El 25 de noviembre de 1984, hace exactamente 40 años, se eligió presidente al candidato más votado del partido (lema) más votado, después de 13 años sin elecciones presidenciales y parlamentarias. Un proceso electoral que comenzó en 1980 con un pronunciamiento contrario de la ciudadanía a una reforma constitucional, que continúo en 1982 con elecciones internas en los partidos políticos tradicionales y que culminó en 1984 con la elección del presidente de la República, los integrantes del Parlamento y de las juntas electorales, y los intendentes y ediles departamentales, puso fin a la dictadura cívico militar que había iniciado con el golpe de Estado del 27 de junio de 1973.
Pero estas elecciones nacionales no fueron especialmente inéditas sólo porque hubo 646.548 nuevos inscriptos para votar (las últimas habían sido en 1971), sino también porque se desarrollaron con cientos de presos políticos, miles de personas exiliadas por motivos políticos y porque hubo partidos y ciudadanos proscriptos, que no pudieron participar.
La salida democrática se fue negociando durante ese año con los militares y culminó en el Pacto del Club Naval (denominado así por el lugar donde se hizo), el 3 de agosto de 1984, en el que participaron representantes de los partidos Colorado (PC), Frente Amplio (FA) y Unión Cívica (UC). El Partido Nacional (PN) decidió no acompañar la negociación debido a que su principal líder, Wilson Ferreira Aldunate, estaba preso en una unidad militar desde el 16 de junio cuando había regresado al país luego de estar exiliado 11 años. El líder de Por la Patria fue liberado cinco días después de las elecciones, el 30 de noviembre. Ferreira Aldunate había regresado para volver a ser el candidato blanco a la presidencia, tal como lo había hecho en 1971, pero la detención por parte de los militares lo llevó a renunciar a su candidatura, y el PN debió comparecer con otro candidato: Alberto Zumarán.
El acto institucional 19 -instrumento pergeñado por el gobierno de facto para darles marco legal a los acuerdos del Pacto del Club Naval- permitió la realización de las elecciones y restableció la vigencia de la Constitución de 1967 a partir de marzo de 1985.
El lema PC, sobre el que no pesaron impedimentos, presentó dos fórmulas, una conformada por el secretario general del partido, Julio María Sanguinetti, del Batllismo, y por Enrique Tarigo, de Libertad y Cambio. Ambos encabezaban los sectores que resultaron más votados en las elecciones internas de 1982. Por otro lado, estaba la fórmula conformada por el expresidente Jorge Pacheco Areco (1967-1972) y Carlos Pirán, representantes de la Unión Colorada y Batllista, el ala más conservadora del PC.
El lema PN, con el candidato natural de la mayoría preso en un cuartel de Trinidad, tuvo tres fórmulas. Sin Ferreira Aldunate, el Movimiento Por la Patria (Adelante con Fe), el sector más votado en 1982, impulsó junto con otros aliados, como el Movimiento Nacional de Rocha y el Consejo Nacional Herrerista (de Luis Albero Lacalle Herrera), la fórmula Alberto Zumarán-Gonzalo Aguirre Ramírez. Otro sector identificado como herrerista, la Unión Nacionalista y Herrerista, presentó la fórmula encabezada por el escribano Dardo Ortiz y Conrado Ferber. Finalmente, con el sublema Herrerismo auténtico, se presentó la fórmula compuesta por Juan Carlos Payseé, que había sido cercano a Ferreira Aldunate, pero terminó siendo intendente de facto de Montevideo, y la abogada Cristina Maeso.
El FA, que se presentó bajo el lema Partido Demócrata Cristiano (PDC), tenía, entre otros, a su candidato presidencial de 1971 proscripto (el general Liber Seregni), por lo que debió presentar una fórmula compuesta por el ginecólogo oriundo de Fray Bentos Juan José Crottogini, candidato a la vicepresidencia en 1971, y el histórico dirigente sindical José Pepe D’Elía, uno de los fundadores de la Convención Nacional de Trabajadores.
La UC, viejo partido que surgió vinculado a la iglesia católica, se presentó con la fórmula Juan Vicente Chiarino-Federico Slinger, dos dirigentes que habían sido partícipes privilegiados de las negociaciones con los militares y del Pacto del Club Naval.
También se presentaron dos partidos de izquierda de tendencia trotskista, el lema Partido de los Trabajadores (PT), que presentó a Juan Vital Andrada y Alicia Santa María, y el lema Partido Convergencia (Convergencia Socialista), cuya fórmula estuvo integrada por Carlos Ceriotti y Atilio Presa.
La dictadura también tuvo su representación política a través del Partido Unión Patriótica (UP), que presentó al militar retirado y abogado Néstor Bolentini como candidato a la presidencia, junto con Nelly Pérez. Bolentini había sido juez de instrucción militar, ministro del Interior del gobierno de Juan María Bordaberry cuando ocurrió el golpe de Estado de 1973, integrante del Consejo de Estado de la dictadura y finalmente ministro de Trabajo entre 1983 y 1984. El 14 de noviembre de 1980 fue protagonista de un recordado debate televisado sobre la reforma constitucional que quiso imponer la dictadura. Junto al consejero de Estado Enrique Viana Reyes, defendió la opción por el Sí, mientras el No fue defendido por Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry. Pero Bolentini no llegó a votar en 1984. Tres días antes de los comicios, falleció en el Hospital Militar tras haber sufrido un derrame cerebral.1
La Corte Electoral llegó a registrar en junio al Partido Laborista, pero este no presentó listas para la elección de noviembre.
Nacionales y departamentales juntas
“Se votó en hojas separadas para los cargos electivos [...] Una hoja de votación contenía las listas de candidatos para cargos del Poder Ejecutivo, Senado, Representantes y Juntas Electorales. La otra hoja de votación contenía las listas de candidatos a las Intendencias, Juntas Departamentales y, en el caso de Cerro Largo, a la Junta Local Autónoma Electiva de Río Branco”.2 Se registraron 776 listas, 449 para cargos nacionales y 327 para cargos departamentales. El PC presentó 277, el PN 274, el FA 177 y la UC 38. El lema UP “sólo lo hizo en Montevideo, Salto y Soriano, con 6”, mientras que los lemas Partido Convergencia y PT “registraron 2 listas cada uno en Montevideo”.
Conocida como la ley de lemas (9.831, de 1939), la normativa electoral vigente establecía que ganaba la presidencia la fórmula más votada dentro del lema más votado. No había elecciones internas ni candidaturas únicas obligadas por ley ni balotaje. A su vez, se podía acumular por sublemas tanto para la Cámara de Senadores como para la Cámara de Representantes.
Por poner un ejemplo de las consecuencias de la ley de lemas: en las elecciones anteriores, de 1971, la candidatura de Ferreira Aldunate a la presidencia había recibido 439.649 votos, pero resultó electo Juan María Bordaberry, quien recibió 379.515. El motivo fue que el Partido Colorado, con otros cuatro candidatos a la presidencia, sumó un total de 681.624 votos, mientras que el Partido Nacional, con otros dos, sumó 668.822. Bordaberry fue el candidato más votado del lema más votado.
En 1984, el PC fue el más votado a nivel nacional, alcanzando 41,22% del total de votos válidos (ver tabla con votos por fórmulas), el PN obtuvo 35,03% y el FA 21,26%. El PC ganó en 12 departamentos (Artigas, Canelones, Florida, Lavalleja, Maldonado, Montevideo, Paysandú, Río Negro, Rivera, Rocha, Salto y Soriano), mientras que el PN ganó en los restantes siete (Cerro Largo, Colonia, Durazno, Flores, San José, Tacuarembó y Treinta y Tres).
Dentro del PC y del PN se puede afirmar que triunfaron los sectores que apoyaron el No en 1980 y que también recibieron fuertes apoyos en las internas de 1982. En el PC, el Batllismo y Libertad y Cambio alcanzaron 68,69% de la interna. Los colorados obtuvieron 12 senadores, ocho del sublema Batllismo (Sanguinetti -suplente Carlos Cigliuti-, Tarigo -suplente Alfredo Traversoni-, Jorge Batlle, Luis Hierro Gambardela, Juan J Zorrilla, Américo Ricaldoni, Eduardo Paz Aguirre y Luis B Pozzolo), tres del sublema Unión Colorada y Batllista (Raumar Jude, Eugenio Capache y Pedro Cersósimo), uno de la Corriente Batllista Independiente (Manuel Flores Silva) y uno de Vanguardia Batllista (Juan Adolfo Singer).
En el PN, el Movimiento Por la Patria, el Movimiento Nacional de Rocha y el Herrerismo sumaron 84,57% de los votos del lema. Los blancos lograron diez bancas en el Senado: ocho de Adelante con Fe (Carlos Julio Pereyra, Zumarán, Aguirre, Guillermo García Costa, Juan Raúl Ferreira, Carminillo Mederos, Juan Martín Posadas y Uruguay Tourné), dos del herrerismo (Lacalle Herrera y Francisco María Ubillos) y uno del sublema Unión Nacionalista y Herrerista (Ortiz).
En el FA, el sublema más votado para el Senado fue “Socialismo-Democracia-Libertad”, con 218.011 votos, que se dividieron entre el Partido por el Gobierno del Pueblo (lista 99), con 156.561 sufragios, y el Partido Socialista, lista 90, con 61.367 votos. Este sublema obtuvo cuatro senadores, tres de la 99 (Hugo Batalla, Enrique Martínez Moreno y Luis Alberto Senatore) y uno por la 90 (José Pedro Cardoso). Segundo quedó el sublema Democracia Avanzada, con 113.216 votos, que obtuvo dos senadores (Germán Araújo y Francisco Rodríguez Camusso). Vale recordar que el Partido Comunista, columna vertebral de este sublema, continuaba proscripto y por lo tanto no pudo utilizar el número de lista 1001 ni presentar como candidatos a algunos dirigentes que permanecían en la misma condición, como Rodney Arismendi, Enrique Rodríguez y Jaime Pérez. Pero como “hecha la ley, hecha la trampa”, Democracia Avanzada se presentó con la lista 10001.
Por su parte, la Cámara de Diputados quedó conformada por 41 diputados del PC, 34 del PN, 21 del FA y dos de la UC. El FA consiguió 16 bancas en Montevideo y en Canelones, Maldonado, Salto, Paysandú, Colonia, una por departamento.
Todos los parlamentarios titulares que asumieron en febrero de 1985 eran hombres. La mayoría de ellos han fallecido, otros están muy viejos. Pero algunos que en esa época eran jóvenes aún siguen en política. En particular, los dos diputados que asumieron por Rivera: Tabaré Viera (PC), el mismo que luego será intendente departamental y ministro de Turismo del gobierno saliente, y Luis Alberto Heber (PN), quien desde esa vez no dejó de ser electo legislador hasta la actualidad.
El rol del FA
“Estamos festejando hoy lo que es el triunfo del pueblo oriental. Porque las elecciones del 25 de noviembre son un triunfo de nuestro pueblo en la larga lucha sostenida durante estos 11 años. Las elecciones no son regalo de ningún cronograma, son el producto de la lucha de nuestro pueblo que jamás bajó sus banderas. Estas elecciones son muy distintas, son muy importantes, porque la entrega del gobierno por parte de la dictadura al pueblo se hace a través de las elecciones”, decía Seregni el 22 de noviembre de 1984 en el acto final del FA.3
Para quien no pudo ser candidato a la presidencia por el FA, estas elecciones maniatadas por la dictadura fueron igual muy importantes porque se consiguieron negociando, sin demasiada confrontación y apostando a que en marzo de 1985 se podían profundizar los logros con una amnistía general para los presos políticos que quedaban en las cárceles de la dictadura.
Sin embargo, dentro y fuera del FA hubo quienes criticaron esta salida por incompleta, por renga, por conciliadora con la dictadura. El acto institucional 19 también preveía que la Asamblea General surgida de estas elecciones se convirtiera en una especie de asamblea constituyente para analizar los acuerdos establecidos entre las Fuerzas Armadas y los partidos políticos y un proyecto de reforma constitucional a plebiscitarse en noviembre de 1985, que podía ser la ratificación del texto de 1967. Eso, que no pasó, estaba en la perspectiva de aquellos que apostaron a esta salida. Rolando Franco agrega en un libro que se publicó pocos días antes de estas elecciones que “también tiene importancia, desde la perspectiva del análisis electoral, que sectores mayoritarios del Partido Nacional y algunos del Frente Amplio consideren que deben realizarse nuevas elecciones dado que en los comicios del 25 de noviembre de 1984 todavía existirán proscriptos y que, especialmente, se mantiene en esa condición” a Ferreira Aldunate y Seregni.4
En una columna publicada en El Observador, denominada “1984: el papel decisivo del FA”, el politólogo Óscar Botinelli escribió: “El camino de la negociación supuso una intensa labor de preparación de las bases y la militancia, dentro del país y especialmente fuera, en el exilio europeo. No era fácil, más en el exterior, cambiar las mentes: que aquí no se iba a producir una debacle militar sino que un día iban a estar sentados en la misma mesa delegados del FA con los comandantes militares. Fue una tarea dura, difícil, con muchas rispideces. Seregni sabía que se partía de un instintivo rechazo de la base. Paso a paso, a medida que los acuerdos mostraron resultados, que se abrieron las cárceles, volvieron exiliados, se llamó a elecciones, el clima cambió: el 25 de noviembre, el 95% de los votantes al Frente Amplio lo hizo por las corrientes que apoyaron el Acuerdo del Club Naval, el 5% se mantuvo intransigente. [...] Lo significativo es que, a partir de esas experiencias, el Frente Amplio inicia su primera experiencia de participación en las decisiones estratégicas de gobierno”.
Sopa de letras
Una de las particularidades de esta elección es que varias listas se inscribieron ante la Corte Electoral con letras y no con números. La Izquierda Democrática Independiente, del FA, presentó en Montevideo una lista con su sigla IDI, pero en Río Negro se presentó a nivel departamental con la lista MIRN y en Paysandú con la MIP. En el PN, varias formaciones utilizaron listas heredadas de las internas de 1982: ACF, IAF, CBU, RAD, pero también aparecieron la lista H y la W (por Wilson Ferreira Aldunate), que en lo departamental fue WW. En el PC se presentó en Cerro Largo una GAE, en Florida una QAF, en Salto una JAK y en Treinta y Tres una FAK.
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El País de Madrid, 23-11-84. ↩
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Enciclopedia Electoral del Uruguay- 1900-2010. Bottinelli, Giménez, Marius, Instituto Factum. ↩
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La Hora, 23/11/84, p. 2. ↩
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Democracia “a la uruguaya”. Un análisis electoral del período 1925-1984, Rolando Franco, El libro libre, 1984. ↩