De algo parece estar seguro: pese al ritmo lento en el que se recolectan las firmas, confía en que se habilitará el plebiscito sobre seguridad social que, inevitablemente, pondrá al presidente Luis Lacalle Pou a actuar en la campaña en defensa de la reforma aprobada por la coalición de gobierno. Asegura que no tienen “miedo” de debatir con el mandatario. Además, lo acusó de “no hacerse cargo de nada” y apuntó que tiene que explicar “muchas cosas” a la ciudadanía, a raíz de los casos más escandalosos que golpearon al gobierno.

En seguridad, indica que “fracasaron” y que los distintos ministros del Interior “hicieron una política desastrosa” en esa cartera, “de utilización política de la Policía y de verdadero desmantelamiento”.

Sobre el apoyo a Carolina Cosse como precandidata, los desafíos para el Frente Amplio (FA) en un eventual próximo gobierno, la campaña para habilitar el plebiscito para una nueva reforma de la seguridad social y la política del Poder Ejecutivo, el secretario general del Partido Comunista (PCU), Juan Castillo, conversó con la diaria.

¿Qué tipo de debate se espera con el oficialismo en esta campaña electoral?

Lo central es que tenemos que lograr que se confronten los dos proyectos de país, el del bloque de poder, que expresa políticamente la coalición de derecha en el gobierno, y el del bloque político y social de los cambios, que puede y debe expresar políticamente el FA. Las elecciones son, en nuestra sociedad, el momento en que se genera la mayor síntesis política e ideológica.

Hay que denunciar las mentiras e incumplimientos del gobierno de derecha, con respecto a las tarifas públicas, que dijeron que no iban a aumentar; a salarios y a jubilaciones, que dijeron que no iban a bajar; a vivienda, a educación y a seguridad pública, que dijeron que la arreglaban en pocos días y después que la arreglaban con las medidas de la LUC [ley de urgente consideración]. Pero también hay que denunciar, con fuerza, las consecuencias de lo que cumplieron: gobernaron para los poderosos, para defender los privilegios del poder. Este es el gobierno de la desigualdad.

Creció la economía, los ricos son mucho más ricos y hay más pobres, el empleo se mantuvo o cayó, pero se precarizó, y el salario perdió peso en el PIB y creció el peso del capital. Adicionalmente a esto en la campaña electoral tenemos que lograr un alto nivel de movilización popular, esta campaña debe darse con el pueblo movilizado y luchando por sus reivindicaciones.

En cuanto a los temas, claramente hay que debatir sobre la desigualdad, sobre la carestía, sobre los salarios y las jubilaciones que no alcanzan; sobre la violencia y la seguridad pública que empeoró en este período de gobierno y claramente sobre la corrupción. Este gobierno de derecha es el gobierno de la desigualdad y de la corrupción, como parte de ese modelo de desigualdad.

El PCU decidió acompañar a Cosse. ¿Cuál es su diferencial respecto de los otros candidatos?

Creemos que Carolina puede contribuir a conquistar el gobierno con el FA y que además puede encabezar la aplicación del programa del FA. Nos parece que Carolina ha mostrado un gran compromiso unitario y frenteamplista. Un gran compromiso con el programa del FA y su defensa en la labor política, parlamentaria y en la gestión. Ha mostrado claridad política para marcar los dos proyectos de país y debatir con la derecha y su proyecto. Ha mostrado compromiso con las organizaciones sociales, con sus luchas y sus reivindicaciones. Todos recordamos el papel que jugó Carolina en su pasaje por el Senado en la pandemia, justamente en el debate y en la campaña de firmas para enfrentar la LUC.

Carolina tiene una importante experiencia de gestión, en diversas áreas del Estado y del gobierno. Tiene un acumulado político muy importante que el FA tiene que proyectar. Ha concitado el apoyo de un importante arco de sectores frenteamplistas. Es, en la previa, el nivel de respaldo más importante de las cuatro precandidaturas. Es, además, la única compañera mujer precandidata a la Presidencia con posibilidades reales de alcanzar por primera vez en la historia de Uruguay esa distinción con el voto del soberano.

¿Cuáles deberían ser las políticas que el FA tendría que aplicar apenas asuma en un eventual próximo gobierno?

Nos van a dejar un país más desigual que en 2019, hay más de 40.000 compatriotas más pobres que en 2019, y ha crecido muy especialmente la pobreza en niños, niñas y adolescentes. La salud se ha visto perjudicada por las políticas de recortes presupuestales, al igual que la educación. Urgen respuestas en materia de vivienda, de asentamientos en condiciones lamentables, lugares donde caen las primeras lluvias y quedan bajo agua sus precarios hogares, donde la gente pierde todas sus escasas pertenencias.

Por ahí creo que van las primeras o más urgentes medidas. En particular dar respuesta a los sectores más vulnerables de la sociedad, a la pobreza infantil y adolescente, a la crisis de vivienda y por supuesto también a la situación de violencia, eso junto con la carestía de la vida y en particular de los productos de primera necesidad, son las urgencias y están contempladas en el programa del FA.

Si salimos de lo inmediato, ¿dónde cree que debe estar el foco de ese posible cuarto gobierno del FA?

En el modelo de desarrollo productivo. Debemos avanzar en la construcción de un país con más libertad y con más igualdad, que encare su desarrollo productivo soberano y sustentable, con un papel importante de planificación por parte del Estado, que genere trabajo de calidad, con salario digno. El trabajo de calidad es un centro para el mundo y para Uruguay. El programa del FA tiene, tomando una propuesta del movimiento sindical, un planteo muy importante, central, que es la reducción de la jornada laboral. Esa es una propuesta para encarar un futuro con igualdad. Ese desarrollo debe ser con un país más integrado a la región y que defienda su industria nacional. Que proteja las empresas públicas, defendiendo la soberanía y al servicio del desarrollo.

Hay que potenciar o fortalecer algunas industrias como la pesquera, la láctea y la frigorífica entre otras, también lo plantea el programa del FA. Hay que pensar también en un desarrollo amplio de políticas sociales y de una red de seguridad social que contribuya a ese futuro. Para eso es fundamental contar con los recursos necesarios y eso también está contemplado en el programa del FA, con gravámenes al gran capital y a las ganancias extraordinarias o los depósitos en el exterior, que han crecido, es decir, hacer realidad esa máxima de que paguen más quienes tienen más y que paguen menos quienes menos tienen y son la mayoría de la población.

El modelo productivo está bastante condicionado por el contexto regional e internacional. En este sentido, ¿qué posibilidades de desarrollo tiene Uruguay en los próximos años con sus vecinos Brasil y Argentina, que ahora está gobernada por Javier Milei?

La región está algo convulsionada. Luego de 15 años de gobierno del FA, donde notoriamente mejoró la calidad de vida de decenas de miles de compatriotas, perdimos el gobierno a manos de una coalición de derecha que no tenía ni programa, solo los unía la intención de impedir la continuidad de la izquierda. En Brasil luego de los primeros gobiernos de Lula y Dilma, ganó las elecciones Bolsonaro, un exmilitar de corte fascista, que hizo retroceder décadas a ese país hermano.

En Argentina, luego de un largo periodo de crisis económica y profunda brecha social, triunfa el más reaccionario de los candidatos. No es fácil la tarea, más bien es uno de los desafíos que tenemos por delante como país. Pero tenemos que mirar esto sin fatalismo, de ninguna clase. Nosotros creemos que el desarrollo de Uruguay está muy atado a la región, sin duda, es cierto que tenemos una región más compleja en términos políticos y económicos que la que teníamos cuando los gobiernos del FA, pero también es cierto que en la región hay experiencias populares en marcha, que está Lula de nuevo en Brasil. Hay políticas de complementariedad industrial, de desarrollo, que tienen una dimensión regional y habrá que trabajar mucho para abrir esos espacios necesarios. Nunca ha sido fácil, pero es necesario.

Junto a las elecciones se sumó la recolección de firmas para habilitar un plebiscito que va en contra de la reforma jubilatoria que aprobó el gobierno. La campaña parecería que viene un poco lenta, las señales a la interna del movimiento sindical no fueron las mejores, dado que la votación fue sumamente dividida. ¿Cree que a este ritmo se llega a las firmas?

Yo estoy seguro de que sí, ¡no tengo dudas! Tanto las encuestas, como lo que es más importante, la experiencia concreta de recolección de firmas en la calle, muestran que hay un sentimiento mayoritario de rechazo a la reforma jubilatoria del gobierno y una voluntad importante de firmar. Es verdad que la iniciativa nació con algunas complejidades, pero no en los temas de fondo. Las organizaciones sociales y la central obrera están en contra de la reforma aprobada por el gobierno.

El FA se expresó reiteradas veces en contra y actuó en consecuencia en el debate parlamentario y en la discusión en la sociedad. Con la reforma jubilatoria del gobierno de derecha los únicos que van a trabajar más años, aportar más y cobrar menos jubilación son las y los trabajadores. Además, se universalizaron y se transformaron en obligatorias las AFAP, beneficiando solamente al capital financiero y la especulación.

Es una tremenda injusticia y el movimiento popular tomó la iniciativa de impulsar un plebiscito que acompañamos algunos sectores del FA, que resolvió la libertad de acción. En estos días, aun en medio del verano, se están recolectando firmas y se retomará con fuerza la campaña, estamos convencidos y estamos militando para ello, que el objetivo se alcanzará.

Inevitablemente la recolección de firmas para habilitar una nueva reforma de seguridad social hará que el presidente se exprese. Teniendo en cuenta el bagaje que tiene y su popularidad, que si bien viene en caída aún pareciera ser alta, ¿no es contraproducente para la izquierda teniendo en cuenta que tiene unas elecciones por delante para poder volver al gobierno? ¿No correrá el foco de discutir un proyecto país?

Nosotros no tenemos miedo de debatir con el presidente. La vida real no son sólo las encuestas y menos las de popularidad. El presidente tiene que explicar muchas cosas a la ciudadanía. Habla todos los días, de todos los temas, pero no se hace cargo de nada. Varias cosas le han ocurrido de sus más cercanos colaboradores, gente de su confianza, como en el caso del narcotraficante Marset, y el pasaporte exprés; Astesiano, los seguimientos, las escuchas, los acomodos, las coimas, la corrupción, los contrabandos; la entrega de la terminal de contenedores del puerto por 50 años a una trasnacional; la trama montada para proteger a un senador condenado por el abuso de niños y adolescentes, entre otras cosas. No sé si le dará el tiempo al presidente y si será suficiente la estrategia de las agencias de publicidad para explicar todo eso. Y si quiere debatir sobre seguridad social, nos parece muy bien. Que explique por qué dijo que no iba a cambiar las reglas de juego para los trabajadores y jubilados e hizo lo contrario. Nosotros no le tenemos miedo al debate contra la derecha, más nos preocupan las declaraciones de algunos compañeros. El gobierno salió con toda su popularidad supuesta, que decían que era mucho más que ahora, a defender la LUC y nos faltaron muy poquitos votos para ganarle.

A nosotros nos van a escuchar repetir una y mil veces que los cambios hay que militarlos. No creemos que quedándonos quietitos sin hacer olas vamos a ganar la elección. Tenemos todas las posibilidades de que así ocurra, además de las ganas y necesidades para nuestro pueblo más sufrido. Pero creemos que la elección se gana si se da el debate a fondo sobre los proyectos de país, si se confronta políticamente con la derecha. La derecha es radical en sus propuestas y en su discurso, la izquierda tiene que ser eso, izquierda, y no rehuir el debate, al contrario. Eso sí, el debate de ideas en la interna tiene un límite: la unidad de todo el Frente y la defensa del proyecto político.

Con todo respeto por otras visiones, no queremos ganar el gobierno para un maquillaje, para que todo siga más o menos como está. Una fuerza política de izquierda necesita llegar movilizada, con un mejor vínculo con las organizaciones sociales, con los pequeños y medianos productores y comerciantes, integrando los valores del arte, de la cultura, de la diversidad, de la academia, con participación activa de los jóvenes, de las mujeres. Por eso apostamos a seguir luchando contra el sistema que nos oprime y que excluye a las mayorías.

La separación con las luchas del movimiento social fue uno de los elementos autocríticos que señalamos todos en el FA como uno de los motivos de la derrota electoral. No hay que olvidarse tan rápido de lo que aprendimos. Nosotros vamos a plantar pelea y si nos equivocamos, que es posible, no será por no luchar, y en todo caso es mejor siempre estar junto a los trabajadores y el pueblo.

Cosse fue muy clara en decir que apoya que se lleve a cabo el plebiscito y por eso firmó, pero no necesariamente el contenido. ¿Cómo recibieron este posicionamiento?

Nuestro respaldo a su precandidatura no fue condicionado a que firmara o no, eso lo dijimos claramente, varias veces. Dijimos que aspirábamos a que lo hiciera y lo hizo. Hasta que firmó Carolina la preocupación de la prensa era si iba a firmar o no, ahora es lo que dijo cuando firmó. Carolina hizo públicos sus argumentos y razones a favor y las dudas que puede tener. Tiene derecho a hacerlo, más que nada porque están continuamente los medios y los adversarios de la derecha preocupados en qué hace, por qué lo hace, cuándo lo hace. En términos deportivos, tiene una marca personal constante. Se me ocurre que será porque la ven como una candidata con muchas chances o les molesta mucho su propuesta. A nosotros nos pareció muy bien que Carolina firmara, ahora hay que seguir juntando firmas para habilitar el plebiscito.

¿Quiénes han sido los ganadores y perdedores durante la gestión de Lacalle Pou?

Esa respuesta es sencilla, sólo hay que mirar los números. La economía creció, pero también creció la pobreza y la inseguridad alimentaria; los salarios y las jubilaciones cayeron durante tres años y el salario cayó en su participación en el PBI. ¿Qué creció? Los depósitos bancarios, en Uruguay y en el exterior, y la mayor parte de ese crecimiento fue en las cuentas mayores de 100.000 dólares y mayores de 200.000 dólares. Con este gobierno ganó una parte del capital. Los más poderosos del sector agroexportador, alguna industria mejor posicionada en el mercado regional e internacional, ganaron las multinacionales de servicios y la comunicación, el sector financiero, entre otros.

Perdió el que vive de su trabajo asalariado, el jubilado y pensionista, el productor familiar, el comercio minorista. Perdieron los que tuvieron que sobrevivir dependiendo de la solidaridad en una olla popular o merendero, perdió el que quedó sin el pan ni la torta como los de PedidosYa o Casa de Galicia, o los zafrales. Y los hijos e hijas de ellos, y los que caen inocentemente en manos de las adicciones y que luego son manipulados por el narcotráfico; los que deambulan por las calles y los parques sin saber ni dónde están, ni a dónde van. Por eso afirmamos que este gobierno es el gobierno de la desigualdad.

Otro tema central es la seguridad, un área con la que el actual oficialismo hizo campaña en las elecciones pasadas criticando el manejo del Frente Amplio. ¿Qué valoración hace sobre el accionar del gobierno?

Cinco años atrás decían que estaban preparados, que sabían cómo hacerlo, que había orden de no aflojar. Un día sí y otro también le pedían la renuncia al extinto compañero [Eduardo] Bonomi. Volvieron las carteras, decían. Hoy todo está peor, por más gráficas que hagan y propaganda con estadísticas, la población está más insegura. Fracasaron, en esto sí fracasaron y tienen que hacerse cargo. La propuesta de más presos, endurecer las penas y más represión, fracasó. Hoy Uruguay tiene más presos y presas que nunca y hay más homicidios y violencia que nunca. Nos dijeron que con la LUC y la mayor represión iban a solucionar todo y fracasaron. Además, hicieron una política desastrosa en el Ministerio del Interior, de utilización política de la Policía y de verdadero desmantelamiento. La propuesta de más represión y retiro del Estado de los barrios sólo trajo más violencia. El FA en su programa tiene otra propuesta, es la que queremos discutir con nuestro pueblo, sin demagogia, sin populismo irresponsable y electorero.

¿Cómo analizás la situación que se está viviendo en Ecuador y las reacciones de parte del sistema político nacional? Guido Manini Ríos lo vinculó con la previa del golpe de Estado en Uruguay y Sebastián da Silva con los allanamientos nocturnos, por ejemplo.

La afirmación del senador Manini es un disparate. La democracia, los derechos y las libertades públicas no se defienden con las Fuerzas Armadas (FFAA) reprimiendo al pueblo. En 1972 los militares y las bandas fascistas reprimieron al movimiento sindical y estudiantil, a los partidos políticos y aplicaron el terrorismo de Estado. No tiene nada que ver con lo que está pasando en Ecuador. Más parece una justificación para el pasado de las FFAA en Uruguay que para referirse a una lamentable situación que vive el pueblo hermano de Ecuador. Precisamente ante los enfrentamientos de bandas de narcos que tienen asolada a la población.

En Ecuador se unen varios factores, el desmantelamiento del Estado durante dos gobiernos neoliberales, el retiro del Estado y de las políticas sociales; la dolarización de la economía que hace que a las bandas de narcos se les facilite el lavado de dinero. Hay que aprender de la tragedia que vive Ecuador y ser solidarios con ese pueblo, no decir disparates sobre el pasado de Uruguay y pedir más mano dura, que ha fracasado en México y Colombia, cuando sólo se apuesta a la guerra. Aquí deberían explicar por qué le dieron el pasaporte a un narco pesado y por qué se les escapan los narcos de las cárceles antes de hablar de otras cosas.