“Cuando lo que se obtiene son logros, se concentran en el gobierno, y cuando no, se reparten”, resume el politólogo Daniel Chasquetti sobre lo sucedido el lunes en el domicilio del expresidente Julio María Sanguinetti. Allí, el secretario general del Partido Colorado se encargó de anunciar al nuevo ministro de Turismo, Tabaré Viera, así como el viernes anterior había informado en una conferencia de prensa sobre la renuncia de Germán Cardoso a la titularidad de la cartera.

Chasquetti considera que este anuncio fue un intento de Sanguinetti por mostrar el peso de su partido dentro del gobierno, y sostiene que generó trascendencia porque “en política las formas importan y mucho”. Por otra parte, entiende que “Lacalle se preparó toda la vida para gobernar y tiene claro que hay ciertas cosas, como la manera en que se dio la situación en torno a Cardoso, que no las puede tolerar, pero también está advertido de muchas cosas que durante su gobierno le pueden llegar a pasar y seguramente va a evitar que las cosas con la coalición se compliquen demasiado”.

La politóloga Victoria Gadea coincidió en que lo sucedido es propio de un gobierno de coalición. “Lo que sí llama muchísimo la atención es la forma; tal vez para Lacalle es una manera de redistribuir el poder y la responsabilidad para que, en parte, la situación la pague mayoritariamente el PC”, reflexionó. “Desde el inicio del gobierno esperábamos que los socios competitivos que integran la coalición, poco a poco, se posicionaran individualmente hacia 2024; puede ser parte de una estrategia para marcar posiciones diferentes y seguramente sea algo que pretendan mantener”, concluyó.

Para el analista en comunicación Julián Kanarek, en el anuncio desde el domicilio del expresidente Sanguinetti “hay una confirmación de que la rutina comunicativa no es tal, y no lo es desde el momento en que lo que había para comunicar no era algo positivo y además generó tensiones”. El especialista lo alineó con el anuncio del senador y líder de Cabildo Abierto (CA) Guido Manini Ríos de que la empresa Katoen Natie aceptó agregar una disposición al acuerdo firmado con el gobierno, según lo propuesto por CA. “En ambos casos lo que se ve son logros de los partidos que lideran y, en el caso de Sanguinetti, la contracara es la ausencia del Poder Ejecutivo”.

“La comunicación de la salida de Germán Cardoso, desde el domicilio de Sanguinetti, fue una desprolijidad desde el punto de vista comunicacional del gobierno y no parece ser lo correcto”, evaluó por su parte el consultor en comunicación política Marcel Lhermitte. El especialista entiende que esta situación se dio porque “Lacalle tiene que cuidar la coalición de gobierno y contemplar a los partidos que la integran”. “Para algunos, la figura o el rol de Sanguinetti lo convirtió en algo así como la sombra del Estado, pero es algo propio del apoyo que necesita el presidente para seguir gobernando”. El especialista considera que este tipo de situaciones irán en aumento: “Algo propio de los gobiernos de coalición es que a medida que pasa el tiempo, la unidad que se muestra al principio se va disolviendo, y se comienzan a ver muy acentuadas las diferencias. Si bien desde Presidencia se van a medir las situaciones, también se deberá medir la vara según el apoyo que se necesite, y lo que es seguro es que otras figuras comenzarán a tomar protagonismo y veremos instancias como la que recientemente involucró al líder del Partido Colorado”.

Gobernar desde redes sociales

Los analistas consultados coincidieron en destacar la profesionalización de la comunicación que caracteriza a este gobierno. Para Lhermitte, “todas las comunicaciones de Luis Lacalle Pou están muy bien estudiadas y es el presidente que más ha profesionalizado la comunicación del gobierno, que suele utilizar marcos que el resto de la sociedad adopta y aplica”.

Por su parte, Gadea apuntó que “Lacalle Pou es el primer presidente en la historia con cuenta oficial de Twitter”. “Entiendo que eso sea una novedad para Uruguay, pero deberíamos saber que ya es tendencia en varios países del mundo”, agregó. El presidente ha usado sus redes sociales para, entre otras acciones, comunicar o comentar sobre el relevo de ministros. Así sucedió en el caso del exministro de Desarrollo Social Pablo Bartol y del exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca Carlos Uriarte.

“Es posible que el fin sea mediático y lo que hace es llegar a todos los medios de comunicación al unísono, y si bien es llamativo para nuestro país y algo ajeno a las costumbres que hemos adoptado cuando se trata de este tipo de cuestiones, tampoco viola ningún protocolo y evidentemente es parte de lo que el presidente quiere posicionar”, consideró Gadea. “Logra que hablemos no sólo de lo que se comunica sino también de cómo lo hace, y es parte de un posicionamiento mediático”, agregó.

En la misma línea que Lhermitte, la politóloga entiende que la comunicación gubernamental se ha profesionalizado. “Lejos de ser algo negativo y de decir despectivamente que nos gobierna una agencia de publicidad, como se comenta algunas veces, es algo necesario para el país, aunque tampoco debemos entender que hacer un uso profesional de la comunicación sea sinónimo de tener una buena estrategia”.

“Personalmente prefiero que el Estado utilice canales más institucionales, porque es cierto que a nivel mundial los gobiernos utilizan las redes sociales y de manera cada vez más frecuente, pero es un problema desde el punto de vista de que es excluyente”, opinó Chasquetti. Agregó que además esto “refuerza la idea de que se puede hacer política solamente en redes”. “Si bien es una herramienta que no le ha traído mayores problemas al presidente, considero que sería deseable complementarla”, resumió. En cuanto a aspectos más generales, Chasquetti considera que “el gobierno es sumamente inteligente a la hora de comunicar y que la comunicación no se explica sin tener en cuenta algunas cuestiones políticas; “Lacalle Pou había integrado un vocero a su gestión y rápidamente, con la pandemia por medio, se dieron cuenta de que era una figura que debían eliminar porque el desafío ante las circunstancias era tan alto que la comunicación no se podía dejar en otras manos que no fueran las del presidente”. Por otra parte, valora que, desde el principio, en la comunicación del mandatario “hay una intención de comprender”.

Julio María Sanguinetti, el lunes, cuando anunció a Tabaré Viera como nuevo ministro de turismo.

Julio María Sanguinetti, el lunes, cuando anunció a Tabaré Viera como nuevo ministro de turismo.

Foto: .

Kanarek considera que si hay determinada cantidad de ministros que fueron removidos a través de una red social, “cuando lo que ocurre es una renuncia debido a una presunta irregularidad, lo que se esperaría es que se comunique de la misma forma, continuando la rutinización comunicativa elegida por el presidente durante la pandemia, pero eso no ocurrió”.

En cuanto a la comunicación general en lo que va de gobierno, entiende que “ha sido efectiva, llana y cercana a la población, implicando jerarquizar procesos, y en este punto es que en su momento se decidió centralizar bastante la figura del principal mandatario, pero eso es parte de lo que luego la ciudadanía iba a exigirle”.

Lo que resta

“Las estadísticas muestran que en pandemia los presidentes tienen el nivel de aprobación un tanto más alto de lo habitual, ya que se establece un grado de compasión social que aumenta la popularidad de los mandatarios, porque además las políticas se evalúan diferente”, explicó Lhermitte en cuanto a la aprobación del desempeño del gobierno hasta el momento, que de todos modos ha ido disminuyendo hasta ubicarse en los niveles más bajos en las últimas mediciones. Pero agregó que “si la pandemia no existiera y si la comunicación no hubiese sido tan eficiente y de manera sostenida, seguro el nivel de aprobación sería más bajo y es esperable, que ahora que la situación sanitaria está controlada, salgan a flote otras cuestiones”. “La situación va a cambiar y seguramente, a la par, lo haga la estrategia de comunicación del presidente y de todo el gobierno”, concluyó.

“Los conflictos van a surgir, porque además se acerca el final de la gestión en pandemia”, agregó Gadea. “Lo que viene es parte de gobernar y se desplegarán diferentes estrategias, y al igual que con el último cambio de ministro, la figura de Lacalle Pou comenzará a ser descentralizada para tener otros fusibles ante posibles futuras crisis”. Agregó que “evidentemente en pandemia se gobierna dentro de un estado de excepción, pero de ahora en más se deberá enfrentar desafíos como el referéndum de los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC), que si se efectúa es una elección a medio término sin cambios de autoridad, pero de alguna manera significa plebiscitar la gestión y, entre otras, será una instancia muy importante”.

Para Chasquetti, el cese de la pandemia significa “el regreso de la política”. El politólogo sostuvo que “la pandemia generó una especie de velo, que lógicamente nos implicó trabajar y estar juntos y que evidentemente beneficiaba al gobierno”. Ahora eso cambió, y con la certeza de estar en el camino de la inmunización, otros temas de carácter socioeconómico comienzan a pasar al frente. Además, considera que “la tensión interna que se genera dentro de la coalición es una situación con la que tendrán que lidiar y se intensificará con el paso del tiempo”. En cuanto a la aprobación del principal mandatario, cree que “mantener el nivel que las encuestas han dado hasta ahora se correlaciona muy fuertemente con la marcha de la economía nacional, es decir, que si el gobierno consigue que la economía despegue y tome, por ejemplo, los niveles salariales y de empleo que teníamos antes de 2019, seguramente la popularidad del presidente se mantenga alta; de suceder lo contrario, se espera que descienda significativamente”.

“El presidente tiene claro que hay un tiempo vital para gobernar. Yo considero que son los primeros tres años de gobierno, y ahora tiene por delante una instancia vital que es el referéndum. Al respecto hay dos opciones: si lo logra sortear, impulsará lo que queda en el tiempo que resta, y si no, es probable que la agenda quede bloqueada”, finalizó.

En cuanto a este último punto, Kanarek, por su parte, continúa la línea de pensamiento de que “la pandemia colonizó la agenda política pero ahora estamos ante una nueva era en la que el gobierno deberá manejarse dentro de un ambiente en el que también serán cada vez más evidentes las tensiones internas”. Agregó que a pesar de ello, “hay una posible instancia, el referéndum, que es un incentivo de unidad a corto plazo y que generará una fuerte coordinación comunicacional”.

Finalizó reflexionando sobre las futuras estrategias de comunicación ante la aparición de nuevos interlocutores que no son los habituales: “¿Quién, qué y cómo se va a comunicar los futuros desafíos? ¿Vamos a tener un presidente presente cuando haya buenas noticias y ausente cuando eso no ocurra? ¿De quién será la responsabilidad de comunicar?”.