Las polémicas medidas de seguridad que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, puso en práctica contra las maras son motivo de análisis en el mundo entero y Uruguay no es la excepción. El aumento del crimen y la violencia como consecuencia del avance de las bandas narcotraficantes ha instalado el debate sobre las políticas de seguridad en el país, y distintas voces reclaman medidas más fuertes.
Dirigentes del Partido Nacional y del Partido Colorado coincidieron, en diálogo con la diaria, en que se necesita mayor “mando y control” para “reprimir el delito” y no descartaron que algunos métodos de Bukele podrían ser aplicables en nuestro país.
Sin embargo, dejaron en claro que eso sólo será posible si se respeta la Constitución, las garantías del debido proceso y los derechos humanos.
El que mayores coincidencias muestra con el método Bukele es el precandidato a la presidencia por el Partido Nacional Carlos Iafigliola, quien tomó “mucha cosa” del presidente de El Salvador para dar forma a su plan de seguridad, llamado Impacto.
“Hemos visto el exitoso proceso que se está dando en El Salvador con el presidente Bukele, que ha logrado en muy pocos años revertir una situación muy complicada que tenía su país [...] Basta mirar las cifras de asesinatos. Antes eran cerca de 4.500 asesinatos anuales y en este momento están por debajo de 150 por año”, afirmó en diálogo con la diaria.
En la misma sintonía se expresó el diputado colorado Gustavo Zubía, quien dijo a la diaria que espera que al presidente Luis Lacalle Pou se le “contagie algo” del mandatario salvadoreño.
“En el gobierno falta mano firme. A eso me refería, un poco irónicamente, en el tuit de hace unos meses, cuando decía que ojalá al presidente se le contagie algo de Bukele, no todo. Que se le contagie la idea de control y de mando dentro de la ley. Lo que yo desconozco es si el control y el mando, en el caso de El Salvador, se dan estrictamente dentro de la ley o no. Puedo tener mis sospechas, pero dentro de la ley se puede perfectamente aplicar otros mecanismos represivos para un delito que lamentablemente viene muy intenso”, afirmó el exfiscal.
Mucho más cauto, el exasesor jurídico del Ministerio del Interior Juan Andrés Ramírez Saravia dijo a la diaria que “puede haber algunas medidas” de Bukele, como la “mano dura con las pandillas” o la construcción de cárceles de extrema seguridad, con las que se pueda estar de acuerdo, pero advirtió que no comparte los métodos de un “populista” que muestra “falta de interés en respetar los derechos humanos”.
Desde el lado de Cabildo Abierto, en cambio, no ven ninguna posibilidad de extrapolar el sistema salvadoreño a la realidad uruguaya. El senador Guillermo Domenech consideró, en diálogo con la diaria, que los mecanismos de seguridad de Bukele no son aplicables en Uruguay, aunque estimó necesario fortalecer la seguridad en todo el territorio.
“El Salvador era un país que estaba en una situación límite. Puede ser que haya adoptado métodos poco convencionales, pero nosotros entendemos que no son trasladables. Creo que incluso en El Salvador era fácilmente detectable quién era integrante de una mara porque estaban tatuados y cosas por el estilo. Eso no sucede en Uruguay, y además no soy amigo de trasladar mecánicamente experiencias de otros países. No me gusta juzgar realidades que no conozco en detalle. Lo que sí sabemos es que sus métodos han sido exitosos”, afirmó.
El cabildante revalidó, de todas formas, la vigencia de la frase “se acabó el recreo”, porque “el Uruguay de unos años a esta parte viene siendo sorprendido por un avance del narcotráfico que de alguna forma ya se ha instalado en el país y es el responsable de la mayor parte de los homicidios”.
Las encuestas indican que Bukele logrará la reelección este domingo en El Salvador sin mayores inconvenientes, con un apoyo de entre 70% y 82% de los votantes. Sin embargo, la oposición cuestiona la legitimidad de su candidatura y señala que la Constitución no le permite acceder a un segundo mandato. Además, critica el perfil autoritario que adquirió su gobierno, que mantiene desde hace casi dos años un régimen de excepción que limita garantías y derechos, como el de reunión, o la inviolabilidad de las comunicaciones.
Bajo este régimen fueron detenidas 75.000 personas que según las autoridades pertenecían a bandas delictivas o colaboraban con ellas.
La metodología aplicada es duramente cuestionada por diversos analistas. El doctor en Criminología por la Universidad de Cambridge Nicolás Trajtenberg consideró, en diálogo con la diaria, que la metodología de Bukele de “arrasar metiendo presas a las personas sin ningún tipo de garantías es súper cuestionable” y aseguró que no es un “modelo reproducible a otros países” por los “costos” que tiene para la sociedad.
“Falta de control”
Tanto Iafigliola como Zubía consideraron que en Uruguay existe “falta de control” en las cárceles y en los distintos territorios del país, y aseguraron que es necesario implementar “orden y mando”.
“Si se habla de Bukele en un comparativo con Uruguay, viene bien establecer que el sistema carcelario de nuestro país ya hace varias décadas que está funcionando horrible. [...] Hay que reformar intensamente las cárceles uruguayas recogiendo y volviendo a la idea de orden y mando. Son dos principios que suenan como si fueran de derecha, como si fueran autoritarios, y no es así”, dijo Zubía.
“Representa más bien represión de algunos en beneficio de otros, porque hoy en las cárceles dominan los grupos operativos delincuenciales que tienen más poder en la interna. Suplantan el poder del Estado. A esos grupos delincuenciales hay que reprimirlos”, consideró.
Dijo que dentro de las cárceles los grupos delictivos “poderosos” extorsionan a las personas y les sacan dinero a los familiares de los presos bajo amenazas.
Iafigliola destacó el concepto de “cero ocio” que aplica Bukele, en el que “los delincuentes no pueden pasar el 90% del tiempo sin hacer nada”.
“Nosotros estamos de acuerdo con modelos como el de El Salvador, donde se pone a una cantidad de presos a trabajar, se los pasa a buscar de mañana con todas las medidas de seguridad que corresponde y se los lleva a trabajar para que puedan devolverle en algo a la sociedad por el mal que le han hecho. Esto sirve además para sacarlos de esa situación de ocio permanente que no ayuda para nada a ninguna persona”, agregó.
Gestión de gobierno
Iafigliola y Zubía consideraron que hubo algunos avances en materia de seguridad en este gobierno, pero afirmaron que “no fueron suficientes” y resaltaron especialmente la gestión del exministro del Interior Jorge Larrañaga.
“Es obvio que hay una diferencia entre la mirada que tenía el exministro Larrañaga y la que tuvo posteriormente Luis Alberto Heber. A [Nicolás] Martinelli no puedo juzgarlo porque hace muy poco que está [...] estoy convencido de que si Larrañaga hubiera seguido vivo y al frente del ministerio, hubiera desarrollado una política de allanamientos nocturnos, de la Guardia Nacional con participación de militares, de reclusión permanente, es decir, tenía una visión de seguridad que no tuvo Heber”, observó Iafigliola.
Zubía consideró que a pesar de que la coalición multicolor prometió adoptar medidas en las cárceles, “no se ha cumplido con lo acordado”, y pidió que los políticos pierdan el “miedo” a la “palabra represión”.
“Los planes del Ministerio del Interior de aplicar lo que llaman ‘interruptores’, que serían exreclusos rehabilitados en una ONG, me parecen ridículos. No podemos, cuando tenemos una situación de emergencia tan grave, apelar a mecanismos que son para otras estructuras, otros países [...] cuando en Uruguay hay un narcotráfico organizado y con sicarios pagos, y asistimos a espectáculos de decapitación”, afirmó.
Garantías, Constitución y derechos humanos
Con una mirada diferente, Ramírez Saravia expresó su desacuerdo con los métodos utilizados por Bukele en El Salvador. Apuntó especialmente contra el “populismo” y la “falta de interés en los derechos humanos” y constitucionales.
“El populismo no me gusta. Hacer las cosas por apoyo popular, porque haya más gente que te aplauda, no me parece que sean siempre las decisiones correctas. Tendría mucho cuidado. Bukele es populismo. Y dentro de las medidas que toma, no le interesan demasiado los derechos humanos y constitucionales”, afirmó.
También criticó el alto número de personas recluidas y la falta de transparencia en la información pública y aseguró que las acciones de Bukele vulneran los derechos individuales.
“Aplicó un régimen de excepción que aplana los derechos constitucionales y limita absolutamente la libertad de asociación, cortó el derecho de defensa de las personas, sin juicio, sin nada. Como tengo formación jurídica y soy abogado, siempre tengo esa visión de que más vale un culpable libre que un inocente preso. [...] El Salvador pasó de 9.000 a 75.000 presos en dos años y no tiene 20 millones de habitantes. Es el país con mayor cantidad de reclusos. Y eso no es un logro. Me parece que festejar eso es una barbaridad”, agregó.
Consideró que la democracia en El Salvador está “vulnerada” y que la gente ha perdido la noción de lo que ha sucedido. “Los líderes que hicieron las barbaridades más grandes en la historia de la humanidad generalmente tenían mucho apoyo popular. Hitler tenía apoyo popular. Y, de hecho, hasta ganó elecciones. Y fue de las personas más siniestras que tuvo la humanidad”, agregó.
En la misma sintonía, Zubía consideró que hay un “exceso político” en la acción de Bukele porque gobernó con medidas de seguridad alternativas excepcionales y con modificaciones constitucionales. Esta situación es “sospechosa” en cuanto a las “intenciones políticas ulteriores”, advirtió.
“En principio, más allá de que no tenemos detalles de los operativos, miro con recelo estos procedimientos masivos policiales porque desconocemos qué tratamiento judicial están teniendo”, aseveró.
Por su parte, Iafigliola consideró que en la discusión de los derechos humanos hay que poner en una “balanza” lo que sufren los delincuentes con el flagelo que enfrentan los ciudadanos.
“Si tengo que elegir entre cuidar los derechos humanos de doña María y don José y los de los delincuentes, me juego por los de doña María y don José. ¿Esto quiere decir que no los voy a respetar? No, los voy a respetar. Pero tengo claro que en algún momento puede haber algún exceso porque tiene que ver con cómo se dan determinadas situaciones y cómo actúa un determinado agente policial”, concluyó.