“Margarita fue a presentar un pedido de informes, ya viene”, dicen sus dos compañeras antes de empezar la entrevista. La escena refleja la dinámica de trabajo: las tres diputadas suplentes Micaela Melgar (Partido Comunista del Uruguay), Martina Casás (Fuerza Renovadora) y Margarita Libschitz (Movimiento de Participación Popular) trabajan coordinadamente desde hace un año para “no dejar pasar ninguna”.

Aseguran que ese es, en parte, su rol: “reaccionar rápido” y tomar acciones legislativas ante situaciones que atenten contra los derechos de las personas. Hablan de construir una voz “que intente representar” al movimiento de la diversidad, a los feminismos y que se pare contra el racismo o el abuso policial. Esas son las cosas que las “mueven” y que tendrían que guiar el futuro del Frente Amplio (FA): creen que es, quizás, porque están “generacionalmente más cerca de esas luchas” o porque la sensibilidad las encontró a ellas y a otras compañeras “con estos temas muy presentes en la cotidianidad”.

Se presentan como mujeres, feministas y jóvenes: Casás tiene 27 años, Melgar 32 y Libschitz 36. De alguna forma, atribuyen a esas tres características una “nueva forma de hacer política”, en la que unieron tres sectores del FA que no se habían unido, y en donde encuentran la sororidad como motor.

Hace poco pidieron informes sobre las pensiones alimentarias no pagas, la situación de acceso a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo e información sobre un caso de abuso policial a una persona trans. ¿Es una agenda que quedó relegada por la pandemia o siempre estuvo un poco más en la sombra?

Margarita Libschitz (ML): Creo que nunca fue el primer plano. Ahora lo es mucho menos, pero tampoco fue el primer punto de la agenda de nuestro gobierno, aunque creo que sí tenía mucha más trascendencia que la que tiene ahora. Lo que creo es que ahora hay actores del gobierno que tienen muy claro qué banderas derribar y son estas que a nosotros moralmente nos tocan, porque queda claro que las visiones sobre la economía son distintas, pero en realidad hay un montón de cosas que el gobierno está haciendo que no lo afectan en nada, y yo estoy convencida de que lo hace porque golpean la moral y la autoestima de los militantes de izquierda.

Micaela Melgar (MM): También es la concepción que tienen del Estado. Ellos creen que el Estado está en el ámbito del desarrollo social sólo para dar una mano a quienes tienen voluntad de rescatarse, porque creen en el desarrollo individual, a través de la potencialidad de las capacidades, y que todo lo otro lo resuelve el mercado. Entonces nosotros lo que estamos tratando de hacer es resistir a algunas salvaguardas que había puesto el FA en leyes o en programas, intentar que se resista desde el Estado. También visibilizar ciertos abusos. Nosotras hemos estado atrás en varias oportunidades de otros tipos de abusos policiales, por ejemplo, porque hay una cuestión moral contra los logros y las banderas de la izquierda, pero también hay una cuestión moral sobre qué tipo de sociedad quieren construir, quiénes mandan y quiénes tienen que obedecer, y quiénes sobran y no tienen que existir. Ahí también estamos tratando de no dejar pasar ninguna y de, si nos llega una situación, tomar acciones legislativas y visibilizarla. Creemos que es un poco nuestro rol, capaz que porque estamos generacionalmente más cerca de esas luchas o porque nuestra sensibilidad también nos encontró a nosotras y a otras compañeras con estos temas muy presentes en nuestra cotidianidad, entonces queremos que acá exista una voz que intente representar el movimiento de la diversidad, los feminismos, en contra del racismo y del abuso policial, etcétera. Son cosas que nos mueven y tratamos de reaccionar rápido.

Martina Casás (MC): Creo que la excusa de la pandemia ha acompañado esa agenda de retrocesos en derechos que ellos tenían. Por supuesto que, al tener que poner el foco en otro lado, que tampoco lo están haciendo bien del todo, ellos aprovechan eso para que silenciosamente quede opacado el retroceso en derechos. Por eso nosotros hemos hecho pedidos de informes sobre diversas cosas. Nos pusimos como objetivo no retroceder en derechos, porque era algo que veíamos que iba a pasar, pandemia mediante o no. Me parece que ellos están intentando poner el foco en otras cosas y están tratando todo el tiempo de desviar la atención mientras, por otro lado, estas cosas están pasando. Nos pusimos como objetivo visibilizarlas y además no retroceder, porque vos podés no ser más gobierno, pero todas tus conquistas, que son luchas de años, no puede ser que desaparezcan en un año por una pandemia o porque avanza la agenda neoliberal de ellos.

ML: Desde el Estado se están vulnerando leyes y cosas que ya existen y mal o bien estaban funcionando. Ahora ingresaron proyectos que son terribles, como el de tenencia compartida, que a mi entender es de los peores que tienen, porque no hay por dónde no vulnere los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

¿Por qué te parece que es de los peores?

ML: Es de los peores que han ingresado. Hay un proyecto de Cabildo Abierto y otro del Partido Nacional que básicamente entienden que, en el divorcio, los niños pasan directamente a estar en tiempo compartido con sus progenitores, desconociendo la realidad de la mayoría de las familias de Uruguay. Por ejemplo, que la mayoría no tiene los dos progenitores, tienen un padre preso, o muerto, o los cría un tío o la abuela. Entonces, parten de una premisa que no es cierta. Eso ya está mal. Pero, además, no ponen al niño como sujeto de derecho a estar con sus padres, sino el niño como la propiedad privada de dos adultos que se pelean por él y ahí vemos qué pasa. Además, ya existe jurídicamente: si el juez entiende que tiene que existir la tenencia compartida en una familia, lo puede establecer. No es algo que nunca pase.

MM: Ahora sería forzosa, no importa lo que le pase al niño o la niña. Es la desprotección de la mirada de los niños, niñas y adolescentes que no pasa sólo en este proyecto de ley, que es evidente, sino que viene de una concepción que tiene la derecha conservadora en Uruguay que también está presente, por ejemplo, con el mismo tema en la ley de urgente consideración (LUC), en el caso de la flexibilización del régimen de adopciones. Es lo mismo, es posicionar un deseo que tienen los adultos. En el caso de la tenencia compartida, es un proyecto del movimiento antifeminista y de odio a las mujeres y de un montón de abusadores que están atrás, para perpetuar su poder sobre los niños y las mujeres y seguir ejerciendo su violencia sin la dificultad que les da la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Esa misma mirada sobre los gurises es la de los artículos sobre la flexibilización del régimen de adopciones en el INAU [Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay] de la LUC, que lo que dice básicamente es que si un adulto tiene el deseo de maternar o paternar puede hacerlo, más allá de los derechos de los gurises.

Margarita Libschitz

Margarita Libschitz

La semana pasada ingresó un proyecto de ley que establece el “derecho de los progenitores a optar por la inhumación o cremación de sus hijos nacidos sin vida”, en cualquier etapa de la gestación. ¿Qué opinan de la iniciativa?

ML: Hay un colectivo de progenitores que está trabajando hace pila para que exista una ley que los habilite a exhumar los restos de sus hijos, pero desde el inicio enfatiza que es para bebés formados, con todos sus órganos formados, que es lo que la Organización Mundial de la Salud establece a partir de la semana 20 o 22 de gestación. Tienen un argumento muy sólido de lo que implica para la familia, cuando una mujer va a parir y el bebé nace muerto o muere a los ocho meses, lo que es volver a su casa sin nada. Es re interesante este proyecto. Estas personas se juntaron con algunas de nosotras y con gente del oficialismo. Ahora estas dos senadoras [Carmen Asiaín y Carmen Sanguinetti] sacan un proyecto que no tiene nada que ver con lo que esta gente pide. Primero, porque habla de poder exhumar al resultado de un aborto espontáneo de una semana, no es nada, ¿cómo hacés? El objetivo que tiene este proyecto es empezar de a poquito a tocar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, porque habla de seres humanos cuando, en realidad, ni el feto está formado.

Uruguay es uno de los países del mundo con menor representación política de mujeres, sobre todo en el Parlamento. ¿Cómo se refleja esta subrepresentación femenina en las definiciones del órgano legislativo?

MM: Uruguay tiene un gravísimo problema democrático respecto de la representación política de las mujeres y, en esta materia, parece que vivimos en otro país que no es el Uruguay que todos quisiéramos conocer. Hemos tenido graves dificultades en la izquierda para posicionar este tema, a pesar de los esfuerzos de muchas mujeres de izquierda y del movimiento feminista. Hemos logrado grandes movilizaciones y hemos logrado que el tema se posicione en el país y en la sociedad bastante más que lo que logramos impregnarlo para adentro en los partidos políticos, que también es cierto que es una arena donde el poder se disputa de otra forma, de manera mucho más explícita, y ahí el rol de las mujeres nos rompe la cabeza. Porque nosotras no sólo somos mujeres, sino que somos mujeres jóvenes, que aparte militamos sectorialmente y que, además, en general, tenemos responsabilidades que van asociadas a nuestro género por las historias, las trayectorias de vida referidas a los cuidados o, por ejemplo, las postergaciones de la maternidad o la decisión de no tener hijos por laburar en la arena política. A eso se suma el nivel de exposición y odio al que nos enfrentamos. En definitiva, todas las operaciones que hace el patriarcado, que está entre nosotros en la izquierda y en la derecha.

MC: Nosotras dijimos a la interna del FA que no puede ser que en la Comisión Especial de Seguimiento de la Covid-19 [del Senado] ni siquiera el FA logró incluir a una mujer, y tenemos compañeras muy buenas en el Senado. Hay un estudio de América Latina sobre qué temas tratan las mujeres y son cuidados, género, generaciones, ambiente, los temas “blandos”. Pero vas a hablar de hacienda, seguridad, esos temas rara vez los toman las mujeres, y después te dicen que la ministra de Economía es mujer. Es un caso excepcional y, además, le dicen “la ministro”.

ML: Es como que la vida privada se traslada acá: de lo que nos encargamos las mujeres en nuestra vida privada, lo tenemos que hacer también acá.

MC: Si tuvieras una visión de género en temas de economía cambiaría mucho la vida de las mujeres en general, por ejemplo, o cómo se ve la seguridad desde una perspectiva de género.

ML: Además, es una cuestión que todo el tiempo discutimos entre nosotras. ¿Vamos a discutir sobre tenencia compartida? Traigamos a los compañeros varones, no podemos estar solas discutiendo sobre la tenencia compartida de los niños. Eso es constante. Creo que estamos mucho mejor que lo que pasaba diez años atrás.

Micaela Melgar

Micaela Melgar

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MM: Aparte, tenemos un montón de compañeros que no sólo se han interpelado, sino que además han intentado, por ejemplo, acompañar la lucha en algunos casos y dar lugar o lograr callarse si se tienen que callar o lograr proponer a compañeras si lo pueden hacer, pero el partido político va bastante más atrás que lo que avanzaron la sociedad y el movimiento social. Igual ahora queda de manifiesto el rol de las mujeres siempre, porque fueron las primeras que salieron a organizar las ollas populares, las que abrieron los comités de base para juntar las firmas contra la LUC, son las que organizan la solidaridad en los sindicatos, y eso también hay que lograr posicionarlo. Todo bien, pero la izquierda también funciona gracias a nosotras.

En marzo de 2020 se reinstaló la bancada bicameral femenina para este período legislativo, que ha mostrado unidad en algunos temas, como el reclamo para la instalación de los juzgados especializados en violencia de género previstos en la Ley 19.580, pero en los últimos meses también ha mostrado que hay algunas rispideces a la interna. ¿Cómo está siendo ese trabajo con parlamentarias de los demás partidos?

ML: Depende. Sobre los juzgados multimateria a mí me gusta aclarar siempre que cuando nos reuníamos entre nosotras todas creíamos que ese artículo tenía que salir de la LUC, pero al momento de discutirlo en nuestras internas o en el Parlamento, los otros partidos no lo discutieron y fuimos sólo nosotras. Fue un mes en que nos peleamos con todo el mundo, con nuestros propios compañeros y con legisladores del oficialismo para que ese artículo no saliera. Pero las mujeres que estaban convencidas como nosotras no dieron la pelea. Capaz que alguna sí, ese mismo día hubo un poquito de show, pero en el momento de dar la pelea no la dieron. Y en Diputados salió el artículo con mayoría porque lo votaron con un arreglo que decía como que quedaba suspendido indefinidamente, pero que se podía dar cumplimiento al artículo tal como estaba. Quien después lo trancó fue un varón, Tabaré Viera, porque Silvia Nane le explicó y lo convenció. No fueron las mujeres senadoras del oficialismo, fue Tabaré Viera.

MM: Es que con ellas intentamos tener acuerdos tácticos que nos ayuden a frenar los retrocesos y poca cosa más. Yo tengo una posición que es que no creo que las mujeres de derecha puedan ser feministas ni defiendan los derechos de las mujeres. Creo que, de hecho, empeoran la situación de vida de las mujeres trabajadoras, de las víctimas de violencia de género y de la situación de las mujeres en general. Lo que creo es que existe cierto marketing político al respecto de los acuerdos entre mujeres que a ellas les sirve y nosotras tenemos que usarlo.

MC: Ustedes decían que hubo momentos en los que parecía que había unidad, y eso es en los momentos en que hemos entendido que se puede avanzar, porque la bancada bicameral femenina no es un organismo del Palacio Legislativo, es una construcción de unidad entre los partidos, es algo que no existe y nosotras lo hacemos funcionar. Existe desde hace muchísimos años y se inició por diputadas del Partido Colorado, del FA y del Partido Nacional, entonces hay que entender la importancia histórica que tiene. El problema que tenemos adentro de la bancada bicameral femenina es que tenemos senadoras que presentan proyectos como los que nombramos, que son los que retroceden.

MM: Hay que aclarar que nosotras habíamos evaluado, inicialmente, no participar en la bicameral femenina porque no tenía agenda y estas otras cosas que planteamos que suceden. Pero, luego de recibir a organizaciones sociales del movimiento feminista, como la Intersocial Feminista, que nos planteó la necesidad de retomar ese espacio porque las organizaciones sociales valoran ese lugar como un lugar posible de incidencia, el FA resolvió volver.

ML: Porque además nuestras compañeras más veteranas tienen un poquito esa mochila de que fue creada por sus compañeras de generación y no quieren dejar ese espacio, porque fue súper válido en su momento.

En diciembre de 2019, Tabaré Vázquez declaró la emergencia nacional por violencia de género. El actual gobierno prometió que iba a agarrar el guante, pero estalló la pandemia y, a un año y medio, no ha pasado nada. ¿Piensan trabajar desde su rol en este tema? ¿Qué acciones debería incluir un eventual plan de emergencia nacional por violencia de género?

ML: Para mí, reforzar las cosas que ya tenemos definidas. Hay una ley que es muy buena, pero no hay plata para implementarla. Hace una semana, se sacó el subsidio del Ministerio de Vivienda para mujeres víctimas de violencia. Para el Estado no es tanta plata, pero para la vida de esas mujeres sí, porque dejan un vínculo violento y no tienen dónde ir, entonces sin ese subsidio tienen que quedarse con el violento, terminar en un refugio, en la casa de alguien o en la calle. Es lo que pasa, porque además la mayoría de esas mujeres que piden el subsidio son mujeres que no tienen otro recurso. Por otro lado, cómo el Poder Judicial ha manejado los artículos de la ley integral de violencia de género que le compete es terrible, porque en realidad para crear estos juzgados multimateria no se necesita mucha plata, era cuestión de reestructurar los juzgados de familia que ya existían, y no lo hicieron. Entonces, se trata de pensar cómo reforzar las cosas que ya existen, y eso es plata. O sea, mal y pronto, necesitamos plata para hacer cosas. La vivienda es una de ellas.

MM: Sí, y no tomar las decisiones que están tomando. En la LUC, con la modificación de la División de Género del Ministerio del Interior, empeora la atención a la víctima de violencia basada en género, que antes tenía cobertura nacional. Ahora le ponen “Dirección” para hacerse los capos, y en realidad reducen los lugares de atención a las víctimas de violencia basada en género. Por otro lado, está la situación imposible de liderazgo político del Ministerio de Desarrollo Social, que no sólo pasó lo que pasó [en referencia al cambio de ministro], sino que además la dirección del Instituto Nacional de las Mujeres [Inmujeres] no está dando respuestas. Nosotras tenemos un pedido de informes que hicimos al respecto de qué se estaba haciendo para reforzar la situación de la autonomía económica, el trabajo y de la vida misma de las mujeres en el marco de la pandemia, y la respuesta es...

MC: Básicamente, que se siguió con las políticas del FA hasta donde el FA les dejó plata, y después no innovaron en nada. El problema es dónde están derivando la plata. ¿Cómo seguir con las políticas contra la violencia de género? Es con plata. Tenemos un Inmujeres que está gastando la plata en fomentar la política de las mujeres de la Bolsa de Valores, por ejemplo, y no he visto ninguna política que sea específica para mujeres que la están pasando mal por la pandemia.

Las juventudes muchas veces hablan de construir una nueva política. ¿Qué diferencias tendría con la vieja política?

MC: Voy a pecar de no ser humilde, pero nosotras tres estamos haciendo nueva política, acompañadas de otras diputadas suplentes, por el simple hecho de que marcamos una diferencia dentro del FA, que fue unir tres sectores que no se habían unido, pero que logramos unir por el hecho de ser mujeres, jóvenes, que siempre estamos tras bambalinas, trabajando un montón. Vos podés hablar de unidad todo lo que quieras, pero siempre les cuesta llevarlo a la acción. A nosotras nos pasa que lo llevamos juntas y también nos incentivamos entre nosotras a hablar, a llevar la voz. Lo que estamos haciendo es visibilizar que hay un montón de personas y muchas veces son mujeres, jóvenes, haciendo lo que después deriva en la visibilidad de otros compañeros. Entonces, creo que nosotras logramos algo que es bueno para el FA: unirnos sin importar de qué sector venimos. Estamos modificando la forma de hacer política. Tiene costos a la interna de nuestros sectores, pero creo que es muy valorable en el sentido de que les estamos demostrando a los demás que hay otra forma de hacer política. Tenemos una tenacidad y constancia que nos caracteriza y son agotadoras, pero sólo lo podemos hacer porque nos tenemos. Obviamente, nos decimos: “Estoy cansada de esto que está pasando”, pero también nos decimos que tenemos que seguir.

ML: Porque además después está la pelea de cada una adentro de nuestros sectores. Algunas la tenemos más fácil, otras más difícil, pero es remarla adentro y, a veces, es remarla en dulce de leche. El grupo surgió el año pasado, después de una bancada en que no me acuerdo qué se estaba discutiendo y la cara de las tres era “sáquenme de acá”. Y nos juntamos y nos preguntamos qué podíamos hacer para cambiar esto. Después fuimos sumando a otras compañeras, que también son suplentes, que no trabajan acá adentro, y es una barra que está buena, donde soy la más adulta, pero, fuera de joda, para la política uruguaya con 36 años soy una piba.

MM: También es cierto que en esta barra de chiquilinas hay mucho del ejercicio real y directo de la sororidad. Vas a hablar y tus propios compañeros te juzgan el doble. Entonces, entre nosotras nos damos para adelante y nos generamos la autoestima y la tranquilidad de decir: “Vos sos mucho más inteligente que este varón que está hablando, mucho más capaz, laburaste mucho más, decilo, hacelo”. Eso sin apoyo es imposible, porque si no sos varón nadie tiene tanto ego. Nos retroalimentamos.

Martina Casás

Martina Casás

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¿Qué balance hacen del proceso de renovación del FA?

MM: Yo creo que el escenario es bastante positivo. El FA no es sólo su dirección política, que no ha dado en el clavo últimamente y ningún sector ni dirigente estuvo a la altura de lo que se requería para el momento histórico. Los que sí estuvieron a la altura fueron los militantes frenteamplistas. Lo que pasó en noviembre [de 2019], eso es el FA. Cuando empezamos a juntar firmas y abrieron los comités a cualquier hora y la gente se autoorganizó, eso es la izquierda. También es la solidaridad organizada en las ollas. Hay mucho espacio para que el FA se renueve, no sólo en términos de edad de quien lo dirija, que creo que no puede ser un viejo. El dinamismo de la política actual requiere por lo menos poder entenderlo y ser parte de eso, y también porque quien dirija al FA tiene que recorrer todas las ollas de todo el país y todos los lugares donde se organice el campo popular. Entonces, tiene que ser alguien que pueda llevar adelante la tarea. Además, los militantes tienen que tener más incidencia en la toma de decisiones.

ML: Milito desde los 14 años en la misma agrupación, que mayoritariamente es de gente joven, soy de las más grandes, para mí es placentero ese espacio territorial. Pero eso no pasa en la mayoría de los lugares. Si vas a un comité o a una agrupación territorial y tenés viejos hablando de que en el 71 se hacía de otra forma, ¡te vas! ¿Cómo no te vas a ir?

MC: A mí lo que me pasa con la renovación del FA es que lo hemos discutido un montón en mi sector porque, si bien lo tenemos en el nombre, era una necesidad que reclamábamos. Es horrible militar hoy en día, porque no se modificó la forma de militar y no nos entendieron. Por ejemplo, en noviembre lo que pasó fue que aparecieron “grupos de”, fulanos que aparecieron con Daniel Martínez. Los movía un interés que a veces no podés llevar al comité de base o que no podés meterlo en tu sector de otra forma. Están las unidades temáticas del FA y a veces no funcionan, porque las manejan los mismos que fueron directores de algo, entonces cuesta incorporar conceptos en los lugares, cosas nuevas a la agenda del FA. Tenemos que renovar la agenda, las formas de militar y las caras. La cara es lo último que me interesa. Lo que importa es la agenda y la forma de militar. Tenemos que tener una agenda que sea interesante en materia de ambiente y género. Si bien el FA siempre ha trabajado esos temas, son los temas del mañana. Tenés que tener visión de futuro, que la tuvimos durante mucho tiempo, pero no la renovamos.

MM: Pero eso no tiene que ver tampoco con la edad. Tiene que ver con la capacidad en el futuro. Hay muchos lugares donde está muy bueno militar. Para nosotras tres es la decisión más importante que tomamos en nuestra vida. No me arrepiento, porque fue lo mejor que hice con mis capacidades. Lo que puedo aportar para que este mundo sea mejor, seguro es militando, porque creo en esa forma de construcción colectiva. Hay un montón de espacios en la izquierda uruguaya y hay un montón de juventudes políticas en las que está bueno militar, y aparte es el momento de hacerlo.

MC: Confío mucho en esta forma de organizarse y en la militancia, pero también creo que hay que agiornarla. Obviamente, una termina acá porque cree y está convencida de que el FA es la herramienta para cambiar la realidad. Entonces, nosotros militamos porque eso existe, lo que pasa es que no es atractivo para un montón de personas. Yo invito a que la gente tenga la capacidad de construir estos espacios.

Se hace mucho énfasis en el proceso de autocrítica, pero ¿qué líneas piensan que tiene que tener el proyecto del FA a futuro?

MM: El FA lo que tiene que hacer es aglomerar y dirigir las luchas del campo popular que ya existen. Yo creo que no hay ningún iluminado o iluminada que venga a decirnos: “La izquierda uruguaya tiene que hacer tal cosa”. Lo que tenemos que hacer es lograr conducir un movimiento que ya existe, porque Uruguay, por suerte, tiene el movimiento feminista, que tomó las calles hace un montón de años y que viene avanzando. El movimiento sindical, estudiantil, la gente organizando la solidaridad. El FA tiene que ser la expresión de eso que ya sucede, porque la gente ya se organiza y ya está resistiendo el neoliberalismo. Lo que tiene que lograr hacer es ser parte de ese movimiento y ser su representación política en términos ideológicos, pero lo tiene que lograr en términos prácticos. O sea, que el movimiento popular se sienta en la izquierda representado políticamente. Para hacer eso, el FA tiene que estar en los territorios, pero a la vez creo que tiene que tener capacidad de comunicar lo que hay que comunicar. Me parece que tiene que dejar de comunicar para sí mismo, nadie nos entiende nada. Una de las grandes autocríticas que hay que hacerse del gobierno pasado es que nos hablábamos para sentirnos bien nosotros mismos y para un círculo muy selecto de gente que entendía exactamente a qué nos referíamos cuando decíamos Sistema Nacional Integrado de Cuidados, que no es lo mismo que la Secretaría Nacional de Cuidado. ¡No se entiende! Creo que hay que lograr traducir nuestros intereses, que son los intereses de las grandes mayorías, a la expresión política más concreta y real. No hay mucha magia. No creo que el FA tenga que cambiar todo, tiene que adaptarse a lo que sucede, a lo que necesita hoy Uruguay. Necesita una unidad fuerte de la izquierda política y social.

MC: Nosotros terminamos de gobernar y nos sentamos a hacer un proceso reflexivo para salir fortalecidos de esto porque en realidad consideramos necesario hacerlo, y también entendemos que las cosas estaban a la vista y no las vimos. Lo que tenemos que hacer es agarrar todo lo que era evidente y no vimos y decir: “Esto es lo que necesitamos”. Lo único que nos está pasando es que estamos asumiendo el elefante adentro de la habitación. El elefante estaba y no lo vimos.

ML: A mí me tiene podrida la autocrítica. [La autocrítica] son los padres. Ya está, basta. Cada sector y persona en lugares estratégicos sabe en qué se equivocó. Ahora hay que volver a organizarse y hay que estar donde la gente te necesita. No como salvadores, sino sumarse a los procesos que se están dando en la calle. Desde el Parlamento tenemos que hacer lo que podamos para hacer una oposición seria, pero el FA tiene que volver a estar en las calles.