Durante varios períodos fue edil de Florida, su departamento natal, pero por lo que él llama “efecto dominó” hoy está en el Senado en representación del sector Ciudadanos del Partido Colorado (PC), en el que milita desde adolescente. Pablo Lanz es de bajo perfil mediático, aunque el jueves en el Parlamento estuvo rodeado de una decena de micrófonos de la prensa, ya que como coordinador de la bancada de su sector fue el encargado de informar sobre la reunión que todos los legisladores de Ciudadanos mantuvieron con su correligionaria Carolina Ache, subsecretaria de cancillería, luego de que se supo que su par del Ministerio del Interior, Guillermo Maciel, le advirtió –vía WhatsApp– sobre la peligrosidad del narcotraficante Sebastián Marset, a quien después se le brindó un pasaporte uruguayo.

El lunes vuelve a Uruguay el ministro de Ambiente, Adrián Peña, coordinador general de Ciudadanos, luego de un viaje al exterior por asuntos de la cartera, y enseguida se reunirá con sus legisladores para definir qué pasos tomarán con Ache. Pero Ciudadanos tiene más cosas para determinar, por ejemplo, quién será su precandidato a la presidencia en 2024. Para Lanz, no hay dudas de que tiene que ser Peña antes que cualquier otro, según contó en esta entrevista con la diaria.

Estás en el Senado porque sos suplente de Adrián Peña, que hace dos años y poco tuvo que asumir en el Ministerio de Ambiente ante el retiro de Ernesto Talvi de la política. ¿Cómo analizás toda esa situación con la perspectiva del tiempo?

Al principio lo tomé con mucho pesar. Ciudadanos fue un proyecto político al que Talvi le introdujo un componente ideológico que le hacía muchísima falta al PC, aquello del batllismo primigenio. En ese momento, en agosto de 2020, a cinco meses de haber asumido la coalición de gobierno, la decisión de Talvi la tomé con muchísima preocupación y angustia, porque fuimos muchos los que le señalamos que su función estaba en el Senado de la República, no en el Poder Ejecutivo. Tomó esa decisión y el efecto dominó me trajo a ser senador de la República. Cuando se inició el gobierno, me habían ofrecido la responsabilidad de trabajar en el Ministerio de Ganadería [a cargo de la Dirección de Desarrollo Rural] junto con el entonces ministro [Carlos María] Uriarte, y asumí esa tarea con muchísimas energías e ilusiones, para procesar una determinada cantidad de cambios que entendía que se tenían que hacer.

¿Cómo ves el panorama de Ciudadanos de cara a las elecciones de 2024?

Ciudadanos tiene una cuestión bien importante, después de dos años y medio de que Talvi se retiró de la vida política, que es haber consolidado el sector en todo el país y no haber tenido bajas en sus cuadros directivos. Hay muchos hombres y mujeres de Ciudadanos que están haciendo cosas fundamentales para el futuro del país. Tenemos a Robert Silva [presidente del Codicen], con su transformación educativa, y al ministro de Ganadería [Fernando Mattos] y directores como el ingeniero [Nicolás] Chiesa en La Granja, que está procesando transformaciones institucionales, siempre muy cerca de los productores. Tenemos un compendio de dirigentes y estructura para afrontar una campaña. Yo soy de los pocos que les insisto todos los días a mis compañeros de Ciudadanos que tenemos que recorrer el país y hacer política. Nuestro ministro de Ambiente está desarrollando una tarea excepcional en la confección del nuevo ministerio, que en el mundo tiene una dimensión que todavía no percibimos, pero también le he insistido para que venga al Senado, al lugar que estoy ocupando hoy, y que me deje empezar a hacer lo que estoy convencido de que tenemos que hacer: recorrer más el interior profundo y hacer más política. Los colorados tenemos ese defecto: nos comprometemos con el gobierno, y yo soy una de las voces disonantes que sostiene que tenemos que hacer más política.

¿Querés que Peña deje ahora el Ministerio de Ambiente?

Estamos comenzando 2023 y tenemos que empezar a pensar en candidatos.

¿Y querés que Peña sea candidato?

Estoy convencido de que puede ser un buen candidato. Es un hombre del interior, joven, que ha demostrado gestión; fue diputado, la gente del interior lo conoce, todo Ciudadanos le reconoce un trabajo formidable, una permanencia continua y un compromiso con el gobierno y con la coalición que creo que no lo tiene absolutamente nadie.

Entonces, ¿Peña ya debería dejar el ministerio?

Por lo menos, ya lo tendría que estar decidiendo; estoy convencido. Creo que Peña se transformaría en una herramienta distinguidísima para el Senado y otros, que hoy estamos ocupando lugares legislativos, a partir del año que viene, cuando el grifo se comience a abrir y la ciudadanía empiece a interpretar que aquí hubo un gobierno de coalición seria, tenemos que tener a los dirigentes políticos cerca para comunicarlo, si no, vamos a estar en problemas.

¿A Robert Silva lo ves como candidato?

Por supuesto que sí, pero hay una situación distinta, desde el punto de vista de la responsabilidad que está teniendo con la transformación educativa.

O sea, a él no le pedís que renuncie a su cargo.

No sé si le darán los tiempos, porque Robert Silva sin una transformación educativa ya en marcha es difícil, y recién se va a empezar a ejecutar el año que viene. Creo que es el mejor hombre que hoy tiene la coalición en estos asuntos de la educación. Robert Silva fue nuestro candidato a vicepresidente de la República, es un gran candidato, pero hoy está en un rol que no sé si le va a permitir –por una cuestión de tiempos– ser precandidato por Ciudadanos.

El proyecto de ley para legalizar la eutanasia, que fue impulsado por el diputado colorado Ope Pasquet, de tu sector, no cuenta con el apoyo de la senadora Carmen Sanguinetti, que también integra Ciudadanos. ¿Qué opinión tenés sobre la iniciativa?

Estoy a favor del proyecto, porque tiene un fuerte componente humanista. Yo soy creyente, cristiano, y hace no más de un año me cuestionaba la puesta en marcha de la eutanasia; pero nada más que quienes hemos vivido en carne propia los cuidados paliativos... Porque parece que se pone en una bandeja o en otra [la eutanasia o los cuidados paliativos], pero no es así, porque las dos cosas pueden convivir perfectamente. Los que ponen como una cuestión más pesada los cuidados paliativos no conocen el interior profundo. No conocen las lamentables asimetrías que tienen nuestros sistemas de salud y de educación, que a mí como batllista me pegan una bofetada todos los días, porque, lamentablemente, las oportunidades económicas te dan oportunidades de vida y de desarrollarte, eso es así y es el Uruguay en el que vivimos, y por eso hay que trabajar. Quienes conocemos el interior profundo sabemos las carencias que tiene ese sistema de cuidados y decidimos apoyar el proyecto que planteó Ope Pasquet, que tiene media sanción [en Diputados].

¿Te gustaría que Pedro Bordaberry volviera a la política activa dentro del PC?

Por supuesto, fue el mejor de los legisladores en el tiempo que le tocó estar en el Senado. Pudo colocar al PC en un pedestal importante en momentos en los que el partido venía muy mal. Creo que le puede aportar muchísimo al país y al PC, y que sería un gran candidato. Yo tengo un reconocimiento con Bordaberry porque fui tres veces candidato a intendente del departamento de Florida y, a pesar de que nunca estuve en el sector Vamos Uruguay, siempre tuve el apoyo de él en las campañas departamentales. Así que tengo reconocimiento personal y general. Bordaberry le puede dar mucho al PC, pero un cuerpo para avanzar debe tener dos piernas; una puede ser Bordaberry, pero para que el conglomerado avance, necesitamos otra pata fuerte que logre esa estabilidad necesaria.

Es decir, Bordaberry sería una pata y Ciudadanos otra.

Exacto.

En noviembre, el Comité Ejecutivo Nacional del PC definió armar un grupo de trabajo “para analizar la evocación histórica” del golpe de Estado de 1973, ya que se están por cumplir 50 años. ¿Qué opinión tenés sobre las responsabilidades que tuvo el PC en todo aquello?

Hay literatura abundante, que sin dudas pone en su lugar a grandes hombres del PC, como [Amílcar] Vasconcellos, Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle, que distinguieron las filas del PC defendiendo a la democracia. Hay mucha literatura, siempre va a haber relatos. Hace pocas horas, en el Senado debatimos la posibilidad de una reparación económica para víctimas de la guerrilla, cuestión que nosotros tanto en la Comisión de Legislación como en el Senado defendimos y votamos, porque entendemos que hay que seguir avanzando para dejar de mirar atrás y empezar a mirar para adelante. Muchos legisladores hablaban de recuerdos, y yo les decía que soy de la generación que ya no puede hablar de recuerdos, porque soy modelo 72. Así que todavía quedan muchos representantes políticos que trabajan en función de su propio recuerdo, y hay una nueva generación, a la que pertenezco, que está más concentrada en mirar hacia adelante que en seguir mirando hacia atrás, reconociendo todos los hechos y todas las víctimas, y no generando con esto una pulseada política.

Desde la organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos señalan que el Estado debería indemnizar a quienes fueron víctimas del Estado, y no a víctimas de particulares, porque, con ese criterio, los damnificados por la inseguridad también deberían ser indemnizados, por ejemplo.

Entiendo, pero creo que si nosotros queremos darle un punto final a este tema tenemos que ser amplios, todos. Esto es una herramienta para ir poniendo punto final a todo esto y llegar a aquel pronunciamiento del doctor Batlle en su discurso en la Asamblea General, cuando asumió [la presidencia, el primero de marzo de 2000], que habló de llegar a ese punto “del estado del alma donde nos reconciliemos y miremos para adelante”. Esto es una herramienta, y es el Estado, porque se está institucionalizando a través de una decisión parlamentaria y del Poder Ejecutivo. Yo estoy del lado de los que buscamos la pacificación, la conformación de muchos individuos que están con nosotros y que todavía demandan reconocimiento y reparación.

¿El punto final no se pondría cuando se encuentren a todos los desaparecidos?

También, sin lugar a dudas. Volviendo a Jorge Batlle: creo que ahí fue el principio y tuvo esa grandeza. Todos recordamos aquella fotografía [de Batlle haciéndole la venia a Luisa Cuesta en el edificio Libertad], cuando se creó la Comisión Para la Paz, que fue importantísima. Estoy convencido de que seguimos avanzando para mirar hacia delante.

¿Qué análisis hacés del caso del ex jefe de seguridad de Presidencia Alejandro Astesiano?

Es un punto de inflexión no grato para la coalición, un tema complejo para el gobierno. Creo que el gobierno ha tenido la astucia de encontrar amparo en el único lugar que tenía que obrar y gestionar, que es la Justicia. Tenemos que ser muy serenos para esperar los veredictos de la Justicia y, sean quienes sean los responsables, los que estuvieron –si es que estuvieron– confabulando o tomando herramientas del Estado para delinquir, que paguen las consecuencias; cualquiera, esté dentro del gobierno de coalición, esté donde esté. Pero hay que ponerle esa cuota de serenidad, dejar a la Justicia actuar y no entrar en el berrinche político, porque muchas veces se hace tremendo intercambio y resulta que el fondo del asunto posiblemente no lo ameritaba. Astesiano, y quien haya estado cerca de Astesiano, que cometió un error, un delito, que se conozca con nombre y apellido y que pague las consecuencias.

¿Qué te dejó la reunión del jueves con la subsecretaria de cancillería, Carolina Ache, de Ciudadanos, a raíz de que se conoció el intercambio de mensajes con el segundo del Ministerio del Interior, Guillermo Maciel, por el narcotraficante Sebastián Marset?

Me dejó una tarea. La subsecretaria nos proporcionó un relato y una serie de documentos que hay que mirar con mucho detenimiento en lo cronológico. Nosotros somos fieles custodios de los lineamientos jurídicos desde el Estado, pero también de los éticos. Hubo un intercambio de más de dos horas, donde la subsecretaria hizo un relato documentado y luego los diez legisladores de Ciudadanos realizamos todas las preguntas que quisimos. Ahora lo que queda es analizar esa información y procesar todo esto junto con quien tenemos como coordinador [Peña], el lunes. Tomar una decisión apresurada demostraría una inmadurez terrible. No tenemos que bailar al son de quienes tienen intenciones políticas. La bancada parlamentaria se va a reunir el lunes con el coordinador y avanzaremos.

Más allá de este tema, Ache ha tenido algunos episodios de cortocircuito dentro de Ciudadanos. Por ejemplo, cuando solicitó a la Corte Electoral el uso de la lista 10, que lideró Pedro Bordaberry; también cuando reprochó a Peña por la postura de Pasquet pidiendo cautela ante el Tratado de Libre Comercio con China y por el voto de los ediles de Montevideo en respaldo al préstamo del BID [Banco Interamericano de Desarrollo] para la intendencia capitalina.

Es cierto, se han dado todos esos hechos. Yo mismo tuve alguna diferencia con la subsecretaria, algún pedido de informes al principio de la legislatura sobre decisiones que se habían tomado cuando Talvi se retiró de la cancillería. Pero todas esas cosas se procesan en el ámbito del sector y luego del partido, con madurez. Es claro que en todos estos asuntos no hay unanimidades en el PC; al contrario, por suerte.

El presidente Luis Lacalle Pou dijo que “por ahora no está planteado” pedir la renuncia de Ache. ¿Eso a ustedes les marca la cancha?

Está bien, es la opinión del presidente, y el secretario general del PC [Julio María Sanguinetti] también dio una opinión y lo entendemos correcto. Pero nosotros, como sector político y bancada bicameral, siendo la subsecretaria representante de Ciudadanos en la cancillería, tenemos que procesar todo esto y tomarnos el tiempo para tener las cosas claras.

¿Vos le hubieras dado el pasaporte a Marset?

Creo que nadie le hubiera dado el pasaporte a Marset si sabía que era un narcotraficante, delincuente y demás.

Pero se lo dieron.

Acá hay dos cosas que no tienen puntos de encuentro en absoluto: que Marset haya adquirido un pasaporte, porque existe un decreto [129/2014], que proviene de gobiernos anteriores, y el rigor de la legislación en un estado de derecho hay que asentirlo. Ahora, si no estamos de acuerdo con lo que nuestras normas dictan, tenemos que cambiarlas.

Pero ese decreto no obligaba a que le dieran el pasaporte. ¿no?

Ese decreto dice que para dar un pasaporte se requieren determinadas condiciones.

Pero no era obligatorio...

No, no, obligatorio no es nada. Después, que Marset venga a Uruguay y le reclame a la Justicia por qué se lo dieron o no. Ahora, si tú me preguntás, como ciudadano de a pie, si en conocimiento de que hay un narcotraficante reconocido en el mundo –fuera o dentro del país–, y estuviera en mí dárselo, no se lo doy. Ahora, como institución, si tengo el rigor de las normas y las cumplo a rajatabla, y cumplir esas normas significa proporcionar un documento a alguien que realmente es cuestionado son cosas totalmente distintas.**