

Alejandra López Gómez: Eso abre toda una discusión política de cuál es el rol que debería jugar el Estado en términos de protección, cuáles deberían ser las estrategias de apoyo económico, especialmente a quiénes y de qué manera. Un dato que puede ser útil es que en términos generales la gente concuerda con que haya políticas activas de apoyo económico a los sectores más vulnerables.

Nicolás Brunet: Esta tendencia viene en aumento desde noviembre del año pasado. La Usina ya antes de febrero preguntaba sobre la renta básica universal y, aunque no sean comparables las preguntas, hay una tendencia creciente. Donde está más alto y en donde más creció es en las personas de nivel socioeconómico bajo y entre las personas más jóvenes, de entre 18 y 30 años.

Alejandra López Gómez: Hay algo importante sobre los resultados y es que los varones son más tomadores de riesgo que las mujeres. Ahí hay un análisis que tenemos que hacer más a fondo y tiene que ver con la comunicación. En casi todos los ítems los varones ranquean por debajo que las mujeres, tienen aparentemente una percepción de riesgo más baja. Un punto que hay que consignar es el de las diferencias de género y cómo operan los modelos de masculinidad en las percepciones de riesgo. Hay mucha literatura sobre la construcción hegemónica de las masculinidades y cómo esto tiene un efecto en la exposición a los riesgos en salud, y esa discusión no la podemos divorciar de estos resultados. Sabemos, por datos globales, que la pandemia está afectando especialmente a las personas más pobres y a las mujeres; son ellas las que tienen mayor carga en los cuidados de los gurises, de las personas mayores y de otras personas dependientes.

¿Estos datos de la Usina podrían ayudar a las autoridades en la toma de decisiones?

Alejandra López Gómez: Quienes trabajamos en la producción de conocimiento tenemos en nuestro ADN la responsabilidad social del impacto del conocimiento, la pertinencia y la relevancia social del conocimiento que relevamos, y sobre todo su uso para que impacte en la toma de decisiones. Cuando se creó el OSEC nos adentramos a construir información que el país no tenía, teníamos la convicción de que la dimensión comportamental era clave, porque lo estaba siendo a nivel internacional, y es lo que está pasando ahora. Nosotros pensamos que este conocimiento puede ser muy útil para distintos actores; obviamente, para quienes toman las decisiones políticas, pero también para actores sociales que trabajan en comunidades, para medios de comunicación, o para otros colegas. Una de las cuestiones claves es lo vinculado a la comunicación; estos resultados pueden ayudar a segmentar la comunicación y no tratar a la población como un todo homogéneo, porque hay diferencias y desigualdades, que tienen que ver con las posiciones que las personas ocupan a nivel social; entonces, si los varones toman más riesgo que las mujeres, a lo mejor hay que hacer una campaña dirigida a ellos. Hay que pensar qué se comunica, a quién se comunica. Eso le compete al Estado, pero también se puede pensar en otro tipo de comunicaciones: la propia Universidad está pensando en cómo generar comunicaciones en distintos grupos, en articulación con organizaciones sociales.

Nicolás Brunet: Los países que han logrado bajar la curva de contagio han sido los que tuvieron campañas muy fuertes e hicieron que la percepción de riesgo aumentara. Cuando bajan los casos, esa percepción baja. Nosotros la estamos midiendo, pero con mucha conciencia de que es una variable delicada que no tiene una variación lineal, sino más bien curva. Mayor riesgo lleva a una mayor protección, pero si percibo que todo mejora también puedo dejar de cuidarme, y eso genera un círculo vicioso.

Alejandra López Gómez: Hay mensajes muy ambivalentes y contradictorios. La discusión sobre las burbujas es un claro ejemplo.

Nicolás Brunet: En el informe del GACH es claro que se refiere a los convivientes, y el mensaje fue contradictorio y difícil de entender para la población.

¿Cómo creen que está afectando la pandemia la salud mental de las personas?

Alejandra López Gómez: En general a nivel mundial es un tema de mucha preocupación, y hay evidencia de una afectación importante en distintos grupos. Hay pleno acuerdo a nivel internacional de que este es un tema central junto a la afectación socioeconómica. Algo que no quiero dejar pasar es la afectación en la salud mental del personal de la salud. El desgaste emocional es muy importante, primero porque son los que están en la primera línea de acción, la resiliencia emocional del personal está toda en la cancha, y ese stock se va consumiendo. No sólo hay que tener camas y cantidad de recursos humanos, hay que tener recursos humanos cuidados para que puedan sostener lo que implica estar 24/7 en la primera línea. Es una demanda que ya está instalada, a la que hay que buscarle una solución adecuada y rápida.