“Es el momento de administrar el disenso”, dice Fernando Pereira, presidente del Frente Amplio (FA), al ser consultado sobre el desafío de articular a la fuerza política en medio de las tensiones producidas por la resolución que adoptó el PIT-CNT de llevar adelante un plebiscito contra la reforma jubilatoria, una definición que de antemano generó rechazos dentro del FA y tampoco cosechó mayorías absolutas en la central sindical –que Pereira presidió hasta noviembre de 2021–. Se autodefine como “tejedor” dentro de la coalición de izquierda y prefiere no opinar sobre el rumbo que se debería adoptar en esta disyuntiva –en lo que se abren tres caminos: apoyar el plebiscito en consenso, rechazarlo en consenso o dejar la decisión librada a cada sector–, pero reconoce: “Todos sabemos que un plebiscito tiene riesgos”.
En entrevista con la diaria, Pereira también habló sobre el saldo que dejó la última Rendición de Cuentas del período, sus proyecciones políticas y la posibilidad de ir por la reelección para la presidencia del FA, las candidaturas y los aprendizajes que dejó la derrota electoral en 2019 –por ejemplo, sobre la conformación de la fórmula presidencial que, según entiende, debería anunciarse “la misma noche” de la elección interna–. En general, es optimista sobre el desempeño del FA en este período y un posible triunfo en las próximas elecciones nacionales: “Hoy el FA puede decir que tiene el pulso de lo que la sociedad está queriendo”.
¿Qué balance te deja esta Rendición de Cuentas, que es la última con incremento presupuestal del período?
Negativo. Uruguay ha tenido un gobierno conservador, como se esperaba, que tiene como consecuencia la concentración de la riqueza y un desmejoramiento de la vida de la gente que vive del trabajo, de ingresos fijos. Cuando los sectores más amplios de la sociedad son desatendidos, los países decrecen en su calidad de vida. Cuando termine este período de gobierno, los trabajadores, en gran parte, van a tener el mismo valor de compra que tenían cuando terminó el gobierno de Tabaré Vázquez. Tenemos un país desigual, más desigual de lo que era, porque si en 2019 teníamos ingresos iguales pero hoy Uruguay es más rico, esta riqueza, ¿quién la tiene? Claramente, las grandes mayorías no, porque este gobierno, tal como lo anunció, gobernó para los malla oro. En la rendición, esto se ve claramente patente. El reclamo de Cabildo Abierto (CA) y ciertos errores públicos que han cometido algunos sectores, pienso que por ignorancia y no por maldad, es plantear que la tropa nunca fue atendida. La tropa en los gobiernos del FA aumentó 85% su poder de compra; en este período, unos puntitos. En esta Rendición de Cuentas hasta ahora no hay nada, hay una promesa a través de múltiples chantajes y negociaciones que son complejas entre CA y el presidente o el secretario de la Presidencia para ver qué recursos van a colocar. Colocaron las prioridades en aspectos macroeconómicos, que en algunos tampoco les fue demasiado bien, pero no en la vida concreta de las personas. Y en la vida concreta lo cierto es que los uruguayos viven peor, que las personas en situación de calle aumentaron 48% en dos años. Estamos ante un gobierno lento de reacciones que le cuesta entender que la vida de las personas tiene que tener políticas públicas que la contemplen.
Ustedes estaban dispuestos a acompañar el aumento salarial para los rangos militares más bajos y CA al final dio marcha atrás. ¿Cómo ven esta decisión?
Hay que preguntarle a CA por qué toma actitudes de este tipo, por qué decide negociar cosas que son positivas para la gente y luego no las concreta. No es el único caso. Parece que se van a llevar todo por delante, pero votaron la reforma jubilatoria. Parece que van a hacer un lío bárbaro con el sueldo de los militares, pero luego votan la Rendición de Cuentas como está. Parece que tienen diferencias sobre temas profundos, pero votaron la LUC [ley de urgente consideración] como vino. Amagan que son cosas diferentes, pero finalmente actúan de la misma manera y votan las mismas leyes. Plantean esa diversidad que no es tal, que en la práctica concreta no existe y, bueno, a mí no me sorprende.
Del funcionamiento del FA como oposición, ¿qué evaluación hacés?
Yo hago una evaluación positiva, no en términos de resultados, pues los resultados siempre son múltiples casuísticas, pero si uno mira las encuestas de hace cinco años, el FA tenía una intención de voto de 29%. Cinco años después, tiene una intención de voto que oscila entre 42% y 44%. Tenemos mayor cantidad de comités, hemos hecho una gira pueblo a pueblo que la denominamos “FA te escucha”, que ya tiene un material de 25 páginas de las principales conclusiones que se sacaron. Fue un crecimiento exponencial del conocimiento del FA de lo que estaba pasando en este momento de la sociedad. Hoy el FA puede decir que tiene el pulso de lo que la sociedad está queriendo. Lo que viene de aquí en más, que es la presentación del programa durante todo el año, nos va a llevar al congreso del 8, 9 y 10 de diciembre, donde vamos a llegar con los 500 comités, con 20.000 militantes como mínimo, y a elegir a nuestros precandidatos y precandidatas y nuestro programa. De hecho, este 25 de agosto [Día del Comité de Base] va a haber más de 500 asambleas en todo el país.
¿Te gustaría ir por la reelección?
Eso no lo sé, porque el agotamiento que provoca ser presidente del FA en términos físicos y psíquicos te hace tener que evaluarlo cuando llegues al final. Hoy me siento muy bien, físicamente entreno para estar bien, tengo una lectura de unas 200 páginas diarias, tengo horas dedicadas a conversar con gente que respeto mucho y que me ayuda, tengo una conexión permanente con nuestros parlamentarios y eso es muchas horas de trabajo diarias. Entonces me diré al final del período si tengo condiciones de ir a la reelección o si simplemente se habrá terminado mi trayecto político. Porque tampoco uno tiene que vivir toda la vida militando desde un lugar de responsabilidad, lo puede hacer desde un comité de base, desde múltiples lugares. Hoy me toca ser el presidente del FA, pero, esencialmente, aquel chiquilín que hacía chorizos en el comité de base y el veterano que soy hoy es la misma persona. Entonces, volver a un comité de base, lejos de ser un demérito, es un gran mérito. Hoy me toca ser presidente del FA, para mí es el lugar de mayor orgullo, dentro de la estructura organizativa del partido.
Hoy te gustaría repetir.
Si fuera hoy. Pero me quedan tres años, entonces quiero ver, por un lado, por lo de la biología, como decía Tabaré Vázquez, y, por otro, para ver si llego con esta misma energía, porque acá hay jornadas de 12 horas, de 14 y de 20. Donde sea útil para el FA voy a estar.
Una lectura que se hacía en los últimos años es que el FA no tenía liderazgos claros. ¿Te considerás líder?
No, en construcción, en todo caso, y empecé la construcción un poco tarde, porque no tuve esas aspiraciones. Yo nunca tuve muchas aspiraciones. En un momento me eligieron para ser miembro del Secretariado del PIT-CNT para suplir por un tiempo a Alicia Pintos y ahí estuve 30 años, no es que estuve buscando lugares para ir para aquí o para allá. Recibí, durante ese tiempo, de los gobiernos de Tabaré Vázquez y José Mujica varias propuestas que rechacé.
¿Cómo ves el panorama de posibles candidaturas en el FA? ¿Te parece bien que sea un abanico de cuatro precandidatos o el número final tendría que ser más acotado?
Me parece que el FA tiene que abrir el abanico y que hay miradas dentro del FA que son muy importantes. La candidatura no es sinónimo de lista al Senado, es sinónimo de alguien que va a representar a todo el FA para aspirar a la Presidencia de la República, pero también que representa miradas, formas de sentir y distintas formas de liderazgo. Yo tendría una terrible preocupación si levantara la cabeza y no hubiera compañeros y compañeras para asumir esa tarea, como en un momento se planteaba. Hasta ahora, hay cuatro precandidaturas; el Congreso evaluará y votará a aquellos que crea que están en mejores condiciones de disputar la Presidencia de la República. Yo, en principio, no veo obstáculos para ninguno de los cuatro.
De todas formas, vieron necesario elaborar un documento que establezca condiciones para lo que va a ser la elección interna y la campaña.
Es un aprendizaje. “El FA te escucha” sirvió para mucho. Sirvió para saber cuáles fueron los errores del FA, y uno de los errores que la gente nos dijo es este, entonces no es posible escuchar un error y no colocar una respuesta.
¿Cuál es “este” error?
Cómo se eligió la fórmula presidencial. No la persona, que todo el mundo admira [en referencia a Graciela Villar], sino el mecanismo. Ahora tiene un cambio sustancial: lo elige la dirección del FA y lo elige con determinados criterios, todo aquel que quiere ser candidato tiene que estar dispuesto a ser candidato a vicepresidente o vicepresidenta para construir la fórmula más potente. Entonces, de alguna manera, el FA construye una lógica de cómo va a armar su fórmula presidencial, que es mucho más que el candidato a presidente, porque acá funcionamos como una cosa colectiva. Luego está la política de alianzas, lo que implica que haya un paraguas que contemple otras sensibilidades que hoy no se sienten contempladas dentro del FA, como pasó con el Encuentro Progresista, con la Nueva Mayoría, pero con otro formato, partiendo de la base de que el FA es una seña de identidad de la cual no nos vamos a deshacer nunca.
Hay quienes tienen temor de que esa amplitud lleve a que se diluya la identidad o los principios del FA.
El documento es bastante claro, en cuanto al programa, en cuanto a la unidad de acción, también la posibilidad que tienen que tener quienes ingresen de discutir, de colectivizar, de intercambiar. Diluirse no se va a diluir; por supuesto que puede haber más de una opinión, pero se va llegando a un consenso bastante mayoritario de que este es el camino, un Frente más frente y más amplio, que tenga un paraguas que sea abarcativo, que respete los principios y los valores, pero que al mismo tiempo proyecte ser el bloque más amplio que se presente en la elección que viene.
Cuando decís que una precandidatura no tiene que ser sinónimo de una lista al Senado, ¿te parece que es impropio o que no debería ser el camino?
Sin dudas es impropio, pero no me parece que esté pasando.
¿Te parece que los cuatro precandidatos creen que tienen posibilidades de llegar a la presidencia?
Son cosas distintas, porque luego las candidaturas prenden en el seno de la sociedad o no prenden, pero cualquiera de los cuatro son líderes frenteamplistas, son históricos dentro del FA, han ocupado lugares de altísima responsabilidad. Son personas que aspiran a ser presidentes de la República; a veces se puede, a veces no. Yo no me pude imaginar por qué [Danilo] Astori no fue presidente de la República; conozco pocas personas en Uruguay tan calificadas como Danilo para ser presidentes. La gente lo eligió para los lugares más importantes del país, sin embargo, no hubo condiciones en ese tiempo para que fuera presidente, o sea que no basta con la aspiración o con sentirse que se está en condiciones de ser.
Cuando se formalicen las candidaturas, ¿van a tener que firmar este documento de “condiciones mínimas” para las precandidaturas?
Nosotros confiamos en los compañeros; hemos tenido confianza histórica en nuestros compañeros y, en general, no han fallado. Acá no hay un problema de confianza política de que alguno de los compañeros o compañeras no vayan a cumplir con un compromiso que es político.
¿Cuándo estimás que se debería resolver la fórmula a partir de la elección interna?
Si fuera por mí, la misma noche. Pero lo ideal es el consenso más amplio y la fórmula más potente, entonces si nos lleva en vez de dos horas, seis, son seis horas, si nos lleva 20, son 20; pero lo ideal sería hacerlo esa misma noche.
“Administrar el disenso”.
¿Te sorprendió la resolución de la Mesa Representativa del PIT-CNT de ir hacia un plebiscito contra la reforma de la seguridad social?
La sorpresa es una emoción. Yo soy presidente de una fuerza política, donde también coloco emoción, pero lo primero que coloco es razón. No es menor que una organización social del volumen del PIT-CNT tome una decisión de este tamaño. No es menor que la fuerza política haya adoptado otro camino, que es el de ir a un diálogo social, como lo planteamos en el acto del 26 de marzo en La Unión. Planteamos seis compromisos y uno de ellos era que si el FA ganaba convocaba a un diálogo social a partir del 2 de marzo, y que a partir de ese día nos íbamos a poner a trabajar en el temario para abordar ese diálogo. Creemos que la mejor manera de transformar la seguridad social es transformar esa ley con otra ley, y que esa ley surja del consenso político y social. Vamos a trabajar en esta dirección, lo que no quiere decir obviar que existe un pronunciamiento de la central sindical. ¿Qué falta ahora? Conocer cuál es la papeleta. En un segundo aspecto, somos conscientes de que hay sectores en el FA que independientemente del contenido consideran que el plebiscito es un obstáculo para la victoria, y para eso colocan un sinnúmero de argumentos muy valiosos. Hay otros compañeros y compañeras que entienden que el plebiscito es una contribución a la victoria del FA y colocan argumentos y visiones muy valiosas. Acá es el momento de administrar el disenso; es muy fácil dirigir una fuerza política cuando el 100% de sus integrantes están de acuerdo. Tenemos ventajas: todos estamos en contra de la reforma de la jubilaciones que hizo el gobierno de Lacalle, todos la queremos transformar y hay cuatro o cinco aspectos en los que todo el FA tiene un acuerdo común de hacia dónde ir si gana. El plebiscito tiene riesgos: un riesgo es que, en general, mezclar una decisión constitucional con una electoral genera problemas a la hora de la priorización, a la hora de la militancia, y tiene cosas a favor. Eso es lo que hay que poner arriba de la mesa para discutir con tiempo, con serenidad: cuál es la mejor posición que el FA debe tomar, pero nunca esto va a pasar antes de noviembre, porque los tiempos de discusión del FA requieren paciencia.
¿Se puede dejar librado a cada sector el posicionamiento o tiene que ser una decisión del FA?
Dentro de las decisiones tácticas están todas las decisiones. Está la posibilidad de apoyar, está la posibilidad de no apoyar y está la posibilidad de dejar que cada sector del FA tenga libertad. En este proceso de debate hay que poder evaluarlas todas con seriedad, con responsabilidad, con paciencia, con amplitud y con unidad.
¿Irías por el consenso o por dejar libre acción a los sectores?
Yo nunca me expreso así tan libremente, no porque no tenga opinión, sino porque entiendo que la tarea para la que fui electo, para la que me presenté, es para ser tejedor dentro del FA, no para que primen mis puntos de vista. No tengo una posición hoy consolidada. Sí tengo claro que el mejor camino era el que el FA había decidido. Todos sabemos que un plebiscito tiene riesgos. Para tejer las partes tienen que querer dejarse tejer. Si me preguntan si en el FA las partes están dispuestas a tejer, yo digo que sin dudas. Estamos confiados en que el FA va a salir unido y fortalecido de esto, pero es un desafío, yo no puedo decir “no es nada”. Otra cosa es si creo que pone en riesgo la elección, yo digo que no, pero hay que evaluarlo, porque para algunos compañeros puede ser un factor que distraiga a la militancia.
Otra discusión que inició el FA en las últimas semanas –con el Encuentro de Feminismos como puntapié– es si debería declararse feminista. ¿Cómo te posicionás al respecto?
Es muy apresurado. Lo que el FA tiene es una enorme ventaja con respecto al resto del sistema de partidos, ya tiene decidido no sólo la fórmula paritaria sino las listas paritarias, y lo que tiene que construir son políticas que permitan igualdad a la hora de hacer política, hombres y mujeres. Yo no iría ahora a una definición de ese tipo, no porque no la comparta, no porque no sienta que tenemos condiciones, sino porque requiere procesos de debate e intercambios más largos en el tiempo, que no apuren a nadie. Nadie tiene que sentirse corrido, todos se tienen que sentir parte de un debate y va a llevar mucho tiempo.