Bajo la consigna “¿Dónde están? La verdad sigue secuestrada, es responsabilidad del Estado”, miles de personas se congregaron en la intersección de Rivera y Jackson para aguardar el comienzo de la marcha que, en su edición número 27, convierte el silencio en protesta. Dos años pasaron sin que la Marcha del Silencio pudiera realizarse de forma presencial; la pandemia motivó el ingenio y la innovación para que la fecha pudiera seguir siendo conmemorada, a distancia, como se merece. La larga espera se terminó y la gente se volvió a encontrar para pedir por el mismo reclamo de siempre: “Memoria, Verdad y Justicia”.
Esta vez, los clásicos carteles con los rostros de los 197 desaparecidos que son cargados por sus familiares se multiplicaron. La multitud se encargó de sostener en alto las fotografías que repartió el colectivo Imágenes del Silencio en la esquina de Brandzen y Rivera, con el objetivo de cumplir con la consigna “Todos Somos Familiares”. Como dijo Elena Zaffaroni, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, en la conferencia de prensa previa “las fotos de nuestros desaparecidos y desaparecidas, que encabezarán la marcha, como siempre, simbolizan los dolores más profundos que vivió nuestra sociedad”. En las fotos y “en sus cuerpos que las Fuerzas Armadas mantienen secuestrados” está representado “todo el padecimiento de una sociedad avasallada por el autoritarismo más atroz”.
Al menos media hora antes de la convocatoria, una multitud se hizo presente en el punto de encuentro. Los familiares aguardaron presentes con los carteles de sus desaparecidos en alto y, aunque faltaba para que la marcha empezara, los concurrentes esperaron haciendo el mínimo ruido posible, respetando la consigna de la ocasión. Sobre las 19.00 comenzó la caminata hacia la plaza Libertad. Al frente, como siempre, los integrantes de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos condujeron a los numerosos asistentes, que los siguieron en silencio. La marcha avanzó despacio por 18 de Julio y fue rodeada, cuadra a cuadra, por personas que acompañaron a la multitud mientras caminaba.
Durante el trayecto se vieron carteles y pancartas que decían frases como: “De qué nos sirve la libertad si no hay justicia”, “No hay olvido, no hay perdón, no hay reconciliación. Militares clasistas”, “Ningún pacto silenciará la lucha. A quebrar la impunidad, vivan los sueños de los compañeros”. En la Facultad de Derecho hubo un mensaje iluminado con luces de neón blancas que decía “¿Dónde están?”, junto a un cartel que enunciaba “Derecho presente”. La otra institución que hizo alusión a la marcha en su fachada fue el teatro El Galpón, que colgó una tela enorme en la que se leía la consigna de este año.
Los presentes llevaron pañuelos, banderas y referencias asociadas a la causa de Familiares. La multitud fue el encuentro entre las generaciones más viejas y las más nuevas. La enorme presencia de jóvenes de todas las edades y el compromiso activo de muchos de ellos garantiza el cumplimiento de, al menos, uno de los tres puntos del reclamo: la memoria.
Cerca de las 20.00 la marcha llegó a la Intendencia de Montevideo y por un altavoz se empezaron a decir los nombres de cada uno de los desaparecidos, mientras que los asistentes gritaban un fuerte “presente” como respuesta. Así continuó hasta que media hora más tarde la cabeza de la enorme fila de cuadras llegó a su destino: la plaza Libertad. La caminata se detuvo, los presentes entonaron el himno nacional y pusieron especial énfasis cuando pronunciaron “tiranos temblad”: puños en alto y un grito que resonó como advertencia. Al terminar, un largo aplauso dio por finalizado el recorrido. Los familiares se abrazaron con emoción y la multitud se dispersó en silencio.
Nilo Patiño, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, dijo a la diaria que la adhesión a la marcha ha “rebasado todas las expectativas”. Contó que hay muchos colectivos y personas que trabajan durante todo el año por la causa, pero que se notan particularmente durante mayo y la marcha es su “expresión máxima”. También se refirió al retorno de la marcha luego de dos años sin poder hacerla presencial: “Para nosotros es re importante por el vínculo que hay con la gente. Ese vínculo es la fuerza que tenemos. La causa de los desaparecidos es la punta de un movimiento ético y de unidad que busca la verdad y pide por justicia”, afirmó.
La disputa
Desde que se realizó la última marcha de forma presencial ocurrieron muchas cosas. Se presentó un proyecto de ley de prisión domiciliaria para mayores de 65 años que permitiría que los presos de Domingo Arena puedan cumplir sus penas desde la comodidad de sus casas. Se conformaron organizaciones como Familiares de Presos Políticos, en alusión a los represores recluidos por delitos de lesa humanidad –incluso el presidente Lacalle Pou los recibió en la Torre Ejecutiva–. Y varios parlamentarios, ministros y referentes del oficialismo comenzaron una especie de cruzada para disputar el “relato” en torno al pasado reciente.
Pero sobre todo, Cabildo Abierto (CA) consiguió tener presencia parlamentaria en las últimas elecciones y empezó su defensa a los represores que cometieron crímenes en la dictadura y a relativizar el terrorismo de Estado. Según Patiño, esa posición en torno a los hechos no es una novedad, “siempre existió”, pero antes no tenía expresión política propia: “ahora hay un partido militar que los aglutina y que está todos los días en la prensa. Eso les ha dado más visibilidad y fuerza”, dijo.
Apuntó que un “síntoma” de esto es que, desde que está CA, “el círculo militar y el centro militar no hablan más, hace mucho que están callados, los militares retirados tampoco hacen las declaraciones que hacían antes”. Observó que la fuerza de su planteo no radica en la cantidad de gente que hay detrás, está en los votos clave que tiene el partido en el Parlamento, que le permite “avanzar en ese camino”, porque ahora “están en condiciones de negociar, principalmente con el partido de gobierno”. En medio de este intento de disputa, la marcha cobra una nueva importancia. Para Patiño, es “fundamental” porque sirve para reafirmar la fuerza de la causa.