La tendencia es hacia el No: eso han indicado la mayoría de las últimas encuestas que miden la intención de voto de la ciudadanía respecto del referéndum del 27 de marzo, día en que estará en juego la derogación de 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC).
Sin embargo, recientemente la encuestadora Nómade dio a conocer un panorama distinto al relevado: según recogió Búsqueda, el último domingo de marzo el voto al Sí contra la LUC llegaría a 49%. Este estudio se llevó a cabo en diciembre del año pasado. Los otros, tanto el de la encuestadora Factum como los de Cifra y Equipos, son de noviembre. Estos últimos estudios dan al Sí una intención de voto de 39%, 41% y 33%, respectivamente.
Respecto del No a la derogación, 41% de los encuestados por Nómade iría por la papeleta celeste. Factum, por otro lado, recogió que 51% votaría por el No y que, por ende, se mantendría la LUC. En la misma línea, Cifra divulgó que el porcentaje sería de 48% y Equipos de 46%.
La politóloga Tamara Samudio interpretó que el momento en que se realizó cada encuesta puede haber influido en la diferencia en los resultados. Según Samudio, en diciembre, mes en que se llevó a cabo la de Nómade, estaba “más en acción la campaña del Sí, después de la recolección de firmas. Y se trató de instalar el tema en agenda y mediatizar el debate”. La campaña por el No, encabezada por la coalición, en cambio, “ahora se está terminando de arreglar lo que va a ser su estrategia”. Sin perjuicio de ello, Samudio recordó que tanto la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, como el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, generaron “algunos espacios de intercambio, pero sin la campaña lanzada y la estrategia marcada”. En función de tal estrategia, dijo, es que se podrá tener “resultados más cercanos” y, según consideró, hacia fines de febrero será “necesario volver a tener una encuesta para ver cómo viene la tendencia”.
Cuando se pone foco en los votantes que aún están indecisos, no hay tanta diferencia entre los estudios: Nómade relevó que 10% todavía no sabe qué papeleta pondrá y Factum se acercó al mismo porcentaje bajo la definición de “indefinidos”, aunque agregó que el “nivel de dudosos” alcanza 20%. Cifra recogió que los que “no saben” son el 11% y los encuestados por Equipos elevaron la apuesta a 18%.
Otro factor a destacar entre las intenciones de voto recolectadas es el conocimiento que se tiene sobre la consulta ciudadana. Según Nómade, 51% dijo saber “bastante”, 35% “poco o nada” y 9% manifestó no estar seguro de si tienen que votar obligatoriamente. Factum mencionó que tres de cada diez personas confunde a qué refiere exactamente votar por el Sí y por el No. Equipos consultó si habían “escuchado hablar del proceso de presentación de firmas contra la LUC”, a lo que 50% de los entrevistados respondió afirmativamente, junto con la apreciación de que tienen una “idea clara” sobre el tema. Asimismo, 36%, si bien oyó al respecto, “no tiene una idea clara”, y 14% “directamente no escuchó hablar o no sabe”.
Sobre posibles análisis que pueden hacerse de los resultados mencionados y las potenciales proyecciones del impacto que podría generar en el gobierno y en la oposición de triunfar el Sí o el No, la diaria dialogó con tres politólogos y una politóloga.
Decisiones y campañas
Hay algo en lo que están de acuerdo: la tendencia de la ciudadanía también es a definir su voto dependiendo de la identidad partidaria. “Los alineamientos claramente están muy marcados por los bloques ideológicos: Frente Amplio (FA) y los partidos tradicionales, como suele suceder”, afirmó el politólogo Fernando Rosenblatt. A su vez, agregó que este hecho “es razonable” si se toma en cuenta “la estructuración programática del sistema de partidos en Uruguay y su alto nivel de institucionalización”.
En una línea similar, el politólogo Federico Irazábal se centró en los resultados de Factum, Cifra y Equipos, y señaló que si se “corta grueso”, “el apoyo al No está más alineado a votantes de la coalición y personas que apoyan al gobierno, ya que está cercano a los números que obtuvo en su conjunto en términos de voto, y no está lejos de los márgenes de aprobación que tiene la gestión del presidente o del gobierno”.
La “incertidumbre” hasta las últimas instancias es algo remarcado por los politólogos y la politóloga consultados. Asimismo, acuerdan en que las características de las campañas que llevarán adelante la coalición de gobierno por el No y el FA junto al PIT-CNT y las distintas organizaciones sociales por el Sí será un factor fundamental a la hora de definir el voto. Al mismo tiempo, la mayoría consideró que las campañas deberán apuntar a los indecisos, ya que tendrán el voto definitorio.
Samudio, particularmente, se detuvo en los ámbitos territoriales en los que cada sector decidió hacer énfasis para el desarrollo de su campaña, y lo concibió como una “diferencia interesante”: “La intencion de la coalición es ir al interior, a departamentos que los apoyaron fuertemente en las elecciones y tienen cierta fuerza nacionalista o de los partidos tradicionales. El Sí busca poder desarrollarse en la capital y Canelones, sin olvidar el interior, pero saben que la fuerza está en esos dos departamentos”, comentó.
Si se tienen en cuenta las variables de información que poseen los votantes, para Rosenblatt un “desafío” para la campaña del Sí es informar sobre dos aspectos: primero, “qué es lo que se está votando, que son 135 artículos y no toda la LUC”, y segundo, “tratar de disociarlo de lo que pueda ser un referéndum sobre el gobierno”. Por otro lado, remarcó que la coyuntura para las campañas también se suman como desafío: “Enero está prácticamente perdido por las características del verano y eso es un problema, y el otro es cómo hacer campaña en pandemia, aunque ya la recolección de firmas para la derogación resultó ser un proceso muy exitoso y dejó un gran aprendizaje”. A su vez, Rosenblatt consideró que, para el FA, la campaña es “una muy buena oportunidad para hacer gimnasia organizacional, sacar militancia a la calle y tener contacto con su ciudadanía”. En cuanto al gobierno, manifestó que “también, para defender su posición”.
A Irazábal lo que lo tiene “entusiasmado” es ver “cuáles van a ser los principales elementos que van a jugarse en la campaña”, es decir, los artículos en los que cada posicionamiento pondrá más énfasis. En cuanto al FA, señaló que “hay que ver cuál será el encaré” que le dará con el nuevo presidente, Fernando Pereira, ya que “se abre un nuevo capítulo”, porque “no es lo mismo un Frente desorganizado y comandado por Javier Miranda, que un Frente más estructurado, que está recuperando cierta mística o idea de organización interna, bajo el liderazgo de Pereira”.
Aun así, para el politólogo, en la actualidad es más complejo convencer para que se vote la papeleta rosada que la celeste, debido a que la LUC “ya está corriendo” y el gobierno “está intentando hacer campaña jugando con algunos resultados, como los números en materia de seguridad y la aprobación de la portabilidad numérica”. En este sentido, concluyó que “habrá que ver si el electorado percibe la ley como un elemento, si no beneficioso, al menos no negativo”, y entonces “va a ser mucho más difícil convencer de que la ley es mala”.
La campaña es uno de los factores “decisivos”, puntualizó Buquet. Entre esos factores entran otros que, según el politólogo, tienen que ver con la masividad: “La campaña de medios, la orientación que cada agrupamiento le da, y también con el trabajo más capilar de actividad, porque sobre todo los promotores del Sí tienen una estructura militante que tiene sus propios canales de llegada a públicos que son más reducidos, pero que son muchos, y cada uno con su asunto”.
La complejidad de la LUC, por la cantidad de articulados y el cómo transmitir su contenido, también fue un asunto subrayado por los analistas consultados. Para Buquet, esta cuestión hace “más razonable que el proceso de decisión sea difícil para quienes vayan a decidir en función de la sustancia y no solo a favor o en contra del gobierno”.
Esta dificultad para abordar los 135 artículos, según Samudio, puede llevar a que la dirección de la campaña sea “muy esquiva, con pocas certezas, y que de repente algunas noticias específicas que tengan que ver con el articulado se instalen y marquen el debate”. Pero también apuntó que le “preocupa” que el debate desemboque en “agresiones a la persona, a los sectores, posturas políticas o a los partidos. Eso es creciente y pienso que puede recrudecerse en este último tiempo”.
Lo que podría esperarse
Un antes y un después. Así definió Rosenblatt el impacto que tendrá el referéndum en los partidos políticos. Para Irazábal, el efecto es como si fueran “las elecciones de medio término”, tal y como se llevan a cabo en otros países. Según Buquet, la efectiva derogación o no de la LUC será una decisión “muy importante políticamente”, que repercutirá a corto y mediano plazo: en primera instancia, el que pierda “va a salir golpeado. Y ahí tal vez el margen de la victoria puede atenuar un poco el golpe. Si perdés por poco, no es lo mismo que si perdés por mucho, pero perder siempre es perder”. En segunda instancia, cree que “desde el punto de vista de la viabilidad política, el resultado va a blindar algunas normas que están contenidas en la LUC, y es difícil luego revertir algo que tiene la legitimidad de una decisión popular”.
Para Samudio, el gobierno “sin duda se juega mucho”. No sólo por las implicancias que puede llegar a tener la derogación de 135 artículos, sino porque “es su agenda de gobierno la que está puesta en consideración”. Ante un posible escenario de victoria del Sí, por ende, la politóloga manifestó que para la coalición puede generar un “cimbronazo bastante importante, en relación a la simpatía hacia el gobierno, y adentro, ya que puede fomentar determinados distanciamientos o conflictos que están un poco latentes”.
En la misma línea, Rosenblatt señaló: “Habría que ver cómo reaccionan los socios de la coalición, si abandonan el barco o no. Ya hay bastantes tensiones con Cabildo Abierto”. De todas formas, consideró que los sucesos que se desarrollarán también están marcados por otros factores, como el desempeño económico y la recuperación de la economía. “Si vos tenés una triple tormenta: la pandemia no se va, la economía marcha mal y además perdés el referéndum, eso es un escenario. Pero si perdés el referéndum y las otras cosas marchan bien, no es tan terrible”, aseguró. Según Irazábal, si el No es victorioso, el gobierno mantendrá “buenas chances de tener un buen desempeño en la próxima elección y aspirar a retener el gobierno. Pero si pierde, habrá que ver los motivos, hacer un balance y apelar a la imagen del presidente, pero el FA saldría fortalecido en su aspiración rumbo a 2024”.
En cuanto a las consecuencias en el FA, Rosenblatt enfatizó en que la fuerza política está en “un proceso de renovación de liderazgos y reperfilamiento de los sectores, entonces si, por ejemplo, ganara el Sí, no es victoria asegurada [para las próximas elecciones], porque no sabemos ni quiénes van a ser candidatos”. En relación a esto, para Samudio, las repercusiones en el FA impactarán, por un lado, en el “poder que presente de cara a los tres años de gobierno que quedan” y, por el otro, en “las distintas figuras y sectores internos que han estado al frente o llevado la posta de esta campaña”.
En resumen, para Rosenblatt, los referéndums en general y este en particular “son procesos que sirven como mojones, pero corren en paralelo, porque el resultado electoral termina dependiendo de otros factores, ni qué hablar el económico, al que en este caso se le agrega la pandemia”. A modo de conclusión, Buquet esbozó que el resultado de este referéndum no dejará “a la gente herida para siempre. Pero el derrotado va a salir herido políticamente, y el ganador va a tener viento en la camiseta”.